Sudeste Asiático
El asesinato que cambió la historia de Birmania

Eran pasadas las 10.30 horas de la mañana, concretamente las 10.37 del 19 de julio de 1947, cuando el general Aung San (1915-1947), arquitecto de la independencia birmana, y seis de sus ministros fueron asesinados, junto con el secretario de Transportes y un guardaespaldas.

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Selfie con el general Aung San de fondo. Queralt Castillo Cerezuela

Eran pasadas las 10.30 horas de la mañana, concretamente las 10.37 del 19 de julio de 1947, cuando el general Aung San (1915-1947), arquitecto de la independencia birmana, y seis de sus ministros fueron asesinados, junto con el secretario de Transportes y un guardaespaldas.

Es 19 de julio, día de los mártires en Myanmar, la antigua Birmania. Los monzones dan una tregua en Mandalay y el sol aparece y desaparece de entre los nubarrones que anuncian tormenta. En el estadio de Mandalarthiri, en el barrio de Mingalar, birmanos y birmanas, algunos con sus mejores galas, longyi y camisa, se concentran ante las fotos de los nueve mártires, el general Aung San –líder del movimiento por la independencia birmana– en el centro. A los lados, unas pantallas gigantes donde se reproducen vídeos en blanco y negro de Aung San y su Comité Ejecutivo, asesinados hace 70 años mientras estaban reunidos en la sede del gobierno autónomo birmano, el Secretariat, en Rangún, hoy Yangón. El reloj se paró a las 10.37, pero la historia de Birmania se pararía para siempre. Era 1947 y Aung San hacía unos meses que había firmado con Gran Bretaña, bajo la presidencia de Clement Attlee, un acuerdo en el que el Reino Unido se comprometía a otorgar la independencia a Birmania en un plazo inferior a un año. El tratado definitivo llegaría más tarde, en octubre de 1947.

U Saw y ocho oficiales más pertenecientes a la oposición fueron arrestados y ejecutados unos meses después. Sin embargo, mucho se ha hablado de la implicación de los británicos en el asesinato de los dirigentes birmanos. Unos meses después de la masacre, se conoció que algunos oficiales británicos habían vendido armas a oficiales birmanos contrarios a Aung San. No obstante, nunca hubo pruebas definitivas que asentasen esta teoría de la conspiración.

Son las 10.34 horas y la gente mira impaciente el reloj. Una nube tapa el sol y todo adquiere un aire más lúgubre, de funeral. Las banderas tricolor ondean a media asta y los birmanos y birmanas se hacen selfies con sus smartphones recién estrenados. La tecnología china ha entrado con fuerza desde que se produjera la apertura democrática. Ooredoo y Telenor, los principales operadores de internet en el país, hacen el resto.

Después del 19 de julio, U Nu, próximo colaborador del Aung San, tomaría el poder y declararía la tan anhelada independencia de Birmania el 4 de enero de 1948. De no haber sido asesinado Aung San y parte de su gabinete, la historia de Birmania es posible que hubiese sido diferente. Lo que vendría después es de sobra conocido: un periodo de relativa calma democrática hasta 1962 y un golpe de Estado que sumiría al país en una de las dictaduras más largas y opacas que se conocen, la de la Junta Militar, que operó con diferentes nombres hasta marzo de 2011.

Falta de libertad, subdesarrollo, revueltas y desastres naturales marcaron estos años oscuros en un país que en su momento fue considerado el cuenco de arroz de Asia. Ni las sanciones ni el desprecio internacional tuvieron efectos en el gobierno de la Junta Militar, que dirigió con mano férrea el país. Una voz se alzó, en 1989, sobre todas las demás: la de Aung San Suu Kyi, hija de Aung San y líder del gobierno actual, premiada con el Nobel de la Paz en 1991.

Se oyen unas campanas y un reloj gigante marca las 10.37. Los coches empiezan a pitar y por los altavoces suenan unas sirenas. Tic-tac, tic-tac, se oye de fondo. Los birmanos y birmanas cierran los ojos y agachan la cabeza, hacia el suelo. Los niños dejan de jugar y se arriman a sus madres. Guardan los móviles y se hace el silencio. Solo se oyen sirenas, disparos (grabados) y los cláxones de los coches que pasan cerca del estadio. Es el minuto en el que la historia de Birmania cambió para siempre.

Las sirenas se detienen y empieza a sonar una melodía suave. La multitud levanta las cabezas y se miran los unos a los otros. Algunos asistentes son demasiado jóvenes para ser conscientes de lo que significó aquel asesinato, otros quizás lo hayan recordado cada día de su vida hasta ahora, cuando la democracia comienza a asomar y el país respira. Grupos de gente se acercan al escenario, repleto de ofrendas florales y se hacen fotos junto a un retrato en blanco y negro de Aung San. Los asistentes empiezan a dispersarse, móvil en mano y mirando al cielo. ¿Lloverá?

Es evidente que el asesinato de Aung San y su Comité Ejecutivo cambió el rumbo de la historia de Birmania. Quizás, de no haber sido asesinado, el país hubiese gozado de una democracia y libertad desconocidas hasta hace poco. O quizás no. Quizás hubiesen desaparecido los conflictos étnicos aún vigentes, la corrupción y la pobreza, o quizás todo hubiese ocurrido igual. Lo que sí está claro es que el 19 de julio de 1947, a las 10.37h, la historia de Birmania se paró en seco, como el reloj de la sala de aquel Secretariado de Arquitectura Colonial construido con ladrillos donde Aung San y sus colaboradores fueron asesinados.

32 años de lucha

Aung San (1915-1947) fue el artífice de la independencia en Birmania. Fue en la Universidad de Yangón, donde estudiaba Historia, Ciencias Políticas y Literatura Inglesa, cuando se acercó a los movimientos estudiantiles y nacionalistas. Hasta 1935, Gran Bretaña había gobernado Birmania como una provincia de India, pero a partir del surgimiento de movimientos nacionalistas, los británicos decidieron darle un estatus diferente al país.

Ya desde muy joven, Aung San mostró una férrea oposición al colonialismo británico. Tras liderar varios movimientos estudiantiles y nacionalistas de talante comunista, Aung San pasó a formar parte de los Thakins, un grupo nacionalista que apostaba por la autodeterminación de Birmania y la inmediata expulsión de los británicos. Tras ser considerado persona non grata, Aung San huyó a China y a Japón.

Fue en el país nipón donde Aung San estableció lazos con el gobierno y el ejército japonés para recuperar Birmania. En 1941, tras haber recibido entrenamiento militar en Japón, volvió a Birmania junto a Los 30 Camaradas, un grupo de revolucionarios dispuestos a expulsar a los británicos y declarar la independencia del país. Fundó el Burmese Independent Army, que más tarde se convertiría en el Tatmadaw, actuales fuerzas armadas.

En 1943 se declaró la independencia de Birmania, pero Aung San, que no veía claras las intenciones de los japoneses, decidió romper con ellos. En aquel momento era ministro de Guerra y el ejército birmano, ya convertido en el Burma National Army, decidió luchar al lado de los aliados. Desde 1944 y hasta 1947, Aung Sang negociaría con los británicos los términos del tratado de independencia de Birmania, que finalmente se firmó en Londres el 27 de enero de 1947. Seis meses después sería asesinado junto con parte de su gabinete. La independencia de Birmania se declaró el 4 de enero de 1948.

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#68261
25/8/2020 17:19

Artículo ameno y bien documentado.

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#10
23/8/2017 11:33

Interesante artículo.

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