Teatro
Cierra Periferia Cimarronas, el primer teatro negro del Estado
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A finales de enero la sala de teatro Periferia Cimarronas bajará el telón por última vez. La carta en la que Silvia Albert Sopale, la directora teatral que parió ese proyecto hace cinco años, relata los motivos del cierre, tiene diez páginas. El motivo principal es el económico. Han dejado de recibir algunas subvenciones importantes este 2025. Pero más allá de los recursos públicos, el público no estaba siendo el suficiente. “Son las mismas migras y racializadas las que estaban viniendo. Si el pueblo, si el feminismo, si las luchas de izquierda dejan de entender lo importante que es resistir, proyectos como Periferia caen”, asegura Sopale.
En un mes en el que se ha desahuciado a 400 persones negras del Instituto B9 ocupado en Badalona, se ha atacado físicamente y expulsado a activistas antirracistas migrantes del acto oficial del Día Internacional de las Personas Migrantes de la Generalitat de Catalunya y se ha aprobado en Martorell multar a las personas que recojan agua en garrafas de las fuentes públicas, el fin de Cimarronas tiene algo de simbólico. “De pronto para muchas el teatro es algo burgués, se entiende como un lujo, no como una prioridad. Y estamos de acuerdo en que la prioridad ahora es la vivienda: entonces Periferia podría convertirse por ejemplo en una casa, y el arte se puede hacer en la calle”, le toca reflexionar a Silvia Albert Sopale, quien pronto iniciará un proyecto con teatro en la calle.
La sala, situada en una callejuela del barrio de Sants de Barcelona, se constituyó como una cooperativa, con una importante apuesta por la economía social y solidaria. Pero parece que no ha sido una apuesta recíproca. Se ha convertido en un espacio clave para proyectos artísticos, políticos y sociales antirracistas y afrofreministas pero se ha alquilado también para eventos, charlas y cenas de entidades sociales. En su hall acogedor hay un bar y una tienda de ropa africana. Pero no ha sido lo suficientemente concurrido.
“Igual que no mola hablar de la jerarquía de opresiones, no mola hablar de la jerarquía de proyectos pero sí nos hacemos la pregunta: ¿Cuánta gente de los movimientos sociales, de los Comunes, de la CUP, de la economía social y solidaria, han pasado por Periferia Cimarronas o han comprado entradas para regalar a otras?”, lanza la directora de la sala. “¿Donde está la UAB (Universidad Autónoma de Barcelona), el CCCB (Centre de Cultura Contemporània de Barcelona), que nos llama para charlas, pero no vienen a la obra? Sigue habiendo extractivismo para que vayamos a sus espacios pero luego no vienen a los nuestros”, continua.
Faltó más catalán
Mientras el Teatre Nacional de Catalunya ha subido gradualmente en nivel de espectadores y ocupación desde 2021 hasta la actualidad, Cimarronas nunca llegó a evolucionar. En general, el público ha sido más negro y marrón que blanco, sobre todo si las protagonistas también lo eran. Sus proyectos han apostado por llevar al escenario debates complejos, y puede que hasta le haya salpicado toda la polémica que hubo a raíz de la obra de teatro Esas Latinas, también programada en Periferia Cimarronas. “La gente tiene que entender que eso era teatro social que trabaja con las experiencias de personas, no puedes negar una experiencia personal”. La actriz invita a la escucha y la empatía: “Se entiende perfectamente la herida de los catalanes, y se entiende la herida de las personas migrantes, necesitamos entendernos más. Tenemos que poder escuchar si a alguien le duele“.
Si bien esta sala se levantó con el apoyo de muchas “personas blancas bonitas, que tenían más posibilidad”, es posible que Catalunya no estuviera lista aún para un modelo de teatro afrocentrado que desafía el racismo estructural
Tanto en la carta, como en conversación con El Salto, Sopale admite que no se ha usado suficiente el catalán, pero también resalta que “la gente migra, la gente racializada, aunque pueda usar el catalán en su día a día, no lo utiliza para comunicar sus emociones, sus pensamientos íntimos, su necesidad. Y de eso trata el teatro: de hablar desde el corazón, en la lengua que te dicta el cuerpo”, predica el documento. Puede haber sido una cuestión lingüística y puede haber sido también una cuestión de proximidad de las historias, de las escenografías, de los universos narrativos. Si bien el TNC trabaja con compañías internacionales y grandes decorados de altos presupuesto (“que luego no servirán para nada más y que pagamos con dinero público”, crítica Sopale) Cimarronas ha apostado por las artistas locales o nacionales. “Aquí vienen tus vecinos y te cuentan lo que está pasando en tu barrio, la propuesta llega mucho más”, sigue la actriz negra.
“Demasiadas conversaciones pendientes”
Si bien esta sala se levantó con el apoyo de muchas “personas blancas bonitas, que tenían más posibilidad de colaborar, más tiempo, más recursos en general”, es posible que Catalunya no estuviera lista aún para un modelo de teatro afrocentrado que desafía el racismo estructural y que ya funciona en otras latitudes, por ejemplo en América Latina. En muchas salas de teatro de Brasil está normalizado incluso que el ingreso a según qué obras sea más caro para personas blancas, en un ejercicio de reparación. A buena parte de nuestra sociedad le falta aún verse a ella misma como una población diversa en la que el 20% de la población es migrante y/o racializada.
“Hemos visto como la blanquitud se cierra en banda y no quiere aceptar que hay demasiadas conversaciones pendientes. Es como lo que está pasando con los hombres, con la masculinidad, que nos vienen a decir que las mujeres nos hemos puesto demasiado exigentes: no hay escucha. Pues lo mismo está pasando con la blanquitud. Podemos cambiar el tono para que no te sientas tan dolida, es una estrategia que llevamos usando miles de años y la seguiremos usando, pero en realidad hay eso, una blanquitud herida que necesita hacer los deberes, dejar de leer tantos autores blancos, empezar a leer a mujeres negras”, dispara la actriz.
La perspectiva feminista antirracista
“Si somos pocas luchando y resistiendo, tenemos que elegir las batallas”, afirma la dramaturga que este año ha impartido un seminario sobre la intersección de prácticas artísticas y activistas en la Universidad de Nueva York. Silvia sigue su camino, de pronto más centrada en lo individual por una temporada, porque lo colectivo lleva trabajo y responsabilidad, y “hay desilusión, hay cansancio, falta relevo generacional, súmale los ataques de las derechas… y por supuesto, seremos las mujeres las más afectadas por todo esto”.
Cimarronas ha sido liderada por mujeres racializadas y ahí hay otra lectura de este cierre. “Para algunos nosotras deberíamos estar limpiando casas, no podemos estar generando pensamiento o dirigiendo teatro”, expresa Silvia Albert
Cimarronas ha sido liderada por mujeres racializadas, artistas y gestoras culturales y ahí hay otra lectura de este cierre. “La gente compra en Top Manta, y son mis hermanos, pero también hay una cuestión de género, la atención que recibimos es muy distinta. Para algunos nosotras deberíamos estar limpiando casas, no podemos estar generando pensamiento o dirigiendo teatro”, se lamenta la actriz, originaria de Euskal Herria.
Ha habido épocas mejores y épocas peores, han habido divisiones internas y desencantos. Ya hace dos años se hizo una campaña para salvar Cimarronas. Nunca acabó de levantar la cabeza. Le pasa a muchos proyectos de la economía migrante y diversa, la gestión puede convertirse en una pesadilla y quien quería dedicarse a lo que le gusta y se le da bien se acaba dedicando a escribir proyectos, justificar gastos y contestar requerimientos, sin que necesariamente se le de bien.
Lo simbólico de este cierre tiene mucho que ver también con la división interna, con la falta de apoyo entre proyectos de la izquierda en general pero también la distancia entre colectivos racializados y migrantes, entre egos y liderazgos. “No hace falta que seamos amigas, lo que hace falta es poner una agenda, unos objetivos. Alguien tiene que dejar de pelear. Yo me digo a mi misma: “Acepta Silvia que has perdido, y a callar y morderte la lengua si hace falta, porque da igual, ya está”. Pongamos la energía en lo que es realmente importante, nos hace falta eso entre nosotras”, admite Sopale. En un momento en que la ola reaccionaria logra juntar a vecinos de clase obrera para expulsar de una iglesia a 15 personas negras empobrecidas, es urgente lograr juntarse para caminar juntas hacia ciertos objetivos o para defender algunos derechos que están en riesgo. El macrodesahucio de Badalona está dejando imágenes demasiado orwelianas. Hace tiempo que hemos llegado ya al panorama de Years and Years.
Es tiempo de romperse la cabeza buscando propuestas de unidad. “¿Cómo conseguimos que la gente siga mirándose a los ojos, dejar de deshumanizar. ¿Cómo logramos que no haya nadie evitando que 15 personas negras sin techo duerman en una iglesia. ¿Cómo conseguimos ganárnoslos de nuevo? Porque el enemigo está arriba, no son ellos”, expresa la creadora de Periferia Cimarronas.
“Siempre le hemos dicho a la izquierda que no es suficientemente antirracista, que los deberes no están hechos, los derechos de todas no están logrados, toca ir al rincón de pensar”, dice Sopale
“Siempre le hemos dicho a la izquierda que no es suficientemente antirracista, que los deberes no están hechos, los derechos de todas no están logrados, toca ir al rincón de pensar”, dice Sopale. Según ella, “no hay maldad, es una falta de real conocimiento de donde nos encontramos”. Con el panorama actual queda bastante claro. Realmente son malos tiempos para la lírica (antirracista). Uno de los próximos proyectos de Sopale tendrá como escenografía el espacio público: “Tenemos que convencer a la gente de la calle que lo importante es dialogar, que no le tengan miedo a la migración, ni a la racialización, que no se escuchen según qué enunciados, y eso en las salas de teatro no se logra”.
Sopale apunta que, igual que algunos hombres que hablan en femenino y han aprendido qué es el mansplaining pero lo siguen haciendo, la población blanca consciente del racismo ha aprendido a no usar “denigrante” o “paqui” pero no lleva a cabo acciones antirracistas en su día a día, en su consumo, en su manera de construir comunidad.
Es el final “del único fucking teatro negro de Catalunya, iba muy bien decir que somos diversos, pero no es real, no se está haciendo la inversión que se tiene que hacer para sostener ese proyecto”. Hasta finales de enero puedes (y debes, porque tienen deudas) ir a ver Lötò, Un ritual de emancipación corporal, una pieza íntima y personal dirigida y protagonizada por la misma Silvia. “No se bien porqué, pero cuando acaba Lötò, la gente, hombres blancos heteros también, me vienen a abrazar y llorar. Lo más curioso es que los he podido sostener", se ríe Sopale. Luego, a partir de febrero, el local estará a disposición, esa bonita sala en calle Cerdanyola 26, estará libre y Barcelona habrá perdido una oportunidad para reparar.
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