Teatro
‘Tránsitos’, una obra sobre el espacio entre la salud y la enfermedad

‘Tránsitos’ une las vivencias reales de una mujer trans, una persona de género no binario, un joven marika y dos drag queens que transitan por cinco procesos de extrema urgencia en la actualidad, entre los que se cuentan el VIH, el cáncer, la vejez y las heridas de la resiliencia.

Una escena de la obra de teatro ‘Tránsitos’
Una escena de la obra de teatro ‘Tránsitos’.
10 dic 2020 06:00

El primer detonante de este tránsito sucedió en 2009. David Teixidó, entonces estudiante de Arte Dramático en el Institut del Teatre en Barcelona, recibe las biografías para un elenco de personajes de una obra. Todas eran muy completas, excepto una a la que solo se le describía como lesbiana. “Recuerdo que me dio mucha rabia”, explica, una década más tarde del suceso. “Yo me considero marika y, como actor, siempre me pedían que escondiera la pluma, cuando luego nos llenamos la boca hablando de nuevas masculinidades. Me preguntaba, si interpreto a un médico, ¿por qué se presupone que este personaje tiene que ser hetero?”.

La duda ha germinado en Tránsitos, una coproducción con Amici Miei Produccions, Espacio Callejón de Argentina y La Contracultural de Uruguay, que ahora se estrena en el Teatro La Gleva dentro de la programación del Festival Grec 2020. La obra es la primera aportación de Teixidó como dramaturgo y está coescrita por la dramaturga uruguaya Mariana Percovich, uniendo las vivencias reales de un elenco de una mujer trans, una ‘trava’, una persona de género no binario, un joven marika y dos drag queens que transitan por cinco procesos de extrema urgencia en la actualidad, entre los que se cuentan el VIH, el cáncer, la vejez y las heridas de la resiliencia. “Estaba muy cansado de que estas identidades solo aparecieran en el ámbito cultural para justificar su existencia y saciar la curiosidad cis”, expone David Teixidó.

“Las referentes trans que han salido en los medios generalistas son retratadas como histéricas”, cuenta Nicole Avventurato, actriz del reparto, “¿pero que hay detrás de su malestar? El ejemplo que me puso David es el de un señor ebrio, automáticamente se le niega importancia de su discurso, sin escuchar que quizás tiene algo importante que decir y cuáles han sido sus circunstancias. Mi papel, que se basa también en mis vivencias, es el de una persona marcada por las corazas de la resilencia y la imposición del amor heteronormativo”.

El proyecto cuenta con la participación de las transactivistas Delfina Martínez y Nicole Avventurato, del actor y disidente de género David Priego, Nico Conde y Sergio Satanassa, una de las primeras drags catalanas. El equipo ha formado una alianza transatlántica, reconociendo la lucha previa por el derecho de las personas trans que hicieron países como Uruguay y Argentina. En 2020, un año donde en España justo empieza el debate sobre la Ley Trans, cabe reconocer la labor de países como Uruguay, que en 2009 contempló la ley sobre el derecho a la identidad de género y cuya campaña para la aplicación de la ley integral para las personas trans iniciada en 2017 ha tenido cobertura hasta en el NY Times.

En Tránsitos se cuestiona el binarismo entre la salud y la enfermedad, “pero desde un lugar de dignidad y entereza con las que nosotras atravesamos estos procesos”, explica la actriz Delfina Martínez, que escenifica el testimonio de Mariana Percovich sobre el cáncer de mama. Ella fue una de las impulsoras de la campaña #LeyTransYA y candidata en las últimas elecciones del partido Frente Amplio de Uruguay. “Creo que las urgencias en estos países son mayores al estar atravesadas por cuestiones raciales, económicas y demás que aumentan la brecha a la hora de acceder a los derechos más fundamentales como el trabajo, la vivienda o la educación”, explica la activista. “En Uruguay tenemos como referentes a Karina Pankievich o Antonella Fialho, pero también aprendimos de las argentinas Susy Shock, Lohana Berkins, Marlene Wayar y Diana Sacayán, que en la década de los 90 pusieron literalmente el cuerpo en un momento donde salían de la dictadura pero aún quedaban edictos policiales y un gran aparato represor. Se atrevieron a marchar a cara descubierta porque el colectivo trans no tenía nada más que perder, la democracia tiene una deuda histórica con nosotras”.

Del mismo modo que en España el proyecto de ley tiene su detractores, en Uruguay encontró oposición por parte de “los sectores fundamentalistas y religiosos disfrazados de colectivos sociales de padres y madres responsables, porque obviamente la ley contempla los derechos de los niños, niñas y adolescentes que no son propiedad de sus tutores legales sino que tienen sus propios derechos por ser personas. No queríamos que quedara como una pelea entre unos y otros, sino visibilizar a través de las voces de estas personas trans, tengan o no un discurso académico, que también somos ciudadanas y no nos ha llegado ni una cuota de esto que llaman democracia”.

“Todavía tenemos una esperanza de vida inferior a los 40 años —continúa Delfina—, demasiadas complicaciones para acceder a la vivienda o un trabajo digno, el sector sanitario nos estigmatiza y nuestra continuidad en el sistema educativo se ve interrumpida por la discriminación. ¿Pero qué es lo que saben las otras personas de nosotras? Piensan que estamos en la esquina prostituyéndose y nuestro único valor en la sociedad es llegar a parecernos su prototipo socialmente aceptado de mujer. Me da igual parecer una mujer o un arbusto, soy una persona, no soy de segunda ni de tercera”.

En lo referente a Tránsitos, Delfina Martínez ve el valor de visibilizarse sobre el escenario de una nueva forma: “Fue un desafío porque históricamente la sociedad ha utilizado nuestro cuerpo para la sexualidad y el morbo, marcando la relación que tenemos con él. Nosotras somos la representación misma de una mujer trans con dificultades.  Evidentemente, ha habido muchas antes porque si durante la dictadura se perseguía a las personas por razones políticas, en nuestro caso se añadía la persecución moral, independientemente de si tenemos una ideología concreta”.

“Es importante que en esta obra trabajemos actrices no profesionales”, aporta la artista Nicole Avventurato. “Para David Teixidó habría sido más fácil trabajar con participantes que ya están profesionalizadas, tienen una estabilidad económica y muchos seguidores. Vivimos de trabajos precarizados, dentro de la burbuja de la exclusión y si no te dan una oportunidad no puedes conseguirlo”.

“La lógica capitalista nos exige exhibir y triunfar —continúa Teixidó—, pero este proyecto tiene sentido en cuanto al proceso de empoderamiento de este grupo de personas en el que también me incluyo. Por ejemplo, que Delfina haya puesto a disposición su cuerpo y su voz a nuevos objetivos y Nicole sanara la herida de no haber entrado a una escuela superior de arte. Lo que tenía que ser Tránsitos ya ha sido, ahora toca compartirlo con el público y que sobre el escenario habrá un acto de justicia poética que no se da en la justicia tradicional”.

En un momento de pandemia, en el que la misma obra se ha visto aplazada por las medidas preventivas del covid-19, también se ha puesto en relieve que las comunidades LGTBIQ+ quedan expulsadas “porque los grupos burbuja no contemplan nuestros lazos familiares y el toque de queda es difícil de conciliar si no tienes un horario de oficina o un empleo reconocido”, explica David. Al final, “encontrarse con las amigas también es salud”, puntualiza Delfina. Y lo que presenciaremos sobre el escenario es una familia LGTBIQ+ que interpela directamente al público, alejando los prejuicios y compartiendo fortalezas.

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