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Televisión
La programación televisiva infantil suspende en igualdad e inclusión
El informe La dieta audiovisual ofertada en la programación infantil televisiva, presentado por la asociación de mujeres cineastas y medios audiovisuales CIMA, revela un “aplastante” dominio masculino del sector, en el que apenas hay creadoras de contenidos infantiles. El porcentaje de hombres en puestos de dirección o guionistas está por encima del 96%. Este primer dato ya indica ese dominio masculino del sector, que se refleja en el análisis de los contenidos. El 66,3% de los protagonistas de las historias son hombres, así como el 86% de las voces en off, y son ellos los que resuelven los problemas en un 71% de las ocasiones, siendo el mismo porcentaje el de personajes niños, los héroes. El 100% de los personajes masculinos representa profesiones típicamente masculinas.
En las conclusiones de este informe se destaca que tanto las mujeres como la feminidad están marginadas en las series infantiles. La representación que se hace de los géneros sigue marcada por estereotipos cis heterosexuales de ambos géneros, obviando al resto. Tampoco hay espacio para personajes del colectivo LGTBIQ+, que solo aparecen en un 0,42% de los contenidos. Suspenden en inclusión debido a que niñas y niños no van a encontrar una muestra representativa de su realidad. Tampoco, por ejemplo, hay representación de personas con diversidad funcional, tan solo en el 1% de los casos. La diversidad racial está presente en un 13%, y un 28% de los personajes son personas con sobrepeso.
En cuanto a la percepción del mundo en el que viven nuestras criaturas, la investigadora Fátima Arranz, directora del informe, explica que “lógicamente al encontrarse en la vida real a estos grupos les producirá, al menos, extrañeza”, y señala como ejemplo al grupo más discriminado, las personas mayores de 50 años. “Mientras que en la población española este grupo representa el 38%, en las series apenas se contempla un 18%… Pero nada comparado con el peso que tienen, por su constante reiteración, los estereotipos de género con los que necesariamente las niñas y los niños deberán identificarse”, indica Arranz.
La representación de las mujeres está extremadamente condicionada por los roles clásicos de su género: el entorno familiar y del hogar es donde se suelen desarrollar la mayoría de sus historias. Pese a que, a nivel profesional, hay mayor variedad y ya no se las representa solo en profesiones tradicionalmente femeninas, sí que en sus historias la familia es el eje central en el 48% de las figuras protagonistas femeninas y en el 77% reproducen roles típicos de la feminidad.
Llama la atención el hecho de que, en el caso de que existan relaciones románticas, son las niñas en un 83% quienes las inician e incluso acosan al personaje masculino
Llama la atención el hecho de que, en el caso de que existan relaciones románticas, son las niñas en un 83% quienes las inician e incluso acosan al personaje masculino. En este sentido, Arranz apunta que “también es un producto de la reiteración de los estereotipos de género: si eres niña tienes que especializarte en el amor y los cuidados. El mundo romántico es competencia femenina, según el mandato patriarcal; el mundo del amor y los cuidados, por el contrario, estarán vetados para los varones como sujetos activos, eso sí, en ellos recae ‘solo’ el ser amados y queridos”.
En cuanto a las personas consultadas en la realización del informe, destaca la perspectiva optimista de las productoras y programadores de contenido infantil, trasladando la responsabilidad de velar por la idoneidad de los contenidos exclusivamente a los padres y madres. Como explica la directora del informe, “culpabilizar solo a los progenitores viene derivado de la ideología del modelo de sociedad neoliberal que responsabiliza de los éxitos y los fracasos al propio individuo. Se entiende que la formación de la prole es competencia, propiedad exclusiva de padres y madres. Este es uno de los mayores éxitos de los poderes públicos que logran quedar al margen de dar cuenta de sus responsabilidades o competencias políticas que, en este caso, es velar de entrada por el cumplimiento de la ley. Por ejemplo, como mínimo, el poder político tiene que ser el garante de que no se quebranten los preceptos constitucionales y el artículo 20.4 de la Constitución establece la protección de la infancia como una cuestión prioritaria, incluso por encima de la libertad de expresión”.
Arranz también recuerda que la mayoría de las productoras de series infantiles que se emiten en las pantallas españolas son extranjeras y que la producción en España de este tipo de contenidos televisivos es casi inexistente. “Ni por parte de las compañías productoras ni entre los programadores televisivos se contempla tener en cuenta a la hora de la producción o selección, más allá de las cuestiones muy exageradas, las cuestiones de discriminación de las mujeres, la socialización crítica con los estereotipos de género o con la violencia a la que suelen denominar películas o series de acción. Lo que no quiere decir que no trabajen con especialistas en educación o la psicología, pero estos profesionales también pueden estar sesgados por sus conocimientos sexistas y androcéntricos. Nadie ni nada les exige tener en cuenta la discriminación de género”, resume esta investigadora.
“Las principales objeciones a la nueva dieta audiovisual infantil es justamente que tiene poco de dieta, en el sentido de que hay una falta de control y regulación en la cantidad y tipo de programas destinados a la infancia”, señala Fátima Arranz, directora del informe
Son las asociaciones de familias las que proporcionan una mirada más crítica en cuanto al tipo de contenidos, a la ausencia de contenido educativo. Les preocupa que se generen discursos de odio, no perciben ningún tipo de control sobre la televisión ni tampoco sobre internet y ven como un problema el acceso a contenidos permanentes que proporcionan las plataformas. Para Arranz, “las principales objeciones a la nueva dieta audiovisual infantil es justamente que tiene poco de dieta, en el sentido de que hay una falta de control y regulación en la cantidad y tipo de programas destinados a la infancia. Se quejan por la descompensación, esto es que hay una gran abundancia de series que se pueden ver a lo largo de las 24 horas del día, que es un peligro para la infancia, sin embargo, en esa abundancia no hay programación con fines educativos, solo son de entretenimiento. También detectan que en los contenidos se pueden encontrar discursos de odio implícitos. Tampoco por parte de las familias se tiene un acceso en la formación crítica sobre los contenidos audiovisuales y se sienten bastante desprotegidas frente a esa abrumadora oferta”.
Preocupa, y mucho, a familias y educadores la representación de la violencia y el uso de lenguaje inadecuado, aunque la mayoría de las personas entrevistadas considera que solo el contenido educativo tiene que transmitir valores y que, en el caso de contenidos de entretenimiento, están libres de valores éticos. Los datos muestran que en el 52,7% de los casos se observa violencia y agresiones de manera psicológica y en más de un 46%, violencia física.
Soluciones
Es reseñable, como indica el informe, que desde la clase política se busca no pronunciarse y se aboga por “regular sí, prohibir no”, derivando la búsqueda de soluciones al ámbito educativo, donde no existe ninguna asignatura específica sobre ello.
La asociación de mujeres cineastas CIMA ha planteado una serie de medidas que van desde una normativa que prohíba el sexismo en los medios y la publicidad, la inclusión de expresiones sexistas en las leyes contra la difamación, el fomento del establecimiento de una institución competente para recibir, analizar y revisar las quejas relacionadas con el sexismo en los medios y la publicidad con la autoridad suficiente para que se exija que se retire o modifique el contenido y los anuncios sexistas.
También se apuesta desde la asociación por introducir estrategias de educación y formación para periodistas y otros profesionales de los medios que aboguen por la detección del sexismo, promoción de representaciones positivas y no estereotipadas así como promover la comunicación con perspectiva de género. Otras vías defendidas por CIMA incluyen el apoyo a la investigación sobre el impacto de la representación sexista en los medios y en el material pornográfico y en qué medida impactan en la salud física, sexual y psicológica de las mujeres; o el fomento de la participación igualitaria en los puestos de decisión de los medios y la creación de los contenidos.