Temporeros
7.000 temporeras marroquíes atrapadas y ningún plan

Miles de temporeras permanecen bloqueadas sin recursos económicos ni información sobre cómo y cuándo podrán retornar a su país. Las organizaciones denuncian abandono institucional y cuestionan el marco de la contratación en origen.
Trabajadoras temporales en los campos de fresas de Huelva
Temporeras en los campos de fresa de Huelva
10 jul 2020 07:11

Año tras año miles de mujeres marroquíes cruzan el Estrecho de Gibraltar dirección norte para hacer la temporada de la fresa y otros frutos rojos. Contratadas por pocos meses deberán regresar una vez concluya su actividad laboral a su lugar de origen. Estas temporeras son seleccionadas con un objetivo en mente: que sus cargas familiares desincentiven cualquier tentativa de quedarse en territorio español, pues son más sus razones para volver. En el verano del 2020 esas razones para volver siguen existiendo. Pero, por ahora, no hay retorno posible.

Coronavirus
400 jornaleras de Huelva y Almería denuncian que se incumplen las medidas frente al covid19

El Sindicato Andaluz de Trabajadores ha trasladado a la Inspección de Trabajo numerosas denuncias a empresas agrícolas que no respetan las medidas de seguridad impuestas por la epidemia de coronavirus.

Son 7.200 trabajadoras del campo, las que, finalizada la temporada, se han quedado bloqueadas en España. Marruecos sigue sin abrir las fronteras terrestres ni posibilitar la operación del cruce del estrecho, y descarta que la situación cambie hasta el final del verano.

La situación de las temporeras preocupa al norte y sur de la frontera: La Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA) y la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH) hacían llegar el pasado martes sendas misivas a la embajadora marroquí en España Karima Beyaich y a su homólogo español en Marruecos, Ricardo Díez-Hochleitner, señalando la falta de ayuda y asistencia social a estas trabajadoras en un intento de forzar la implicación de las autoridades de ambos países, a quienes, consideran, corresponde sufragar los viajes de retorno dada la situación económica de las trabajadoras. También exigen a la Junta de Andalucía que se haga cargo de la dimensión sanitaria del retorno.

Un retorno que hasta el momento no tiene fecha, una situación que ha interpelado hasta a Interfresa, patronal del sector, para mandar otra carta más a la embajadora Beyaich. En declaraciones a la agencia Europa Press, su gerente, Pedro Marín, ha alertado de que los empresarios estarían “al límite de sus posibilidades”. Pues estos empleadores llevarían más de un mes “avituallando a estas personas, garantizándoles la vivienda”. El portavoz de Interfresa manifestaba la preocupación de las empresas por evitar sufrimiento a las temporeras.

“Están dejadas, varadas, olvidadas: están atrapadas, muy estresadas después de tantos meses de trabajo que se lo han comido todo porque no han tenido relevo”

“Están dejadas, varadas, olvidadas: están atrapadas, muy estresadas después de tantos meses de trabajo que se lo han comido todo porque no han tenido relevo”, resume José Antonio Brazo de la sección onubense del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT). Al estar alojadas en fincas dispersas muy lejos de los núcleos urbanos, la sensación de abandono y de estar atrapadas se intensifica.

Para este sindicalista, que cuenta haber hecho ayer 9 de julio varios viajes para acercar a estas temporeras al supermercado, este es uno de los problemas principales pues deja a las mujeres expuestas, tanto si caminan solas, como si intentan que les acerquen en coche, a todo tipo de abusos. “He hablado con muchas de ellas y me han dicho que están deseando volver a Marruecos”, afirma.

En opinión de Brazo, España y Marruecos deberían ocuparse de la manutención de estas mujeres mientras estén varadas, una respuesta lógica ante el rol esencial que han desempeñado para la economía del primer país, “sirviendo a los supermercados mientras los demás seguíamos confinados”. Por su parte los empresarios y ayuntamientos que “se han enriquecido con esta mano de obra barata deberían de ser consecuentes y poner un servicio de microbuses para que las temporeras puedan moverse”.

Quienes siguen de cerca la situación de estas trabajadoras coinciden en señalar la lejanía de los lugares en los que habitan como un vector de vulnerabilidad. Angels Escrivá, integrante del colectivo feminista de Huelva Mujeres24H, señala cómo esta situación de abandono genera toda una trampa de gente que se beneficia a costa de la vulnerabilidad de estas trabajadoras pobres. Taxistas informales que abusan con el precio del viaje, o que retienen sus números de teléfono para después llamarles con el fin de quedar con ellas, son algunos ejemplos.  

Junto al pedido de que sean las instituciones las que se hagan cargo de la alimentación de estas mujeres, Angels cree que ha llegado el momento de declarar la emergencia sanitaria, no por Coronavirus, sino por las secuelas que han dejado las semanas de trabajo intensivo y las malas condiciones de las viviendas: “Entre nosotras hemos comentado que habría que contactar con alguna organización de emergencia sanitaria y pedirles que organicen una caravana o unidad móvil para ver cómo están estas mujeres”.

Temporeros
Jornaleras en lucha: “Se debe saber lo que hay detrás del fruto rojo que se compra a precio de oro”

En los campos andaluces de Huelva y Almería, las jornaleras resisten y se organizan contra el contexto de esclavitud, machismo y racismo apuntalado por los intereses de la patronal del agronegocio y la complacencia del gobierno andaluz y español. Las activistas Nadia Azougagh y Ana Pinto exponen de primera mano la situación.

Angels coordina un proyecto de la Universidad de Huelva en colaboración con Mujeres24H, se trata de una investigación para la que habían previsto entrevistar a temporeras. y que investiga la situación en los campos y en el que preveían hacer una serie de entrevistas a temporeras. La irrupción del covid-19 les obligó a repensar el formato, pasando a tener habilitado un número para denunciar. Tras el confinamiento pudieron conversar con trabajadoras  en el exterior de las fincas, la calle o los supermercados. “Ha sido muy sintomático que, habiendo sido una muestra totalmente aleatoria, hayan salido tantos casos. No sé decirte si es mayoritario o minoritario, pero que hay mucho abuso, mucho incumplimiento, es un hecho, si no no saldría en las entrevistas”, asevera.

Y lo que dicen las entrevistas, es que la situación es pésima. Lo corraboran algunos hechos, la noche del jueves Escrivá la pasó en urgencias acompañando a una mujer con una terrible otitis. La mujer se quejaba de que llevaba un mes así. Desde la empresa aseguraron sin embargo que no sabían nada y lamentaron que no se les hubiese comunicado. Sin embargo la temporera afirmaba haber alertado de su situación, pero que parecía que nunca hubiese tiempo para llevarla a consulta.

“Aquí siempre tenemos dos versiones, la del encargado o empresario y la de las mujeres”, sentencia Escrivá. Y aplica esta idea a Interfresa. Que en su opinión no están dando una visión realista de la situación, más preocupados de su reputación que de revelar la dimensión del problema. “Tiene unos 10 consultores —personas que hablan marroquí y son referencia para las trabajadoras en sus empresas— para 600 fincas, es claramente insuficiente”, ejemplifica.

“Les están comiendo los mosquitos, están con eccema en la piel, los ratones se les están comiendo la comida. Hasta hay una mujer que ha decidido dormir debajo de una carretilla porque considera que ahí está mejor que en la vivienda”

Mientras, la situación en las viviendas sigue siendo insostenible: “Nos han contado que les están comiendo los mosquitos, están con eccema en la piel, los roedores muerden su comida. Hasta hay una mujer que ha decidido dormir debajo de una carretilla porque considera que ahí, rodeada de estiércol, está mejor que en la vivienda”, apunta la profesora de Sociología.

La mayoría de las viviendas no están preparadas para esta temperatura, recalca Ana Pinto de Jornaleras en lucha. Se trata, dice, de casas prefabricadas y containers donde conviven muchas mujeres juntas. “Han mandado el dinero a sus familias y se han quedado sin ayuda ni asistencia sanitaria”, explica Pinto. “Se preguntan por qué, ya que están aquí, no pueden trabajar en otra cosa”.

Pinto destaca que, al contrario de lo que los medios acabando reflejando muchas veces, estas mujeres no son incapaces o ignorantes. Y además son conscientes de lo que supone su trabajo para la economía del país: “Reivindican su derecho a algún tipo de ayuda, que se les devuelva el trabajo que han aportado. Algunas llevan aquí desde diciembre, han pasado de la fresa a la frambuesa y después a los arándanos”.

Son numerosas las movilizaciones y acciones, dentro de los límites impuestos por su dispersión y sus circunstancias materiales, con las que estas mujeres están buscando respuesta. “No tienen ni un pelo de tontas”, resume Pinto, quien cita la atención con la que muchas revisan sus nóminas para comprobar que se estén respetando los términos del contrato: “Es gente pobre que lucha por sus derechos pero a veces tiene que ceder, como nos pasa a todos las jornaleras, porque no pueden renunciar a su sustento”. 

Incertidumbre

Mientras las 7.200 mujeres esperan, se suceden las promesas de alivar su situación a través de un retorno o una reubicación. Según especifican APDHA y AMDH: las autoridades marroquíes habían aceptado trasladar a 48 mujeres por razones de vulnerabilidad sanitaria, pero lo abrupto de esta decisión hizo que al final solo se puediran embarcar 7.
“Es gente pobre que lucha por sus derechos, no son ignorantes, pero a veces tiene que ceder como nos pasa a todos los jornaleros, porque no puedes renunciar a tu sustento”

Para el sindicalista del SAT, en cuanto a los retornos: “ellas deberían de tener toda información de primera mano para que puedan estar tranquilas. Debido al estrés de no estar trabajando —los campos están áridos ahora mismo, el sol quema— se genera mucha tensión, también provocada ante el hecho de estar gastando el dinero ganado aquí”.

Mujeres24H se reunieron con la subdelegada del gobierno a finales de Mayo, alertándola de lo que podría pasar. “Hay mucho dolor emocional porque ya no solo es la distancia sino que ahí han dejado unos arreglos personales, familiares que se les están derrumbando porque las mujeres que se han quedado a cargo de los hijos, no pueden hacerlo por más tiempo, teniendo en cuenta además que ellas han dejado de mandar dinero. Entonces están sin dinero aquí y sin dinero allá”, explica. Teme lo que puede pasar cuando llegue agosto, suba aún más el calor, mengüen aún más los recursos y las organizaciones que acompañan estén a medio gas.

En su misiva a los embajadores APDHA y AMDH reclaman “una revisión radical del acuerdo de contratación, que hubo entre el Ministerio de Empleo e Integración Profesional de Marruecos, la Agencia Nacional para la Promoción del Empleo y las Competencias, por un lado y el Ministerio de Trabajo, Inmigración y Seguridad Social de España, y el Gobierno de la Junta de Andalucía, por otro. Con el fin de garantizar derechos y un trabajo digno para estas trabajadoras”.

Organizaciones de derechos humanos, sindicales o antirracistas son muy críticas con este modelo de contratación en origen, un régimen de migración circular que este año, debido al covid-19, se está dificultando completar. “Estas condiciones de reclutamiento de las mujeres, marroquíes, y pobres, son claramente reveladoras de un reparto del trabajo desigual, discriminador, con relaciones de dominación y explotación de un trabajo mundializado y capitalista a ultranza”, sintetizaba la investigadora marroquí Chadia Arab, en una entrevista reciente con el Salto.

Temporeros
“Luchar contra las malas condiciones de trabajo de las personas migrantes es luchar contra el racismo”

La investigadora Chadia Arab lleva años documentando la situación de las temporeras marroquíes contratadas en origen. Esta geógrafa presenta su libro Señoras de la Fresa tras una temporada marcada por la crisis del covid-19 pero también por el movimiento por la regularización y las luchas antirracistas.

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#64887
10/7/2020 17:16

El problema aquí simplemente es del pais donde proceden, allí si que les explotan bien, lo más que pueden recibir trabajando a pleno sol todo el día con una mísero no llamarle sueldo, menos de 10 €, sin cotización alguna, es por lo que prefieren el mismo trabajo con un salario mejor que reciben en otra parte, el problema ahora, en las próximas campañas no les contratarán, y a nadie le importará, esperemos que tengan mejor suerte, si es que la hay, y tengan alguna o mejor oportunidad en España, espero que si y tengan mejor futuro, ya que en su país no lo tienen, hay que saber aprovechar la oportunidad que les dio la pandemia.

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#64837
10/7/2020 8:56

La esclavitud en pleno siglo XXI, sosteniendo un modelo fascista de cabo a rabo, desde el gran propietario de finca hasta la estantería del super.

Sigamos consumiendo toda esta basura en los supermercados

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#64848
10/7/2020 10:32

Se pueden ir cuando quieran con lo que no estan esclavizando a nadie y si yo fuera me iria a otro sector porque trabajar para que coman los pijos veganos da lastima

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#64865
10/7/2020 13:13

Tu odio absurdo si es lastimero

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#64889
10/7/2020 17:18

No pueden ir, su país les cerró las puertas, en mi opinión quede queden allí, ya que cuesta mucho llegar, incluso sacrificando sus vidas algunos, suerte si es que la hay , o buscarla.

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#65049
13/7/2020 10:11

Tú también te puedes largar

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