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Tribuna
¿Son estos los problemas a solucionar en el sistema educativo?
El Ministerio de Educación ha propuesto un examen de acceso excluyente específico para los grados de magisterio, el cual se suma a lo que conocemos como selectividad (EBAU). Con esta medida, el Gobierno de Madrid endurecerá el acceso a los grados de Infantil y Primaria y al Máster de Formación del Profesorado que afectará a los y las docentes de Secundaria, Bachillerato, FP y Escuelas Oficiales de Idiomas.
Resulta llamativo que, incluso antes de acceder a la universidad, se someta a dos pruebas de evaluación a aquellas personas que quieren trabajar en la docencia. Pareciera que el principal problema que tenemos hoy día en educación reside en la falta de formación del profesorado y en el acceso del alumnado a esta formación. Una vez más, se evita poner el foco en los problemas estructurales y se responsabiliza al profesorado de los problemas que afectan a la educación pública.
Desde la comunidad educativa, hace tiempo que venimos señalando cuales son los principales problemas a atajar en educación, entre otros, la falta de inversión en educación pública, la segregación escolar, las dinámicas de privatización, la falta de recursos para la inclusión, la excesiva carga burocrática y las elevadas ratios. Pero, en lugar de tomar medidas estructurales para hacer frente a estos problemas, y en lugar de mejorar las condiciones laborales o aumentar la inversión al 6% que recomienda la Unesco, se desvía el foco y se señala al profesorado y a su supuesta falta de formación como problema principal.
Es lamentable que la pandemia no haya servido para reconocer y prestigiar la función docente, así como para constatar la formación y disponibilidad de los y las profesoras del sistema educativo público, la cual cuenta con más fortalezas que carencias
Cargas de trabajo extra
La pandemia ha obligado al profesorado, desde hace más de dos años, a soportar grandes cargas de trabajo extra, desempeñando tareas que no nos corresponden y atendiendo al alumnado en situaciones límite. Es lamentable que esta vivencia no haya servido para reconocer y prestigiar la función docente, así como para constatar la formación y disponibilidad de los y las profesoras del sistema educativo público, la cual cuenta con más fortalezas que carencias.
Desde Madrid, de acuerdo a lógicas de excelencia y meritocracia, se nos sugieren métodos de evaluación individualizada para poder determinar quién puede ser un buen profesor o profesora. Por un lado, realizar este examen antes incluso de iniciar los estudios en la universidad nos parece bastante determinista, pero además, de este modo, parece que el gobierno diseñará la matrícula universitaria de acuerdo a la necesidad laboral, es decir, se dejará de concebir la formación universitaria como un elemento de crecimiento personal equiparando la matricula con la demanda laboral.
En Steilas creemos que la propuesta no es acertada. Ser un buen profesor o profesora no consiste en aprobar exámenes eliminatorios, es más, evaluar, clasificar y permitir el acceso a la universidad al “mejor alumnado” nos parece una simple medida de darwinismo social que destruye la diversidad y pone también en jaque el principio de igualdad de oportunidades. No olvidemos que los instrumentos de selección y evaluación reducen en gran medida las posibilidades de las personas más desfavorecidas desde un punto de vista socioeconómico.
Evaluar, clasificar y permitir el acceso a la universidad al “mejor alumnado” nos parece una simple medida de darwinismo social que destruye la diversidad y pone también en jaque el principio de igualdad de oportunidades
De cualquier manera, no somos del todo pesimistas respecto al conjunto de propuestas que hace este Gobierno que se considera progresista. En Steilas siempre hemos estado a favor de reforzar la formación continua, más aún si esta es de carácter práctico, siempre y cuando sea de calidad y centrada en la realidad de los centros educativos. Lo que no aceptaríamos, sin embargo, es impulsar la precarización de los puestos de trabajo con la excusa del periodo de prácticas. El periodo de prácticas no puede usarse para cubrir los puestos de trabajo existentes, los cuales, dicho sea de paso, han ido disminuyendo considerablemente. El sistema dual que tenemos en la Formación Profesional ha evidenciado las consecuencias de este tipo de prácticas: por un lado, precariza las condiciones de trabajo y por otro, crea una educación a la carta para la empresa.
No parece casualidad que en un momento en el que prevalece la destrucción de los derechos sociales y laborales, en la educación se instaure la retórica del mérito individualizado y de la excelencia, que requiere un esfuerzo individual constante y apenas influye positivamente en el beneficio colectivo de la comunidad educativa.
Jerarquía meritocrática
La carrera profesional que se propone también alimenta una jerarquía meritocrática que se recompensa con incentivos. Esa meritocracia parece que se encauzará evaluando el trabajo del profesorado y relacionando estos resultados con ciertos complementos salariales, como ya se hace en la universidad. En nuestro trabajo, las evaluaciones y formaciones continuas relacionadas con los proyectos educativos de los centros son el pan nuestro de cada día, son actividades y procesos implícitos. En la búsqueda de esta excelencia, el fomento de la competitividad entre compañeros y compañeras, así como entre centros educativos, no se ajusta a las necesidades del ámbito educativo. Estas evaluaciones, lejos de ayudar y motivar al profesorado, suponen una mayor presión sobre la labor educativa. Además, hay que añadir que la función docente no es directamente cuantificable mediante números puramente objetivos, sino que está directamente relacionada con la equidad, la inclusión o la tarea que se realiza para compensar las diferencias de origen del alumnado, es decir, con una lógica de transformación social. Para nosotras, no hay excelencia si la escuela no es accesible a todo el alumnado.Ahora que estamos a las puertas de un nuevo pacto educativo en Euskadi, pedimos al Gobierno Vasco que no siga el camino del Gobierno de Madrid y tome medidas para atajar la dinámica de privatización y segregación escolar de la educación, ya que este es el verdadero problema de nuestro sistema educativo, apostando firmemente por la escuela pública vasca.