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Turismo
Poca agua, mucho turismo: la crisis hídrica amenaza las islas Eolias en Italia
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Un crucero aparece en el horizonte, separando el azul del mar de las casas marrones y blancas características de la costa de Lipari, mientras transporta turistas a la isla mayor del archipiélago italiano de las Eolias, al norte de Sicilia. Este panorama se admira desde el punto más alto de la isla, la Montaña de Sant’Angelo. Ubicada a 600 metros sobre el nivel del mar, en su cumbre se esconde una obra pública abandonada entre los matorrales de zarzamoras y retamas, que costó más de dos millones de euros.
Se trata de un campo con cientos de paneles solares cubiertos de zarzas, muchos de ellos dañados o rotos. Se suponía que iban a producir energía limpia para la desalinizadora de la isla, que desempeña un papel vital para satisfacer las necesidades hídricas de Lipari. Hoy, sin embargo, la desalinizadora funciona a la mitad de su capacidad debido a problemas de diseño y a la falta de suministro energético de la central solar de la Montaña de Sant’Angelo. El proyecto público se construyó en 2014 con fondos de la región de Sicilia. Se trata de la mayor planta fotovoltaica entre las pequeñas islas del Mediterráneo, que nunca ha llegado a funcionar debido a una disputa entre la empresa constructora y las autoridades regionales. La empresa contratista se declaró en quiebra, en parte debido a los costes asociados a la construcción de la planta, y varios proveedores de materiales no fueron compensados por sus servicios.
Este año ha sido de temperaturas récord en toda Italia y el abastecimiento de agua en las islas menores sigue siendo un reto, agravado por las crecientes necesidades del turismo
Este año ha sido de temperaturas récord en toda Italia y el abastecimiento de agua en las islas menores, incluidas las Eolias, sigue siendo un reto, agravado por las crecientes necesidades de los flujos turísticos veraniegos. “Hoy en día, las islas Eolias son conocidas por su hospitalidad, donde los turistas son acogidos como parte de la familia”, explica el profesor Carlo Giannetto, del Departamento de Economía de la Universidad de Messina. “Es una cuestión a tener en cuenta para el futuro, ya que podría haber tensiones y posiblemente conflictos por el agua”, añade.
La ciudadanía de las Eolias es muy consciente de que el agua es un bien preciado. Y cuando aumenta el turismo, la conservación del agua se hace aún más necesaria. El municipio de Lípari, que incluye seis de las siete islas del archipiélago —Lípari, Vulcano, Stromboli, Filicudi, Alicudi y Panarea— y está habitado por 12.761 personas, recibió 142.770 turistas en 2023. La cifra, facilitada por la asociación hotelera Federalberghi, incluye solo a quienes se alojaron en una de las islas al menos una noche. Esto significa que quedan excluidos los llamados turistas “de paso”, que vienen por las populares visitas de un día o los que pueblan los numerosos mini cruceros que parten de Milazzo (Sicilia) o Reggio Calabria (Calabria).
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Tanto las personas residentes como las visitantes necesitan agua, que llega a través de buques cisterna. Marnavi Spa suministra agua a las Islas Eolias y a todas las islas menores de Italia. Es una naviera que opera en el mercado mundial del transporte de productos químicos y alimentos, fundada en 1910 por Domenico Ievoli, abuelo del actual director general. Las periodistas solicitaron una entrevista para este informe y no recibieron ningún comentario de Marnavi. Desde enero de 2023 se está investigando a Marnavi por fraude agravado contra el Estado relacionado con el suministro de agua a las Islas Eolias.
“La paradoja es que, con los buques cisterna, el problema del agua es menos pronunciado en las Islas Eolias que en la isla más grande, en Sicilia. Pero esto ocurre a costa del Estado, ya que el Ministerio de Defensa paga el suministro de agua a todas las islas menores”, explica Giuseppe Fulco, ingeniero que vive desde hace más de 30 años en la isla de Stromboli. Un asunto que también ha llamado la atención de la Autoridad Nacional contra la Corrupción (ANAC). De hecho, en 2021, la ANAC emitió un comunicado en el que destacaba la situación de monopolio existente en relación con el transporte de agua potable, con solo un número muy reducido de armadores en posesión de todas las autorizaciones necesarias.
Las islas Eolias recibieron cerca de 150.000 turistas en 2023, sin contar las visitas de los cruceros. Tanto residentes como visitantes necesitan agua, que llega a través de buques cisterna
Las zonas más altas de la isla corren históricamente más riesgo de escasez de agua, como el barrio de Pianoconte, en Lípari, donde Pietrina Mandarano vive desde hace 43 años. “Durante el verano, a veces prestamos agua a nuestra vecina Tiziana”, cuenta esta agricultora de 63 años. “Conectamos una manguera a nuestra cisterna y luego bombeamos el agua con el motor de un ciclomotor: aquí siempre ha habido poca agua, pero nunca se la negamos a nadie; antes ayudábamos a los vecinos donando agua con una olla”.
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Pietrina tiene una granja familiar que elabora productos de la DOP Lípari cultivando variedades ancestrales, como la alcaparra espinosa y la pasta de trigo Ianchedda, que luego vende a pizzerías y restaurantes, y algunas frutas y verduras para consumo doméstico.
En el distrito de Pianoconte, el racionamiento de agua tiene una larga historia. Situado a 266 metros sobre el nivel del mar, en la parte alta de la isla, el agua siempre ha llegado aquí con dificultad porque hay que bombearla desde la zona costera. El agua del acueducto municipal solo llega una vez a la semana. El acueducto está en estado de abandono y la familia de Pietrina se abastece gracias a cisternas que recogen el agua de lluvia. Aquí el agua es un bien preciado que en tiempos de necesidad se regala a las familias vecinas, como ocurrió durante el último verano seco. “Las viñas y los olivos son sólo algunos de los cultivos que sufren la falta de lluvia en el campo”, explica su marido, Giuseppe Mandarano, mientras pasea por el huerto entre hileras de plantas de chile casi secas.
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Esta situación se ve agravada por la crisis climática. En 2024, las islas Eolias vivieron un año más de calor extremo en verano, como muestran los datos del Servicio de Información Agrometeorológica de Sicilia (SIAS). “Fue un 2024 de dos caras para el tiempo en la vecina isla de Salina [donde hay la central de relevación meteorológica]: primavera y verano calurosos y secos hasta Ferragosto. Con las posteriores lluvias de otoño y principios de invierno, la isla volvió a reverdecer”, afirma Luigi Pasotti, director del SIAS.
Diversos factores afectan también a quienes trabajan en el sector turístico, como Bartolo Lauricella, de 63 años. Vecino de la familia Mandarano, administra el Bread&Breakfast Casa Gialla de mayo a septiembre, en el barrio de Pianoconte. El establecimiento pertenece a su familia desde hace generaciones, y él mantiene vivos los recuerdos familiares exponiendo las reliquias del pasado. “Aquí, en verano, triplicamos el consumo de las duchas y los cambios de sábanas para nuestros huéspedes. Siempre tenemos agua gracias a tres cisternas que recogen unas 150 toneladas de agua de lluvia, y la gestionamos cuidadosamente. Por ejemplo, yo hago la colada en mi casa, situada en la parte baja de la isla”, explica Bartolo. “Mi establecimiento está lleno de mensajes que instan a los huéspedes a no malgastar el agua”.
Las desalinizadoras pueden ser la solución, según muchos expertos. En 2022, el municipio de Lipari presentó varias propuestas de proyectos a través de licitaciones asociadas al Plan Nacional de Recuperación y Resiliencia (PNRR), parte de la iniciativa de la UE Next Generation, denominada ‘Islas Verdes’. Estas propuestas incluyen la instalación de desalinizadores en algunas de las islas del archipiélago. El coste total de las intervenciones a realizar hasta 2026 —que ya llevan meses de retraso— asciende a 53 millones de euros.
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“Una de las críticas a las desalinizadoras”, explica Giuseppe Fulco, que trabajó en algunos de los proyectos, “es que son máquinas que consumen mucha energía. En realidad, en las islas volcánicas, esto se puede paliar explotando la energía geotérmica u otras instalaciones que utilicen fuentes renovables, como la energía solar”. Según el ingeniero, el ahorro también es económico. “Se calcula —continúa— que el agua producida con desalinizadoras cuesta 0,69 euros por metro cúbico, mientras que transportarla en camiones cisterna cuesta 16 euros por metro cúbico. Los desalinizadores se utilizan en todo el mundo, mientras que en Italia se han instalado en muy pocas islas”. Stromboli es una de las islas donde debería instalarse la desalinizadora. La isla, famosa por su volcán, es uno de los destinos turísticos más populares, sobre todo por los mini cruceros diarios, que desembarcan en el pequeño muelle a última hora de la tarde para participar en excursiones nocturnas.
El turismo ha cambiado con los años, y el número de visitantes ha disminuido tras el cierre del cráter en 2019 debido a la actividad eruptiva y sísmica que causó una víctima mortal.
“La recogida de agua de lluvia en Stromboli no es factible porque la ceniza volcánica hace que el agua almacenada en la superficie sea inutilizable”, explica Massimiliano Cincotta, de 51 años
“La recogida de agua de lluvia en Stromboli no es factible porque la ceniza volcánica hace que el agua almacenada en la superficie sea inutilizable”, explica Massimiliano Cincotta, de 51 años, miembro de una de las familias más antiguas de Stromboli y propietario de un restaurante muy popular entre turistas. “Hemos instalado tres cisternas de 110 toneladas, pero a menudo no es suficiente y nos vemos obligados a pedir agua a la parroquia de al lado. Calculamos que utilizamos una cisterna de 40 toneladas a la semana sólo para los aseos, que utilizan los visitantes de un solo día que frecuentan el bar o el restaurante”.
El auge del turismo diario ha supuesto un cambio importante, como señala Beatrice Fassi, organizadora de excursiones vulcanológicas: “Estamos experimentando una disminución de excursionistas, que son más sensibles a respetar nuestro territorio, y un aumento de los turismo giornaliero. Necesitamos políticas firmes para proteger la isla, mantener los senderos y gestionar servicios como la recogida de basuras”.
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Quedan muchas preguntas sin respuesta sobre el suministro de agua, el campo de paneles solares abandonado y los fondos del PNRR, como relata Bartolino Leone, redactor jefe de Il Notiziario delle Isole Eolie: “Recientemente se pidió desde nuestro periódico que averiguara más sobre los más de cuatro millones de euros que, gracias al PNRR, se gastarán en el campo de paneles solares de la Montaña de Sant'Angelo, y que proporcionaría una actualización de la reconstrucción de la red de abastecimiento de agua, abandonada desde hace al menos 30 años”.
“El agua cuesta al usuario unos 11,7 euros por metro cúbico más un 10% de IVA, frente a, por ejemplo, sólo 0,50 euros por metro cúbico en grandes ciudades italianas como Milán. El acueducto de las Eolias está prácticamente al borde del colapso y sigue registrando copiosas pérdidas de hasta el 50%”, explica Giuseppe Amato, responsable de recursos hídricos de Legambiente Sicilia. “De hecho, no existe ninguna política oficial de ahorro y consumo sostenible, salvo la aplicada por los usuarios individuales”. Estos datos muestran que el coste del suministro de agua es 22 veces más caro en las Islas Eolias que en Milán.
Muchas zonas del mundo que sufren escasez de agua trabajan también en el uso de tecnologías eficientes, como inodoros y duchas de bajo caudal. En fin, según el profesor Giannetto, la solución también pasa por un modelo diferente de turismo, una economía vital para las islas: “Desestacionalizar con actividades alternativas como el enoturismo, invertir en tecnologías para la gestión y el suministro de agua, apostar por un turismo más conectado con el territorio, no por turistas diarios y visitantes en yate, podría conducir a una mayor protección de la fragilidad de las Eolias y, al mismo tiempo, crear puestos de trabajo para jóvenes que se marchan”.