Turismo
Unas vacaciones baratas en la miseria de los demás

“En España esperábamos encontrar un país próspero, rico, una sociedad que se beneficiase de su condición de potencia turística mundial. No ha sido así: el reparto de los huevos de oro que deja la gallina turística no puede ser más desigual”.

14 jun 2020 06:00

SPAIN-ESPAGNE-SPANIEN-ESPAÑA

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⭐⭐⭐⭐⭐
MARAVILLOSO

“España lo tiene todo: buen clima, rica gastronomía, bellos paisajes, museos y monumentos, y sobre todo buenos precios. Un paraíso para el turista extranjero, pero además un paraíso barato. Soy inglesa, y creo que era la única de mi oficina que todavía no había ido de vacaciones a España. Todos mis compañeros tienen una foto de Baleares, Tenerife o Málaga como fondo de escritorio en el ordenador. Todos mis amigos tienen en la nevera una postal de burros de Mijas o un imán de flamenca”.

⭐⭐⭐⭐⭐
GRACIAS, ESPAÑA

“Los trabajadores británicos, centroeuropeos y del norte de Europa estamos muy agradecidos a España. Desde la segunda mitad del siglo XX hasta hoy, varias generaciones de trabajadores de la Europa industrializada hemos disfrutado vacaciones en el extranjero en un destino asequible para nuestros salarios. Gracias a la oferta turística española el contrato social de posguerra en Europa incluyó un destino vacacional exótico, soleado, festivo y barato. La devaluada peseta nos permitía viajar con nuestras libras, marcos, francos y coronas; y todavía hoy los ‘todo incluido’ de los turoperadores están al alcance de buena parte de la clase trabajadora europea. Y no solo vacaciones: la posibilidad de un retiro dorado, jubilarnos en una costa mediterránea, con casa en primera línea de playa y precios al alcance de nuestras pensiones. ¿Tienen los españoles alguna otra “España” donde puedan veranear, comprar casas y pasar la jubilación con sus salarios y pensiones españolas? ¿No? Vaya, cómo lo siento”.

⭐⭐⭐
SPAIN IS DIFFERENT

“Mis abuelos alemanes ya veraneaban en España hace cincuenta años, ellos fueron el ‘turista un millón’ recibido en el aeropuerto de Mallorca por las autoridades del tardofranquismo. España era diferente, se abría al mundo, se desarrollaba, se modernizaba pero sin democracia, manteniendo la dictadura y reprimiendo hasta el último día. No fue casualidad la creación de un Ministerio de Información y Turismo que reunía el turismo, la propaganda fascista y la censura. Al frente del mismo estuvo un tal Manuel Fraga, ideólogo de ese aperturismo que garantizó la supervivencia del franquismo otro par de décadas (explíquenles a los millennials quién era Fraga). Con el turismo entraron los primeros bikinis y las ansiadas divisas tras el fracaso de la autarquía, y llegaron también los acuerdos comerciales y las bases estadounidenses con la normalización internacional del país. Con el turismo se facilitaba una vía de crecimiento al capitalismo nacional con la siempre inestimable ayuda del Estado, que construía todas las infraestructuras que la industria turística necesitase y permitía los desmanes urbanísticos iniciados en el franquismo y que la democracia continuaría. El turismo permitió el desarrollo económico (el ‘milagro español’), desactivando en parte la conflictividad social. El franquismo sentó las bases, intactas hasta hoy, de ‘un país que se ha especializado en sectores de bajo valor añadido, como el turismo, estacional, precario’, según palabras recientes del ministro de Consumo, Alberto Garzón, acusado de atacar el sagrado motor de la economía española”.

⭐⭐
BAJO EL CEMENTO ESTÁ LA PLAYA

“En nuestro viaje a España encontramos las que seguramente son las mejores playas del Mediterráneo… totalmente urbanizadas. Kilómetros y kilómetros de litoral asfaltado y enladrillado. Urbanizaciones que cubren desde la arena hasta las cumbres más empinadas de los montes costeros. Torres de apartamentos que multiplican la población (y el consumo de recursos, sobre todo el más escaso: el agua) de pequeños pueblos pesqueros. Marinas deportivas en parques naturales. Megaproyectos de cemento. Autopistas y trenes de alta velocidad cruzando con túneles y viaductos espacios de alto valor ambiental. Decenas de campos de golf y muchos otros proyectados. El país de Europa que más rapapolvos recibe de Europa por motivos medioambientales. Un litoral devastado y a merced de las futuras crisis climáticas. Esa depredación turística de costas y paisajes comenzó con el franquismo, pasó la Transición y continuó plácidamente en democracia, con especial intensidad en los años de la burbuja, cuando el negocio inmobiliario encontró en el turismo residencial un filón que ha dejado urbanizaciones fantasma y ciudades de persianas bajadas. Y no solo destrucción ambiental: corrupción, una enorme corrupción política y empresarial que arrastra un glorioso historial de operaciones judiciales, alcaldes encarcelados, transfuguismo y dudosos partidos de ámbito local hasta en el último pueblo de la costa mediterránea”.

⭐⭐
NOS DESPERTABAN LOS TROLLEYS

“¿Qué se puede decir de las grandes ciudades españolas? Madrid, Barcelona, Valencia, Málaga, Sevilla… Monumentalidad, gente acogedora, grandes museos, tapas, fiestas, tiendas… y cada vez más barrios turistificados y gentrificados. Dormimos en un Airbnb en un edificio donde no había vecinos, solo turistas. Nos despertaba desde muy temprano el arrastrar de trolleys por los adoquines del casco antiguo. La población local es expulsada a la periferia y el comercio local sucumbe a las franquicias, con la connivencia de las autoridades locales, obsesionadas por incrementar el número de visitantes cada año y potenciar internacionalmente sus ciudades-marca. Una vez agotadas las posibilidades de crecimiento en la costa y las islas, el capital explota otros territorios como fuentes de acumulación: los espacios urbanos, ciudades enteras entregadas al turismo, los grandes eventos (desde las Olimpiadas y Expos hasta la enésima exposición rompetaquillas del Prado o el Guggenheim), los viajeros de negocios y congresos. Se multiplica la oferta hotelera y de pisos turísticos, de la mano del siempre dispuesto sector inmobiliario. Se destinan ilimitados recursos a las infraestructuras que faciliten la llegada, alojamiento y consumo de turistas. Se multiplican los conflictos sociales, la disputa por el espacio urbano”.


UNAS VACACIONES BARATAS EN LA MISERIA DE LOS DEMÁS

“Hay destinos más baratos en el Mediterráneo, pero ninguno tan seguro como España, por eso la elegimos para nuestras vacaciones. Las guerras contra el terrorismo y las primaveras árabes desestabilizaron aquellos países que podían competir en precios, espantando al turismo, de lo que España salió ganando. Bueno, bonito, barato… y seguro. Además, en ciertos destinos encontramos bolsas de pobreza que, como turistas occidentales, nos incomodan (nos hacen sentir que disfrutamos, parafraseando el título de un libro del desaparecido editor Julián Rodríguez, ‘unas vacaciones baratas en la miseria de los demás’). En España esperábamos encontrar todo lo contrario: un país próspero, rico, una sociedad que se beneficiase de su condición de potencia turística mundial. No ha sido así: la sociedad española está cada vez más fracturada por la desigualdad, y el reparto de los huevos de oro que deja la gallina turística no puede ser más desigual. Nos impactó saber que la segunda comunidad autónoma con más población en riesgo de pobreza es Canarias, justo allí donde el turismo monopoliza la casi totalidad de la actividad económica. Leímos un análisis de Ecologistas en Acción según el cual los municipios de España cuyas economías dependen más del sector turístico son también los más pobres, con menos renta por hogar. Entre ellos, Benidorm o Torrevieja, símbolos patrios del turismo masivo”.


 COMER DE TAPAS ES MUY BARATO

“La comida española es muy buena, y a precios increíbles. No os perdáis las tapas, comida typical spanish. En un bar de tapas entablamos conversación con el camarero y nos contó lo que cobra por su trabajo. Le pedimos que nos repitiese la cifra, por si no lo habíamos entendido bien, pero no: cobra un sueldo de miseria. Nos dijo también que, aunque trabaja todo el año, va encadenando contratos temporales. En el hotel preguntamos a una de las llamadas Kellys. Nos contó que llevaba seis años sin ver una subida de sueldo, y su trabajo estaba externalizado con una empresa de servicios. Hablamos con otros trabajadores del sector turístico durante nuestras vacaciones y todos coincidieron: precariedad y bajos salarios es la costumbre, aunque aumenten los beneficios de las empresas. Durante décadas España competía en el mercado turístico mundial gracias a su moneda, una y otra vez devaluada. Una vez perdida esa ventaja por el euro, apostó por devaluar las condiciones laborales y los derechos sociales, tendencia profundizada tras la crisis de 2008 hasta hoy”.


VACACIONES APLAZADAS

“Teníamos avión y hotel para este verano en la costa española, pero la crisis del covid-19 nos ha fastidiado los planes. Esperamos poder visitar ese maravilloso país el año próximo. ¿Encontraremos el mismo destino turístico que han encontrado millones de visitantes en el último medio siglo, o piensan aprovechar la actual crisis para intentar un cambio de modelo? Veremos”.

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#63504
18/6/2020 7:36

Lamentable. Que poca vista. Los y las trabajadores de la hostelería están igual de mal pagado en España como en el norte de Europa. La verdadera miseria, en términos absolutos y relativos está en el este de Europa no al sur. Y sí, la clase trabajadora española tiene donde ir de vacaciones baratas, en los países donde el euro les compra unas vacaciones muy baratas - Asia, África, America Latina. Hechar la culpa de las condiciones laborales en la hostelería aquí a la clase trabajadora del norte de Europa y señalizar la como la principal beneficiada de la industria turística, no es sólo una falta de rigor analítica y una perspectiva totalmente provincial, es negar primero el capitalismo como causa principal de la precariedad en TODA Europa pero también negar la naturaleza imperialista del estado español. Hay muchísima más miseria, si lo vemos sólo en términos de cantidad, en otros países europeos, que en España - sin hablar del papel imperialista de Europa, y España, en el mundo.

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#63498
18/6/2020 1:11

Más claro imposible. Para que los del norte con buenos sueldos tengan chollos de vacaciones los de aquí tenemos que cobrar todavía menos y encima soportar sus quejas. Al final pagaremos para trabajar. Bueno, eso ya lo hacemos pagando unos impuestos superiores a esos del norte. Yo prefiero que el turismo de masas desaparezca y que podamos recuperar nuestras ciudades. Qué bien se estaba durante el confinamiento!

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0
#63389
17/6/2020 7:38

Gran artículo, pero permítame un apunte. Se utiliza constantemente mal el término millenials, sabemos de sobra quién es Fraga porque nosotros, los millenials, fuimos los encargados de acabar con su perpetuidad en la Xunta con la campaña "hai que botalos".

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#63294
15/6/2020 21:19

Reirse para no llorar...

0
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#63255
15/6/2020 9:48

Leer a Isaac Rosa siempre es un gustazo y una patada al estómago a la vez.
Gracias

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#63244
15/6/2020 2:40

Qué vergüenza de país, de políticos y de empresarios. En la miseria toda la población trabajadora...así no se puede vivir.

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#63265
15/6/2020 13:33

No es cierto, trabajo en un hotel y no está en miseria toda la clase trabajadora, tenemos un gran país aun que queda mucho por hacer.

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#63368
17/6/2020 1:31

la clase trabajadora es pobre

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#63241
14/6/2020 23:38

Así es.

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