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“Tenemos futuro”, reza el lema de la campaña que en la primavera de 2020, cuando el capitalismo global se enfrenta a una recesión como se había visto desde hace un siglo, están impulsando 35 grandes empresas españolas, entre ellas el Santander, Iberdrola, BBVA, Inditex, Naturgy, Merlin o El Corte Inglés. “España son nuestras empresas”, decía el eslogan de la campaña publicitaria que ocho años atrás, con la prima de riesgo en caída libre y el país al borde del rescate, lanzaron multinacionales como Repsol, Telefónica, Acciona, Planeta, Mapfre y Endesa. La apuesta, ahora como entonces, es similar: recomponer un discurso que combine la identidad nacional con una receta económica centrada en el fortalecimiento de los negocios empresariales como vector fundamental para salir de la crisis. “Esto lo superamos juntos”, dicen los anuncios del Banco Santander; “uniendo todas nuestras energías”, afirma Iberdrola.
Para mantener los mecanismos habituales de extracción de riqueza y a la vez reforzar su legitimación social, los gigantes empresariales han publicitado sus donaciones a la sanidad pública. Siguiendo la línea filantrópica inaugurada hace unos años por Amancio Ortega, las mayores multinacionales españolas han anunciado sus aportaciones a un fondo empresarial para la compra de material sanitario. Temiendo que su reputación pudiera verse dañada, los buques insignia del capitalismo español no se han acogido por el momento a la vía de los ERTE como un rescate encubierto. De hecho, para anticiparse a las críticas y fortalecer su imagen de marca, algunas de estas empresas han anunciado reducciones de sueldo para sus máximos directivos; otras han suspendido el pago de dividendos para este año. De lo que se trata, básicamente, es de reflotar la marca-país para asegurar la centralidad de las grandes corporaciones en el modelo socioeconómico.
Ahora, con el hundimiento del sector turístico y el pinchazo de la burbuja inmobiliaria, ejes de la especialización económica del país, han terminado de reventar las costuras del “milagro español”. De ahí que los líderes de la clase político-empresarial estén presionando al gobierno para asegurarse de que no se impulsen nuevas normativas laborales o fiscales. Con las apelaciones al “futuro” en primera persona del plural, se trata de blindar las condiciones en las que ha venido operando el capitalismo español desde mediados del siglo pasado.
Así comienza el especial “Los futuros del capitalismo español”, elaborado por OMAL y publicado en el nº 38 de El Salto (junio de 2020), que puede leerse íntegramente aquí debajo y descargarse en este enlace.