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Urbanismo
El futuro de Benimaclet: dos perspectivas para el problema del PAI
Alba y Mar, de la Plataforma Cuidem Benimaclet (València), y Arturo Sanz, de la Asociación de Vecinos de este barrio, explican las posturas de sus colectivos frente al Programa de Actuación Integrada (PAI) que se proyecta sobre Benimaclet.
Benimaclet es un barrio de València situado al noreste de la ciudad, tradicionalmente muy vinculado a l'Horta Nord, que desde principios de siglo ha ido transformándose en uno de los lugares "alternativos" de la ciudad. Las entrevistadas lo definen como “un barrio con carácter de pueblo que mantiene una conexión con la huerta de València, donde la gente se conoce y se encuentra en la calle, existe un rico tejido asociativo y una amplia oferta cultural”.
El Programa de Actuación Integrada (PAI) está incluido en el PGOU (Plan General de Ordenación Urbana) que planifica el crecimiento de la ciudad y data de 1988, y que preveía construir la ronda de tránsito que rodea la ciudad como límite a su crecimiento. Hasta el momento se ha urbanizado todo alrededor de la ronda a excepción del PAI proyectado para Benimaclet. De los terrenos sobre los que se proyecta —unos 269.000 metros cuadrados— 15.000 corresponden a parcelas que todavía se cultivan, unos 18.000 han sido reconvertidos en aparcamientos por los propios vecinos y el resto, en su mayoría antiguos campos, están en estado de abandono desde hace 30 años.
De los terrenos sobre los que se proyecta el PAI, 15.000m² corresponden a parcelas que todavía se cultivan, 18.000m² son ahora aparcamientos y gran parte del resto son campos estado de abandono desde hace 30 años
Destacan, eso sí, la tierra recuperada para cultivo del CSOA L'Horta y de la Asociación de Vecinos del Benimaclet con más de 200 parcelas en uso. La promotora Metrovacesa presentó un plan por el que se prevé la construcción de 1.345 viviendas de obra nueva repartidas en fincas de hasta 30 alturas.
Arturo Sanz, de la Asociación de Vecinos del barrio, explica cómo funciona la política urbanística en proyectos como éste: “La Administración no gasta dinero para que un lugar crezca. Se declaran unos terrenos agrícolas como urbanizables y se adjudica el proyecto a un agente urbanizador". Es dicho agente, explica, quien "se hará cargo de los equipamientos, calles, parques y soterramiento de las líneas de alta tensión, el 75% del proyecto". A cambio de estas infraestructuras, añade Sanz, "se le concede la edificabilidad, un 25% para la construcción de fincas, porque de este modo el ayuntamiento no gasta un euro, incluso gana dinero con la concesión de licencias de obra". Por eso "en principio la gente se alegra cuando se construye ya que, supuestamente todo el mundo gana: es dinero rápido, pero lo que hay que cuestionarse es qué tipo de ciudad estamos construyendo".
Una de las cuestiones a considerar es el coste ambiental que tienen este tipo de proyectos. Alba, de Cuidem Benimaclet, explica las consecuencias que tendría para el barrio: "Si la brisa marina que nos llega no puede penetrar en el Benimaclet debido a la barrera que formarán los nuevos edificios de 30 alturas, se producirá el efecto isla de calor que aumentará considerablemente la temperatura en el barrio". Del mismo modo, detalla, "si se sustituyen los campos por cemento, el drenaje natural que supone la huerta cuando llueve desaparecerá lo que provocará inundaciones". Por su parte, Mar, del mismo colectivo, añade otras problemáticas que el PAI podría traer consigo: “La llegada de unas 4500 personas más al barrio supondría un aumento de contaminación acústica, residual, lumínica y del aire, una subida del precio de la vivienda y del alquiler y un importante riesgo de gentrificación para el barrio”.
mismo problema, Alternativas diferenTES
Si bien tanto desde la Asociación de Vecinos como desde Cuidem Benimaclet se rechaza el proyecto del PAI tal y como está planteado, sus posturas respecto a las alternativas que plantean para el barrio son distintas. Para la Asociación de Vecinos la cuestión es negociar con el Ayuntamiento una construcción mínima, con el menor coste posible, y que permita crear una zona de transición entre el barrio y la ciudad. "Lo importante es conseguir que la ciudad dialogue con la huerta, para lo cual se debe cambiar el modelo de crecimiento que se está llevando a cabo en la ciudad", resume Sanz.
Desde Cuidem se pretende conseguir que el suelo vuelva a ser no urbanizable, pero en la Asociación de Vecinos ven un riesgo en esta medida
Por su parte, desde Cuidem se pretende conseguir que el suelo programado como urbanizable se desclasifique y vuelva a ser suelo no urbanizable. “Algo que ya se ha hecho en ciudades como Dénia y que depende única y exclusivamente de la voluntad política". Este colectivo ya ha presentado más de 2.500 firmas al Ayuntamiento, "para pedir que sea valiente y defienda de verdad la huerta y el patrimonio que supone", dicen las integrantes.
Desde la Asociación ven un riesgo el que el suelo se declare no urbanizable. "Es muy difícil que el Ayuntamiento cambie radicalmente su forma de actuar, pensamos que es más factible negociar la modificación del plan y reducir la edificabilidad". Si no se construye, aventura Sanz, "es casi seguro que los terrenos no vuelan a cultivarse ya que la propiedad seguirá siendo de las promotoras; corremos el riesgo de que se queden como descampados esperando una nueva ocasión política que les permita construir".
Por su parte las compañeras de Cuidem explican que el que se declare el suelo como no urbanizable no significa que no se pueda construir sino que se ponga freno a los intereses privados y que la obra sea de interés público. “El barrio tiene varias necesidades como la de una guardería, un centro de mayores o un campo de fútbol para el Sporting de Benimaclet. Se trata de considerar la perspectiva de los cuidados del urbanismo feminista donde se tengan en cuenta todas las franjas de edad y adaptar el plan a las necesidades reales del barrio”.
La relación de Benimaclet y de València con la huerta
Preguntados por la importancia del vínculo entre el barrio y la huerta, Arturo Sanz plantea que "la conexión de la ciudad con la huerta es importante, ya que hay que pensar en términos de bienestar". Se refiere a "vivir de otra manera". Explica que "lo que da calidad de vida a una ciudad no son las grandes avenidas, construcciones y monumentos, sino el que podamos caminar por espacios naturales que comuniquen la huerta, el cauce del río y el mar".
“No podemos basar el urbanismo de nuestra ciudad, algo que condiciona nuestro día a día, únicamente en criterios económicos, y tampoco podemos abandonar a nuestros agricultores"
En opinión de Mar, “no podemos basar el urbanismo de nuestra ciudad, algo que condiciona nuestro día a día, únicamente en criterios económicos; del mismo modo que no podemos abandonar a nuestros agricultores, que son los que con su trabajo conservan el patrimonio que es la huerta, porque traer productos de lejos sea más barato". Alba concluye la reflexión: "Cuidar de la huerta es cuidar de nosotras, y defender la huerta es defender la vida".
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