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Feminismos
Del nosotras: Algunas reflexiones en torno al “Nosotras y ellos. Nosotras y vosotros”
Partimos de la diferencia de mirada y de poder que nos coloca ante el mundo compartido. Nos preguntamos cómo producir, trasmitir o compartir afectación sobre una situación que a nosotras nos está atravesando el cuerpo (¿qué hacemos con ellos?), pero nos preguntamos también cómo nos desplazamos, nos apoyamos, nos cuidamos ¿qué hacemos -entre- nosotras?
Hace poco más de un mes salía por acá un artículo* que, valiéndose de un par de situaciones digamos cotidianas, abordaba la compleja cuestión de la afectación, el diálogo y la constitutiva violencia en las relaciones humanas en general, y entre hombres y mujeres en particular.
Ese texto no salía de la nada, sale de un clima en que muchas cosas se han puesto patas arriba y nos impele a hacer preguntas en voz alta, esta aportación pretende mantener ese hilo abierto, sin vuelta atrás.
Se podría -se puede- hablar mucho de ese clima, de lo que impregna las redes, las conversaciones, de la mirada que se nos instala y hace que ya no podamos dejar de ver, a cada momento, todos los pequeños engranajes de relación, de toma de la palabra y del espacio, de silenciamiento y banalización que se producen constantemente en los mundos compartidos por cuerpos diferencialmente posicionados, o sea, los espacios mixtos (sean de militancia, de trabajo o de amistad), se podría hablar también de como ese clima está “afectando” o no, a unas y otros. De lo que abre -o puede abrir- y de lo que desgarra.
Hay una evidencia: nos decimos nosotras y nos reconocemos, en esa mezcla de asunción de subalternidad y radical afirmación de la misma como lugar de enunciación y alianza (no sin fisuras, asimetrías y complejidad), pero cuando decimos un ellos (vosotros) no hay ningún cuerpo colectivo que lo recoja ¿quién se hace cargo?, ¿quién se dice nosotros?
Volvemos al momento actual: detectamos una potencia, una alegría: algo se mueve, es grande, incontrolable, emociona. Una compañera dice “no he llorado tanto en mi vida como desde el pasado 8 de marzo a esta parte, llorar de alegría”, al rato, en la misma conversación (una conversación convocada, una cita entre nosotras, así para compartir no más y de la que emergen estas notas) la misma amiga dice “yo hay días que vuelvo a casa y solo quiero matarlos, y me está afectando en los espacios políticos, con los amigos y en mi pareja”. Nada de lo que nos decimos, aunque no estemos de acuerdo en todo, nos suena ajeno: hay un problema y una percepción común, construidos en una vivencia, encarnados.
Nos juntamos, en los bares, en las casas, en las redes, hablamos -a veces nos vomitamos- todo lo que está pasando, todo lo que nos está pasando. No es algo nuevo lo que nos pasa, pero sí el clima que hace aflorar todo lo acumulado a lo largo de nuestras vidas, que está ahora a flor de piel: estamos sensibles.
De entre lo que nos contamos, destaca la perplejidad ante la impermeabilidad masculina a esa sensibilidad (a esa facultad de afectación o capacidad para percibir, conocer a y con el otro, detectar sus señales, eso que también se llama empatía). Que digamos “esto me atraviesa” no significa que haya de atravesar a todos por igual, pero sí lleva a preguntarse por qué tenemos personas al lado con una carga fuerte de malestar y no nos preguntamos por ello. Y preguntarse no es responder(se) discursivamente, preguntarse es interrogarse el propio lugar de enunciación: qué veo, qué nombro, qué escucho y qué no, cuál es mi escala de lo importante y dónde coloco lo subalterno. Y también: qué daño ejerzo.
De entre lo que nos contamos, está también la preocupación por sostener a quienes se están exponiendo. El famoso #cuéntalo, que nos tiene el cuerpo removido. ¿Qué hacemos con todo esto?, ¿qué hacemos nosotras? De nuevo, vemos la potencia y vemos el riesgo. La potencia de removerlo todo, de sacudir, de despojarse de una carga atascada en la garganta, de que otras -quizá más jóvenes- puedan llegar más lejos que nosotras...y vemos el riesgo de la reacción que despierte del otro lado, de la violencia, de la incomprensión, de la imposición del poder.
No hay una línea de separación entre un nosotras y un ellos, hay comunes y reconocimientos entre nosotras, pero también hay comunes mixtos, hay espacios complejos. Hay formas de expresión en las que algunas no nos reconocemos, también las hay de ese “nosotras” que nos conflictúan ...y aun así, seguimos viendo que hay que sostener la brecha abierta, por eso, tratamos de pensar lo que ocurre desde ahí, desde la potencia de apertura y no desde posiciones previas, fijadas o discursos hechos. Quizá lo que nos respondía algunas preguntas hace tiempo, ya no lo hace. Otra compañera, también amiga, dice que ahora siente la necesidad de interpelarlos a ellos, de preguntarles, quiere saber cómo viven todo esto, qué piensan. Ya no le sirve con juntarse aparte y resolverlo entre mujeres (aunque sigamos necesitando ese espacio). Para seguir conviviendo hay que saber, hay que reconocerse.
Pero sabemos que la clave no es solo hablar con ellos, la clave es que hablen ellos, y no necesariamente con nosotras… de hecho, no con nosotras, sino entre ellos. Y también que hablemos nosotras, que arrebatemos el monopolio de la palabra, que nos expongamos, nos arriesguemos al juicio, y que nos autoricemos, que nos sostengamos mutuamente -entre nosotras- en esa tarea. Una especie de co-responsabilidad desde la diferencia -y también desde la desigualdad-, un hacernos cargo como forma de empoderamiento. Atrevernos juntas donde solas nos quedamos mudas.
Ah, y ponerle humor. #callatepavo
*https://www.elsaltodiario.com/vidas-precarias/nosotras-y-ellos-nosotras-y-vosotros-reflexiones-al-hilo-del-cuentalo
Anexo: el entre ellos
Estas notas breves son fruto de un encuentro íntimo entre amigas y compañeras de hace algunas semanas, que removidas por la situación decidimos juntarnos a hablar, compartir y pensar. Ese “nosotras” difuso que nos permite mirar el mundo y afrontar nuestro malestar y también nuestra alegría. Pero las sacamos ahora también porque nos parece que abre -o puede abrir- un espacio de interpelación y diálogo. Algunos hombres -lo sabemos reconocer- andan también perplejos, descolocados, removidos, impotentes ¿qué hago yo ahora con esto? Otros, siguen esperando que les digamos una buena razón para desplazar sus asentados valores políticos. Si estas notas salen ahora, es para alentar también esa interpelación, ese intento de diálogo -entre ellos- y quizá en algún momento con nosotras. Lo decíamos más arriba, estamos sensibles o sea, abiertas a la escucha.