Opinión
Pongámonos a trabajar: la prevención de la violencia sexual contra la infancia y la adolescencia

Hay temas que reúnen multitudes, causas que se llevan en una camiseta con orgullo. Y, otras, que nos dan tanta vergüenza colectiva que apenas si suman solidaridades. Y, una de ellas es la violencia sexual contra la infancia y la adolescencia.
Infancia no rural
Un peluche en el suelo.

Formadora en cursos de prevención contra las agresiones sexuales en la infancia y la adolescencia y autora de Despojos (Reclam).

19 nov 2025 05:00

El 19 de noviembre se celebra el día mundial para la prevención del abuso y la violencia sexual. Y a mí me da la excusa perfecta para volver a hablar de este tema. Para tratar de abrir nuevas grietas en el muro de silencio que levantamos, y que continuamos sin querer romper, por no tener que asumir que uno de cada cinco niñas, niños y adolescentes es víctima de este tipo de violencia.

Me gustaría encontrar la manera de traspasar paredes, abrir batientes y haceros sentir la necesidad urgente de que hagamos algo. Porque, mientras nos lo pensamos, ahora y aquí, hay miles de niñas, niños y de adolescentes que viven y crecen con el miedo enganchado en los cuerpos. No uno ni dos ni tres, un 20% de estas, son violentadas sexualmente, principalmente por parte de personas muy próximas. En un 65% de los casos, de la propia familia. En un 44% de los casos no se tratará de un hecho aislado, sino que se alargará en el tiempo, de manera reiterada.

Me gustaría encontrar la manera de traspasar paredes, abrir batientes y haceros sentir la necesidad urgente que hagamos algo. Porque hay temas que reúnen multitudes, causas que se llevan en una camiseta con orgullo. Y, otras, que nos dan tanta vergüenza colectiva que apenas si suman solidaridades. Y, desgraciadamente, una de estas causas con estigma, es la violencia sexual contra la infancia y la adolescencia. Y esto, lo tenemos que cambiar.

Me gustaría encontrar la manera de traspasar paredes, abrir batientes y haceros sentir la necesidad urgente que hagamos algo. Porque nos necesitamos todas, desde tantos espacios como podamos, desde lo que somos y podamos y aprendemos. Y digo esto y soy consciente que a menudo no sabemos ni por donde empezar. Y es por eso que hoy me propongo haceros llegar una especie de manifiesto, que nos implique, de manera activa y comprometida en la tarea preventiva contra las violencias sexuales que sufre la infancia y la adolescencia.

No inventaré nada de nuevo, fundamentalmente, trataré de hacer un inventario breve y práctico de algunas de las recomendaciones que las personas y entidades expertas en la materia apuntan como profilaxis preventiva. Una prevención que tiene que ir tanto en dirección vertical como horizontal. Vertical, porque, como problema estructural que es, requiere de una implicación de todas las capas de la sociedad: instituciones, profesionales, familias, comunidad... Y horizontal, porque en cada una de estas capas nos tenemos que proponer llegar al mayor número posible de personas.

Y, ahora sí, concretamos:

Implicación institucional

Necesitamos que las instituciones, con capacidad de gobierno y decisión, se impliquen en la defensa de los derechos de la infancia y la adolescencia. Y cuando digo las instituciones quiero decir, por supuesto, las personas que trabajan en estas. En la actualidad tenemos unos marcos legales para la protección de la infancia y la adolescencia que eran inimaginables hace pocos años. Pero necesitamos que las leyes bajen del papel y se hagan realidad en la tierra, con recursos económicos y personales, que permitan, por ejemplo, una justicia a la altura de la infancia, con juzgados y oficinas, especializadas, de atención a víctimas. Necesitamos que las leyes, y la materialización de estas, pongan, verdaderamente, a niños, niñas y adolescentes —y su interés superior— en el centro. Y que estos sean considerados víctimas de primera y no de segunda.

Necesitamos una justicia que no ponga prescripciones al dolor de las víctimas ni impedimentos al derecho de todas ellas a la reparación

Necesitamos una justicia que no ponga prescripciones al dolor de las víctimas ni impedimentos al derecho de todas ellas a la reparación. Necesitamos instituciones que no revictimicen, que no hagan pasar caminos de calvario a las víctimas. Necesitamos tratamientos terapéuticos especializados y gratuitos. Necesitamos que las universidades ofrezcan formación específica sobre maltrato y agresiones sexuales, en las carreras profesionales abocadas a trabajar con en la infancia y la adolescencia. Que los ayuntamientos destinen recursos para llevar adelante planes de intervención integral contra el maltrato y la violencia sexual a niños, niñas y adolescentes. Y más. Mucho más. Todo lo que seamos capaces de hacer. Porque el problema no es menor.

Formación y coordinación

Necesitamos formación específica para las profesionales que trabajamos en contacto directo con la infancia y la adolescencia. Pediatras, psicólogas, maestras, profesoras, abogadas, jueces, policías o trabajadoras sociales. Necesitamos aprender a observar, escuchar y descifrar el lenguaje con el que se comunican. Porque a menudo —y muy especialmente en casos de maltratos y violencia sexual— no nos hablarán con el lenguaje adulto, pero sí nos hablarán con el cuerpo, con la gestualidad, con las posturas, con los silencios, con las frases no acabadas o con las conductas.

Cambios de humor repentinos. Hipersexualización, conocimientos o comportamientos sobre sexualidad inusuales para la edad. Comportamientos que van de extremo a extremo: conductas agresivas o sumisas; hiperactividad o fatiga extrema; alto rendimiento escolar o, todo lo contrario, desinterés y malas notas. En definitiva, no es uno, son múltiples los síntomas que tenemos que conocer para observar e interpretar o, al menos, que nos tendrían que alertar. Pero, desgraciadamente, en general, no nos han enseñado.

Necesitamos formación específica para atender adecuadamente a las víctimas y para notificar y activar los protocolos correspondientes. Saber qué tenemos que hacer cuando una alumna en la escuela, o un niño en la consulta de pediatría, por ejemplo, nos revela que es víctima de violencia sexual. ¿Cómo la escuchamos? ¿Cómo lo acompañamos? ¿A quién acudimos? ¿Conocemos los protocolos específicos de nuestro ámbito profesional?

Quizás ni siquiera sabemos que notificar y activar los protocolos pertinentes, ante sospecha de violencia sexual, no es una opción sino una obligación. Tenemos que elaborar pautas internas, que nos marquen la dirección para actuar correctamente, y no añadir más daño y dolor a las víctimas. Tenemos que crear espacios de coordinación con todas las profesionales que intervienen en casos de violencia sexual contra la infancia y la adolescencia. En definitiva, es una gran responsabilidad la que tenemos. Y es por eso por lo que tenemos que conseguir formaciones específicas, en nuestros espacios de trabajo, para poder actuar de manera adecuada y coordinada y tejer, así, un cordón de protección en torno la infancia y la adolescencia.

Entornos seguros y redes de buen trato

Los buenos tratos permiten a las niñas y a los niños desarrollarse desde una base sólida, en todas las esferas de la vida —emocional, cognitiva, física o social—. Y les dan la medida para distinguirlos de los malos tratos. Por eso, las personas que estamos en contacto con la infancia tenemos que ser capaces de desarrollar estrategias para acompañar, desde una mirada respetuosa, desde vínculos sanos y seguros. Y desde límites cuidadores.

Tenemos que procurar entornos seguros y protectores. Y hoy en día estos entornos de seguridad los tenemos que extender en las redes sociales, porque día que pasa, día que aumentan las violencias sexuales en este contexto. Los niños y los adolescentes, como cualquier persona, son sujetos de derechos y, estos, tienen que ser garantizados. Tienen derecho a crecer y desarrollarse en entornos libres de violencias. Tienen derecho a ser respetados en sus propios ritmos vitales, en sus intereses, en sus emociones, en sus necesidades.  Tienen derecho a ser escuchados y que se tengan en consideración sus opiniones y deseos. Y esto vale tanto en los juzgados, en la escuela como en casa.

Tenemos que transmitirles que las emociones y las muestras de afecto nunca pueden ser forzadas. Y que tienen derecho a la intimidad

En el contexto de la violencia sexual contra la infancia es fundamental el derecho al consentimiento sobre el propio cuerpo, así como el respeto a los límites corporales de las otras personas. Y esto se aprende desde la primera infancia.  Desde que nacen les tenemos que comunicar la dignidad con que merecen ser tratadas. Con la manera que nos acercamos a sus cuerpos —sujetos y no objetos—. Desde los cuidados respetuosos. Tenemos que transmitirles que las emociones y las muestras de afecto nunca pueden ser forzadas. Y que tienen derecho a la intimidad. Y tienen que saber a quién pedir ayuda cuando alguna persona no respeta sus derechos, sus cuerpos, sus voluntades. Y, por eso, es necesaria una red protectora de personas de confianza, que tenemos que construir y alimentar en la convivencia cotidiana.

Educación afectiva y sexual

Las familias y las personas que trabajamos en contacto directo con niñas, niños y adolescentes, tenemos que proporcionarles una adecuada formación afectiva y sexual. No es una opción, es un derecho reconocido, entre otros, por la Convención sobre los Derechos de los Niños. Tenemos que revisar, por ejemplo, los planes de acción tutoriales de nuestros centros educativos, para asegurarnos que recogen una educación afectiva y sexual holística. Una educación sexual integral, que no se limita a momentos puntuales, si no integrada en la tarea cotidiana, secuenciada y adaptada en cada etapa educativa; que empieza en las primeras edades, con la identificación de sensaciones agradables y desagradables o con el conocimiento y reconocimiento de las partes del cuerpo y los nombres apropiados de cada una de estas. Vulva, pene, vagina, testículos. Así, claro, sin eufemismos ni miedos.

Una educación sexual integral, con perspectiva de género, que cuestione los estereotipos, ponga coto a las fobias y posibilite un espacio muy amplio donde hablar —sin temor a las preguntas ni a los juicios— sobre la reproducción; el sexo y el género; las orientaciones y las identidades sexuales; los deseos y los placeres.  Y sí, también, de los riesgos y de los abusos. Pero después. No antes. Y, eso sí, antes de que la pornografía mainstream se convierta en escuela de sexualidad. Con todo lo que esto supone de estereotipos no reales, de asociar la sexualidad con el coito y la violencia y, especialmente, de violencia contra las mujeres. 

La violencia contra la infancia no se produce en instituciones escolares o deportivas —que también— sino que se produce en la institución por antonomasia, la familia.

Tenemos que hacer nuestros deberes y asegurarnos de proporcionar una buena educación sexual a niñas, niños y adolescentes, porque diferenciar una sexualidad sana, positiva, constructiva; de una sexualidad insana, violenta o acomplejada es fundamental para el desarrollo saludable de las personas y para la prevención de las violencias.

Medios de comunicación

Necesitamos medios de comunicación valientes y comprometidos con la dignidad de la infancia y sus derechos. Que los hay. Pero todavía son minoría y tenemos que conseguir multiplicarlos. Tenemos que conseguir que las agresiones sexuales contra la infancia y la adolescencia tengan un espacio permanente, a la altura de las cifras de la vergüenza. Un espacio hecho desde la sensibilidad y desde la vocación de sensibilizar la sociedad. Un espacio lejos de la banalización, del morbo o de la anécdota que individualiza. Un espacio desde el análisis riguroso, para ir a la raíz del problema, en la configuración jerárquica de la estructura patriarcal y adultocéntrica de la sociedad.

Un espacio valiente para hacer visible que, la mayoría de las veces, la violencia contra la infancia no se produce en instituciones escolares o deportivas —que también— sino que se produce en la institución por antonomasia, la familia. Un espacio para la denuncia y para sacudir conciencias, con vocación de servicio público. Un espacio sin complejos, que dé voz a las víctimas, a las asociaciones, a las personas expertas en la materia. Que ayude a romper las capas de silencio y los múltiples tabúes que arrastran las agresiones sexuales contra la infancia.

Hagamos correr la voz

Necesitamos que hagáis vuestra, que hagamos nuestra, la prevención de las violencias sexuales contra niños y adolescentes. No es una cuestión que corresponde solo a las víctimas. O a las asociaciones de víctimas. O a las personas que investigan el tema. Las agresiones contra la infancia y la adolescencia nos apelan a toda la sociedad. Nos piden una implicación activa.

Hablad en vuestros círculos familiares, de amistades, vecinales, asociativos o de trabajo. Si tenéis un altavoz, usadlo. Organizad charlas, mesas de debate o jornadas de sensibilización. Poned vuestro arte al servicio de la protección de la infancia y la adolescencia. Escribid un poema, una canción, pintad un mural o grabar un documental. Compartid este artículo. U otro. Haced cómo podáis, queráis o sepáis. Pero haced algo. Por la criatura que fuisteis, por las que crecen a vuestro alrededor, por las niñas y los niños del mañana. Quienes, con un poco de suerte y buen hacer, tienen que poder crecer en un escenario donde la violencia sexual, y toda forma de violencia contra la infancia y la adolescencia, no tengan cabida. Hoy puede empezar un nuevo mañana. Pongámonos a trabajar

Abusos a la infancia
“La casa no es un lugar seguro para muchos niños y niñas”
Pau Lluc (Alboraia, 1974) sufrió violencia sexual cuando era pequeña por parte de su padre. Asegura que necesitamos relatos para que la sociedad tome conciencia de que ella no es la excepción.
Cargando valoraciones...
Comentar
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra na túa conta.

Relacionadas

Cargando...
Cargando...
Comentarios

Para comentar en este artículo tienes que estar registrado. Si ya tienes una cuenta, inicia sesión. Si todavía no la tienes, puedes crear una aquí en dos minutos sin coste ni números de cuenta.

Si eres socio/a puedes comentar sin moderación previa y valorar comentarios. El resto de comentarios son moderados y aprobados por la Redacción de El Salto. Para comentar sin moderación, ¡suscríbete!

Cargando comentarios...