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Activismo
El activismo animalista ante el acoso de los taurinos: “Hacer sangrar al toro es parte de la tradición”
Son muchas las familias que viven del toro y, por ende, de las subvenciones públicas que muchos consistorios españoles dedican a todo tipo de festejos de índole taurino. Un grupo de personas, conformados por unos 2.500 voluntarios fedatarios repartidos por toda España, luchan para revertir dicha situación con una iniciativa legislativa popular que necesita el último empujón.
¿Sus armas? Varias hojas de papel y un bolígrafo en busca de personas que se solidaricen con su causa y, ante todo, con los animales que en cada festejo popular sufren toda clase de vejaciones cuando no son sacrificados en una plaza tras ser torturados en un espectáculo que poco tiene de tal. Hemos preguntado a algunos de ellos para la ocasión y estas han sido sus experiencias. Las hay positivas, pero también difíciles y algunas, traumáticas.
Entre “mal folladas”, tradiciones y la regla femenina
Sonia Montejano, de Cocentaina (Alicante), relata una de sus experiencias estando en Alicante recogiendo firmas para la iniciativa legislativa popular (ILP) No Es Mi Cultura. Pasaron frente a ella dos hombres de unos 55 años. Uno de ellos se paró en seco delante de la mesita que utilizaban para recoger las firmas y se quedó mirándonos de arriba a abajo “con actitud déspota, chulesca y cara de odio”.
“Se acercó a mí”, recuerda Sonia, y le preguntó que qué era lo que estaban haciendo allí. Ella se lo explicó con calma a pesar de su actitud de burla y desaprobación. Le contó que estaban recogiendo firmas para derogar la ley que protege la tauromaquia como Patrimonio Cultural en España y para que se le dejen de dar las subvenciones. La miró con sonrisa cínica y se acercó bastante: “Se quedó a un palmo de mi cara, podía percibir perfectamente el olor a alcohol que desprendía su aliento”. Y le dijo: “A ti lo que te pasa es que estás mal follada, con un buen pollazo se te quitaban todas las tonterías”.
Sonia lo apartó y le recomendó irse. Estaba decidida a llamar a la policía. Un compañero del acosador le agarró del brazo y se lo llevó de allí menospreciándolas y caminando al grito de “viva España y vivan los toros”. “Le di la razón, nosotras también queremos que vivan”, bromea esta activista.
No es la única experiencia que ha tenido con taurinos de este tipo. De hecho, es un perfil bastante común: “Estoy muy cansada de que los taurinos hablen de España como si por defender y disfrutar de esa cruel tradición, fueran más españoles que los demás”. Ella dice que es más bien al revés: "Yo me siento española como la que más y, por esa misma razón, quiero que mi país sea conocido por tener una cultura y unas costumbres bonitas, que las tenemos, y no por una mal llamada fiesta que no es más que un negocio basado en un maltrato animal en toda regla”, sentencia Montejano.
No es la única voluntaria que ha vivido este tipo de experiencias. El valenciano Antonio Marqués recuerda unas cuantas. La primera que explica ocurrió también recogiendo firmas. Esta vez, en Xixona (Alicante). Se le acercó un grupito de cuatros chicos y le preguntaron para qué era lo de las firmas. Les explicó lo de la ILP y que lo que se pretendía era prohibir la tauromaquia como Patrimonio Cultural y no darles subvenciones.
Ellos no paraban de decirle que era cultura y una tradición que representaba a España. Les dijo que cualquier tradición o cultura basada en el sufrimiento y tortura de un animal, “no podía ser considerada cultura”. Pero ellos, “al ver que se quedaban sin argumentos”, se ponían cada vez más nerviosos y no paraban de interrumpirle: “Me decían que el toro había nacido para ser toreado y que eso era la representación de España“.
Les respondió que le habían firmado ”recortadores y taurinos que estaban en contra de lo que le hacen a un pobre mamífero en la plaza“. Les explicó lo que le hacen al toro e incluso que en el toreo portugués, los recortadores no hacen sangrar al animal. En ese momento, la conversación se volvió delirante: ”Salta uno y me dice que su novia también sangraba cuando le bajaba la regla y que el hacerle sangre al toro era parte de la tradición“, recuerda Antonio perplejo. Y sigue: ”Me decían que la tauromaquia no podía existir sin producírsele dolor y sangre al pobre toro. En ese momento, corté la conversación”.
“Ese miedo recuerda a otros tiempos”
En su encuesta de consumo cultural, el Ministerio de Cultura indicaba que tan sólo el 8% de la ciudadanía acudió a algún festejo taurino durante 2018 y solo el 5,8% asistió a un festejo en plaza. Las últimas encuestas reflejan, de hecho, que más del 50% de la población española está a favor de prohibir o limitar las corridas de toros o que casi ocho de cada diez personas se manifiestan contra el uso de animales en la tauromaquia.
Por ello, el 4 de enero de 2024 se registró una ILP para derogar la Ley 18/2013 de patrimonio cultural de la tauromaquia. A principios de febrero del pasado año, la Mesa del Congreso la admitió a trámite. ¿Su objetivo? Reunir un total de 500.000 firmas con el fin de iniciar su tramitación en la Cámara del Congreso de los Diputados. Se trata, según sus responsables, de “la mayor y más ambiciosa campaña social para que la tauromaquia deje de ser patrimonio cultural de España". La iniciativa cuenta con el apoyo de un importante número de organizaciones de protección animal y del medioambiente, protección de la infancia y asociaciones culturales.
Pablo González, de Elche (Alicante), además de un experimentado cantador de jota aragonesa “amante de la cultura española”, según nos dice, es uno de los ocho coordinadores repartidos por toda España de este movimiento ciudadano. También nos describe otra situación de acoso. Hace poco, en una concentración informativa contra las subvenciones públicas a la tauromaquia, un hombre le quiso quitar el micrófono con el que daban información del motivo de la concentración.
No lo consiguió y, forcejeando, acercó su boca al micro y dijo: “Las estadísticas me las paso por los huevos”, en referencia a los datos oficiales sobre la asistencia a las corridas de toros del Ministerio de Cultura que suelen dar durante dichas concentraciones. Obviamente, se generaron unos momentos de tensión en los que los activistas siempre tienen que estar alerta. No sería la primera agresión que sufre tras sus protestas en actos de maltrato animal como en Tordesillas, Medinaceli, Cazalilla o Denia.
“Es angustioso ver cómo hay una parte de la sociedad que va a lo suyo y que te grita por el sólo hecho de informar con un micrófono de algo que ellos mismos pueden comprobar con datos en las páginas oficiales de nuestro país”, lamenta Pablo. "No es justo que tengamos que estar alerta por ejercer nuestro derecho a reunión. Ese miedo recuerda a tiempos pasados”, añade.
Pero no fue el único incidente que tuvo que presenciar Pablo en primera persona. En otra ocasión, en la Plaza de Baix de Elche, un chico se acercó a firmar y, en un momento determinado, le arrebató el bolígrafo y rayó una de las páginas donde había ya otras ocho firmas, tirándole el bolígrafo posteriormente a la frente. El pliego quedó anulado y ese chico quitó a ocho ciudadanos el derecho a participar en este instrumento democrático que existe en este país. "Luego pensé en lo fácil que es extirpar a los ciudadanos españoles el derecho a participar en las iniciativas legislativas populares sin que la persona que acomete esa sustracción de derecho sufra consecuencia alguna”, reflexiona.
Lola Rojo, de Alicante, compartía con nosotros como en el Mercado Navideño de Xixona, un señor le dijo que el mercado no era lugar para hacer eso que estaba haciendo y al preguntarle por qué, alzó su tono de voz y seguidamente cogió el pliego oficial donde había ya firmas de un par de decenas de ciudadanos y lo arrugó: “Me sentí fatal y me puse alerta porque su actitud era dialécticamente muy agresiva, pero afortunadamente su pareja y dos señores más que presenciaron el hecho se pusieron delante del señor y la cosa no fue a más”.
Dejó de coger firmas por un rato hasta que se recuperó gracias al apoyo de sus compañeros: “Puedo decir que ese pequeño altercado indujo a la gente a firmar por la atención que creamos”. La gran cantidad de firmas recogidas esos días hizo que se le pasará pronto el disgusto. Alicia Messeguer, también en Xixona, nos confesaba: “Estando recogiendo firmas, le pregunté a un chico, aparentemente de unos 23 o 24 años, si quería firmar. El chico me miró con gesto de odio y le dijo que iba a recoger firmas contra ella.
A Verónica Lillo, otra voluntaria muy volcada con la causa, le han llegado a decir cosas como: “Si viviera Franco, tú no estarías ahora mismo recogiendo firmas para esto” o “los toros no sufren, su piel es muy gruesa y no sienten dolor”. Luego, los típicos: “Dejad en paz la tradición más española” e incluso, “sois los mismos que estáis a favor del aborto”.
Después de casi un año recogiendo firmas por una causa histórica en España, cuyo objetivo es la abolición a la tauromafia, el pasado 11 de enero Verónica y otras compañeras desplegaron pancartas y televisores gigantes “donde las imágenes de los pobres toros torturados iban pasando”. Los transeúntes miraban con indiferencia, nadie se paraba ni reflexionaba, como si vieran spots publicitarios. “Ni un mínimo de sensibilidad”, lamenta.
“He tenido muchas experiencias recogiendo firmas para esta iniciativa, de todo tipo”, explica Pilar Lacárcel, de Murcia. Y es que no todas han sido negativas. Una “preciosa” fue cuando le preguntó si quería firmar a un muchacho de unos 45 años, con una discapacidad motora severa y que iba en silla de ruedas. Le dijo: “Claro que te firmo, porque es una aberración”.
Con mucha dificultad por el estado de su mano, le firmó y luego le dio las gracias por estar ahí en ese momento y darle la oportunidad de expresarse y contribuir con esta iniciativa, ya que a él le costaba ir a los sitios a realizar actividades administrativas y de todo tipo. El hecho de haberse encontrado una posibilidad así, salida de la nada, de poder ejercer su derecho a participar en esta ILP, le emocionó. "Y yo me emocioné con él”, recuerda.
Pero en aquella jornada no todo fue bien. Minutos más tarde, pasó un señor al que le preguntaron si quería firmar contra las subvenciones a la tortura de animales y su respuesta fue: “No, no te firmo porque tortura debería haber mucha más”.
Iris Sánchez, de Gran Canaria, narra también una experiencia positiva. Al comienzo de la campaña se encontraba recogiendo firmas por la zona de Triana (Gran Canaria) y llegó un hombre, enfermo, sin poder caminar apenas. Había venido del otro lado de la ciudad solo para firmar. Llevaba mucho tiempo sin salir de casa, pero para él era importante, antes de irse de este mundo, poner su granito de arena en el camino que pondrá fin a la tauromaquia. Su empatía hacia los animales le hizo sacar las fuerzas suficientes y recorrer toda la ciudad para poner esa firma. “Me recalcó que era urgente dejar un mundo mejor para los animales. Me eché a llorar de la emoción y supe que aún había esperanza”, recuerda emocionada.
Al solicitar reacciones al respecto de esta iniciativa a varias empresas y asociaciones dedicadas a la organización de festejos taurinos, Javier García, gerente adjunto de Ofetauro Sur, sostiene: “Mi familia vive de ello, por lo cual estoy en contra de toda esta gente y a favor de que los ayuntamientos apoyen a la tauromaquia mediante subvenciones como se hecho toda la vida“. ”Si no se ve como arte el torear, como dice la canción, para qué te lo voy a explicar. Yo he sido matador de toros y he experimentado ese sentimiento. Es lo más grande, torear toros. Y ahí están las hemerotecas, pues todos los pintores, poetas y demás se han inspirado mucho en la tauromaquia. Que esta gente que usted me dice quiera derogarlo me sienta mal y no lo comparto en absoluto”. Otras empresas consultadas como Reyma o la asociación Anoet se abstuvieron finalmente de hacer declaraciones a El Salto.
El mentado Pablo González, coordinador de Alicante, sentencia: “Tenemos de tope hasta el 10 de febrero para lograr el objetivo de medio millón de firmas y creo que lo vamos a lograr. Pero nos vendría genial un empujoncito final, por lo que invito a todos aquellos que estén a favor de nuestra causa que nos ayuden con su firma mediante”.
Es de suponer que cuando Javier García se refería a todos los poetas que se han inspirado en la tauromaquia según las hemerotecas, se olvidó de ciertos referentes de la poesía mundial como Jorge Luis Borges cuando, que sobre su arte predilecto (el de Javier), decía: “La tauromaquia es una de las formas vigentes de barbarie. En cuanto a la figura del torero, creo que es esencialmente un cobarde”.