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Actualidad africana
¿Se está reforzando la voz del continente africano?
Seguramente tienen más de simbólico que de consecuencias prácticas y tangibles inmediatas, pero en los últimos días se han producido dos situaciones que llaman la atención por el protagonismo de posturas comunes africanas en distintos ámbitos del sistema internacional. Su liderazgo en la votación de la propuesta de reforma del marco fiscal global en la ONU y el reconocimiento de sus reivindicaciones ante la COP28 suponen un cambio considerable frente al tradicional menosprecio de las posiciones del continente en los manejos diplomáticos globales. En ambos casos, el trabajo de elaboración de posturas comunes ha sido fundamental.
Los gobiernos militares del Sahel cierran filas
No ha extrañado demasiado que en su primera gira el presidente de la junta militar de Níger, Abdourahamane Tiani, haya visitado al presidente maliense, Assimi Goïta y a su homónimo burkinés, Ibrahim Traoré. Desde que el pasado 16 de septiembre los tres gobiernos firmasen un acuerdo de defensa mutua, sus movimientos se han ido dirigiendo a fortalecer sus relaciones y, sobre todo, a cimentar un espacio común que sirva de contrapeso a las instituciones que previamente representaban los acuerdos regionales. Los gobiernos que tienen en común haber emergido de recientes golpes de estado militares en sus países, hicieron un guiño a un antiguo espacio de colaboración erigido en los primeros años de la independencia y reconstituyeron el que se conoce como Espacio Liptako-Gourma, que también se identifica según los círculos y las circunstancias como Alianza de Estados del Sahel (AES).
Si bien los movimientos iniciales se correspondieron con la respuesta a la primera preocupación, la de la seguridad, ante la amenaza, sobre todo en el caso de Níger, de una intervención extranjera para restituir al presidente electo depuesto por los militares, con el paso del tiempo no han dejado de anunciarse acuerdos de colaboración en otros ámbitos. La idea que se transmite es la de una soberanía regional construida sobre el apoyo mutuo y una recuperación de la capacidad de decisión después de haber desalojado a los intereses extranjeros que suplantaban esta soberanía, fundamentalmente en referencia a la presencia francesa en la región. Los tres gobiernos han sido categóricos en ese sentido y han ido suspendiendo, cada vez con más rapidez, los acuerdos militares con la potencia europea y, aparentemente, limitando los intercambios con las grandes empresas galas que operan en la región. Sin embargo, se mantiene un vínculo crítico tanto simbólica como materialmente: los tres países forman parte del grupo de estados que tienen el franco CFA como moneda de curso legal.
Los encuentros de las últimas semanas entre los presidentes de Níger, Mali y Burkina Faso y algunos de sus ministros han alimentado de nuevo la sombra de una medida que, a priori, parece complicada, el abandono del espacio del franco CFA
En los últimos años, la moneda común se ha convertido en el caballo de batalla de los movimientos y los discursos que reclaman una recuperación de la soberanía y reiteradamente ha aparecido como la muestra de unos lazos de dependencia persistentes con la antigua potencia colonizadora. Por ello, los encuentros de las últimas semanas entre Tiani, Goïta y Traoré y algunos de sus ministros han alimentado de nuevo la sombra de una medida que, a priori, parece complicada, el abandono del espacio del franco CFA.
La convocatoria de un encuentro de ministros el 23 y 24 de noviembre, paralelamente a los contactos de los presidentes, en Bamako bajo el título “sobre el desarrollo económico en el espacio Liptako-Gourma” ha sido suficiente para que se disparen las hipótesis sobre la constitución de una nueva moneda común entre los tres socios que les permita romper ese vínculo con Francia. Entre las numerosas conclusiones de este encuentro y de los trabajos previos realizados por un grupo de expertos aparecen numerosas medidas orientadas a revitalizar las tres economías, mejorar la soberanía alimentaria y energética, impulsar el comercio transnacional y generar las condiciones para un incremento de la productividad, algunas de ellas llamativas y simbólicas como el proyecto de construcción de una central nuclear regional o la creación de una compañía aérea común; y otras decididamente orientadas a consolidar los discursos políticos como la “puesta en marcha de un comité de expertos para profundizar las reflexiones sobre las cuestiones de unión económica y monetaria”.
La intensificación de las conexiones en este momento se materializa también en un encuentro de ministros de asuntos exteriores y se enmarca en el contexto de nuevas posibles sanciones por parte de organizaciones regionales a las que los estados socios de la AES siempre se han opuesto firmemente.
África en la COP 28
Llegando a su 28 edición la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP28) se ha convertido en el epicentro de las buenas intenciones… pero, aparentemente, poco más. Al menos en lo que a resultados tangibles se refiere. Es cierto, que es una oportunidad para visibilizar las reivindicaciones en materia de lucha contra el cambio climático, que sirve para recordar el devastador impacto de la acción humana en el planeta y también la escasa voluntad práctica (por parte de los poderosos) de revertir esa situación y, sobre todo, sirve para evidenciar la desigualdad que este fenómeno de la naturaleza (mediado por el efecto del sistema de consumo y de producción capitalista) genera entre los territorios y entre las poblaciones. El ejemplo más claro lo encontramos en África.
A la actividad en el continente africano se le puede atribuir el 5% de las emisiones globales y, sin embargo, es el escenario de los fenómenos climatológicos extremos con consecuencias más graves. Las sequías más largas, con las inundaciones más destructivas que se suceden, a menudo, en un mismo territorio del continente, junto a otros sucesos climáticos, están multiplicando su poder letal inmediato, aumentando el desplazamiento de poblaciones y agravando una situación de inseguridad alimentaria que acaba en la base de muchas de las inestabilidades políticas del continente, pero también en los movimientos humanos.
A pesar de las escasas esperanzas de soluciones determinantes frente a la crisis climática, las delegaciones africanas tienen cada vez una voz más sólida en foros como la COP
Frente a esta edición celebrada en Dubai es inevitable volver a preguntarse cuál es el papel de África en este foro y se mezclan diferentes situaciones. Por un lado, la reclamación de reparaciones por ese impacto desigual. Algunos miran esta reivindicación como si se tratase de conseguir rendimientos, pasando muy por alto, el evidente desequilibrio. Lo cierto es que la posición del continente está cada vez más consolidada en este foro y su reivindicación, en este caso, aparece avalada por espacios de trabajo previos, cimentada sobre la idea de una transición justa que contemple todos los matices de la situación actual, pero también de la trayectoria que nos ha traído hasta aquí y los despliegues del futuro. Y es inevitable pensar, en paralelo, en el mercadeo de los bonos de carbono que han generado un nuevo mercado de la desigualdad, basado en necesidades y en capacidades de consumo, en el que empresas ricas, se deshacen de sus responsabilidades medioambientales mediante la compra de bosques en el continente africano. Lo cierto es que, a pesar de las escasas esperanzas de soluciones determinantes, las delegaciones africanas tienen cada vez una voz más sólida en estos foros.
Hacia una fiscalidad más justa impulsada por el Sur Global
El escenario contemplado en Naciones Unidas el 22 de noviembre resultaba poco convencional y por eso muchos analistas han considerado el momento histórico: una amplia coalición de países del Sur global votando a favor de una iniciativa impulsada por el conocido como Grupo Africano (con Nigeria a la cabeza) para renovar el marco fiscal global, con los países más poderosos del Norte global empujando en sentido contrario y con un resultado favorable a los que pretenden reducir las desigualdades del pago y la recaudación de impuestos en el escenario mundial. El resultado de ese pulso vislumbró un destello de cambio de equilibrios empujado por una acción conjunta de los países en desarrollo sobreponiéndose a las presiones.
Se votaba la “Resolución sobre la Promoción de una Cooperación Fiscal Internacional Inclusiva y Eficaz en las Naciones Unidas”, una iniciativa orientada a cambiar el marco de fiscalidad internacional, es decir, las normas que establecen el pago y la recaudación de impuesto en las operaciones globales y para las transacciones transnacionales. Se decidió que el marco de las Naciones Unidas debe ser el lugar en el que se decidan los tributos globales. Una carta de varios economistas de la Comisión Independiente para la Reforma de la Tributación Corporativa Internacional (ICRICT), consideraba este momento “un logro histórico en la creación de una economía global más equitativa o de un terrible fracaso” y resumía el escenario como “una votación en las Naciones Unidas decide si el futuro de la toma de decisiones globales sobre impuestos surgirá de la negociación de una convención marco genuinamente inclusiva, o si un grupo de países ricos insiste con éxito en mantener los actuales acuerdos ineficaces y excluyentes”.
El apoyo a la propuesta consensuada por el Grupo Africano para renovar el marco fiscal transnacional, se ha interpretado como una victoria de los países del sur global
A pesar de que es un punto de partida en la reforma de la fórmula y, sobre todo, de los actores que deciden las normas, para conseguir un esquema más democrático, el resultado ha llamado la atención. 125 votos a favor del Convenio Fiscal, 48 votos en contra y 9 abstenciones. En el primer bloque la mayor parte de los estados africanos, latinoamericanos y asiáticos, los considerados países en desarrollo con Rusia y China; y en el segundo bloque, la mayor parte de Estados considerados desarrollados, los europeos, la mayor parte de los norteamericanos y Australia y Japón, por ejemplo.
La Unión Africana destacaba la lectura de la situación que hacía Tijjani Muhammad-Bande, el representante de Nigeria, en nombre del Grupo Africano, que apuntaba la importancia de la decisión para luchar contra la elusión fiscal y para reequilibrar de manera más justa la recaudación de impuestos: “Para las economías emergentes, esto significa una mayor capacidad para movilizar recursos internos, impulsando directamente proyectos de desarrollo y programas de bienestar social. Para las naciones más desarrolladas, promete igualdad de condiciones, reduciendo los casos de evasión y elusión fiscal que actualmente socavan la justicia económica. Además, datos recientes del Fondo Monetario Internacional sugieren que mejorar la cooperación fiscal internacional podría reducir significativamente los flujos financieros ilícitos, un flagelo que priva a las economías, especialmente a las del mundo en desarrollo, de una financiación crítica. Para todos los países, los flujos ilícitos pueden alimentar la delincuencia y desestabilizar las sociedades”.
El resultado de la votación se ha interpretado como una victoria para una iniciativa de peso impulsada desde el continente africano, pero, sobre todo, como la muestra del poder concentrado en los movimientos que alinean los intereses del Sur global. La vicepresidenta colombiana Francia Márquez publicaba un tuit en el que señalaba: “Esto es lo que sucede cuando Colombia apoya las propuestas de la Unión Africana y cuando el sur global se escucha. Gracias a esta unión del sur global hoy nace un sistema de tributación internacional más justo e incluyente”.
La sombra de un intento de golpe de estado en Sierra Leona
Esta semana se ha vivido una confusa situación en Freetown, la capital de Sierra Leona, después de que el domingo comenzase con un estallido de violencia aparentemente espontáneo y poco claro. Finalmente, el gobierno ha afirmado que se trató de un intento de golpe de Estado que acabó siendo frustrado. En todo caso, las circunstancias continúan sin estar del todo claras. El episodio se produjo a partir de un ataque a un arsenal militar en la propia ciudad, con un intenso tiroteo. Los enfrentamientos armados se trasladaron después a varias prisiones, en las que el choque permitió la liberación de algunos de los reclusos.
El intento de golpe en Sierra Leona, se enmarca en una crisis política que se ha visto agravada por la mala situación económica del país
Después de la confusión, los portavoces gubernamentales han asegurado que se trataban de los primeros compases de un golpe de Estado que fue frustrado por los militares y la policía. Las autoridades aseguraron haber detenido a catorce personas, trece de ellas militares, aunque afirmaban estar buscando, al menos, a otras 34 que podrían haber tenido relación con los planes. Los mismos informes oficiales han cifrado en una veintena el número de muertos en estos enfrentamientos armados, la mayor parte de ellos, militares que repelieron los ataques, y en más de 2000 los presos fugados en los ataques a las cárceles.
La confusión se ha traducido en momentos de tensión en la capital que se han mantenido en los días siguientes, entre otras cosas, debido a esas operaciones de búsqueda de algunos de los implicados a través de intensos controles policiales y militares. Este suceso se produce en una situación de crispación social, que se arrastra desde la reelección del presidente Julius Maada Bio en junio en unas disputadas elecciones y que se ha visto agravada por la mala situación económica del país, aderezada por las altas tasas de paro y el aumento del precio de la vida, junto a la reacción de las autoridades a las protestas de la ciudadanía.
Las dos caras de unas elecciones presidenciales
Los resultados de las elecciones en Liberia y Madagascar representan las dos caras de la moneda de un mismo sistema, los dos extremos del abanico de la democracia (al menos en los procedimientos). El ya expresidente liberiano George Weah ha sido felicitado y puesto como modelo, porque con toda naturalidad aceptó su derrota en las elecciones presidenciales que se han celebrado en el país. Antes, incluso, de que se cerrase oficialmente el recuento de votos, Weah, llamó a su oponente, Joseph Boakai, para felicitarle por su victoria. Este gesto, le ha valido al político liberiano la condición de modelo para otros líderes del continente, por haber concurrido en unas elecciones limpias y por haber cedido el poder sin oponer resistencia y, sobre todo, sin deslegitimar el proceso electoral.
Toda la carrera hacia el sillón presidencial ha sido extremadamente igualada, con una apretada diferencia de votos, incluso durante la segunda vuelta celebrada el 14 de noviembre. A pesar de ello, ninguno de los dos principales candidatos ha cuestionado el procedimiento de votación, lo que supone prácticamente una anomalía, pero al mismo tiempo, un soplo de aire fresco en un país en cuyo recuerdo todavía está muy presente una cruenta guerra civil que acabó hace apenas dos décadas. El propio Boakai ha saludado el gesto de su antecesor en su primer discurso que se ha centrado en una llamada a la unidad, en un país que ha votado casi al 50% a cada uno de los dos candidatos.
En Magadascar, la compra de votos, el fraude electoral y la manipulación de procedimiento desde un primer momento, pesan como una losa sobre la gestión de las elecciones
En el extremo opuesto se encuentra la experiencia de Madagascar. En unas elecciones que han estado profundamente contestadas desde el primer momento, todo apunta a que el presidente saliente, Andry Rajoelina resultará reelegido, a tenor de los resultados provisionales publicados por la comisión electoral el pasado sábado y a la espera de que el Tribunal Constitucional los ratifique hoy mismo y los convierta en definitivos. De este modo, Rajoelina se haría con la victoria con un 59% de los votos en la primera vuelta y sin necesidad de una segunda ronda. El principal candidato opositor, Siteny Randrianasoloniaiko, ha impugnado los resultados y ha presentado un recurso judicial en el que cuestiona todo el proceso electoral.
Una curiosa información publicada por Le Monde, da una idea del nivel de descrédito del proceso electoral. El artículo titulado “Elecciones presidenciales en Madagascar: colas ante el partido de Andry Rajoelina ‘para recuperar el dinero’”, explica cómo cientos de electores malgaches se habían dirigido a las sedes de la formación política para recoger un carnet que aparentemente les daría derecho a una “donación”. A pesar de que el propio partido ha negado públicamente semejante promesa, la compra de votos, el fraude electoral y la manipulación de procedimiento desde un primer momento, pesa como una losa sobre la gestión de las elecciones y, por tanto, sobre la reelección de Rajoelina.