Agricultura
Yendo a la aceituna, produciendo género

Desigualdades en tiempos de recolección en los campos de Jaén y del sur de Marruecos.
YendoAceituna1
Una rama lista para la recolección. Jaén, noviembre 2022 Lucille Florenza
24 dic 2022 06:30

“Para recoger las aceitunas hace falta un loco en el árbol y una niña buena debajo”. Este proverbio de mi Provenza natal ilustra la organización de género del trabajo de cosecha, donde la tradición impone que las mujeres recojan las aceitunas del suelo y que los hombres se encarguen de varear. 

Cultivar los árboles, “ir a la aceituna”, transformarlas en aceite y comercializarlas implica muchas actividades marcadas por dinámicas de género. Con las herramientas de la antropología y los estudios de género, analizo las prácticas agrícolas y agroalimentarias en torno al aceite de oliva. También, gracias a la historia contemporánea, podemos analizar los cambios en el sector, a nivel local y global, y así entender cómo todo eso afecta los roles de las mujeres, reforzando o transformando ciertas desigualdades.

Esta presentación se basa en un trabajo etnográfico en curso en la región de Jaén en Andalucía, junto con un trabajo de campo anterior en el Souss al sur de Marruecos. En el poema que se ha convertido en el himno oficial de la provincia de Jaén, Miguel Hernández pregunta a los “aceituneros altivos”: “¿Quién levanto los olivos? Y dice “No los levantó la nada, ni el dinero, ni el señor, sino la tierra callada, el trabajo y el sudor.” ¿Pero el trabajo de quién? ¿Y dónde están las aceituneras?. El título de este artículo está inspirado por un artículo de Ana Cabana Iglesia y Elena Freire Paz. Y me gustó la expresión de “producir género”, porque mi idea aquí es que “yendo a la aceituna” de la manera que conocemos, producimos la división sexual del trabajo en los campos que después se repercute de manera más amplia.


Tierra y familia

Jaén es hoy representante de una organización minifundista de la propiedad de la tierra: mucha gente comparte parcelas muy pequeñas. Una parcela suele tener unos pocos decenios de olivos, y cada herencia divide un poco más la tierra. Y no se puede vivir de eso, entonces la gran mayoría de los dueños no viven de las aceitunas, sino de un trabajo en otro sector, y cuidan de su tierra durante los fines de semana y vacaciones. Entre las personas que he entrevistado en Andalucía, todos me dicen que las mujeres heredan una parte igual en la distribución de los olivos, pero que, en la práctica, es el marido (o hijo, o hermano), que lo gestiona.

En Marruecos, solo el 1% de las mujeres en las zonas rurales son propietarias de tierras, y allí las normas de herencia son altamente restrictivas para mujeres. En España, el 29% de los titulares de explotación agrícola son mujeres. Pero vemos con estadísticas más finas que solo tienen fincas pequeñas y medianas, y que son mujeres bastante mayores. Ahora la ley de titularidad compartida permite añadir el nombre de la pareja a la explotación, para que también tenga acceso a la seguridad social y jubilación. Existe desde el 2011, pero en Andalucía no se activó hasta el 2018, y solo 29 explotaciones están inscritas aquí.

YendoAceituna3

Muchos trabajos en historia, antropología o sociología muestran como la agricultura familiar se basa en una organización del poder patriarcal y en el concepto de complementariedad entre miembros según diferentes criterios como sexo, edad o estatus. Para la socióloga Christine Delphy, el carácter productivo o no de un trabajo no está ligado a su naturaleza, sino que depende de la relación social en la que se realiza. Aquí, sigue siendo la vieja relación entre, por un lado, un mundo “productivo-público-masculino”, y, por otro lado, un mundo “reproductivo/no productivo-privado-femenino”, que mantiene a las mujeres en tareas subordinadas. A partir de ahí, el rol y estatus que le corresponde a la mujer es el de ayuda familiar.

En la “nueva agricultura familiar”, se invita a los agricultores a ser empresarios modernos. Sus esposas están quizás haciendo menos actividades relacionadas con la tierra, pero se mantienen en tareas “invisibles”. Mari-Carmen, una productora, me dice “Si no vengo a labrar y no monto en el tractor no significa que no trabajo en el campo. Las mujeres van a la cooperativa, hacen las nóminas, van al banco, pagan el riego, archivan los papeles: esto es trabajo, sin ellas el trabajo de campo del hombre no puede existir, pero ellas no aparecen en ningún sitio.”

La historiadora Teresa María Ortega López ha mostrado en un artículo como la construcción social y simbólica del sistema de género sirvió para la productividad agrícola y para tranquilizar la “cuestión agraria” a fines del siglo XIX. Eso gracias, entre otros, a la marginalización profesional de las mujeres, la desvalorización de su sueldo y a la realización gratuita de tareas llamadas “domésticas”. Hoy, con la nueva ola de modernización y las crisis económicas, mi hipótesis es que ese mismo “sistema de género” aún se aplica hoy para favorecer a los hombres sobre las mujeres y, al final, para servir a la agricultura capitalista intensiva exportativa que conocemos en Andalucía.


Nueva cosecha, viejos estereotipos

Ahora quiero enfocarme en la recolección de aceitunas y destacar algunos puntos clave para entender como la economía del aceite ha vivido una revolución brutal que la lleva al estatus de producto de lujo, aunque las tareas de recolección siguen siendo basadas en desigualdades muy fuertes. Con el proceso de modernización y de profesionalización del mundo del aceite, la tradición de la recolección familiar desaparece poco a poco. Eso llega a un sistema de salarización de la cosecha donde los trabajadores son cada vez más empleados contratados por empresas de servicio de cosecha, y cada vez menos directamente por el dueño.

La mecanización es quizás la transformación más importante aquí, que ya ha empezado hace decenios, pero que no para de tener consecuencias sobre la organización social de la recolección. Básicamente, lo que pasa es menos manos y más máquinas para alcanzar más cantidad, más velocidad, y menos coste de recolección. Y como gran parte de ese coste está basado los sueldos de jornaleros y jornaleras, lo que se busca es ahorrar personal. Los campos se llenan de varas vibradoras, de peines mecánicos, de buggys con pinzas y paraguas, de tractores con inmensos remolques, y se vacían de humanos. Pero no cualquier humano, sino los que supuestamente “rinden menos”.

Antonio: “Los hombres rinden más que las mujeres, ellas tiran de mantones y sacan aceitunas, hacen la sopladora, pero claro, ellas no dan palos al olivo para tirar sus kilos!”

--------

Ana: ¿Por qué no me contratan más? ¡Es solo porque no tengo un hombre ! No nos quieren para nada, y con un hombre tampoco es fácil, nos tienen muy discriminadas. ¿Entonces qué, tengo que buscar un hombre?


Estos extractos hablan por sí solos. En el pueblo donde hice mi investigación en el sur de Marruecos, la recolección todavía se hace manualmente. La vara de madera para hombres, la canasta y la criba para mujeres: así se necesitan más mujeres que hombres (y se les pagaba 4 veces menos). Pero en zonas intensificadas y mecanizadas, las necesidades de mano de obra se han reducido drásticamente.

Las tareas que se valoran y mejor pagan son las que supuestamente requieren fuerza (“dar palos” a los árboles) o habilidades técnicas (conducir un tractor) y son acaparadas por los hombres. Las “actividades residuales”, según la antropóloga Paola Tabet, son aquellas que no requieren el uso de herramientas sofisticadas, y se dejan a las mujeres: recoger las aceitunas del suelo, poner los mantones, soplar las hojas. Sin embargo, tirar de los mantones cuesta arriba cuando pesan 100 kg ES una tarea física. A pesar de la igualdad de salarios, la realidad es que la desigualdad se juega mucho antes, en el momento de la contratación. Y suele pasar que una mujer, si no está “acompañada” por un hombre (que sea padre, marido, hermano, hijo y a veces un “soltero desconocido”), vale en todos casos menos que cualquier hombre, por eso Ana y tantas otras no está contratada.

YendoAceituna2
Jornaleras tirando de los mantones. Jaén, diciembre 2022. Lucille Florenza

Una de las grandes preguntas de mi investigación es: ¿adónde van todas estas mujeres que suelen trabajar en la recolección de la aceituna? La respuesta es: fuera del pueblo y/o en la precariedad. Pasan la campana en las colas del ayuntamiento para conseguir un empleo comunitario que asegure su derecho a la renta agraria y la jubilación (limpieza, cuidado de niños). Y, a ese trabajo en el campo o fuera, se le suma la doble o triple jornada que luego deben ocuparse del hogar, del niño, de la abuela, y hacer todas las labores que permitan un nuevo día de cosecha al día siguiente.

Aquí quiero hacer un pequeño punto de metodología porque me parece importante decir que las herramientas de la etnografía permiten entrar dentro de los hogares u observar (y participar) actividades y así ir más allá de lo escrito o de los propios discursos de la gente, que a veces dicen una cosa pero hacen otra. Es así que puedo analizar de manera cualitativa fenómenos como el trabajo doméstico para la recolección, como la rebusca o el robo de aceitunas, como la sobre-declaración de jornadas de mujeres, o también las “socias fantasma” de cooperativas, o el trabajo ilegal. También un tema importante es la importación de mano de obra migrante estacional: con el mismo objetivo de reducir los costes de cosecha sobre la base de la discriminación social y racial. Solo quiero decir que no hay ninguna mujer que venga para las aceitunas, y que es interesante ponerlo en espejo con otro cultivo como la fresa que, al contrario, atrae solo a mano de obra femenina también con argumentos supuestamente biológicos.

Ana: ahora las mujeres son más fuertes! Antes era todo cuidar, cuidar, trabajar, trabajar y el maltrato. Estamos en la línea de salir de todo esto. ¡Tú viniste para preguntar sobre el tema de la aceituna, pero es que se basa todo en lo mismo: que somos mujeres, y ya basta!

Efectivamente, vine a buscar “las aceitunas”: a observar una producción agrícola basada en una fuerte división sexual del trabajo. Y vi como el “sistema de género” defiende la infravaloración de las “tareas femeninas” con razones biológicas o económicas. También vine para contar una “ficción-canasta” como la defiende la novelista Ursula K. Le Guin: a contar las historias de los “no héroes”: las que no hablan de armas sino de cestas, de lo que cosechamos, de cómo lo compartimos. Así que aquí no doy a conocer el agricultor modelo con su tractor y su vara, sino las mujeres con canastas de aceitunas, quienes innovan, y me hablan de jornadas dobles y de solidaridad.

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra na túa conta.

Relacionadas

El laberinto en ruinas
Opinión “Madrugá” del 2000. Veinticinco años de nada
Hace 25 años la Semana Santa sevillana sufrió quizás la mayor conmoción de su historia. No se sabe qué ocurrió pero sí que a partir de entonces la fiesta ya no sería la de antes.
Laboral
Laboral Coidar sen dereitos: a loita das traballadoras nas residencias privadas de Galiza
Sen tempo nin medios para ofrecer uns coidados axeitados, alertan dunha situación insostible nos centros e denuncian a privatización dun servizo a costa do benestar das persoas maiores e dependentes.
Galicia
Galicia Vigo, A Coruña e Ourense mercaron material policial a Israel por medio millón de euros en só catro anos
O alcalde ourensán, Gonzalo P. Jácome, adxudicou un contrato por 70.000 euros días despois do sete de outubro. Abel Caballero asinou outro de máis de 200.000 euros e a alcaldesa da Coruña seguiu a estela cun contrato de 170.000 euros.
Galicia
Galicia Cuidar sin derechos: la lucha de las trabajadoras en las residencias privadas de Galicia salta a la huelga
Sin tiempo ni medios para ofrecer unos cuidados adecuados, alertan de una situación insostenible en los centros y denuncian la privatización de un servicio a costa del bienestar de las personas mayores y dependientes.
LGTBIAQ+
Juicio el 9 de mayo Lidia Falcón pide cinco años de cárcel a una mujer trans por un tuit de 2021 que no la menciona
La activista antiderechos Lidia Falcón denunció a Diana Juan Cano en 2021 por un tuit que apenas tuvo repercusión. La acusación pide una pena de cinco años de prisión y 50.000 euros de indemnización.
Francia
Francia Militantes e intelectuales exigen la absolución de Anasse Kazib, perseguido por su apoyo a Palestina
El Estado francés utiliza el tipo penal de “apología del terrorismo” para perseguir a personalidades y colectivos que han mostrado su apoyo a Palestina y su repulsa al genocidio cometido por Israel.
Medio ambiente
Medio ambiente Máis de 200 colectivos esixen transparencia sobre a mina Doade e piden a intervención do Parlamento Europeo
Organizacións de toda Europa, lideradas por SOS Suído-Seixo, esixen a Bruxelas acceso á documentación sobre a explotación prevista, denunciando opacidade, privilexios empresariais e risco ambiental en zonas protexidas de Galiza.

Últimas

Gobierno de coalición
Gobierno de coalición Sánchez piensa en un paréntesis legislativo para evitar roces con los socios tras una semana explosiva
El choque bronco por el caso de las compras de balas israelíes a cargo de Grande Marlaska puso sobre la mesa como nunca la ruptura de la coalición, aunque nunca fue una opción.
Opinión
Opinión “Tener correa” y la ridiculización del afecto
Existe una presión muy fuerte sobre los propios hombres para que no amen demasiado, no cuiden demasiado. El ideal de “libertad masculina” tradicionalmente se entiende como independencia, desapego, y muchas veces, desinterés.
Más noticias
Gasto militar
Gasto militar ¿De dónde sacará Sánchez el dinero para financiar el incremento del gasto en defensa?
La promesa de aumentar las partidas presupuestarias militares necesita redirigir 10.471 millones de euros para alcanzar el 2% del PIB. Cumplirlo este año abre a su vez un grave problema para hacerlo en 2026.
Opinión
Opinión Las sáficas también somos trans, deseamos trans y amamos trans
Resulta irónico que a quienes tanto nos han cuestionado la identidad de “mujeres de verdad” en función de nuestra expresión de género o la vida que decidimos emprender no levantemos antorchas al ver el mismo odio operando con estrategias similares.
Opinión
Opinión IA: un proyecto tecnosupremacista
La pregunta que me hice hace algunos años fue: ¿Por qué existe un evidente interés en “crear la cuestión de la IA”, cuando las tecnologías y las lógicas que la componen están ya operativas desde hace años?
Salud
El precio justo La nueva ley del medicamento o estrategias para bajar el precio de los genéricos (que son caros)
En España pagamos de media un 10% más por los medicamentos genéricos que consumimos que en el resto de la UE. Al mismo tiempo, nuestro gasto farmacéutico ha aumentado un 33% en la última década.
Israel
España El Gobierno español vuelve a romper su compromiso de no comprar armas a Israel
El Ejecutivo de Pedro Sánchez adquiere armamento israelí por valor de 6,6 millones de euros a pesar de haberse comprometido a un “embargo total”.

Recomendadas

Guinea-Bissau
Internacional Guinea-Bissau arranca una ola de represión tras el sabotaje popular de una mina de arena en un parque natural
Una acción liderada por las mujeres del pueblo de Varela provocó un incendio en la bomba de extracción de la mina de arena pesada. El Gobierno ha llevado a cabo la detención de 16 personas, entre las que se encuentran líderes locales.
Turquía
Pinar Selek “Turquía sigue gobernada en base al miedo”
La profesora y socióloga turca, quien ha sufrido además de cárcel, un acoso judicial por 27 años, habla de la falta de independencia del poder judicial, del adoctrinamiento social y de la formación de la sociedad turca.
Medio ambiente
Medio ambiente Que papel xoga Abanca no proxecto da celulosa de Altri en Galiza?
A sociedade público-privada Impulsa Galica, que cimentou os primeiros plans da multinacional papeleira e Greenalia está participada fundamentalmente pola Xunta e polo banco que xurdiu da desastrosa fusión das caixas de aforro galegas.