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Agrotóxicos
La industria de los pesticidas sabotea un futuro habitable: ¿por qué seguir tolerándolo?
Muchos se han hecho la siguiente pregunta: ¿qué nos impide afrontar las grandes crisis ecológicas de nuestro tiempo como el cambio climático y la pérdida de la biodiversidad? La gravedad de ambas crisis es evidente para muchos, y 1,1 millones de personas apoyaron la Iniciativa Ciudadana Europea que pedía una reducción muy ambiciosa de los pesticidas y ayudas a los agricultores para lograrlo.
Agrotóxicos
Agrotóxicos La Comisión Europea permite el uso del glifosato una década más
Los pesticidas son una de las principales causas de la dramática pérdida de la biodiversidad en todo el mundo, un desastre ecológico que se encuentra en una fase aún más avanzada que la crisis climática, poniendo en peligro “la integridad de los sistemas vivos” de los que también dependen los seres humanos, según el Centro de Resiliencia de Estocolmo.
Las pruebas científicas y años de acción ciudadana impulsaron el anuncio en 2020 del Pacto Verde (o Green Deal) de la UE y la Farm to Fork Strategy (Estrategia de la Granja a la Mesa), su componente agrícola en gran medida progresista. Y durante un tiempo pareció que soplaba un viento diferente en Bruselas, al menos en lo que respecta a los temas de alimentación y agricultura. Los políticos de la cúpula de la Comisión, incluida su presidenta, Ursula von der Leyen, parecían reconocer la necesidad de actuar y de hacerlo con urgencia. Sin embargo, desde el inicio de estos planes, hemos sido testigos día a día, mes a mes, de cómo corporaciones como Bayer y BASF, sus lobbies y sus aliados políticos han operado para paralizar, minar e incluso descarrilar numerosos proyectos del Pacto Verde de la UE.
¿Por qué hay que seguir tolerando este sabotaje por parte de los bien financiados e interesados lobbies empresariales? Es hora de acabar con esto
Esta semana se votará en Estrasburgo la ley de reducción de pesticidas. Esta ha quedado tan gravemente vaciada —o peor— que la Ley de Restauración de la Naturaleza. El Partido Popular Europeo (PPE), de derechas, ha trabajado para minar estas propuestas, recorriendo un cínico camino populista de destrucción medioambiental y rebautizándose a sí mismo como el “partido de los agricultores“ para obtener beneficios electorales. Lamentablemente, la ley sobre sistemas alimentarios sostenibles, las nuevas normas sobre bienestar animal, la necesaria revisión de la legislación sobre productos químicos, etcétera, han corrido la misma suerte.
Pero el colapso del Pacto Verde no cayó del cielo de repente. Es fruto de una campaña de dos años de duración en la que el lobby agrícola y la industria de los pesticidas trabajaron en colaboración, lo que implicó la defensa de “estudios de impacto” autoorganizados, así como alarmismo sobre la pérdida de productividad y seguridad alimentaria.
Las hipótesis y el diseño de estos estudios fueron ampliamente desacreditados por científicos, instituciones de la UE y ONG. Alrededor de 6.000 científicos han expresado su apoyo tanto a la Ley de Reducción de Pesticidas como a la Ley de Restauración de la Naturaleza por ser esenciales para la seguridad alimentaria a largo plazo. No obstante, el tambor de las empresas siguió sonando cada vez más fuerte y al final provocó un retraso de seis meses en las negociaciones sobre la reducción de pesticidas, ya que el Consejo obligó a la Comisión Europea a realizar más estudios.
Además de esta táctica dilatoria, se han utilizado muchas otras para minar la propuesta de reducción de pesticidas. Un próximo informe del Corporate Europe Observatory revela que los lobbies de la industria no sólo minaron los objetivos de reducción de pesticidas propuestos en la ley, sino que también restaron importancia al potencial de las formas biológicas de hacer frente a las plagas; patrocinaron contenidos opacos en los medios de comunicación para promover sus mensajes; e impulsaron sus propias soluciones tecnológicas incluso cuando no estaban probadas, como la desregulación de los cultivos transgénicos. Estos últimos serán patentados por empresas, lo que aumentará la dependencia de los agricultores.
Se trata de otra situación, conocida de otras batallas de lobistas, en la que el lobby agrícola Copa-Cogeca, así como los eurodiputados conservadores del PPE, afirman representar la voz de los agricultores en Europa, mientras que en realidad actúan en contra de sus intereses. Los agricultores, sus familias y sus vecinos son los primeros en estar expuestos a las graves consecuencias para la salud que puede tener la pulverización de pesticidas en las tierras de cultivo, como la enfermedad de Parkinson o el cáncer.
Para hacer frente a la crisis de la biodiversidad y crear un futuro habitable, necesitamos políticas que guíen y apoyen a los agricultores para que abandonen los pesticidas sintéticos
¿Y qué pasa con los responsables de cumplir las promesas del Pacto Verde? Frans Timmermans, responsable general, abandonó el cargo para dedicarse a la política nacional holandesa, mientras que la presidenta de la Comisión Europea, Von der Leyen, hace tiempo que olvidó los acuerdos de protección pactados y no presta un apoyo coherente a la agenda del Pacto Verde cuando las cosas se ponen difíciles. Mientras tanto, los lobbies empresariales reforzaron apoyo al PPE y a otros políticos que priorizan sistemáticamente el bienestar de las empresas sobre el de la salud y el medio ambiente.
¿Por qué hay que seguir tolerando este sabotaje por parte de los bien financiados e interesados lobbies empresariales? Es hora de acabar con esto.
Existe un cortafuegos de interés público contra los lobbies de la industria tabacalera en asuntos de salud pública, y lo exigen también los defensores de la crisis climática para la industria de los combustibles fósiles, con el fin de impedir que los responsables de la toma de decisiones compartan plataformas, concedan acceso a los lobistas y eviten conflictos de intereses.
Para hacer frente a la crisis de la biodiversidad y crear un futuro habitable, necesitamos políticas que guíen y apoyen a los agricultores para que abandonen los pesticidas sintéticos. Para conseguirlo, tendremos que expulsar a los contaminadores tóxicos de la toma de decisiones políticas.