Opinión
Su España, su libertad, nuestro pueblo

Primero se perdió de nuestro relato la palabra España. Cuando digo nuestro, me refiero a toda esa parte de personas que no odiamos al diferente y nos gustaría un mundo mejor, es decir, la parte no reaccionaria de nuestro país. A mí, la verdad que perder el concepto España, me dio igual, mis perjuicios y mi falta de identidad española, no me hizo llorar esa pérdida. Si España fuera un país sin ejército, sin bases militares extranjeras y sin reyes lo mismo hasta me pondría a cantar lo de “yo soy español, español, español...”. Sin embargo, comprendo que dentro de la parte no reaccionaria de nuestro país, les duela la pérdida del término España. No obstante, no nos pidan, cual gobierno de la II República suplicando a los anarquistas, que defendamos además de sus instituciones, sus conceptos identitarios y salgamos en masa a recuperar España.
Después, vino la pérdida del término libertad. No sé en qué momento, los liberticidas ultras que jamás han dejado ni que los tíos nos atáramos el pelo en forma de coleta, se hayan apropiado de la libertad. Sobre este término siempre ha habido cierta controversia en el lado no reaccionario, así conviene recordar la visita del dirigente granadino del PSOE Fernando de los Ríos a la Unión Soviética en la que se entrevistó con Lenin y le preguntó cuándo iba a permitir la libertad de sus ciudadanos y fue contestado con otra pregunta: ¿libertad para qué? Y, es que está claro que para los reaccionarios, liberales conservadores, democristianos y social-liberales la libertad consiste, en que si tienes dinero puedes comprar lo que quieras, a la hora que quieras y sin importar si el producto que pagas es fruto de la esclavitud, el secuestro, la extorsión o el robo. Así, para ellos es lícito comprar un bebé (gestación subrogada), comprar órganos, explotar trabajadores... Las libertades de los liberales.
Otras libertades, las de pensamiento, las de creación, las de tener las creencias o gustos que queramos..., no son tan queridas por nuestros conciudadanos liberales.
Otras libertades, las de pensamiento, las de creación, las de tener las creencias o gustos que queramos..., no son tan queridas por nuestros conciudadanos liberales.
En el tema de la libertad versus igualdad yo creo que hay que recurrir a los clásicos, como Bakunin “Libertad sin socialismo es privilegio e injusticia; Socialismo sin libertad es esclavitud y brutalidad”.
El caso es que no tenemos ni libertad, ni socialismo y la mayoría de los socialistas de escuela marxista están dejando en manos de la derecha y la extrema derecha un concepto que es y será siempre de la izquierda antiautoritaria, me refiero al “sólo el pueblo salva al pueblo”. Este es el tercer concepto que pretenden hacernos perder.
Como afirmaba en el Wordpress de Pol Font (recomendable ser leído en su totalidad) el pasado 3 de noviembre de 2024... Los modelos populares alternativos al «Estado de bienestar» habían demostrado su eficacia y su viabilidad. Estos no perseguían la lógica del beneficio privado del jefe de un negocio ni la Razón de Estado. Se basaban en satisfacer las necesidades colectivas de una manera razonable y a partir de la participación y la toma de responsabilidad de la gente, no con el modelo estatal donde el pueblo estamos obligados a delegar y obedecer en todo, y se trata de un despotismo ilustrado que recuerda a aquello de «todo para el pueblo pero sin el pueblo».
La extrema derecha nazi utiliza en Valencia el lema «Solo el pueblo salva al pueblo» de manera demagógica, oportunista, siendo este principio completamente opuesto al proyecto político y social que defienden. Defienden a ultranza el sistema estatal y capitalista, la identificación completa del pueblo con el Estado, quieren a las clases populares sumisas a las estructuras de poder, no quieren que se planteen autoorganizarse a través de estructuras realmente democráticas.
Afirmaba Mussolini: Nuestra fórmula es esta: Todo en el Estado, nada fuera del Estado, nada contra el Estado. (...) El pueblo es el cuerpo del Estado y el Estado es el espíritu del pueblo. En la doctrina fascista, el pueblo es el Estado y el Estado es el pueblo.
El pueblo desde luego, no son ellos, ni los dirigentes de la derecha extrema ni los de la extrema derecha se parecen a sus conciudadanos. No hay nada más que verlos, que se ponen unos vaqueros, unos náuticos y se quitan la americana para cogen una manguera de la de regar geranios y se hacen veinte fotos y varios vídeos posando como si estuvieran apagando un incendio.
El pueblo es otra cosa y está perdiendo mucho, sobre todo en materia laboral. Hace unos días observé una bicicleta en plena noche por una carretera secundaria con unas luces y el color amarillo de un servicio de reparto de comida a domicilio. Seguramente el ciclista no era español y estaba atendiendo la libertad de un ciudadano sin ganas de cocinar, con la libertad que le da su bici y su situación de falso autónomo. Si tiene la desgracia de encontrarse en medio de un desastre natural, seguramente ayudará en todo lo que pueda, porque es pueblo, no súbdito del reino de España ni demagogo con manguera y deseos de mando.
Cuando la libertad es un cheque al portador ya no queda tiempo para la revolución
Los Olvidados de Loquillo y los Trogloditas
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