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Análisis
Al lado de China y Vietnam: Laos y el socialismo de mercado
Inserta en la región del Sudeste Asiático se encuentra Laos, antaño una parte constitutiva de los dominios imperialistas de Francia que vinieron a llamarse ‘Indochina’. Sus cerca de siete millones de nacionales habitan un territorio rodeado enteramente por otras naciones que le superan ampliamente en población, a saber: Myanmar, Tailandia, Camboya, Vietnam y China. Lo recóndito de su ubicación geográfica —ni siquiera tiene costa—, lo tímido de su demografía y la magnitud de algunos de sus vecinos ocultó al país del “millón de elefantes” para buena parte de la historiografía y la prensa mainstream.
De Laos se sabe, por lo general, entre nada y muy poco. Quizá en su propio beneficio, la prensa de las regiones más poderosas del mundo apenas posa sus ojos en el proceso político que está atravesando el país. En consecuencia, su gobierno no recibe los apelativos con los que “nuestros” medios se refieren habitualmente a estados como el cubano o el vietnamita. Tampoco de su población se habla como si fuese una suerte de masa acrítica “zombificada” y manipulada por la propaganda estatal, como suele hacerse —desde una perspectiva a menudo racista— con la ciudadanía china o norcoreana.
A Laos se le puede definir, en general, como “un estado socialista que está construyendo las bases materiales para el socialismo”, lo mismo que defienden los partidos comunistas de China y Vietnam. Según Estado y Partido en estos países, el pasado de violencia imperialista les sumió como nación en un estado de muy bajo desarrollo de las fuerzas productivas, socavando las posibilidades efectivas para la construcción del socialismo. En consecuencia, se plantea, es necesario un tiempo de desarrollo “tutelado” del capitalismo nacional bajo férreo dominio político del Partido Comunista (nombrado en Laos como Partido Popular Revolucionario —PPRL—). Esto, lejos de ser un dogma cerrado, da forma a buena parte de las discusiones dentro del país: ¿qué significa “desarrollo del capitalismo nacional”? ¿hasta dónde tiene sentido consentir la acumulación privada del capital? ¿cómo se defenderá el Estado frente al creciente poder de los capitalistas?
“Emprender reformas”, “movilizar recursos”, “crear condiciones” y “avanzar hacia el socialismo”. Esta es la hoja de ruta del socialismo con características laosianas.
Su Constitución especifica lo siguiente: “Durante [los años] desde que el país fue liberado, nuestro pueblo ha estado cumpliendo unificadamente las dos tareas estratégicas de defensa y construcción del país, en especial la de emprender reformas a fin de movilizar los recursos dentro de la nación para preservar la régimen democrático popular y crear las condiciones para avanzar hacia el socialismo”. “Emprender reformas”, “movilizar recursos”, “crear condiciones” y “avanzar hacia el socialismo”. Esta es la hoja de ruta del socialismo con características laosianas. Como todo proceso político, solo el tiempo juzgará cuánto de cierto había en esa estrategia.
Para comprender Laos, conviene echar un vistazo a los escritos de sus propios teóricos y dirigentes. En el caso del socialismo laosiano, considerar a Kaysone Phomvihane es necesario. Su pensamiento, una suerte de “marxismo-leninismo adaptado a las circunstancias laosianas” —al estilo de otras edificaciones teóricas como el denominado Pensamiento de Xi Jinping (China)— incorpora también elementos del dirigente vietnamita Ho Chi Minh. Phomvihane planteó, luego de la independencia del país y la destitución de la monarquía en 1975, que el país debía hacer frente a cinco prioridades anteriores a la edificación del socialismo, a saber: 1. “normalizar” la vida de la gente (en cuanto a comida, ropa y vivienda); 2. afianzar el poder del Partido (arraigar en las “zonas blancas” realistas); 3. establecer instituciones estatales y abolir las instituciones feudalistas y coloniales; 4. diseñar la gobernanza post bélica; 5. “construir” la nación e integrar a las minorías (en Laos conviven más de sesenta comunidades étnicas diferenciadas, de las que el grupo ‘Lao’ es el mayoritario con cerca de un 40% de la población).
Historia antiimperialista
El desarrollo teórico y político laosiano tiene que ver con su particular historia marcada por la resistencia armada a la violencia imperialista de Francia, Japón y Estados Unidos. Como en el caso de Vietnam, Francia ocupó durante décadas el territorio actual de Laos como parte de la llamada ‘Indochina francesa’. Hasta la década de los cincuenta, el país sufrió la ocupación violenta de los imperialismos francés y japonés. Posteriormente, Laos se vio inmersa en las avanzadas del imperialismo estadounidense sobre la región. La ‘Teoría del Dominó’ norteamericana, según la cual los estados socialistas “contagiarían” a sus vecinos, motivó su incursión en Vietnam. Si triunfaba el FNLV —Frente Nacional de Liberación de Vietnam—, el socialismo se extendería por la región, motivo por el cual la estrategia anticomunista debía apuntar también al Pathet Lao, la organización comunista laosiana aliada al Vietnam del Norte que postulaba la independencia total del país y la conformación del socialismo nacional.
La “Guerra Oculta” que sufrió el pueblo laosiano paralelamente a la —por todos conocida— invasión estadounidense de Vietnam merece mención aparte. Como en su vecino, los bombardeos y el Agente Naranja fueron parte de la cotidianeidad durante mucho tiempo
La “Guerra Oculta” que sufrió el pueblo laosiano paralelamente a la —por todos conocida— invasión estadounidense de Vietnam merece mención aparte. Como en su vecino, los bombardeos y el Agente Naranja fueron parte de la cotidianeidad durante mucho tiempo. Sobre este pequeño territorio fueron lanzadas más bombas que sobre la Alemania nazi. En un momento en el que el número de ciudadanos laosianos rondaba los tres millones, aproximadamente 50.000 perdieron la vida durante la guerra. Y, desde que la misma terminó en 1975, más de 20.000 han sufrido la misma suerte al explotar bombas que quedaron desperdigadas por el territorio nacional sin llegar a explotar en un primer momento.
Décadas de violencia externa legitiman el relato interno del PPRL y su mirada sobre el proceso como uno largo y que requiere de etapas contradictorias. Tras la lucha del Pathet Lao contra franceses, japoneses y estadounidense, el país se encontró falto de infraestructura industrial y, sobre todo, de una capa suficiente de intelectualidad obrera, ambos factores clave para el socialismo en aquellos países que abandonan bruscamente la dominación imperialista.
Sin duda, para un país tan pequeño, contar con una densa amistad política con China y, ante todo, con Vietnam, fue y es crucial. Luego de la liberación, Vietnam ayudó a Laos en lo referente a la infraestructura, pues la escasez de ingenieros dificultaba enormemente alcanzar los objetivos inmediatos. En compensación, Laos facilitaba alimentos, ropa y medicinas al vecino, inmerso en un cruel bloqueo del bloque capitalista. Esta relación colaborativa hunde sus raíces en la época misma del dominio francés, en la que los comunistas laosianos militaban junto a los vietnamitas en el Partido Comunista de Indochina. En nuestros días, este vínculo persiste. Véase, por ejemplo, cómo la falta de costa del país es parcialmente compensada por proyectos conjuntos como el Puerto Internacional de Vung Ang (en suelo vietnamita pero que pertenece en un 60% al Estado laosiano). Por su parte, China ha ayudado financiera y logísticamente en proyectos como el del tren que conecta la ciudad laosiana de Vientián con la provincia china de Yunnan, clave para el que es el único país sin salida al mar de todo el Sudeste asiático.
¿”Economía de mercado orientada al socialismo”?
“Socialismo de mercado”, “orientación al socialismo”, “las bases materiales del socialismo”, “marxismo-leninismo con características laosianas, chinas, vietnamitas…” Existen múltiples formas para denominar lo que algunos países regidos por la forma política del unipartidismo socialista están llevando a cabo en el plano del desarrollo económico. En Laos, conviven tendencias que a priori podrían parecer profundamente contradictorias pero que, al menos dentro del país, se explican bajo un plan supuestamente largoplacista de un Estado que, por su propia configuración política, puede esperar un considerable grado de continuidad con el paso del tiempo y un control efectivo sobre los grandes acumuladores de capital.
A fines de los años ochenta, el país se abrió a la inversión extranjera y al comercio con el mundo capitalista. Desde entonces, el PIB nacional ha crecido en cotas de entre el 4 y el 8%. La inversión privada extranjera y el fomento del desarrollo del capitalismo nacional queda supeditado al consentimiento del vínculo entre Partido-Estado. Con Tailandia, China y Laos como principales socios comerciales, Laos se proyecta hacia el exterior como una economía en vías de desarrollo receptiva de capitales extranjeros (públicos y privados) siempre y cuando acepten jugar bajo las normas particulares del socialismo laosiano.
El socialismo laosiano, por su presencia en el sistema capitalista, afronta grandes contradicciones en la relación entre el Partido y la economía. El sector financiero, si bien reserva un papel importante a varias instituciones estatales, consiente la presencia de importantes grupos privados extranjeros
En Laos, un amplio porcentaje de la población trabajadora se dedica a tareas agrarias, lo que confiere a la cuestión de la tierra una importancia todavía más grande que la que, de manera intrínseca, le corresponde habitualmente al asunto en los países socialistas. Dado que la producción primaria es la más inmediata tarea que enfrenta una nación periférica a la hora de asegurar su soberanía alimentaria y productiva, y dado que el marxismo piensa las grietas de clase en términos internacionales, los partidos comunistas que gobiernan en regiones antaño colonizadas imponen gran importancia a la gestión de la propiedad de la tierra. Desde que el PPRL se hiciese con el poder estatal, el suelo ha sido de propiedad pública sin posibilidad de venta; sí se consiente, previa autorización del Estado, el arrendamiento por particulares, fundamentalmente pequeños campesinos del país.
El socialismo laosiano, por su presencia en el sistema capitalista, afronta grandes contradicciones en la relación entre el Partido y la economía. El sector financiero, si bien reserva un papel importante a varias instituciones estatales, consiente la presencia de importantes grupos privados extranjeros con los que, inevitablemente, tiene que jugar a un equilibrio complejo. Por otro lado, las Zonas Económicas Especiales (ZEE), existentes también en China o Corea del Norte, facilitan la entrada de inversión extranjera a costa de beneficios fiscales, aunque aseguran, al ser designadas por el Estado, un considerable control de los recursos económicos que a través de ellas entran al país.
A modo de resumen, Laos combina varias características que lo hacen especial: en primer lugar, se trata de un país pequeño geográfica y demográficamente en medio de una de las regiones más densamente pobladas del planeta y con vecinos de la talla de China, Tailandia y Vietnam; en segundo lugar, es uno de los ejemplos internacionales de aquellos “socialismos de mercado”, “economías de mercado orientadas al socialismo”, “marxismos-leninismos con características X”, etc. que todavía tienen que pasar el examen de la historia. Además, la profunda diversidad étnica del país abre un nuevo capítulo en lo que al vínculo entre el socialismo, los Estados y la superación de las brechas identitarias refiere.
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No sé por qué se usa un tono tan conciliador con una dictadura de partido único. O se acompaña el pluralismo económico de asambleralismo y cooperativismo local y en los centros de producción o se abren cauces al pluralismo político y sindical. Solo hay democracia en el anarquismo o en la socialdemocracia nórdica. La dictadura del proletariado es algo menos criminal que la dictadura capitalista, pero sigue siendo dictadura.
Muy interesante, muchas gracias. Creo que en estos momentos previos al colapso, un país como Laos puede, al menos, pensar cómo adaptarse a los cambios que vamos a ver en los próximos años. Tanto se ha demonizado la planificación que se nos olvida que es posible y deseable. Y la propiedad pública de la tierra, esencial. Gracias.