Análisis
La oposición turca pierde su gran oportunidad

Erdogan y su AKP probablemente nunca habían sido más débiles que en el período previo a estas recientes elecciones parlamentarias y presidenciales. En consecuencia, la oposición tiene amplios motivos para creer que ha perdido una oportunidad incomparable.

@MarcMartorell3

17 jun 2023 06:00

Recep Tayyip Erdogan ganó las elecciones en Turquía. Otra vez. En el poder durante dos décadas, primero como primer ministro y luego como presidente, Erdogan y su Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) consiguieron una victoria relativamente cómoda sobre Kemal Kiliçdaroglu en la segunda vuelta electoral celebrada el 28 de mayo. Kiliçdaroglu, el líder del Partido Popular Republicano (CHP), una fuerza nacionalista de centroizquierda que lidera la oposición, contó con el apoyo de la llamada “Mesa de los Seis”. Esta plataforma de oposición nació después de que el CHP uniera esfuerzos con el partido de derecha nacionalista IYI Parti y cuatro fuerzas políticas más pequeñas. Kiliçdaroglu obtuvo el 47,8% de los votos en la segunda vuelta, más de cuatro puntos porcentuales por debajo de Erdogan y su 52,2% de apoyo.

Erdogan acudió a las urnas en un momento muy complicado para él y su partido, pero explotó las ventajas de su cargo presidencial y se benefició de los numerosos errores estratégicos de la oposición. Turquía se encuentra en una profunda crisis económica que, según la mayoría de los analistas, se ha visto agravada por las políticas económicas poco ortodoxas de Erdogan y su ola de gastos antes de las elecciones. Los meses previos a la contienda electoral también estuvieron marcados por el terremoto que sacudió el sureste de Turquía y el norte de Siria, dejando más de 50.000 muertos únicamente en el lado turco de la frontera. Después del desastre natural, varios reportajes mostraron que los bajos estándares de construcción tolerados por las autoridades locales y el gobierno turco resultaron en muertes evitables.

Erdogan y su AKP, partido islamista de centroderecha, han trabajado a lo largo de los años para crear un entorno institucional y mediático que facilite sus repetidos éxitos electorales. Según una misión de observación de las elecciones presidenciales turcas llevada a cabo por la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), “la cobertura mediática sesgada y la falta de igualdad de condiciones dieron una ventaja injustificada al titular del cargo”. A pesar de la desigualdad inicial de condiciones, los errores estratégicos de la oposición también deben ser tomados en consideración para entender por qué no logró derrocar a Erdogan en su momento de máxima debilidad. Distintos analistas han señalado que los planes de Kiliçdaroglu de asignar cargos de vicepresidente a los diferentes líderes de los partidos de la coalición opositora fueron contraproducentes. Según esta línea de argumentación, la propuesta de crear vicepresidencias compartidas envió un mensaje confuso a la población turca sobre quién estaría al mando si ganaba la oposición. El contraste con la plataforma personalista de Erdogan fue ciertamente remarcable. Aun así, el liderazgo colectivo de la plataforma de la oposición podría haber demostrado ser una fortaleza en lugar de una debilidad si se hubiera gestionado más hábilmente.

Diferentes encuestas mostraron que Ekrem Imamoglu y Mansur Yavas, compañeros de partido de Kiliçdaroglu y alcaldes de Estambul y Ankara respectivamente, eran mucho más populares que el hombre que finalmente se enfrentaría a Erdogan

Por contra, desde mucho antes de que comenzara la campaña electoral, resultaba evidente que Kiliçdaroglu no era el mejor candidato presidencial para la oposición. Diferentes encuestas a lo largo de 2022 y 2023 mostraron que Ekrem Imamoglu y Mansur Yavas, compañeros de partido de Kiliçdaroglu y alcaldes de Estambul y Ankara respectivamente, eran mucho más populares que el hombre que finalmente se enfrentaría a Erdogan. En diciembre de 2022, una sentencia judicial inhabilitó a Imamoglu para la actividad política (aunque temporalmente ha podido permanecer en el cargo de alcalde mientras apelaba la decisión) por referirse a los miembros del consejo electoral supremo turco como “estúpidos”. Las acusaciones de Imamoglu se produjeron después de que los miembros del consejo electoral forzaran la repetición de las elecciones locales de 2019 en Estambul, una repetición que Imamoglu acabó ganando por un margen más amplio. Los problemas legales de Imamoglu afectaron claramente sus posibilidades de postularse para presidente, pero Yavas no tenía ningún impedimento evidente.

Si Erdogan fue la personificación de la victoria, en términos discursivos el triunfo fue para las posiciones antiinmigración. De hecho, la razón por la que Erdogan no ganó las elecciones en la primera vuelta, en contra de los precedentes de 2014 y 2018, fue el inesperado éxito electoral del ultranacionalista Sinan Ogan, que obtuvo el 5,2% de los votos. La campaña de Ogan giró en gran medida en torno a sus promesas de devolver a Siria a los refugiados sirios que viven en Turquía. Según el gobierno turco, 3,7 millones de refugiados sirios, sobre un total de 5,5 millones de extranjeros, viven en el país. Ogan encontró terreno fértil en un país que ha visto el surgimiento de asaltos mortales a refugiados e inmigrantes durante los últimos años. En una encuesta reciente, el 88,5% de los turcos manifestaron querer que los refugiados sirios regresen a su país.

La segunda vuelta casi se había convertido en una mera formalidad tras los resultados de la primera vuelta: el 49,5% de los votos fue para Erdogan y el 44,9% para Kiliçdaroglu, situando al presidente turco a medio punto de la reelección. La participación impresionantemente alta, del 87,4%, dejaba pocas opciones a la oposición para movilizar nuevos votantes. Para complicar aún más las cosas, después de la primera vuelta la oposición perdió unos días claves envuelta en recriminaciones y la elaboración de una nueva estrategia para la segunda vuelta. La desesperación de la oposición tenía su origen en las altas expectativas generadas por la mayoría de las encuestas preelectorales, que sugerían que Kiliçdaroglu llegaría en primera posición a la segunda vuelta.

Una vez la oposición asumió su precaria situación, se lanzó a perseguir los votantes de Ogan en la primera vuelta para tener una remota oportunidad en la segunda. Ogan, no obstante, ofreció su apoyo a Erdogan. La oposición tuvo que contentarse con el espaldarazo de Umit Ozdag, el líder del ultraderechista Partido de la Victoria, que había respaldado la candidatura de Ogan en la primera vuelta. Durante las dos semanas entre la primera y la segunda vuelta, Kiliçdaroglu intensificó sus mensajes contra los refugiados. Seis días antes de la segunda ronda, en un mitin en la provincia de Hatay, que limita con Siria, Kiliçdaroglu exhortó a su audiencia a “tomar una decisión antes de que los refugiados tomen el control del país”.

Seis días antes de la segunda vuelta, en un mitin en la provincia de Hatay, que limita con Siria, Kiliçdaroglu exhortó a su audiencia a “tomar una decisión antes de que los refugiados tomen el control del país”

La hoja de ruta para ganar el voto de Ogan no fue un completo fracaso, pero la oposición necesitaba alrededor del 90% de sus votos para ganar las elecciones en caso de que la participación se mantuviera constante. Y la participación cayó un 3,1 % en la segunda vuelta, alejando aún más si cabe una eventual victoria. Con un menor número de sufragios, la cantidad de votos que Erdogan necesitaba para superar la marca del 50% en la segunda vuelta decrecía. De hecho, los 27,13 millones de votos que recibió Erdogan en la primera vuelta habrían sido suficientes para ganar la segunda vuelta con más del 51% de los votos válidos.

Tres provincias ilustran el éxito limitado de la oposición a la hora de ganarse a los votantes de Ogan. Tanto en Kayseri, en el centro de Anatolia, como en Bilecik, en el oeste del país, Ogan recibió más del 8% de los votos, muy por encima de la media nacional del 5,2%. En la segunda ronda, la proporción de votos para Kiliçdaroglu aumentó al mismo ritmo que la de Erdogan en Kayseri, mientras que las ganancias de Kiliçdaroglu en Bilecik fueron solo un poco mayores que las del presidente. Algo similar ocurrió en Bursa, la cuarta provincia más poblada del país. En esta región occidental, Ogan recibió el 7,4% de los votos en la primera vuelta. En la segunda vuelta, el porcentaje de votos de Kiliçdaroglu aumentó un 4,5% y el de Erdogan un 3%.

La oposición tuvo más éxito en Estambul y Ankara, donde su margen de ventaja se duplicó, pero las diferencias de votos en las grandes metrópolis siguieron siendo demasiado pequeñas para compensar las abrumadoras victorias de Erdogan en Anatolia Central y la región del Mar Negro. Además, el apoyo del Partido de la Victoria de Ozdag a la oposición demostró tener consecuencias negativas en las áreas de mayoría kurda de Turquía. Esto es algo que varios analistas habían predicho dadas las fuertes opiniones anti-kurdas del Partido de la Victoria. En Diyarbakır, Van y Mardin, las provincias kurdas con mayor población ganadas por Kiliçdaroglu en la primera vuelta, el candidato de la oposición perdió entre el 0,3 y el 1% de los votos en la segunda vuelta. La caída en la tasa de participación en estas tres provincias fue considerablemente superior al promedio nacional de 3,1%, lo que sugiere que la oposición no logró volver a movilizar a algunos de los votantes que habían votado previamente por Kiliçdaroglu.

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Parte del problema de Kiliçdaroglu fue que la mayor parte del apoyo que recibió en las áreas kurdas en la primera ronda consistió en voto prestado. La primera vuelta de las elecciones presidenciales se llevó a cabo junto con las elecciones parlamentarias, que la oposición perdió ante el AKP y su aliado ultranacionalista, el Partido del Movimiento Nacionalista (MHP). El Partido Democrático de los Pueblos (HDP), pro-kurdo y de izquierda, pidió a sus partidarios que respaldaran a Kiliçdaroglu en las elecciones presidenciales, renunciando a presentar su propio candidato. En las elecciones parlamentarias, sin embargo, el HDP presentó a sus candidatos bajo el paraguas del Partido de la Izquierda Verde (YSP), que obtuvo cerca del 9% de los votos y fue la primera fuerza política en 13 provincias del sureste. Es razonable suponer que un número significativo de votantes kurdos que habían votado a Kiliçdaroglu y al YSP en la primera ronda decidieron quedarse en casa cuando llegó la segunda vuelta, especialmente considerando el acercamiento de Kiliçdaroglu al anti-kurdo Partido de la Victoria.

Erdogan y su AKP probablemente nunca habían sido más débiles que en el período previo a estas recientes elecciones parlamentarias y presidenciales. En consecuencia, la oposición tiene amplios motivos para creer que ha perdido una oportunidad incomparable. Bajo el nuevo sistema presidencial, que incluye un límite constitucional de dos mandatos, Erdogan no puede volver a postularse como presidente en 2028. Aun así, las dificultades para la oposición derivadas de “la falta de igualdad de condiciones” que detalla el informe de la OSCE serán muy probablemente mayores en 2028 considerando el progresivo deterioro institucional. Teniendo en cuenta los resultados de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en las grandes ciudades, el CHP está en una buena posición para mantener las alcaldías de Estambul y Ankara en las elecciones locales de 2024. Pero incluso si las buenas perspectivas para la oposición se materializan, estas victorias tendrán un sabor agridulce restando aún cuatro años más para las próximas elecciones presidenciales y parlamentarias.

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