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Análisis
La resistencia amazigh en Melilla: un capítulo olvidado de los años 80
En España de los 80 hubo un movimiento social surgido de la marginalización y el abandono legal por la Ley de Extranjería de 1985. Este colectivo, de origen amazigh y por lo tanto, autóctono, comenzó una lucha social hasta ese momento inédita en España. Luchó contra el olvido de un gobierno y una sociedad que no los tuvo en cuenta a la hora de aprobar la primera ley de extranjería tras la dictadura franquista.
Causas
En enero de 1985, España, preparada para dejar la transición y dar el paso a una nueva etapa con la entrada en la entonces Comunidad Económica Europea (actual Unión Europea), presenta un proyecto de ley de extranjería. Esta propuesta de ley no tenía en cuenta a los habitantes de Ceuta y Melilla de origen rifeño, y por lo tanto autóctonos. Estos habían sido marginalizados durante el franquismo al no concederles la nacionalidad española. No existía la ley de extranjería, por lo que convivían en las ciudades con un documento que acreditaba su residencia. Este documento no otorgaba ningún derecho al ciudadano que lo poseía, por lo que se le conocía como “Chapa de perro”.
Esta marginalización se vio agravada con la nueva normativa de extranjería que expulsaría a miles de ciudadanos ceutíes y melillenses de sus hogares: La población de habitantes de Ceuta y Melilla de origen amazigh era del 83,6% y 82,5% respectivamente). La nueva ley tenía en cuenta a iberoamericanos, portugueses, filipinos, andorranos, ecuatorianos, sefardíes y los originarios de Gibraltar a la hora de dar un trato preferencial (sin mención ninguna a los habitantes del Protectorado Español de Marruecos o al Sahara Español), pero olvidaba a los habitantes de las dos ciudades norteafricanas, categorizándolos como parias en su propia ciudad.
La marginalización de la población amazigh o musulmana en Ceuta y Melilla, a la que se le sumaba la posibilidad de expulsión, dio lugar a un levantamiento social que tuvo eco en ambas ciudades
Aomar Duddu y el Movimiento Cívico Melillense
La excesiva marginalización de la población amazigh o musulmana en las ciudades de Ceuta y Melilla, a la cual además de la marginalización se le sumaba la posibilidad de expulsión, dio lugar a un levantamiento social que tuvo eco en ambas ciudades. En la ciudad de Melilla, el liderazgo de Aomar Duddu se hizo palpable desde el inicio.
Aomar Duddu, un activista melillense de origen amazigh, se convirtió en la voz y el rostro de un movimiento que exigía justicia y reconocimiento. Con el anuncio de la nueva ley de extranjería, Duddu publicó un artículo en el diario El País en 1985 titulado “Legalizar Melilla”. Este artículo puede ser considerado como la primera denuncia oficial por parte del colectivo amazigh y musulmán de la ciudad. Duddu expuso la discriminación y la falta de derechos que sufrían los habitantes amazigh de Melilla, llamando la atención a nivel nacional sobre una problemática que había sido ignorada durante años.
El artículo destapaba la realidad que se vivía en la ciudad de Melilla, una realidad en la que la miseria y la corrupción eran generalizadas y la convivencia en Melilla no era más que una situación de tolerancia pero sin verdadera integración. Este artículo posicionó a Aomar Duddu como líder del movimiento, que tuvo su afirmación en la manifestación en Melilla el 23 de noviembre de 1985 en la que participaron más de 20.000 personas, siendo además la primera manifestación en la ciudad tras la dictadura. La manifestación marcó un hito, pues por primera vez los ciudadanos marginalizados se hicieron con el espacio público, demostrando una fuerza colectiva que no podía ser ignorada.
Duddu y el Movimiento Cívico Melillense se organizaron en comités de barrio y asociaciones de vecinos, que funcionaban como plataformas de movilización y protesta
Duddu y el Movimiento Cívico Melillense se organizaron en comités de barrio y asociaciones de vecinos, que funcionaban como plataformas de movilización y protesta. Estos comités no solo buscaban reivindicar derechos, sino también proporcionar apoyo mutuo y asistencia a los afectados por la ley de extranjería. La solidaridad y el sentido de comunidad fueron pilares fundamentales del movimiento.
Las manifestaciones y las protestas no fueron siempre pacíficas. La ciudad de Melilla vivía en una tensión creciente. Las manifestaciones ahora se daban de grupos de melillenses de ultraderecha que desafiaban a la autoridad de la ciudad. Los partidos políticos de la ciudad organizaban contramanifestaciones en favor de la ley de extranjería. Incluso la policía frustró un atentado terrorista por parte de un grupo ultra contra la sede de la Delegación de Gobierno en agosto de 1986. La población amazigh no cesaba en su lucha, con huelgas de hambre, protestas constantes y una presión continua que mantenía a la ciudad en una constante agitación.
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Además de la organización de protestas, Aomar Duddu y otros líderes del movimiento se implicaron en el ámbito legal, presentando recursos y demandas ante los tribunales españoles y europeos. Su objetivo era demostrar la inconstitucionalidad de la ley de extranjería y la discriminación sistemática que sufrían los ciudadanos amazigh. Este esfuerzo jurídico fue complementado con una intensa campaña mediática, en la que se buscaba sensibilizar a la opinión pública y obtener el apoyo de otros movimientos sociales y políticos en España.
La resistencia no se limitó a Melilla. En Ceuta, la comunidad amazight también organizó manifestaciones y acciones de protesta. Los líderes de ambos movimientos colaboraron estrechamente, compartiendo estrategias y recursos. La coordinación entre las dos ciudades fue crucial para mantener la presión sobre el gobierno central y lograr visibilidad en los medios de comunicación.
La lucha encabezada por líderes como Aomar Duddu no solo significó una resistencia contra la marginalización legal y social, sino que también inspiró a otros colectivos en España a alzar su voz
A pesar de la represión y la oposición, el movimiento Civico Melillense logró poner en el foco nacional la situación de los ciudadanos amazigh en Ceuta y Melilla. La presión social y las protestas continuas llevaron a un reconocimiento gradual de sus derechos y a un cambio en la percepción pública. La lucha encabezada por líderes como Aomar Duddu no solo significó una resistencia contra la marginalización legal y social, sino que también inspiró a otros colectivos marginalizados en España a alzar su voz.
Aomar Duddu continuó su activismo más allá de los años ochenta, convirtiéndose en una figura clave en la defensa de los derechos humanos en Melilla. Su legado perdura, no solo en las mejoras legislativas que se lograron, sino también en el fortalecimiento del tejido social y comunitario de la ciudad. Su ejemplo ha inspirado a nuevas generaciones de activistas a seguir luchando por la igualdad y la justicia.
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Consecuencias y legado
Sin embargo, el movimiento no ha recibido el mismo reconocimiento histórico que otros movimientos sociales de los años 80 en España. Mientras que las movilizaciones estudiantiles, las huelgas sindicales y las reivindicaciones feministas han sido ampliamente documentadas y celebradas como hitos en la lucha por los derechos civiles y sociales, la lucha del pueblo amazigh en Ceuta y Melilla ha permanecido en gran medida en el olvido. Movimientos como el de los mineros en Asturias o las manifestaciones por los derechos de las mujeres durante la Transición son recordados y honrados por su impacto en la sociedad española, pero la resistencia de los “Chapa de perro” no ha recibido la misma atención en la historiografía oficial.
Recordar el movimiento Cívico Melillense es esencial para comprender la diversidad y complejidad de la lucha por los derechos civiles en España. Al igual que los movimientos que buscaban la democratización del país y la igualdad de género, la lucha de los amazigh en Melilla y Ceuta es un testimonio del esfuerzo colectivo por una sociedad más justa e inclusiva. Es fundamental que este movimiento social sea reconocido y recordado como parte integral de la historia de la lucha por los derechos en España, asegurando que las contribuciones y sacrificios de sus participantes no sean olvidados.