Opinión
Así no, Manuela: Ahora Madrid y los futuros del municipalismo en Madrid
El anuncio de Manuela Carmena de presentarse a la reelección con una plataforma de notables y una corte homogénea escogida por ella misma liquida la esencia de las candidaturas de unidad popular y da carpetazo al proceso de Ahora Madrid como alternativa al bipartidismo y al régimen del 78.

El 24 de noviembre de 2014 se presentaba en el Círculo de Bellas Artes Ganemos Madrid, la plataforma municipalista que daría vida, junto a Podemos, a la futura candidatura del cambio para la ciudad de Madrid. Aquel día se reservó una sala con capacidad para poco más de 600 personas, sin embargo, acudieron más de 1.500.
Pocos días después Ganemos Madrid lograba 30.000 firmas de apoyo a su proyecto municipalista. Con ello nacía una corriente de ilusión política inédita desde hacía décadas y que nos permitió en Madrid en 2015 duplicar los resultados de IU en 2011 y superar a los votos obtenidos por el PCE en 1979. Un desborde popular que se llevó por delante al partido más corrupto de Europa.
La gran novedad de aquel movimiento fue su capacidad de movilizar a muchas personas que —empujadas por los movimientos posteriores al 15M—, creían necesario proyectar sobre las instituciones el proceso de radicalización democrática que ya se había vivido en las calles. De hecho, el gran avance de Ganemos Madrid fue su capacidad para diseñar colectivamente, expresando la perspectiva de aquellos movimientos, aspectos fundamentales de la futura candidatura de Ahora Madrid. Pluralidad, democracia de base y valentía para soñar con un proyecto político diseñado para revertir las profundas desigualdades de nuestra ciudad, dándole la vuelta a un largo ciclo de políticas neoliberales (Madrid Olímpico, Madrid Calle 30, la venta de viviendas a fondos buitre).
Aquella república municipalista que quiso federar sensibilidades políticas diversas y los movimientos que impulsaron la existencia de Ahora Madrid han sido sustituidos por una suerte de monarquía municipalista
El objetivo era claro, abrir un proceso de empoderamiento colectivo que tuviese en sus filas a sectores muy diversos de la sociedad madrileña: desde aquellos con experiencia institucional previa hasta otras muchas otras sensibilidades vinculadas a diversos movimientos sociales de la ciudad. Sin embargo, la denominada unidad popular, esto es, la capacidad que se tuvo de ilusionar entre sectores organizados y distintas redes sociales de la ciudad, fue solo una parte pequeña de su éxito.
La verdadera columna vertebral de la propuesta fue su habilidad para captar, como también lo hicieron otras muchas candidaturas municipalistas, el sentido común de una nueva época recogiendo la herencia del 15M y las mareas. En primer lugar, un marco político novedoso porque se hacía desde referentes históricamente al margen del tradicional sistema de partidos. En segundo lugar, porque se impulsaba desde una nueva ética política de la transparencia y la participación y, en tercer lugar, como característica fundamental del movimiento municipalista, porque se lanzaba desde procesos democráticos y colectivos que defendían la importancia de construirse como organizaciones político-sociales fuertes para las cuales la representación política sería un mandato colectivo, partiendo de las enseñanzas zapatistas del mandar obedeciendo.
Ahora Madrid quedó diluido y se transformó en un mero aparataje institucional. Así se empezó a caminar sin ningún tipo de proceso colectivo que lo respaldara y que controlara su camino
Aquellos principios quedaron reflejados en mayo de 2015 en una serie de documentos y códigos que firmaron todas las personas que se presentarían a las elecciones municipales. Un código ético que comprometiese nuestra forma de actuar, otro código económico que obligase a donar parte de nuestro sueldo a proyectos sociales y un compromiso por escrito con el cumplimiento de nuestro programa. Elementos —como todos bien sabemos— que no se han cumplido en estos años en lo que tiene que ver con las donaciones y, sobre todo, en lo que tiene que ver con aspectos fundamentales del programa, aquel que todos los candidatos y candidatas firmaron y que se comprometieron a desarrollar.
El Carmenazo
Sin embargo, una vez ganadas las elecciones, el Ayuntamiento del cambio se desligó del movimiento que lo impulsó. Cualquier idea de democracia interna, de control entre las partes o de rendición de cuentas —aquello que fue constitutivo de la candidatura de Ahora Madrid—, pasó desde ese momento a ser pura historia.Ahora Madrid quedó diluido y se transformó en un mero aparataje institucional. Así se empezó a caminar sin ningún tipo de proceso colectivo que lo respaldara y —peor aún—, que controlara su camino, algo que ha tenido graves consecuencias sobre el conjunto del proyecto.
Una buena parte de los tejidos vivos de nuestra ciudad, aquellos que impulsaron el proceso de Ahora Madrid, se han ido alejando cada vez más de políticas municipales esenciales de nuestro programa
Con ello nos queda una lección fundamental sobre lo que significa la política institucional y los mecanismos colectivos de control político. El principal, que el poder, si no se controla, si no cuenta con mecanismos colectivos de contrapoder, tiende a capitalizarse en manos de los representantes políticos.
En Madrid el resultado final ha sido determinante, aquella república municipalista que quiso federar sensibilidades políticas diversas y los movimientos que impulsaron la existencia de Ahora Madrid han sido sustituidos por una suerte de monarquía municipalista, corte versallesca incluida.
El resultado ha sido que una buena parte de los tejidos vivos de nuestra ciudad, aquellos que impulsaron el proceso de Ahora Madrid, se han ido alejando cada vez más de políticas municipales esenciales de nuestro programa. Movimientos vecinales, ecologistas, sindicales y por el derecho a la vivienda han sido especialmente críticos con líneas centrales de nuestro mandato, algo que al menos hubiese merecido una mínima reflexión colectiva.
Un programa municipalista para Madrid
En este mes de septiembre de 2018 nos encontramos en un momento decisivo. Manuela Carmena acaba de anunciar que se presenta a la reelección, pero no ya con Ahora Madrid ni con un sistema de primarias abierto y proporcional, sino con una plataforma de notables y una corte homogénea escogida por ella misma. Anuncia también que abre la puerta a una alianza de “fuerzas progresistas” incluso se tiende la mano a la integración del PSOE en ese equipo de “los mejores”. Liquida así de un plumazo la esencia de las candidaturas de unidad popular, da carpetazo al proceso de Ahora Madrid como alternativa al bipartidismo y al régimen del 78.El cambio es notable. La misma persona pero un contenido radicalmente distinto. Nada que ver con un proceso de construcción colectiva, sino una selección desde la cúspide de un grupo de afines. Entre las bases sorpresa y estupefacción. Nadie ha sido informado de este proceso, sin embargo, en los últimos meses los despachos están echando humo.
Es necesario reconstruir un proceso municipalista que mire de frente a la escalada de derechización que viven nuestras ciudades
Apagada la luz y despedidos los taquígrafos del cambio, aún no sabemos cuál es el proyecto que Manuela tiene en su mente para la ciudad de Madrid. Sí sabemos que no será un proceso de larga duración y madurado en colectivo como el 2014 y 2015, algo central para afrontarlo en una dimensión colectiva y organizativa de base. Tampoco sabemos las prioridades y las políticas en las que se pretenden enraizar esas propuestas, esas transformaciones que nuestra ciudad necesita y que tantos movimientos no paran de exigir.
Lo que debe quedar claro es que esa propuesta no puede articularse en torno a un modelo de ciudad al servicio de la especulación inmobiliaria y financiera. Un hecho que hace crucial la paralización de la Operación Chamartín. Tampoco puede ser una ciudad en la que se hace imposible disponer de una vivienda, se precisa por consiguiente de un programa y un discurso audaces sobre vivienda pública que en la actual legislatura ha sido imposible abordar. Tampoco podemos seguir teniendo una administración que entrega los servicios públicos a las empresas privadas en una cadena infinita de contrataciones.
Siga existiendo o no Ahora Madrid, las personas que nos comprometimos con este proyecto municipalista seguimos pensando que es el mejor proyecto para la ciudad
Así, reformar el régimen interno del Ayuntamiento y convertirlo en una administración eficiente es una de las tareas prioritarias. Con ello, la remunicipalización con subrogación del personal de los servicios públicos se convierte en una necesidad para defender los intereses municipales, del personal de esas empresas y de los vecinos y vecinas de Madrid.
Siga existiendo o no Ahora Madrid, las personas que nos comprometimos con este proyecto municipalista seguimos pensando que es el mejor proyecto para la ciudad, aquel que hace vigentes las demandas del 15M. Por ello, seguiremos defendiéndolo “con mil pies en las calles y uno en las instituciones”.
De la misma forma, los sectores más dinámicos del tejido político y social de nuestra ciudad, aquellos movimientos sociales que hicieron posible el desborde popular, que nutrieron con sus análisis y propuestas el programa electoral de Ahora Madrid, no pueden quedarse fuera de los procesos políticos en curso. Sin ese empuje y sin esa voz, las municipales del 2019 podrían quedarse cojas y devolver a una parte del electorado a la abstención. Un hecho que hace necesario reconstruir un proceso municipalista que mire de frente a la escalada de derechización que viven nuestras ciudades.
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