Opinión
Esperanza se pronuncia CSOA La Muela
A principios de los años 90 del siglo pasado, tan lejos y a la vez tan cerca, un puñado de gente, con ideas en la cabeza, okuparon un local abandonado en la calle Ríos Verdes de Cáceres, la calle que toma el nombre del río subterráneo que atraviesa parte de la ciudad.
En poco tiempo, aquel local, que pasó a convertirse en El Lokal Ríos Verdes y que antes era un picadero de caballo, se transformó en un centro social autogestionado, con diversos espacios donde realizar proyectos que la otra cultura, la oficial y subvencionada, no admitía en sus lugares de la movida y demás popurrí, donde a lo más que se aspiraba era a ser un bote de colón y salir anunciado en la televisión.
A pesar de que el lokal era de propiedad privada y los propietarios ni tan siquiera se quejaron, tanto Ayuntamiento como bancos y otras empresas de la piratería instaron a los dueños para que echaran a los okupas, dado que su actividad resultaba ya demasiado visible y ponía en evidencia la especulación de constructoras, inmobiliarias y otras sabandijas del negocio. El desalojo no tardó en ejecutarse, pero algo quedó sembrado.
Hoy día el CSOA La Muela de Cáceres y el CSOA La Algarroba Negra de Badajoz son ejemplos de dignidad y conciencia. Su labor trasciende lo que establece el papel mojado de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en su artículo 25, cuando dice que toda persona tiene derecho a un nivel de vida digno, lo que incluye alimentación, vivienda, blablablá. Con sus acciones desahuciaron el abandono y la miseria de espacios que han transformado en lugares abiertos, con vida propia y compartida, foco de esperanza en un mundo que se ahoga en la feria del capitalismo. Ahora, el Ayuntamiento de Cáceres quiere desahuciar al CSOA La Muela, por razones que van más allá de la defensa de la propiedad municipal.
Lo que teme el Ayuntamiento y sus secuaces es que se prodiguen conductas que abogan por la autogestión, el apoyo mutuo, el colectivismo, la comunión con la naturaleza y la creencia en el ser humano por encima de lo que tiene o de lo que vale para el mercado. La Muela o La Algarroba Negra no se ajustan a un modelo social que institucionaliza las jerarquías, la diferencia de clases económicas, la cultura dirigida. Para que vaya bien el negocio en todas sus vertientes ―guerra, trabajo, educación, techo, consumo, sanidad, etc.― es necesario criminalizar estas acciones, que resultan además un pingüe negocio para las aseguradoras.
Hay que dar escarmiento, porque el Capital lo manda. Aunque con ello se destruya la vida y la esperanza.
Amech Zeravla.
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