China
Por qué es importante entender al Partido Comunista chino, a su proyecto y a Tiktok

Para entender China hay que analizar el modelo de desarrollo chino y ello requiere comprender al Partido Comunista Chino y su relación con el pueblo chino y su tradición. Sin esta comprensión resulta difícil tomar dimensión de la importancia que tiene el caso Tiktok.
Tik tok Estados Unidos
Mike Pompeo, secretario de Estado de EE UU, es interrogado sobre la prohibición de Tiktok durante una entrevista.

Zhonghua Minzu dao liao zui wei xian de shi hou”. “La nación china enfrenta su mayor peligro”, reza el himno de la Nación del centro. De los grandes cantos patrióticos pueden extraerse referencias interesantes para comprender las naciones, sus mitos constitutivos y sus figuras épicas. Zhongua Minzu se traduce del mandarín como “nación china”. Este dato, aunque pueda no suscitar un especial interés en el campo de la filología y la lingüística, lo cierto es que a escala política, cultural y en el campo de lo identitario rebosa importancia.

Zhonghua Minzu explica la nación china en términos de nostalgia imperial. Tomando como referencia lo acontecido siglos atrás, el concepto evoca una idea de país que va más allá de la etnia han y de las fronteras nacionales en vigor. Un ejemplo claro es el esfuerzo de una parte de la historiografía china en incorporar a Goguryeo, figura mítica coreana, como un sujeto más de la historia nacional china. Bien sea como una explícita voluntad de cubrir parte o la totalidad del Asia Oriental bajo el manto de la bandera roja de cinco estrellas, bien sea como una actitud paternalista con Corea, Japón, Mongolia y las “comunidades secundarias” del interior del Estado, la realidad es que el Partido Comunista Chino (PCCh) convenía —y conviene— con el Kuomintang en que China es algo más que lo que marcan sus fronteras.

Ocurre que, como plantea Eric Hobsbawm en Nación, naciones y nacionalismo desde 1780 (Crítica, 2013), “la nación moderna [...] difiere en tamaño, escala y naturaleza de las comunidades reales con las cuales se han identificado los seres humanos a lo largo de la mayor parte de la historia”. Hasta el desarrollo del capitalismo, en las vastas regiones de lo que hoy conocemos como naciones no se pudieron de ningún modo generar vínculos identitarios sólidos entre aldeas, pueblos o colectividades separadas por cientos de kilómetros. Resulta ridículo pensar que un campesino de lo que hoy es Qinghai pudiera, siglos atrás, sentirse parte de algo conjuntamente a un artesano de Jilin. Pero el modo de producción capitalista se está desarrollando en China y está forzando el avance de un nacionalismo fundamental para entender los entresijos del conflicto con Estados Unidos (sobre el que se volverá más adelante). 

Al hablar de la existencia de un nuevo sistema bipolar entre EE UU y China merece la pena pensar en las diferentes concepciones que tienen de qué significa liderar un bloque, una región o al mundo en su totalidad

Conviene sumergirse en algunos aspectos del PCCh para poder profundizar en la comprensión de la disputa de China con el Tío Sam. Al hablar de la existencia (o potencial existencia) de un nuevo sistema bipolar entre ambos, merece la pena pensar en las diferentes concepciones que tienen uno y otro al respecto de qué significa liderar un bloque, una región o al mundo en su totalidad.

A inicios del siglo XX, el primero de los tres grandes nombres de la China post dinástica, Sun Yatsen, dejó su impronta. Sus contemporáneos liberales comenzaron a poner en duda la centralidad de la tradición confuciana, durante siglos el eje organizativo de las relaciones sociales en el país, como norma edificante. El segundo, Mao Tse-tung, trató de condenar a la misma al ostracismo mediante la Revolución Cultural por ser anti o, como mínimo, pre revolucionaria. Deng Xiaoping, el tercer gran nombre, abrió las ventanas hasta tal punto que penetró en el país y en el partido una verdadera tormenta liberal y occidentalista de algunos intelectuales relegados durante el maoísmo. Este hecho, especialmente traumático en un pueblo que se vanagloriaba de haberse librado de los imperialismos yanqui y japonés tan solo unas décadas atrás, generó una reacción nacionalista de tipo tradicional que puso a la tradición confuciana de nuevo a la orden del día.

Capitalismo
Estados Unidos contra China

¿Acaso el imperio estadounidense es tan vasto y arrogante en sus exigencias, que cualquier potencia emergente debe enfrentarse a él?

Así se llega hasta nuestra época, en la que algunas ideas confucianas están ejerciendo una verdadera influencia en el partido. Algunas incluso guían su accionar. De todas ellas interesa en este texto el concepto Hehe wenhua o Cultura de la Armonía. Tras el 11-S, Jiang Zemin, Presidente de la República Popular China hasta 2003, propuso una vía alternativa a la de los Estados Unidos para encarar los conflictos internacionales. “Junzi he er butong”, enunció. “El hombre superior busca la armonía manteniéndose en la diferencia”, por su traducción. Él mismo dio especial relevancia al concepto he (literalmente, “armonizar”) y destacó que debe traducirse “en lo político como respeto mutuo, en lo económico como reciprocidad y en lo cultural como conocimiento mutuo”. Esta retórica se esfuerza en defender que debe ser el multilateralismo del respeto a la diversidad quien ofrezca una salida a los conflictos y no el unilateralismo violento y ombliguista que los Estados Unidos han mostrado en Iraq, Venezuela o Corea.

Por mucho que pueda parecer extravagante traer estos términos a colación, son fundamentales para entender la disputa. El PCCh ha aceptado al confucianismo como faro en materia de política internacional y China se ha asumido a sí misma como líder de una forma a priori distinta de relacionar a los distintos Estados y regiones del mundo entre sí. Esto es relevante por cuanto supone un planteo diferente al de Estados Unidos y su doctrina de liderazgo indiscutido e indiscutible. En materia internacional, coloca a las dos potencias en marcos distintos en los que una prima la zanahoria y la otra el palo.

Nacionalismo del crecimiento

Hay que convertir a China en “una gran nación socialista, moderna, próspera y poderosa”. Este es uno de los grandes objetivos del gobierno, tal como quedó constatado en el V Plenario del PCCh celebrado el pasado octubre. De hecho, entre el gobierno y el pueblo chino hay un consenso bastante profundo a este respecto. La legitimidad política en China tuvo durante siglos —y tiene hoy— mucho que ver con la eficacia a la hora de mejorar la calidad de vida de la gente, lo que en la China de hoy se traduce como ensanchar la base social con capacidad suficiente para acceder al consumo.

Por supuesto, el camino escogido para este ensanchamiento requiere de una interpretación bastante heterodoxa del socialismo incluso a nivel regional. China se ha querido dotar de algunos elementos del capitalismo que favorecen el dinamismo de los flujos internos de dinero y promocionan el consumo interno. De esta manera, y aprovechando condiciones únicas del país como la ingente cantidad de trabajadores, está logrando un crecimiento vertiginoso aunque desigual entre unas y otras zonas del país. Como contraste puede mirarse al otro socialismo existente en un país de herencia confuciana: el socialismo juche de Corea del Norte. La RPDC mantiene un modelo de reparto del crecimiento que trata de reducir al máximo las diferencias entre regiones y municipios, de tal forma que ningún punto del país avance dos pasos mientras otro no avanza ninguno (con la excepción de Pyongyang).

Estudiantes, militares, trabajadores y empresarios son los nuevos sujetos de la Revolución China. La propia Televisión Central China a través de CGTN mostró así al corpus de un nuevo nacionalismo que pone el énfasis sobre el crecimiento económico en el marco de los conflictos con la región de Hong Kong:

Sobre ellos, aunque fundamentalmente sobre el Partido, reposa la responsabilidad de alzar al país al estatus de nación desarrollada y hacerlo transitar definitivamente al socialismo. Y si China tiene que transitar hacia el socialismo, ¿significa que no es un país socialista? No exactamente. Según la línea oficial del PCCh, el país está experimentando un desarrollo de las fuerzas del capitalismo —entre ellas, el capital privado— tutelado y conducido por el Estado, garante último de la promesa de un futuro socialista. Cuánto haya de cierto en este deseo solo el tiempo lo podrá decir. Lo que sí parece evidente es que quien quiera ver en China un paradigma de capitalismo salvaje o de todo lo contrario estará faltando a la evidencia.

Según la línea oficial del PCCh, el país está experimentando un desarrollo de las fuerzas del capitalismo tutelado y conducido por el Estado, garante último de la promesa de un futuro socialista

Por supuesto, China no es una democracia liberal como las de la vieja Europa, pero tampoco tiene por qué aspirar a ello. Quizá deba tratar de perfeccionar su modelo de partido único en el que el PCCh es el gran puente, el nexo entre la sociedad y el Estado gracias a su lógica meritocrática y su inserción democrática en el ámbito local. Al menos eso es lo que piensan figuras de la academia como Zhang Weiwei, para el que China es un Estado-civilización que ni puede ni debe adoptar el modelo multipartidista. De hecho, cuando lo hizo a inicios del siglo XX el país se hundió entre disputas sangrientas y guerracivilismo. Por el contrario, Zhang plantea que China no solo ha sacado a 500 millones de personas de la pobreza con su modelo actual, sino que no adolece de problemas estructurales de la democracia liberal como el cortoplacismo o la excesiva influencia de las élites económicas. En este formato de organización política, el Partido Comunista es más que un partido, erigiéndose en un verdadero marco donde caben debates de todo tipo.

Comprendiendo esto puede darse una pincelada sobre el gran poder que tiene el Estado —y, por extensión, el Partido— en el desarrollo de ese capitalismo transicional. Cualquier empresa extranjera que pretenda operar en China debe asociarse de alguna forma con alguna empresa local pública o privada, asegurándose así el progreso de la industria nacional. Además, las empresas chinas y extranjeras que operan dentro del país tienen la obligación de darle información al Estado si éste la solicita, y esto inquieta a los núcleos de poder económico de la gran potencia norteamericana.

La importancia de Tiktok

Es evidente que las grandes empresas chinas tienen un vínculo estrecho con el Estado. El propio gobierno del PCCh lo reconoce y se enorgullece de tutelar, como se ha planteado ya, el desarrollo del capitalismo en el país. No por casualidad el caso Tiktok ha sido en los últimos meses uno de los núcleos de la ofensiva del bloque estadounidense contra China. Con Microsoft intentando comprar la app en un paso más de su esfuerzo por regresar al mercado de los consumidores a golpe de talonario, Trump envalentonando un nuevo nacionalismo anti-China y otros elementos —con mayor o menor veracidad—, la realidad es que en la amplia disputa que mantienen ambas potencias, Tiktok ha sido colocado (especialmente desde fuera de China) como punta de lanza del Gigante Asiático.

Tiktok es relevante por cuanto todos los espacios de encuentro (físicos o digitales) son políticos. Capitalizar los discursos de Twitter siendo capaces de volcar relatos y lenguajes y hacerlos hegemónicos fue fundamental para el feminismo en España. Inundar Forocoches de memes racistas y misóginos fue clave durante los primeros meses de crecimiento exponencial de Vox, siendo su primer núcleo duro. De la misma forma Tiktok importa en tanto es un marco aceptado para el desarrollo de nuevos lenguajes y discursos y en tanto pieza de un tablero geopolítico en constante tensión.

Tiktok importa en tanto es un marco aceptado para el desarrollo de nuevos lenguajes y discursos y en tanto pieza de un tablero geopolítico en constante tensión

El sociólogo Iago Moreno ha producido trabajos de investigación alrededor del rol de Tiktok en las nuevas formas de comunicación política y de su vinculación en el auge de algunos de los movimientos de extrema derecha de los últimos años. En conversación con él, Moreno explica que “en India, el sueño de convertirse en tiktoker de renombre llegó a competir con el del estrellazgo en Bollywood o el éxito en el cricket; se convirtió en una forma de salir de la política de castas y la pobreza, de escapar de la ausencia de ascensores sociales y de la desigualdad más atroz”. Además de eso, como explica, se ha convertido en un lugar de expresión política no solo en Mumbay o Delhi “sino también en las agitadas calles de Bangkok que hoy protestan contra Maha Vajiralongkorn o en las polarizadas redes de Filipinas”.

Tiktok refleja poder. Mientras lo digital ocupa cada vez más espacios en nuestras vidas, “la popularización de TikTok a una escala global rompe con el monopolio occidental del podio de las grandes redes. Hasta ahora existían redes de extensión regional muy fuertes (VK en Rusia, WeChat en China) y muchos éxitos locales interesantes (en España Tuenti es un ejemplo). Con Tiktok las tornas se dan vuelta”.

Sucede que el capitalismo de la libre competencia no existe. Ya sean los trust que explicó Lenin hace ya un siglo, los chaebol coreanos o cualquier otro ejemplo concreto: el desarrollo capitalista tiende al monopolio y el monopolio se asienta gracias a la intervención de una burocracia estatal conectada con los grandes capitalistas. Los grandes tenedores del capital no quieren arriesgarse a pelear en la selva de las libertades individuales, prefieren el cobijo de un Estado clientelar del que forman parte aunque le pese a los liberales doctrinales más honestos.

Como expone Moreno, “es comprensible que la administración trumpista y Facebook confluyesen en un intento desesperado por censurar a Tiktok”. No por un especial compromiso con la democracia y los derechos de los trabajadores estadounidenses, sino porque “saben que la minería de datos que puede hacer China teniendo bajo su ala una red de esa escala es brutal. Pero, ¿por qué lo saben? Porque llevan años beneficiándose de tener ellos mismos el monopolio”.

Sinofobia: el proyecto nacional de Trumpismo

El 20 de enero de 2017 Donald Trump comenzó su etapa como 45º presidente de los Estados Unidos de América. The Donald no encaró la candidatura únicamente como un intento de enaltecimiento personal. El ya ex presidente de los Estados Unidos ha querido reconfigurar la identidad nacional estadounidense en una dirección más reaccionaria y a menudo con más ojos puestos hacia dentro del país. El sentir trumpista que se pudo ver este mismo mes encarnado en los fanáticos del Capitolio refleja que el paso de Trump por el Despacho Oval no ha sido testimonial, sino que ha asentado nuevos lenguajes y una nueva forma de ser estadounidense.

Masculinidades
K-Pop, las nuevas masculinidades en tierras confucianas

En Corea un nuevo formato de hombre, los kkonminam, pone sobre la mesa formas más laxas de entender la masculinidad. Lo hace a través del k-pop, los dramas, el cine… Y bajo la atenta mirada del capital.

Como expone Diego H. Gómez, historiador y sociólogo experto en cuestiones de la nación, los nacionalismos y la historia de los Balcanes, “una de las características del nacionalismo como ideología de Estado es la construcción de un yo en relación a un otro para generar un consenso interno que legitime las políticas que tome ese gobierno. [...] Una retórica que legitime su accionar, aunque luego ese mismo accionar de gobierno no tenga que ver con esa misma retórica”. En el caso del trumpismo, esos otros a la interna fueron los denominados progresismos (con todo lo laxa que es esta etiqueta) y “la dirigencia no trumpista, fundamentalmente demócrata, con su debilidad, claudicación y autoderrota”.

No por mirar mucho dentro de sus propios confines se olvidó el trumpismo del enemigo externo. En ese sentido el otro de afuera, el bárbaro, ha sido “el ascenso y la reprendida competencia desleal del capitalismo chino”

Sin embargo, no por mirar mucho dentro de sus propios confines se olvidó el trumpismo del enemigo externo. En ese sentido el otro de afuera, el bárbaro, la clave para comprender este asunto, ha sido “el ascenso y la reprendida competencia desleal del capitalismo chino”. Cuando uno estudia cómo ha crecido un ahijado de Estados Unidos como lo es Corea del Sur, valiéndose de un Estado que ha impulsado y mimado a los grandes chaebol como Samsung o Hyundai de la mano de gobiernos militares como el de Park Chung-hee, o cómo el propio Trump ha hecho de la política arancelaria su orgullo y bandera, uno no puede sino asombrarse de la ligereza con la que se acusa al Estado chino de aplicar políticas de control sobre las empresas, las importaciones y los datos.

Pero al margen de consideraciones, la evidencia es que sin el crecimiento continuado de China siguiendo una senda que, como mínimo, no sigue los dictámenes de los grandes think tanks y núcleos de poder asociados a Estados Unidos, no se explicaría buena parte del proyecto identitario nacionalista que Donald Trump ha instalado en el pensamiento colectivo de un sector considerable del país. Atrás quedaron los tiempos en los que las élites de los States profesaban admiración por el modelo chino de desarrollo.

Las tornas han cambiado por un detalle no menor: cada día que pasa se acorta la diferencia entre la influencia que puede ejercer uno y otro en los mercados y la política internacionales. Es por esto que Tiktok y todos los capítulos que vendrán de esta disputa a dos bandas importan y mucho. Cuesta prever cuándo y si llegará a ocurrir que China se convierta en la primera potencia mundial, pero lo innegable es que sus movimientos se sienten como verdaderos puñetazos sobre el tablero de la política internacional: sus acuerdos económicos pueden llegar a condicionar el modelo económico de países como Argentina a años vista, su influencia política y militar influye en conflictos en varios puntos del globo y su cultura gana peso a tenor de los factores anteriores.

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#85431
21/3/2021 15:57

Aunque, por supuesto, sería mejor que hubiese democracia. Ojalá podamos ver algunos pasos hacia ella.LMP

0
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#85385
20/3/2021 22:23

Me parece que es muy difícil que pueda haber democracia en China. Es una nación demasiado poblada, grande y variada. Podría significar su fragmentación en varios países. Con que hubiese bastante más libertad ya estaría bién. LMP

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#80390
20/1/2021 10:04

Soy desconocedor de la realidad China, pero no es la primera vez que oigo que como China es muy grande y muy antigua hay que entender que no puede tener una democracia liberal. ¡Perfecto! Pero es necesario entonces la explotación y represión sobre su pueblo ¿solo hay dos modelos políticos? Las vergüenzas de occidente no minimizan las de China.

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#80175
18/1/2021 11:37

me pregunto cuantas veces habrá estado el articulista (y ya puestos los comentaristas de este texto) en PR China, especialmente durante las últimas décadas...

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4
#80149
17/1/2021 20:47

Buen artículo. Siempre es complicado analizar desde occidente el paradigma chino, además de todos los prejuicios que conlleva la etiqueta de comunismo de por sí

3
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#80184
18/1/2021 12:19

No se nota nada, eh, el autor diciéndose a sí mismo "Buenísimo artículo" en cinco comentarios distintos. Sois tan sutiles los tankies con vuestro astroturfing de manual. Si a nadie le gusta mi artículo pues ya me escribo yo los comentarios a favor.

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5
#80142
17/1/2021 19:01

Buenísimo artículo. Me encanta cuando en El Salto publicáis investigaciones profundas como esta. China es un país sobre el que hay mucha mala prensa y siempre está bien encontrar textos objetivos y bien fundamentados como este.

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4
#80141
17/1/2021 18:44

Interesante artículo. Gracias por acercarnos un poco más un país tan complejo

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#80139
17/1/2021 17:59

Pero si me suscribo articulos como esto me los descontais de la cuota o como va?

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16
#80138
17/1/2021 17:36

Muy benévolo me parece este artículo con un partido sumamente corrupto y autoritario como el PCC. Es el resultado inevitable de la ausencia de pluralidad política, e insinuar que la democracia de algún modo no es adecuada para China porque desembocó en guerra civil hace un siglo es un tanto prejuicioso, incluso ignorante, considerando el caso de Taiwán, e irónico, teniendo en cuenta que Franco podía haber aplicado el mismo argumento hace unas décadas.

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#80136
17/1/2021 17:02

Muy buen artículo, enhorabuena

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3
#80135
17/1/2021 16:54

Una cosa más. Sí que es importante entender al CCP: entender cómo reprimen radicalmente las protestas de Hong Kong, y como están esclavizando y torturando psicológicamente a los Uighur en Xinjiang. Es una pena que este artículo ni lo intente entender, ni quiera, y se dedique a balbucear sobre lo bien que se le da el capitalismo-no-capitalista a la china socialista-no-socialista. Vaya sarta de patochadas.

8
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#80134
17/1/2021 16:50

Vaya vergüenza de artículo. Para esto queréis que nos suscribamos? Encima querréis que paguemos para leer propaganda del CCP, vamos, es lo que faltaba. Si quisiera leer publicidad de socialistas de mentirijilla me iría a leer El Diario.

No sé que es más ridículo, que el articulista se crea que China va a transicionar a alguna forma de comunismo, o que se crea que no es un estado capitalista.

Tankies y fascistas fuera de nuestras calles y de nuestras plataformas. A lamer botas rojas a otra parte.

12
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#80129
17/1/2021 15:01

Artículo completamente acrítico con China y el hecho de que TikTok sea la app que más vulneraa privacidad de los usuarios. Parece escrito por un fan que se documenta preguntando a sus amigotes

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#80126
17/1/2021 14:05

Excelente artículo, la sugerencia es profundizar en ese debate de la supuesta "transición " socialista. China está haciendo a escala lo que los revisionistas como Bernstein y Kautsky pretendían en la Alemania post Bismarck. Y sin embargo, eso no rompe con el capitalismo sino que potencialmente lo esta transformando.

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#80122
17/1/2021 13:37

Veo bastante flojo el artículo y muy generalista, favorable sobre todo al régimen chino. Que China es un país capitalista es algo muy claro hoy en día, ponerlo en duda es no ver la realidad. La realidad de la clase obrera china y de todos los sujetos subalternos de la realidad económica china creo que sería de lo que hay que partir. China creció en su forma capitalista aprovechando la debacle económica estadunidense provocada por el endeudamiento sobre todo en base a la guerra de Irak. Lo hizo sobre una clase obrera de salarios bajos y poco poder real. Aún así han sido muchas las tensiones sociales que ha habido en China en los 2000, con huelgas salvajes y explosión de conflictos en todo el país que hicieron al Estado variar ciertas políticas desenfrenadas que dejaban sin ninguna protección a millones de trabajadores inmigrantes internos. La presión salarial ha subido varios puntos desde esa época y es un punto importante para la competencia del capitalismo chino respecto al occidental. Si la concentración de la producción mundial de ciertos sectores ha crecido exponencialmente en China en las últimas décadas ha sido por eso, por la gran cantidad de mano de obra barata, con una relación de coste de 10 a 1 respecto a las potencias occidentales. El camino capitalista chino es como dice el artículo distinto al occidental pero no por ello menos explotador. Echar una mirada a como se desarrolla el trabajo en China y a la organización de la vida del proletariado chino nos puede dar una visión mucho más real que pensar en Confucio. El poder de la planificación china es mucho más equilibrado que el de la occidental pero su camino hacia la destrucción de todos los espacios colectivos que quedaban producto de la revolución es implacable. Se debería echar un vistazo a los autores de la Nueva Izquierda China, los más conocidos socialdemócratas también adoradores del Estado planificador que se oponen a las tendencias neoliberales pero también hay grupos marxistas o neomaoistas que critican abiertamente el proceso y fomentan lucha sociales y proyectos de recolectivización. Su red Utopia en internet es un buen ejemplo de ello.

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#80112
17/1/2021 11:37

Finalmente un buen artículo muy ilustrativo y pedagógico sobre la inteligente estrategia de Gambito de Reina (China) que le ha hecho al tablero global.
Una cosa está clarísima, como bien expresa y se trasluce del magnífico texto, China tiene un legítimo y serio horizonte con recorrido y un paciente camino trazados, por lo que habrá que contar con China para poner el finiquito al Antropoceno/Capitaloceno y mejor más temprano que tarde.
Nota: La desigualdad creciente es inherente al Capitalismo y es patente con mayor o menor grado a diferentes escalas.
Gracias por el artículo.

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