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Cine
“En Brasil estamos gobernados por gorilas, sin querer ofender a los gorilas”
La película 'Elis', que revive la vida y el momento político de la cantante Elis Regina es una de las novedades más excitantes del nuevo cine brasileño, que esta semana tiene una cita en el festival Novocine que se presenta en Madrid.
La XI edición del festival Novocine trae desde el pasado 23 hasta el próximo 29 de noviembre el mejor cine brasileño del 2016 de manera gratuita en el Palacio de la Prensa de Madrid. La película Elis de Hugo Prata inauguró un variado ciclo de cine predominantemente social.
Mientras las calles arden y la corrupción y la conspiración aprietan a los grandes nombres de la política brasileña el cine carioca empieza a despuntar en calidad y financiación. Poco a poco empieza a llegar inversión extranjera a largometrajes y series para regenerar los gastados bordados de sus costuras. Quince años después del estreno de Ciudad de Dios se han duplicado las producciones de películas brasileñas y los grandes titanes HBO y Netflix pretenden pugnar por el control del país. Hasta el mismísimo Pablo Escobar en Narcos es interpretado por un brasileño.
“Hace diez años Brasil producía unas 70 películas anuales. En 2016 marcamos nuestro propio récord con 143” nos cuenta un miembro de la embajada brasileña en España. “La distribución es un problema grande pero paso a paso vamos superando obstáculos”. Y es que pese a todo, pocos cines tienen la confianza para emitir en sus salas producciones latinoamericanas a no ser que esté asegurado el éxito masivo. Prueba de ello es que para presentar sus muestras anuales, el festival es gratuito.
Siete películas
Las películas que traen este año tratan temas variopintos con una carga importantísima de crítica social. Ejemplo de ello es Era el cielo, que narra una violación a una mujer y la reconstrucción de la relación en pareja a través de los secretos entre ambos; O Sob Pressão, que cuenta las dificultades de los sanitarios públicos para trabajar bajo tanto estrés por la falta de medios. En el contexto de la dictadura militar de 1964 se sitúa O Outro Lado do Paraíso, una historia coral que quiere proyectar la crudeza del Brasil de mediados del s.XX.Sin embargo, la película con la que se busca dar un nuevo impulso a su cine es Elis, un biopic sobre la cantante Elis Regina dirigido por Hugo Prata que arrasó en su país y que en España se llevó los premios más importantes del festival de cine iberoamericano de Huelva.
La historia de 'Pimentinha' –como se conoce a Regina en Brasil– además, se sitúa también el contexto de Brasil tras el golpe de estado, en los albores de la Operación Condor. La película arranca como una historia personal y acaba asumiendo la responsabilidad de contar cómo fue ese Brasil dictatorial.
En Elis, su director aprovecha situaciones vividas en los años sesenta para lanzar mensajes a los espectadores del s.XXI: “Muchas cosas que Elis vivió se quedan a día de hoy totalmente actuales”, asegura Hugo Prata, reutilizando las palabras que la misma cantante pronunció en su gira europea de 1969: “En Brasil estamos gobernados por gorilas, sin querer ofender a los gorilas”. La desconfianza en el actual gobierno se le nota en cada sílaba pronunciada. “Lo que le pasó a Dilma no fue un Golpe blando ni un Golpe de Estado, pero es una traición. Y se supone que el que la traicionó era su mejor amigo (se ríe). Los políticos un día son tus amigos y al otro les tienes enfrente”, comenta Prata.
Sin embargo, la crisis total que vive Brasil sirve para hacer buenas películas. La inspiración y la pulsión creativa le recuerda a teorías freudianas: “Cuando las cosas van mal en la calle, el arte crece porque se siente provocado a hablar y a crear”.
Las limitaciones del cine brasileño
En cuanto a las claves de su funcionamiento, la industria brasileña no funciona en mercados extranjeros, al contrario de lo que le pasa al cine español. “Al cine argentino también le pasa” nos cuenta Chino Darín –hijo de Ricardo Darín y actor en la cinta Era el cielo–. “En Argentina muchas películas logran subsistir gracias a tener presencia en festivales internacionales o financiación de empresas holandesas, francesas… y en España pasa un poco lo mismo. En Brasil me da la sensación de que funcionan gracias a su propio mercado interno”. La fuerza del cine brasileño es la debilidad del cine español.Sin embargo, pese a ser positivos con el renacer cultural, son cautos a la hora de hablar de ello: “Los cines americano e inglés son muy buenos y desarrollados y alcanzan al público más general. Nosotros tenemos que conquistar un terreno que está totalmente tomado por ellos”, de ahí la complicación, explica Darín.
Es difícil pensar en que alguna vez alguna película brasileña haga ruido internacional sin el apoyo de una productora estadounidense. Pero, a la vez, cuesta creer que se muestre la realidad brasileña o a los culpables de su desastre mientras sean sus verdugos los que tienen la chequera para hacerles ser recordados o caer en el olvido. Mientras esta tensión exista y los gobiernos nacionales no construyan industrias culturales sólidas, siempre se correrá el riesgo de que un pobre de Sao Paulo acabe vestido con capa y luche contra la pobreza matando a yonquis y sindicalistas.