Colonialismo
Reparar, reparar, reparar

La agenda de las reparaciones se ha establecido desde diferentes organismos e instituciones por el empuje de las organizaciones y llegarán sus demandas a los Estados. Entre ellos España, que deberá ver en qué lado de la historia se sitúa.
Francia Marquez ONU
La vicepresidenta de Colombia, Francia Márquez, en la primera sesión del Foro Permanente de Afrodescendientes ante la ONU en Ginebra, Suiza. Foto: ViceColombia / Darwin Torres
23 mar 2023 06:32

Podemos predecir que el 2023 será el año en el que se consolide en un plano más institucional e internacional la idea de reparación por parte de los pueblos afrodescendientes y africanos. Sobre todo, desde un plano más vinculado a los países de habla hispana ya que desde algunos de estos Estados estos posicionamientos institucionalizados vienen de largo recorrido como es el caso de la Comunidad del Caribe  (CARICOM). La consolidación de esta demanda en determinados organismos internacionales y Estados no ha llegado sola. Décadas de lucha por parte de los movimientos políticos negros de base reclamando, y también, la llegada de personas afrodescendientes a determinados puestos de poder político en algunos países ha permitido este impulso, siendo, sin duda, el caso de mayor relevancia el de la Vicepresidenta de Costa Rica, Epsy Campbell.

Si bien parece que otros países como Francia, Alemania, Reino Unido, Países Bajos o Bélgica ha dado muestras, de estar relativamente preparados para asumir ese diálogo, tomar iniciativas, aceptar determinados relatos, llegar a acuerdos y, en definitiva, recoger medidas concretas de reparación en los diferentes ámbitos políticos, económicos o culturales; España se percibe aún muy lejos de asumir tales posturas. Pero le va a tocar de una u otra manera, aunque sea entrar en la conversación, porque se van a incrementar todas esas demandas tanto externas como internas.

Francia Márquez, en el encuentro inaugural del Primer Foro para los Afrodescendientes desarrolló todo un alegato a la reparación proponiendo como primera piedra en el camino la condonación de la deuda externa

Las reacciones a las exigencias vertidas por parte del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador son reflejo de la postura que asume España de negación de un proceso histórico violento de esclavitud y colonialismo que estructuraría los ejes raciales que se siguen articulando hoy día. Pero esas fueron simplemente las primeras demandas de todo un proceso que se va a amplificar cualitativa y cuantitativamente. Recogemos así las palabras de Francia Márquez en su primer encuentro en España como vicepresidenta de Colombia a finales del año pasado donde señaló la importancia de establecer procesos políticos de reparación histórica con los pueblos colonizados. La misma Francia en el encuentro inaugural del Primer Foro para los Afrodescendientes que tuvo lugar el pasado diciembre en Ginebra desarrolló todo un discurso en alegato a la reparación proponiendo como primera piedra en el camino la condonación de la deuda externa.

Es precisamente este Foro constituido, y que ya está totalmente en marcha (a finales de mayo tendrá su segundo encuentro en Nueva York), el que desde un plano internacional está imponiendo como elemento central en la agenda las reparaciones tanto a nivel local, nacional e internacional. Reparaciones dirigidas a los países esclavistas y colonizadores, pero también, y quizás con un mayor énfasis, a los propios Estados nación que representan a todas estas poblaciones. Y esto es no es baladí. España no solo va a tener que escuchar lo que digan desde fuera, sino también lo que llevan exigiendo las propias comunidades negras que viven en España y que señalan y recuerdan la presencia histórica negra en el territorio español. Demandas que no son nuevas, exigencias que siempre han estado, pero que cada vez cuentan con mayores altavoces y plataformas más y mejor organizadas.

Organizaciones que se apoyarán, ya lo están haciendo, en el propio Foro como refleja la delegación de representantes de organizaciones afrodescendientes y africanas españolas como Gus Añejo, las hermanas Isabelle y Esther Mamadou o Nicole Ndongala que acudieron al primero Foro en Ginebra (España fue de los pocos países que no llevó representación de gobierno al encuentro). Son demandas que exigen políticas de reparación para estas poblaciones y que parten desde la propia exigencia de la abolición de la ley de extranjería, fin del modelo de frontera securitario, leyes integrales contra el racismo, defensa de los derechos culturales o el mero reconocimiento del racismo estructural para la elaboración de políticas públicas concretas dirigidas a estas personas. Una demanda clave en este sentido es la elaboración de censos u otro tipo de registros que tengan en cuenta las variables étnico-raciales.

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Pero las demandas de reparación no se limitan a los Estados. Son muchas las empresas y riquezas particulares que se lucraron a partir de los modelos esclavistas y coloniales y por lo tanto de la configuración del propio racismo. Patrimonios que han permitido el desarrollo de grandes estructuras financieras. Así, por ejemplo, muchos bancos, universidades, empresas son lo que son hoy por todo ese proceso de expolio, acumulación primitiva y de explotación salvaje de la mano de obra negra. Y qué decir de la Iglesia.

¿Pero todo esto es pasado? La respuesta de muchos y muchas es situar la realidad del racismo en un tiempo pasado desconociendo el propio desarrollo histórico de ese racismo y, por lo tanto, su configuración a día de hoy. Sin entrar en posturas mucho más maximalistas por las que podríamos decir que cualquier reparación debe basar su meta en el fin del sistema que da vida a ese racismo moderno, es decir, el capitalismo racial sostenido desde hace siglos, qué duda cabe que no deja de ser compleja la situación que se vive. Esa complejidad permite incluso que se puedan plantear ciertas problematizaciones sobre conceptos como reparación, e incluso cuestionar si estos llegan a recoger en toda su complejidad las demandas y necesidades políticas de todo el proceso enraizado del racismo en cada elemento de la vida. Lo que nos suscita la pregunta de si es posible una reparación total, y, de ser así, bajo qué marco y sistema sería posible tal reparación extensa. ¿Es realmente la idea de reparación abarcable a toda la complejidad del proceso? Quizás, no lo sé, la respuesta sea que no. Pero a la vez, aunque la respuesta fuera que es insuficiente, lo cierto es que no deja de ser necesario.

Es clave establecer una pedagogía sobre el sentido de reparación en tanto que medio y no fin. El fin no es meramente la reparación, sino la abolición de todo un aparato racista configurado hace siglos

Entonces, otra pregunta que podría plantearse es si es posible una reparación (de lo que sea) mientras el sistema racista sigue operando. ¿Categorías como la de reparación pueden facilitar un imaginario en el que se presuponga el fin de ese sistema? Es por ello clave establecer una pedagogía sobre el sentido de reparación en tanto que medio y no fin. El fin no es meramente la reparación, sino la abolición de todo un aparato configurado hace siglos. Porque si no, se corre el peligro en generar unos consensos con los actores reparadores que simplemente enmascaren la realidad cotidiana. Ahí está el peligro de adoptar una postura que pueden asumir perfectamente los Estados y las empresas, cuando tal proceso de reparación debe ser rupturista. La reparación real solo podría llegar tras el fin de la propia estructura.

De una forma u otra, la agenda de las reparaciones se ha establecido desde diferentes organismos e instituciones por el empuje de las organizaciones y llegarán sus demandas a los Estados. Entre ellos España, que deberá ver en qué lado de la historia se sitúa. La negación de un proceso histórico del que ha sido un actor central es la evidencia tangible de la defensa de la blanquitud como ideología política de Estado desde hace siglos. La perpetuidad en esa posición con la negación de las poblaciones negras en España como agentes interlocutores y demandantes de políticas es un reflejo más de ese racismo. Un racismo negado, que se ejecuta de forma orgánica en todos los niveles y que marca la vida de tantas personas.

Pero la lucha política de los movimientos negros, afrodescendientes y africanos en España (y fuera) seguirá, y antes o después, pese a todas las resistencias, España terminará por ceder. Los pueblos negros llevan luchando siglos, lejos de amedrentarse seguirán insistiendo. Siempre ha sido así.

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