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COP26
Cómo no entender nada: Boris Johnson acude en jet a una cena con amigos en plena Cumbre del Clima
Coordinador de Clima y Medio Ambiente en El Salto. @PabloRCebo pablo.rivas@elsaltodiario.com
Si algo se espera de la presidencia de las Cumbres del Clima, además de grandes dotes de negociación, organización y capacidad de diálogo y mediación para llegar a consensos, es dar ejemplo. El líder de la nación que este año ostenta el honor de gestionar el encuentro anual sobre el problema más acuciante al que jamás se ha enfrentado la humanidad pedía pasar de la “aspiración a la acción” para frenar la emergencia climática en su mensaje al mundo en la inauguración de la XXVI Cumbre del Clima de las Naciones Unidas (COP26).
“No más esperanzas, objetivos y aspiraciones, por valiosos que sean, sino compromisos claros y calendarios concretos para el cambio“, señalaba Johnson en su discurso de apertura el 1 de noviembre, momento en el que incluso se atrevía a parafrasear a la activista Greta Thunberg: “Todas las promesas no serán más que blablablá”.
Lo dijo un lunes, para volar un martes, un día después, desde la misma Cumbre de Glasgow hasta Londres. En jet privado y para acudir a una reunión con excompañeros de trabajo.
Avión vs tren
A Boris Johnson le han llovido las críticas por su acción. Más cuando entre Glasgow y Londres solo hay 600 kilómetros, los cuales pueden ser realizados cómodamente y con muchas menos emisiones de gases de efecto invernadero en cuatro horas y media, si es que la reunión es tan importante como para acudir en plena cumbre. Son, precisamente, el tipo de viajes que desde las organiaciones ecologistas abogan por prohibir si hay una alternativa en tren. En Francia lo han hecho, aunque solo para los destinos nacionales a menos de dos horas y media en tren, algo similar a lo que han propuesto en los Países Bajos.
En concreto, el primer ministro británico acudió a una cena de antiguos compañeros de trabajo del periódico Daily Telegraph. El evento se celebró, según destapaba el tabloide británico Daily Mirror, en el exclusivo club The Garrick, en el West End londinense y, para más inri, era solo para hombres.
“Después de advertir a los líderes mundiales que falta un minuto para la medianoche para evitar una catástrofe climática, Boris Johnson salió de la COP26, se subió a su jet privado y voló a Londres para cenar ”, denunciaba Anneliese Dodds
En las fotos que difundía la publicación, Johnson aparecía saliendo del club con Charles Moore, exeditor del Daily Telegraph conocido por ser un escéptico del cambio climático y al que Johnson le ha otorgado recientemente un título nobiliario vitalicio.
“Después de advertir a los líderes mundiales de que falta un minuto para la medianoche para evitar una catástrofe climática, Boris Johnson salió de la COP26, se subió a su jet privado y voló a Londres para cenar en un club de caballeros con un escéptico confeso del cambio climático”, denunciaba la presidenta del Partido Laboralista británico, Anneliese Dodds.
La respuesta de Downing Street: razones de seguridad y limitaciones de tiempo, además de una coletilla: “El primer ministro viajó en uno de los aviones más eficientes en carbono de su tamaño en el mundo, utilizando el combustible de aviación más sostenible posible. El Reino Unido compensará todas las emisiones de carbono asociadas con la ejecución de la COP26, incluidos los viajes”, señalaban desde el gabinete del primer ministro a The Guardian.
La aviación comercial supone no menos de un 5,9% del total de las emisiones actuales de gases de efecto invernadero, tal como reconocía la Comisión Europea en noviembre de 2020
La lista de de personajes que han acudido a la COP en jet privado es larga: el fundador de Amazon Jeff Bezos; el príncipe de Gales, Alberto de Mónaco, Bill Gates… La prensa británica habla de 400 jets, atascos en el aire sobre el aeropuerto Prestwick de Glasgow incluidos, lo que supondría el 85% de la huella de carbono que dejaría la Cumbre.
Emisiones desde el aire
La aviación comercial supone no menos de un 5,9% del total de las emisiones actuales de gases de efecto invernadero, tal como reconocía la Comisión Europea en noviembre de 2020, una cifra que triplica la que ha defendido la industria de la aeronáutica históricamente. De hecho, esta industria ha crecidio de forma exponencial en las últimas décadas: de 1960 a 2018, el número de pasajeros transportados por kilómetro al año ha pasado de 109.000 millones a 8.269.000 millones. Y los últimos años no han sido menos. Entre 2013 y 2018 los gases de efecto invernadero provocados por las aerolíneas aumentaron un 35%, tal como asegura el International Council on Clean Transportation.
Aviación
Crisis Climática Planeta en 'overbooking': el avión ecológico no existe
La eficiencia de las aeronaves y los combustibles son los dos grandes caballos comunicativos que la industria aeronáutica lleva tiempo intentando desarrollar. Sin embargo, ambos son altamente contestados por todo tipo de organizaciones de la sociedad civil. Si bien una aeronave fabricada recientemente es en torno a un 10% más eficiente que una de hace una década, la imposibilidad actual de un avión de línea eléctrico, unida al importante crecimiento del uso de las aeronaves, hace que no solo no se hayan reducido las emisiones de la aviación comercial, sino que hayan aumentado exponencialmente.
Un informe de marzo de 2020, realizado por la consultora estadounidense Oliver Wyman, cifra en 2.100 anuales el ritmo de fabricación de nuevos aviones de pasajeros hasta 2030, lo que implicaría una flota global que pasaría de 27.884 a 39.000 aeronaves en diez años, principalmente debido a la ampliación de las flotas asiáticas.