Opinión
Justicia, solidaridad... caridad

La solidaridad se produce desde la igualdad. Para ser solidario hay que situarse al lado, al mismo nivel. La caridad se produce desde la jerarquía: quienes están arriba se compade­cen de quienes están abajo. Quien da limosna se sitúa, aunque sea implícitamente, aun­que sea inconscientemente, por encima de quien la recibe.

13 abr 2020 11:40

Se me ocurre que este artículo tendría que haberlo escrito Pero Grullo. En estos tiempos oscuros las verdades más sencillas se desdibujan en la niebla. Una especie de demiurgo malsano, pero poderoso, agita a sus huestes fanáticas para levantar una bruma de false­dades e idioteces, con el fin confeso de generar dudas, desconfianza, inseguridad, des­concierto y miedo. Y, si fuera posible, nostalgia de autoridad, de mano dura, de domina­ción salvadora. Sin embargo, Pero Grullo, el de las verdades simples, ya no está y entre muchas tendremos que intentar suplirle en la medida de nuestras posibilidades.

La solidaridad se produce desde la igualdad. Para ser solidario hay que situarse al lado, al mismo nivel. La caridad se produce desde la jerarquía: quienes están arriba se compade­cen de quienes están abajo. Quien da limosna se sitúa, aunque sea implícitamente, aun­que sea inconscientemente, por encima de quien la recibe.

La solidaridad se construye sobre la igualdad, o sea, sobre la justicia. La caridad se cons­truye sobre la desigualdad, o sea, sobre la injusticia

La solidaridad se construye sobre la igualdad, o sea, sobre la justicia. La caridad se cons­truye sobre la desigualdad, o sea, sobre la injusticia. La solidaridad cuestiona la injusticia, que ha producido el privilegio y la discriminación, que ha producido la dominación y la su­bordinación. La caridad consolida la injusticia, afianza el privilegio y da poder.

La solidaridad se construye sobre la horizontalidad, o sea, sobre el apoyo y el respeto mu­tuos. Es un apoyo entre iguales en dignidad, hoy por ti, mañana por mi. No soy más que tú por apoyarte hoy que lo necesitas. Tendencialmente, aunque no lleve la contabilidad, el apoyo mutuo tiende a ser simétrico. La caridad se construye sobre la verticalidad, o sea, sobre la falta de respeto y para perpetuar la asimetría y la dependencia. Yo te doy, luego soy más que tú. Te doy porque soy más que tú y para ser -seguir siendo- más que tú.

La solidaridad es antagónica al sistema, que se basa precisamente en la insolidaridad

La solidaridad es gratuita, solo busca el apoyo, sin recompensa. Desde el afecto básico a toda la especie, a toda la vida, que se manifiesta especialmente hacia las personas cerca­nas, amigas, vecinas, compañeras… pero se extiende a desconocidas y diferentes. La ca­ridad no es gratuita, espera reconocimiento y subordinación. Espera recompensas. Incluso, con frecuencia, ocul­ta intereses lucrativos y/o publicitarios (otra forma de lucro, al final). No es gratuito buscar la reducción de impuestos. No es gratuito buscar el prestigio y el reconocimiento sociales.

La solidaridad es antagónica al sistema, que se basa precisamente en la insolidaridad. No es posible ser solidario sin oponerse a un sistema violento que genera ingentes cantidades de po­breza, de miseria, de dolor, de subdesarrollo personal y colectivo. La caridad apuntala el sistema. Es un ornamento del mismo, no dirigido a su transformación sino a su consolida­ción.

Tal vez la caridad, en su origen, era solidaridad, pero en su sentido y práctica actuales, es justamente su contrario. Tal vez, incluso hoy, gente pequeña y sencilla sigue practicando una caridad que debería llamarse solidaridad. Tal vez algunas de las acciones que se presentan como solidaridad sean realmente caridad. Afinemos para deshacer la bruma, para levantar la niebla e intentar ver más claro.

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