Coronavirus
La nueva normalidad de siempre

La nueva normalidad se parece mucho a la vieja. Surge del mismo molde, de la misma pulsión suicida. Porque lo que sí está claro es que el coste de la nueva normalidad lo vamos a tener que pagar nosotras, las personas, los pueblos del mundo. Y eso tampoco es nuevo.

Policía saluda mono protección Iruñea
Un policía vestido con un mono de protección saluda a los balcones en la Plaza de la Cruz (Iruñea) Ione Arzoz
3 may 2020 06:20

Hablan de la nueva normalidad y nuestra imaginación se dispara. ¿Qué imaginamos? Vivir separados por plexiglás, llevar mascarillas y gel hidroalcohólico a todas partes. Imaginamos controles sanitarios en los aeropuertos y en los lugares de trabajo. Imaginamos abrazarnos a un metro y medio de distancia. ¿Y podemos lidiar con ese escenario? Sí. Si nos hemos acostumbrado a estar encerradas en casa, ciertamente podemos acostumbrarnos también a todo eso.

Sin embargo, cuando nos hablan de “nueva normalidad” también se asoman presagios de desempleo, pobreza, gente que se queda sin vivienda. Vislumbramos nuestras libertades y nuestros derechos recortados, el horror en los barrios pobres del mundo, en los campos de refugiados, en las residencias de ancianos. Imaginamos la recuperación de la economía a base de residuos plásticos, mares de petróleo y rescates financieros que buscan desesperadamente que el capital vuelva a fluir de un lado a otro del globo.

Sin embargo, cuando nos hablan de “nueva normalidad” también se asoman presagios de desempleo, pobreza, gente que se queda sin vivienda.
Un policía vestido con un mono de protección en Iruñea
Un policía vestido con un mono de protección en la Plaza de la Cruz (Iruñea) Ione Arzoz

A pesar de todo, la nueva normalidad nos seduce, y por eso es muy peligrosa. Hay algo en cada una de nosotras que también la está deseando. Deseamos volver a nuestras costumbres y rutinas, a nuestras seguridades y códigos, aunque sea con plexiglás y mascarillas. Y así, mientras empieza la desescalada, casi sin darnos cuenta, nos vamos encaminando hacia la caja, donde nos recordarán que el precio de la vieja normalidad disfrazada de “nueva” podría ser nuestra propia vida.

A pesar de todo, la nueva normalidad nos seduce, y por eso es muy peligrosa. Hay algo en cada una de nosotras que también la está deseando. Deseamos volver a nuestras costumbres y rutinas, a nuestras seguridades y códigos, aunque sea con plexiglás y mascarillas.

Hace falta coraje, porque el engaño empieza dentro de cada una, en nuestra propia mente, en nuestros propios deseos y nostalgias. La “nueva normalidad” apela a lo más profundo de nosotras, y hace falta un trabajo atento para desmontar los esquemas y los miedos que nos atrapan en este espejismo. Hace falta coraje para imaginar algo distinto, para creer en los sueños. Pero no nos queda más remedio: serán nuestros sueños o sus pesadillas.

El discurso de la nueva normalidad es un engaño que surge de la inconsciencia. Es la inconsciencia de la codicia, de la bulimia del capital, del egoísmo y la competición como valores imperantes. Conocemos todo esto, pero ha llegado el momento de quitarnos el velo de los ojos y apostar por la verdad: lo que mueve el mundo de la “nueva normalidad de siempre” son actitudes disfuncionales que necesitan ser desaprendidas y erradicadas. Seguirlas significaría elegir la ceguera: volveremos a perdernos y esta vez será en una selva mucho más oscura, llena de muerte y sufrimiento, incluso en nuestro entorno privilegiado.

La única nueva normalidad sensata es una realidad completamente distinta, a todos los niveles, desde el corazón hasta el sistema mundo. No dejemos de conmovernos, no dejemos de emocionarnos, no volvamos a guardar nuestros sueños en el cajón, pues solo de ellos puede surgir lo nuevo. Y no será por una sumatoria de gotas en el océano, sino por un cambio que funcione de manera exponencial, al igual que este virus. Cada elemento que se transforma, cambia la realidad en su conjunto, no por una lógica aditiva, sino por un “efecto mariposa”, pues produce una respuesta en todos los demás. Esto indica la física desde hace más de cien años. Ha llegado el momento de creérnoslo.

La única nueva normalidad sensata es una realidad completamente distinta, a todos los niveles, desde el corazón hasta el sistema mundo.

Es una lucha, interna y externa. Es un trabajo. Los paladines de “la nueva normalidad de siempre” no renunciarán a sus miedos y sus apegos. Lo estamos viendo, y ya lo sabíamos. Desde hace al menos veinte años por todos los rincones del mundo se levanta un grito contra este sistema capitalista globalizado en el que estamos atrapados. Nos han llamado anti-sistema, nos han golpeado y matado, nos han criminalizado y lo seguirán haciendo. Y más violentos se volverán conforme avance su inevitable agonía.

Ellos son los anti-sistema. Ellos son los que están contra la vida y la evolución de la especie. La normalidad que defienden es una psicosis. Es nuestra responsabilidad, la de cada una y de todas juntas, parar esta carrera mortífera y construir algo que sea realmente “nuevo”. Ya lo sabíamos, sí, pero ahora tenemos que creérnoslo con el corazón.

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