¿Cuántas lanchas son demasiadas? La masificación llega al litoral a golpe de timón

Una coalición de organizaciones lanza un manifiesto contra la proliferación de embarcaciones de recreo, cuyo alquiler es un negocio cada vez más lucrativo a pesar de sus impactos negativos: daño al ecosistema o contaminación acústica y química.
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David F. Sabadell Barcos amarrados en la cala de Tamariu, Girona

El último informe Mar Balear, relativo a 2021, indicaba que existían en ese momento 35.500 embarcaciones recreativas registradas en el archipiélago balear o, lo que es lo mismo, una lancha, moto acuática o velero por cada 35 habitantes. La comunidad autónoma de Balears es la provincia con mayor número de embarcaciones de recreo y donde más se matriculan cada año, pero los problemas que conlleva la masificación del litoral están lejos de quedarse en el archipiélago del Mediterráneo.

El incremento año tras año de embarcaciones recreativas y artefactos a motor en el litoral durante las últimas décadas ha generado un fuerte aumento de los impactos sobre los ecosistemas marinos costeros. Al mismo tiempo, ha crecido la presión sobre quienes disfrutan del mar de manera más sostenible y vulnerable, como bañistas o buceadores, con un repunte de las molestias o accidentes. Estas afirmaciones están extraídas del manifiesto Por una costa habitable, segura y protegida firmado por organizaciones como Alianza Mar Menor, GOB Menorca o SOS Costa Brava.

Según datos de Salvamento Marítimo, la mitad de las emergencias en el mar reportadas durante el verano de 2024 estaban relacionadas con embarcaciones de recreo y otras actividades recreativas. El organismo dependiente del Ministerio de Transportes atendió a 3.600 personas en accidentes de náutica de recreo en el periodo estival del año pasado.

Los excesos de velocidad al navegar, la masificación de las calas o el fondeo entre especies sensibles son algunas de las problemáticas derivadas del aumento de embarcaciones de recreo

Los excesos de velocidad al navegar, la masificación y sobreocupación de calas y zonas de baño no balizadas, el fondeo de las embarcaciones sobre hábitats y especies sensibles son presiones que han incrementado y están generando un escenario de “peligro y desprotección” para la vida submarina y la de las personas, aseguran las entidades firmantes del manifiesto.

En los primeros seis meses de 2025, un tercio de los barcos adquiridos se destinó al negocio del alquiler recreativo de la embarcación. Las ventas totales han caído un 8% con respecto al mismo tramo de 2024 en un sector acostumbrado a crecer en cada estadística, pero en la Asociación Nacional de Empresas Náuticas (ANEN) no creen que esta cifra sea mala señal; el mercado de barcos de alquiler o chárter es un negocio jugoso para los inversores e incentivado fiscalmente con respecto a la compra de embarcaciones para uso propio. El Gobierno pretende fomentar aún más el alquiler de barcos ampliando la flota disponible y reduciendo los requisitos para arrendar embarcaciones.

“Estamos siendo testigos de un incremento en el alquiler de embarcaciones a recreo en los últimos años —más empresas se dedican a esto, cada vez más personas se deciden por tener esta experiencia, que sin alquilar no tendrían— y esta es una presión más que se ejerce sobre el medio marino y la seguridad de las personas”, explica Marta García Pallarés, portavoz de Ecologistas en Acción, una de las entidades firmantes del manifiesto.

Contaminación que daña a los cetáceos e impacto en la vegetación submarina

“Vemos cómo nuestras calas están atestadas de barcos como si de un parquin de un centro comercial se tratase”, describe García Pallarés. Los datos expuestos por la ANEN y extraídos del recuento de la Dirección General de Marina Mercante muestran que, en el primer semestre del año pasado, la comunidad de Balears fue la provincia donde más embarcaciones destinadas a chárter se compraron: 167. Le sigue Alicante, con 85 matriculaciones; y Barcelona, con 78.

El Mediterráneo es la zona más afectada en España por el aumento de las embarcaciones que no se alejan demasiado del litoral. El incremento en el número de estos pequeños navíos va aparejado del ascenso en el fondeo general y no vinculado a boyas. Al levar y bajar el ancla repetidas veces sobre suelo marino virgen se daña la vegetación submarina. Entre esta destaca la posidonia, un tipo de planta endémica de este mar que hace de hogar para organismos animales y vegetales, además de proteger la línea de costa de la erosión. Este es uno de los “mayores problemas ambientales” que conlleva el aumento del número de embarcaciones, según la coordinadora de campañas de transición ecológica de Ecologistas en Acción.

El ruido generado por las embarcaciones desorienta y daña a los animales marinos, especialmente cetáceos, cuyas tasas de reproducción pueden verse afectadas

Hay impactos más sutiles. La mayoría de las especies oceánicas dependen del sonido para la comunicación, la detección de presas y depredadores y la orientación. Por ello, el ruido generado por el ser humano interfiere en sus procesos, especialmente en el caso de los cetáceos. La disrupción tiene tres efectos principales, según explica Valérie Pimentel, jurista especializada en derecho ambiental: “El enmascaramiento —una especie de ‘niebla acústica’ generada por el ruido continuo—, las respuestas de alteración de comportamiento y los daños físicos”. La autora de La amenaza a la biodiversidad marina por colisiones y ruido submarino (Publicacions URV, 2023) detalla que, en el caso de los cetáceos, el impacto en la capacidad auditiva, junto con el estrés y el posible desplazamiento de un hábitat importante por la actividad humana, puede afectar a las tasas de reproducción y crecimiento.

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La Costa Brava es de las zonas del Estado más afectadas por la proliferación de embarcaciones de recreo. David F. Sabadell

La contaminación también puede ser química. Esto incluye vertidos accidentales de combustible, pero también el vaciado de aguas residuales en el mar o la utilización de una pintura no adecuada y contaminante para el revestimiento del casco. Estos hechos pueden impactar en un aumento de la toxicidad del agua, disminución de la capacidad de penetración de la luz y oxígeno en el agua o dañar infraestructuras portuarias a largo plazo.

Actualización normativa “por una costa habitable, segura y protegida”

Como con otras tantas actividades turísticas o de recreo, la problemática de la náutica por ocio no tiene tanto que ver con la acción en sí, sino en cómo se lleva a cabo y, sobre todo, su masificación. En este sentido, el portal de cursos náuticos Sailwiz afirma que el turismo náutico creció un 52% entre 2021 y 2022.

El Gobierno prevé fomentar esta actividad con dos medidas que han generado rechazo entre entidades ecologistas: una orden ministerial que entrará en efecto según lo previsto el próximo 15 de agosto permitirá que los particulares propietarios de una embarcación la alquilen hasta tres meses al año. Además, se eximirá de la obligación de tener titulación náutica para el manejo de embarcaciones de recreo de hasta cinco metros de eslora.

Además, explica García Pallarés, las competencias para regular y vigilar el litoral están repartidas y las administraciones “se pasan la pelota unas a otras”. 

Ante esta situación, las organizaciones firmantes del manifiesto Por una costa habitable, segura y protegida piden a las autoridades que modifiquen el Reglamento General de Costas y de la Ley de Navegación Marítima con el fin de reforzar la “protección de los valores naturales y patrimoniales del litoral” o “asegurar que cualquier uso o práctica en el mar respete estos principios”.

Las entidades firmantes del manifiesto piden la limitación de la velocidad costera, aumentar el personal para vigilar el cumplimiento de la normativa y exigir titulación para arrendar barcos

García Pallarés considera que la normativa vigente “ha quedado obsoleta” y que debe actualizarse el marco regulador. “Es hora de que nuestras costas dejen de ser una autopista en la que todo vale”, exige la ambientóloga. Para ello, las entidades firmantes del manifiesto piden la limitación de la velocidad costera —tres nudos en los primeros 300 metros de costa—, regular el fondeo en las zonas de baño no balizadas, cartografiar los hábitats marinos protegidos, aumentar los recursos humanos y tecnológicos para vigilar que se cumpla la normativa y obligar a que quien arriende una embarcación de recreo tenga “titulación y conocimientos necesarios” para conducirla. Aún estamos a tiempo de reducir los impactos negativos sin exigir una moratoria a las nuevas matriculaciones, cree la ecologista.

Turismo
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