Culturas
Las nuevas generaciones de drag queens impulsan redes de apoyo contra la precarización laboral

Las drag queens, o transformistas, han estado presentes en el panorama artístico desde hace décadas y, a pesar de ello, siguen estando rodeadas de prejuicios. Especialmente desde las nuevas generaciones, el colectivo intenta acabar con los mismos e impulsar nuevas formas de entender una labor altamente infravalorada y precarizada.

Drag Reign en la Sala Maravillas
Drag Reign en la Sala Maravillas, Madrid. Foto: Cristina Morfina
24 dic 2020 07:00

El trabajo de las drag queens ha sido reprimido con dureza a lo largo de los años, como así lo ha sido todo aquello que se saliese de los límites de lo que canónicamente se ha entendido como el género. Eso ha motivado que, desde sus orígenes, las transformistas hayan formado parte de un movimiento enraizado en la contracultura, lo cual no siempre ha tenido una buena respuesta por parte del sistema hegemónico.

Durante el franquismo, estas artistas eran obligadas a salir a saludar, una vez terminado el show, con “ropa de hombre” y hablando con “voz de hombre” para demostrar que estaban interpretando un papel ajeno a su verdadera identidad. Tratadas como enfermas o inmorales a ojos de los mandamientos religiosos, las transformistas han tenido que luchar mucho para salir adelante, como comenta Xenon Spain. La Xenon lleva 22 años sobre el escenario, y cuenta que en su día fue un arte relegado a la ocultación (e incluso a la emigración, en el caso de muchas drags). “El artista se ocultaba, intentando que nadie de su entorno se enterase de a qué se dedicaba por las noches”, explica La Xenon. “Si no hubiese sido por las drags que pelearon en las épocas en las que más represión sufrían, hoy día no tendríamos la visibilidad que tenemos”, añade.

Samantha Hudson lleva tan solo dos años haciendo drag, pero ya ha logrado hacerse viral en redes sociales en diversas ocasiones por sus parodias o vídeos sobre salud mental, autoestima y política, entre otros temas. Además, hace poco estrenó el podcast de Netflix ¿Sigues ahí?. Samantha valora que ahora es más fácil comenzar a hacer drag gracias a la visibilidad de las redes sociales, pero incide en la labor de otras transformistas en el pasado.

“Debemos reivindicar nuestras raíces sin dejar de apoyar las nuevas propuestas del transformismo joven, pero no hay que permitir que las personas que caminaron antes que nosotras caigan en el olvido”, defiende Samantha Hudson

“El drag en España lleva desde los años 30 y había unas artistas tremendas en la cultura de Barcelona, como Paco España o Shangay Lily”, alega, añadiendo que las redes sociales y el ritmo capitalista atropellado y acelerado hacen que la historia más reciente pueda olvidarse, cosa que se debe evitar. “Debemos reivindicar nuestras raíces sin dejar de apoyar las nuevas propuestas del transformismo joven, pero no hay que permitir que las personas que caminaron antes que nosotras caigan en el olvido”.

Deconstruir todos los prejuicios

Las transformistas han sufrido muchos prejuicios a lo largo de su historia. Samantha Hudson comenta que, dado que antes la figura de la drag queen estaba relegada a un plano exclusivamente nocturno, quedaba rodeada de un contexto repleto de drogas y alcohol, lo cual ha configurado uno de los prejuicios más comunes hacia las artistas. Además, se las ha relacionado mucho con el trabajo sexual, “en su gran mayoría las transformistas acababan saliendo del armario como personas trans y encontraron en el drag una forma de liberación y de explorar la feminidad reprimida”, aporta Samantha, refiriéndose a que tiene que ver con que las personas trans también han estado históricamente marginadas a nivel social.

Muchas terminaron en la prostitución para poder salir adelante, como fue el caso de Cristina Ortiz, La Veneno. “En un marco cultural que no te permite expresar tu identidad de género, el transformismo era una vía de escape”, contextualiza Samantha, quien añade que otro de los prejuicios es el de la faceta del bufón, “que da la sensación de que eres una sinvergüenza que vive del cuento y no se toma esto en serio”, a pesar, insiste, de que la profesión requiera de mucho sacrificio y tiempo.

De esto también habla Satine Fansy, quien lleva tres años haciendo espectáculos drag, recalcando el importante trabajo artístico que hay detrás de cada espectáculo: la búsqueda del vestuario, la preparación del número, de la escenografía, de la mezcla de audio que se utilizará, del maquillaje y de cualquier elemento que pueda incluirse en el show. “De un tiempo a esta parte, el drag se ha hecho más centrado en el arte, que es como queremos que se vea nuestra labor, como un arte, al igual que lo son la música, la pintura o la interpretación”, especifica.

“De un tiempo a esta parte, el drag se ha hecho más centrado en el arte, que es como queremos que se vea nuestra labor, como un arte, al igual que lo son la música, la pintura o la interpretación”, especifica Satine Fansy

El concepto de las transformistas se ha ido renovando con el paso de los años y, con ello, su público. Satine considera que hace unas décadas era prácticamente impensable que una persona que no perteneciese al colectivo LGBT se plantease ir a un show drag. “Por suerte esto está cambiando porque la gente, sobre todo la más joven, se está dando cuenta de que se puede ir a estos espectáculos, sea cual sea tu identidad”, afirma. Samantha Hudson lo corrobora contando que muchas veces tiene de público a personas a las que nunca les ha interesado el drag, pero “nos ve una vez y ya se vuelve una ferviente y amante devota del transformismo”, lo cual le parece una muy buena noticia. “Es como evangelizar”.

Pandemia, capitalismo y comunidad

Esta aparición de nuevas propuestas se ha visto altamente acrecentada este año, a raíz del contexto epidemiológico actual. Durante el confinamiento que mantuvo a millones de personas en sus hogares, muchas artistas de cualquier ámbito aprovecharon las redes sociales para hacerlo más llevadero, y a esto se sumaron drags que comenzaron a hacer directos de Instagram haciendo tutoriales de maquillaje o, en el caso de Satine Fansy, enseñando a cocinar —por ejemplo— una olla de lentejas. La importancia que adquirió la presencia de las drags durante estos meses se perpetuó, llegando a la actualidad.

Dadas las restricciones actuales, tales como el toque de queda o la reducción del aforo, muchas salas de ocio nocturno han tenido que reinventarse y apostar por nuevas propuestas. Mientras antes se entendía el trabajo de las drag queens como el de una gogó —es decir, bailar en una discoteca, pero sin darle apenas protagonismo—, “ahora somos el centro de la sala, ya que se ha reinventado el uso de estos pubs para hacerlo acorde con la situación actual”, cuenta Satine.

“Quienes llevan las salas de ocio nocturno se han dado cuenta de que nuestro valor es mucho mayor del que se pensaba y tenemos importancia para que estos locales no desaparezcan”, expone La Xenon

Las drag queens no solo han empezado a crear mucho contenido online, sino que está aumentando la frecuencia en la que se hacen shows enfocados en ellas. “Quienes llevan las salas de ocio nocturno se han dado cuenta de que nuestro valor es mucho mayor del que se pensaba y tenemos importancia para que estos locales no desaparezcan”, expone La Xenon. Ahora los shows drag están pasando de ser exclusivamente nocturnos a ser eventos de tarde, cuyo público es muy amplio y donde ellas son protagonistas. Samantha Hudson comenta que, en ese sentido, la pandemia ha podido ayudar “no tanto a visibilizar, sino más bien a cambiar el foco y el prisma a través del cual se contempla el transformismo y el travestismo en España, situándolo en otro marco cultural muy distinto al que estaba antes”.

Ahora hay mayor visibilidad de las drags en la cultura popular y están adquiriendo más voz, como puede verse en el reality show Drag Race, que busca coronar a la Superestrella Drag y que ahora va a tener su propia edición española, que se estrenará en 2021. A pesar de ello, no debe dejarse de lado que esta mayor visibilidad responde a las lógicas del capitalismo y de su capacidad para mercantilizar las reivindicaciones de los colectivos oprimidos bajo la máscara del apoyo. Este concepto, también conocido como pinkwashing, se da también en los medios de comunicación: “Cuando surge una reivindicación por una serie de derechos y la gente pone el grito en el cielo para que las instituciones escuchen lo que tienen que decir, nuestro sistema socioeconómico se encarga de sacarle una rentabilidad a todas esas militancias”, explica Samantha Hudson.

Continúan las dificultades

A pesar de la mayor visibilidad tanto social como en los escenarios, el colectivo recuerda que siguen sin poder vivir de su trabajo. “A nivel económico no hemos visto ningún avance”, expone Satine Fansy que, como otras muchas artistas, compagina este trabajo con otro para llegar a fin de mes. La Xenon añade que solo aquellas drags con largo recorrido “y cierto caché” pueden vivir del transformismo: “Parece que hacemos esto por amor al arte y que no nos importa no cobrar”, comenta Samantha Hudson. Aunque eso pueda dar una imagen romantizada de artista bohemia y sufrida, expone la artista, “yo estoy hasta el chocho y quiero que paguen a las travestis lo que se merecen”. Lamenta, también, de la falta de un sindicato que luche por sus derechos.

A pesar de su mayor visibilidad, “a nivel económico no hemos visto ningún avance”, expone Satine Fansy que, como otras muchas drags, compagina este trabajo con otro para llegar a fin de mes

Sin embargo, en los últimos años está aumentando el sentimiento de comunidad y de red de apoyo entre las drags. “Antes era muy complicado comenzar en el drag”, narra Satine, quien reseña que antes no conocía a otras artistas ni había tutoriales de maquillaje drag en YouTube, ahora numerosos. La artista añade que ahora el colectivo se conoce por medio de las redes sociales, y se apoyan y aprenden unas de otras. Gracias a esto, diferentes drags, entre ellas Satine Fansy, crearon Drag Reign, una plataforma y productora de eventos relacionados con el transformismo y las nuevas generaciones de drags, con la que además buscan dejar la puerta abierta a nuevas artistas, crear comunidad, darse visibilidad y ayudarse mutuamente.

“No debemos pisarnos entre nosotras ni convertir [la profesión] en una competición por ver quién es protagonista”, asevera La Xenon quien en sus más de veinte años de experiencia comenta haber visto cierta competencia desleal. “Lo que no se puede hacer es aceptar trabajar gratis, a cambio de dos refrescos, porque estás invisibilizando y mermando el trabajo de un montón de compañeras muy profesionales y auténticas que no pueden avanzar porque su trabajo no se valora”, manifiesta La Xenon. “La lucha de una es la lucha de todas y debemos respetarnos a nosotras y nuestro trabajo. Apoyarnos para mejorar nuestras condiciones laborales”, añade, apelando a la importancia de unirse para fijar metas comunes y trabajarlas conjuntamente.

Implicación política y proyección de futuro

No solamente hay un alto componente político en unirse entre todas las drags de España para salir adelante, buscando la valoración de su trabajo y la creación de una comunidad de apoyo, sino que la propia labor de las drags ya es un acto político en sí. “El simple hecho de performar y permitirte el lujo de expresarte, de vertiste y de mostrarte como te dé la real gana cuando la sociedad y el propio sistema se esfuerza en impedirlo ya es en sí una reivindicación”, argumenta Samantha Hudson, en relación con el conocido lema de que lo personal es también político.

“El simple hecho de performar y permitirte el lujo de expresarte, de vertiste y de mostrarte como te dé la real gana cuando la sociedad y el propio sistema se esfuerza en impedirlo, ya es en sí una reivindicación”, argumenta Samantha Hudson

El transformismo, tal y como se concebía hace años, ha evolucionado y ya no trata de emular el estereotipo de mujer hegemónica, sino que ahora va más allá, añade Samantha. “Yo misma salgo al escenario en tanga y se me marca el paquete, y eso está fenomenal porque el transformismo ha ido más allá de lo preconcebido”, añade.

El transformismo, además de explorar los límites del género y proponer nuevas propuestas, va encaminado en la búsqueda del reconocimiento que merece. Sobre esto, Satine Fansy se muestra esperanzada ante el aumento de la visibilidad de las drags en los últimos meses. “Quiero creer que, una vez acabe todo, se nos dará la importancia y el caché que corresponde al trabajazo que hacemos”. Satine, además, añade la importancia de que aumente la presencia de las drags en la televisión porque, como dice La Xenon, “nos queda dar el salto para llegar a todos los públicos, dado que siempre queda muy focalizado únicamente al colectivo LGBT”. “Tenemos que ser más inteligentes, demostrar que podemos estar en cualquier formato y que no somos ninguno de los prejuicios que nos han puesto históricamente”, valora La Xenon, quien reconoce que, en sus años de experiencia, se ha avanzado en el sueldo y en las condiciones de las artistas, pero insiste en que aún hay mucho por hacer.

Sobre el futuro, Samantha Hudson valora que la vida es un ciclo y que, por tanto, el transformismo también lo es. “A lo mejor en unos diez años me quedo desfasada, ahora que voy de moderna”, expone. Por eso, para la artista resulta de vital importancia escuchar a las nuevas generaciones, sus nuevas propuestas de transformismo y sus discursos, pero sin olvidar a aquellas personas que dieron los primeros pasos en el transformismo, a pesar de la represión, permitiendo que el colectivo siguiera subiendo a los escenarios y que haya empezado a adquirir, aunque muchos años más tarde, el protagonismo que le corresponde.

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