Opinión
“Campeonas del puto mundo” y otros logros

A veces pienso en aquella niña a la que le regalaron un balón por su cumple y soñaba con ser futbolista. Muchas mujeres y niñas apasionadas por este deporte hemos crecido sin referentes a las que poder admirar y, por qué no, aspirar a ser como ellas.
Campeonas del mundo 2023
Foto: TW @SEFutbolFem
24 ago 2023 13:21

“¡Que te ha metido gol una chica!”. Con siete años tenía sentimientos encontrados con esta frase. Por un parte, sentía cierta satisfacción ya que me estaban diciendo que jugaba bien (cómo yo, siendo niña, iba a hacer eso) pero, por otra, me daba rabia (por aquel entonces no sabía qué era ese sentimiento), porque también significaba que las chicas no sabíamos jugar al fútbol.

Una década después, las jugadoras de la Selección Española Femenina de Fútbol se coronan como “campeonas del puto mundo” y nos llenan de orgullo. Ver cómo se han inundado los estadios de gente sin duda ha sido un hecho histórico.

Nunca dejé que, en un espacio dominado por chicos, me limitaran a quedarme esperando atrás; yo quería ser delantera y marcar todos los goles

Desde que me acuerdo he tenido un balón en los pies: nadie me lo podía quitar. Aprendí que siempre iban a cuestionar cómo manejaba la bola o si siquiera sabía jugar. Nunca dejé que, en un espacio dominado por chicos, me limitaran a quedarme esperando atrás; yo quería ser delantera y marcar todos los goles.

Tantas tardes jugando en la pista y en la plaza con mi primo y sus amigos, tantos días intercambiando cromos para conseguir toda la plantilla del Real Madrid, y tantas noches que he llorado por lo mismo que me hacía tan feliz. Desgraciadamente, no estaba hecha de hierro.

Ese primer “joe, que yo no quiero jugar con ella”, después de casi seis años, todavía me duele. Aguanté dos temporadas y finalmente me cambié a un equipo femenino

Cuando comencé a jugar en un equipo mixto (en el que éramos solo dos chicas), empecé a notar esa toxicidad que envuelve a los equipos masculinos de fútbol. Ese primer “joe, que yo no quiero jugar con ella”, después de casi seis años, todavía me duele. Aguanté dos temporadas y finalmente me cambié a un equipo femenino, pero la inseguridad se apoderó de mí y al tiempo lo dejé completamente. Desde entonces, me desentendí completamente de la que era mi mayor pasión (las paredes de mi habitación asfixiadas de pósters lo decían todo), y le cogí un poco de asco, que ahora sé que era un dolor enmascarado. No volví a tocar una pelota ni a ver un partido.

Sé que esto habrá sido igual o peor para tantas chicas; a muchas se les habrá prohibido directamente. Siempre se nos ha señalado que ese no era nuestro espacio, que “mejor deja a los chicos en paz y vete a jugar con las demás”, que si jugábamos luego no llorásemos si recibíamos algún pelotazo.

Muchas mujeres y niñas apasionadas por este deporte hemos crecido sin referentes a las que poder admirar y, por qué no, aspirar a ser como ellas

A veces pienso en aquella niña a la que le regalaron un balón por su cumple y soñaba con ser futbolista. Muchas mujeres y niñas apasionadas por este deporte hemos crecido sin referentes a las que poder admirar y, por qué no, aspirar a ser como ellas. Yo siempre llevé la camiseta de Cristiano Ronaldo, pero nunca imaginé que llegaría a ver equipaciones con nombres como Alexia o María León. 

Pero las cosas están cambiando: ahora son ellas quienes dirigen el juego.

Sin duda, las jugadoras de la Selección (tanto las que están como las que no), han conseguido que querer ser como ellas sea algo posible. Aunque no ha sido fácil: han tenido que enfrentarse a injusticias, comentarios y acciones completamente discriminatorias. Se tachó de caprichosas a las jugadoras que reclamaban un sueldo digno y una mejora en su equipo técnico y han sufrido las actitudes abusivas y tóxicas por parte del entrenador. Además, Luis Rubiales, presidente de la RFEF, ha manchado la victoria de las jugadoras besando a Jennifer Hermoso sin su consentimiento. No vamos a permitir que cosas como esta borren el logro del equipo femenino: han enorgullecido a todo un país, pero no podemos dejar pasar estos gestos fruto de la educación patriarcal y la sociedad completamente machista en la que vivimos. Los medios de comunicación que intentan “quitarle importancia” y culpar a la víctima por denunciar la violencia sufrida son una muestra de lo necesario que sigue siendo el feminismo, tanto en las calles como en las instituciones, hoy en día.

Nuestra selección ha conseguido demostrar que los equipos femeninos de fútbol SÍ importan

A pesar de tener todavía un largo camino, nuestra selección ha conseguido demostrar que los equipos femeninos de fútbol SÍ importan, y somos muchos y muchas quienes vamos a seguir apoyándolas y luchando con ellas.

Confieso que me he reconciliado con este deporte, aún si odio la toxicidad que mana de los grupos masculinos; creo que nos han enseñado una gran lección. Que son imparables.

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