Derechos reproductivos
Luciana Peker y Cristina Fallarás: “El aborto se ha apartado del relato feminista porque genera consenso”

Las periodistas Cristina Fallarás y Luciana Peker forman parte del grupo motor de una campaña europea que quiere blindar el derecho al aborto mediante una iniciativa ciudadana que necesita un millón de firmas para llegar a ser debatida. Mi voz, mi decisión es un intento de adelantarse a un posible giro a la derecha en las elecciones europeas que se celebran en junio.
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Cristina Fallarás y Luciana Peker en la redacción de El Salto, después de la entrevista. Álvaro Minguito

A finales de febrero de este año, la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) —encuentro de referencia de líderes de la extrema derecha en Estados Unidos— ponía en el mismo lugar del mundo a Javier Milei, Santiago Abascal y Donald Trump, que coincidían en sus mensajes contra el aborto. Es la imagen que aporta la periodista argentina Luciana Peker como ejemplo de hasta qué punto los derechos reproductivos están en el punto de mira de las derechas de forma global y unánime. 

En Europa, la convocatoria de elecciones europeas podría cambiar el actual equilibrio de fuerzas, alerta Cristina Fallarás, también periodista. Ese equilibrio permitió aprobar hace tan solo unos días en el Parlamento Europeo una resolución para incluir el aborto como un derecho de la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea y, aunque la resolución no es vinculante, sí está cargada de contenido cuando la Unión Europea está a punto de celebrar su último pleno antes de las elecciones de junio.

A esta posible situación de retroceso en derechos quiere adelantarse la campaña Mi voz, mi decisión, un movimiento iniciado por organizaciones feministas de ocho países europeos. La vía elegida es una Iniciativa Ciudadana Europea para blindar el derecho al aborto en Europa. Peker y Fallarás forman parte del equipo motor de esta campaña en España. Su objetivo es recoger 250.000 firmas entre el 24 de abril y el 9 de mayo. Para que sea debatida, la iniciativa necesita conseguir al menos un millón de firmas en siete países. Lo que piden es que los países de la Unión faciliten el aborto legal, seguro y gratuito mediante un mecanismo financiero para que los Estados miembros que sí permiten interrumpir voluntariamente puedan garantizar este derecho a las mujeres en aquellos países en los que no existe.

Pero la lucha por el aborto va más allá. Para estas dos periodistas, los derechos reproductivos están en el corazón mismo de una lucha feminista que ha sacado músculo en su afrenta a las derechas en todo el mundo. En los derechos reproductivos, los feminismos tienen un lugar de encuentro y consenso. Un potencial que no ignoran los poderes.

Hace unos días se ha votado en el Parlamento Europeo una resolución para incluir el aborto entre los derechos fundamentales de la ciudadanía de la Unión Europea. ¿Qué supone esto para la campaña Mi voz, mi decisión
Cristina Fallarás: Lo que supone es una coincidencia que no es casual. Es decir, hay un ejercicio institucional por parte de las izquierdas —y no solo las izquierdas, también del movimiento liberal en Europa— y de las mujeres de decir: “Ojo”. De forma natural ha surgido una alarma tanto en la población como en las instituciones. En las instituciones, la representan estos partidos de la Unión Europea que se dan cuenta de que el aborto corre peligro por los avances de la derecha y la extrema derecha. Y, por otra parte, hay un movimiento ciudadano de activismos que ven que las instituciones tienen sus cauces, pero que la ciudadanía también debe hablar. No podemos dejar en manos solamente de las instituciones y de los partidos políticos un derecho tan fundamental como el aborto. Y, en el momento en que se dan cuenta los partidos políticos de izquierdas y, por supuestísimo, los de derechas —que llevan peleándolo mucho—, se da cuenta paralelamente también la ciudadanía. 

En España, el hecho de que haya un gobierno progresista nos genera la fantasía de que estamos viviendo una realidad progresista. Esto no es verdad” (Cristina Fallarás)

Hablas de una alarma ante un posible retroceso en el derecho al aborto, pero la realidad en España es que se ha reformado recientemente la Ley de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo, que debería suponer importantes avances, y que también se ha profundizado en educación sexual por ejemplo mediante la Ley de Garantía Integral de la Libertad Sexual.¿Por qué estar alarmadas?
C. F.:  Porque la extrema derecha gobierna en más de la mitad del territorio, y el primer mensaje de la extrema derecha es contra el aborto en particular y contra los derechos de las mujeres en general. El hecho de que haya un gobierno progresista nos genera la fantasía de que estamos viviendo una realidad progresista. Esto no es verdad. Que lo pregunten en Aragón, en Extremadura, en Andalucía, en Madrid, en Castilla y León, en la Comunitat Valenciana, en Baleares. Si coges el mapa de las comunidades autónomas, la presencia de la extrema derecha es tremenda y su andanada contra el aborto ha dado el salto de lo privado a lo público. En el momento en el que la Junta de Andalucía destina dinero público por millones a la lucha antiabortista, saltan las alarmas. Ya no es una entidad norteamericana que invierte en HazteOir. Es financiación pública, cosa que pasa también en Madrid. Pero esa alarma no cunde en España porque salimos de verdad de un ejercicio por parte del Ministerio de Igualdad que mejoró la ley del aborto gracias, entre otras cosas, a los avances latinoamericanos. Y, sin embargo, creemos y de ahí nace el movimiento, que debemos de alguna forma sacudir a la población para decir: “No esperemos a tener que reaccionar, vamos a ir un poquito por delante”. 

¿Qué es Mi voz, mi decisión y por qué ahora?
Luciana Peker: Mi voz, mi decisión es una campaña que busca blindar el aborto en Europa. La fantasía que todavía habita países con derechos es que hay un piso de derechos que están garantizados y, de hecho, hoy pueden estarlo. Argentina es un país que tiene la última Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo del mundo, que se aprobó el 30 de diciembre de 2020 y que contiene avances que son superiores a los de Europa, como por ejemplo la posibilidad de abortar para las adolescentes que, después, toma Irene Montero para reformar la ley en España, o como la limitación a la objeción de conciencia con la sanción a los médicos que dilaten más allá de siete o diez días la posibilidad de acceso al aborto, entre entre otras medidas. Pero lo que demuestra el avance de la extrema derecha es que eso que considerábamos un piso sí puede perforarse. Ese es un nuevo escenario mundial del que hay que tener conciencia y España ha de tener mayor conciencia.

Lo que significa ponerlas o en la Constitución, o como supondría esta iniciativa de la ciudadanía, es que eso pasa a ser algo de lo que no se puede discutir. Porque la ultraderecha sí lo discuteUn ejemplo muy claro me parece la convención conservadora en Washington, en donde se juntan Javier Milei, Santiago Abascal y Donald Trump. Javier Milei habla del “aborto sangriento” como su gran enemigo: eso lo que muestra es que el enemigo son en realidad las mujeres y los derechos sexuales conseguidos. Para mí, ahí el enemigo es el deseo por un lado y por el otro lado, el feminismo como hito político, que es la contracara de este neofascismo. Ahí Santiago Abascal dijo: “Vamos a defender la vida desde la concepción”. Yo creo que España tiene que entender que su mensaje es que va a ir en contra del derecho al aborto y que por lo tanto es sustancial garantizarlo.

Mi voz mi decisión es una campaña europea. ¿Cómo se hermana con América Latina y, en concreto, con Argentina? O quizá la pregunta sea, ¿qué pueden aprender los feminismos europeos de los feminismos que han luchado por el derecho al aborto en Amnérica Latina?
L. P.:
A mí lo que me importa para sumarme a esta campaña es claramente que la renovación de la lucha por el aborto en Europa viene claramente de América Latina. De hecho, veíamos en el Congreso francés los pañuelos verdes, que vienen de América Latina y que vienen específicamente de Argentina y de la Marea Verde, que además de haber conseguido aprobar el aborto legal en Argentina, está también en Chile, donde se dio un intento de ponerlo en el referéndum constitucional —que se perdió frente a la extrema derecha—. Además, en México se logra el paso a favor de la legalización del aborto en el Tribunal Constitucional y está el caso de Colombia, con un fallo que es de avanzada en el mundo donde se da el derecho al aborto hasta las 24 semanas y la despenalización total en todos los casos, y que también lo garantiza constitucionalmente. 

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Entonces ahí por lo menos mi posición personal es que el sur global y el sur latinoamericano es el que viene dando sustento jurídico, sustento de las narrativas periodísticas feministas, sustentos como sacar el aborto del clóset de la conversación pública, sustento desde la construcción del aborto como herramienta política. Entonces, sí es importante entender que el blindaje del aborto en Europa va a contribuir a los derechos de las mujeres en América Latina en la medida en que no sea un derecho exclusivo para europeas y que sí reconozca las luchas latinoamericanas y, por supuesto, los derechos de las migrantes dentro de la Unión Europea. 

C. F.: En ese sentido, yo creo que la recogida de firmas de Mi voz, mi decisión es solo un primer paso. Porque se nos vienen las elecciones europeas y eso nos da el marco donde situar la necesidad de un nuevo relato sobre los derechos sobre nuestros cuerpos y el aborto. Es decir, algo que habíamos de alguna forma desatendido —la prueba es que hubo una votación importantísima, donde cabía la posibilidad de que el aborto entrara en la carta de derechos europeos y ni siquiera nos movilizamos—. Ni siquiera en países donde verdaderamente el aborto es una fantasía, por así decirlo, se movilizaron. Eso no es inocente. Ha convenido que el aborto se aparte del relato feminista. ¿Por qué? Porque el aborto crea consensos. Y todo el relato feminista es de la confrontación. En los medios de comunicación se han empeñado en retratar el movimiento feminista como un movimiento de enfrentamiento interno, de desgarro o de confrontación constante. No es inocente que no se cree información, que no nos enteremos de lo que está sucediendo ni en Europa ni en las comunidades autónomas, donde donde estamos teniendo en España muy restringido el derecho al aborto y se está practicando en clínicas privadas. Me da igual que las llamemos concertadas. ¿Quién lo practica? ¿Dónde va ese dinero? ¿Por qué no se practica en la pública? ¿Por qué la sanidad pública no está garantizando de ninguna manera en España los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres? 

Habéis explicado cómo algunas organizaciones han reaccionado con reticencias a apoyar vuestra campaña, a la que habéis estado intentando sumar colectivos. ¿No genera entonces tanto consenso?
C. F.:
Genera consenso en el movimiento feminista. Pero yo creía que generaba consensos mayores al del movimiento feminista. Jamás pensé que las mujeres por las artes visuales, las mujeres que están en la asociación de editoriales de España, libreras, actrices, científicas, o el movimiento lésbico… jamás pensé que fuera a decir “en este tema no me mojo”. Me ha sorprendido que en sectores que ni son católicos ni son de derechas explícitamente, el aborto sea un tema que siga tan estigmatizado.

La lucha por el aborto es el corazón de la lucha feminista, por eso hoy es tan atacado por la extrema derecha y por eso es tan importante reivindicarlo (Luciana Peker)

Quizá tenga que ver el estigma, pero además, ¿creéis que no se percibe como una lucha central por los derechos de las mujeres? ¿Por que entendéis que esta lucha está en el corazón del feminismo?
L. P.: Yo creo que es el corazón de la lucha feminista, por eso hoy es tan atacado por la extrema derecha y por eso es tan importante reivindicarlo. Primero, porque lo que lo que dijimos cuando defendíamos la ley en la Argentina es que se trata del derecho al goce. Si vos tenés sexo, puedes tener sexo de muchas maneras con muchas personas, pero si tenés sexo con un varón y él se puede ir y una mujer puede morirse, ir presa, tener miedo a estar embarazada, a sufrir, tener que ser migrante y no saber si te van a realizar o no un aborto, la diferencia es abismal y esa diferencia es lo que te quita el derecho al goce. Por un lado, garantiza la igualdad frente al deseo y esa igualdad frente al deseo, más allá de todo lo que supuestamente avanzamos en la posibilidad de ser personas deseantes si no está el aborto legal, no está la garantía de igualdad frente al deseo.

Por otra parte, ha constituido por eso en América Latina una herramienta de construcción política. Porque hoy no hay ni siquiera ni en América Latina, ni en Europa, presidentes ni presidentas que constituyan bloques de alternativas al poder de derecha, mientras la convención conservadora muestra que sí hay un bloque. En cambio, entre las mujeres y activistas que defendemos el aborto, hemos hecho estrategias que se aplican en cada lugar de manera distinta, pero que han construido una herramienta de construcción política, intergeneracional, interseccional. Frente a eso, la extrema derecha reacciona. Donald Trump nombra a los y las integrantes de la Corte que logra derribar el fallo emblemático de 1973 en Estados Unidos. Ahí ves el ensañamiento. Trump dice: solo en dos causales. Eso retrocedería a una situación peor que la ley española de 1985. Porque si tenés todas las causales con salud, en sentido amplio, físico y mental, podés tener un acceso al aborto más o menos asegurado. Pero él dice solo dos y alguien que supuestamente no es es alguien que ha tenido mucho sexo, porque hay hombres que reivindican ser supuestamente muy activos sexualmente es muy paradigmático, cómo van a condenar a las mujeres para tener sexo. O que una mujer pueda ser activa y no padezca en la clandestinidad, o digamos, o una circunstancia concreta en relación al aborto, tiene ensombrecida su sexualidad por la posibilidad de esa condena. Entonces ahí ves claramente cómo el castigo por ser un varón que tiene una condena por acoso directa, castiga a las mujeres con la restricción del aborto o con la posibilidad de que sufran más.

Eso es lo que está debatiendo la Corte de Estados Unidos ahora con la posibilidad de restringir Mifepristona, que es uno de los dos medicamentos con el Misoprostol que se usan para producir los abortos medicamentosos. Creo que se va a fallar a favor de la mujer tristona. Lo que se está debatiendo es si las mujeres sangramos más o menos y que el aborto duela más o menos. Tiene las dos claves que son el deseo y el dolor. Y tiene un movimiento que no es solo del norte, sino que es absolutamente fuerte en el sur global. Entonces vos tenés una lucha política que te impacta en el cuerpo de manera directa y que genera un cuerpo político colectivo con enormes desigualdades, pero un cuerpo político colectivo. Por eso el aborto es el corazón de una lucha política feminista y que, por supuesto, para mí tiene que ser interseccional, tener en cuenta las desigualdades económicas también sur y norte, y también ser capaz desde Europa no solo de reconocer los derechos de las mujeres latinoamericanas, sino de aprender de las experiencias de las mujeres latinoamericanas. 

C. F.: Las derechas, católicas y ultracatólicas, frente a la desarticulación de las izquierdas, responden con un movimiento bien trabado. Mi voz mi decisión lo que hace es crear una relación en este momento ya de 11 países —a los ocho iniciales se están uniendo Italia, Dinamarca y Hungría— cuyos movimientos activistas empezamos a formar un todo. Para mí esto sigue el modelo latinoamericano de crear un corpus activista no partidista. Y en Europa no existía. 

Aquí existe una barrera idiomática y poca tradición de camino conjunto. Pero es que además, ¿cómo comparar contextos tan diferentes como el de Hungría y España?
C. F. Y sin embargo, si lo blindamos en la Unión Europea, en la Comisión Europea, ahí se genera un sitio de referencia al que acudir en caso de que en un país se falte a esos derechos. Tanto el Tribunal Europeo de Derechos como la Comisión Europea deben convertirse y están convirtiéndose y en ciertas causas son —la gente de la Memoria histórica lo sabe perfectamente—, en un referente de amparo cuando en un país se vulneran ciertos derechos. Yo recuerdo que en el asunto de los desahucios hubo que apelar a Europa y fue un fallo del Tribunal de Derechos Humanos Europeo lo que modificó la actuación de las administraciones con respecto a los desahucios. Generar un relato común europeo es dificilísimo. Sin embargo, pensar que tenemos un lugar de amparo común es fundamental.  

Queréis llevar a debate una Iniciativa Ciudadana Europea por el derecho al aborto. Pero en 2018 hubo un intento de Iniciativa Ciudadana Europea por lo que los grupos antielección llaman “derecho a la vida”. ¿Puede haber un giro que trunque o despoje de sentido vuestra campaña?
C. F.: Puede haberlo, pero yo creo que hemos aprendido que una cosa es que los partidos no tengan mayorías y otra cosa es que la ciudadanía no se mueva en mayoría. Es decir, la Iniciativa Legislativa Popular por la Regularización, por ejemplo, cuando arrancó nadie pensaba que iba a triunfar porque la mayoría de partidos no la apoyaban. Pero la voz de tantos cientos de miles de personas diciendo queremos esto modifica el relato de los partidos. Hay una parte del Partido Popular que no está contra el aborto, y esto hay que decirlo: en esa parte del Partido Popular hay un movimiento ultracatólico, un movimiento de ultraderecha que nos va a tocar esos derechos. Si conseguimos que sea la ciudadanía la que se movilice y a apelar a los gobiernos de Europa, a los tribunales de Europa, que sería el siguiente paso, ahí nos da unas garantías. 

L. P.: Yo te quería aportar un dato que a mí me parece sustancial: la lucha enraizada entre Europa del Este y América Latina tiene una historia muy importante. Lo que se llamó el Lunes Negro, que fue la huelga de mujeres en Polonia contra lo que en ese momento era la posible prohibición del aborto, fue el 3 de octubre de 2016. En Argentina, hay encuentros de mujeres contra el 12 de octubre. Pues ese fin de semana hubo un femicidio de una adolescente y Argentina toma el modelo de Polonia y hace el 19 de octubre de 2016 el primer paro de mujeres como huelga feminista en 2016. Argentina después lanza la primera huelga feminista que desemboca en lo que ustedes conocen tanto como la huelga feminista de España de 2018. Tomar modelos como herramientas de construcción política entre Europa del Este y América Latina es un antecedente importante que también impactó en España, aunque no se reconozca esta genealogía, que para mí es importante que se reconozca. 

Y de esta pregunta, bueno, soy futbolera: vos claramente podés tener un mundo en donde evaluás que hay una extrema derecha en avance y que estás ante una situación en la que no tenés mayores chances de ganar, pero aun así no dejás el arco vacío. Vos bajas a la defensa si sentís que te pueden meter un gol. Lo que para mí implica esta iniciativa en términos futbolísticos es ir al arco a defender lo que ganamos. 

¿Por qué Milei, Trump, Abascal y Orban coinciden en el aborto, y no en los techos de cristal o las cuotas? Van al aborto como forma de modificación de la vida de las mujeres (Cristina Fallarás)

En el contexto estatal hablamos de la extrema derecha como algo que puede venir, pero por el momento no tiene poder en el Gobierno central. ¿Qué puede hacer la extrema derecha cuando gobierna un país? ¿Qué puede hacer Milei contra el aborto en Argentina?
L. P.: Es que ya lo está haciendo. Y lo que me parece muy importante es que Javier Milei no solo gobierna la Argentina, que es una tragedia solo equiparable al Plan Cóndor. Más allá de consecuencias económicas increíbles, no es un liberalismo para achicar el Estado, sino que es un liberalismo para permitir el extractivismo, especialmente de los recursos naturales estratégicos de la Argentina, como el gas y petróleo, el litio, el agua, entre otros, sino que es alguien que también es un modelo para exportar. A las feministas nos dijeron siempre que lo importante era la economía y, de hecho, lo primero que te va a decir un varón de izquierdas ante el aborto es que hay problemas más importantes, como la economía. En cambio, la extrema derecha va al Foro Económico de Davos a hablar en contra de la agenda sangrienta del aborto. Javier Milei no va a decir eso solo por lo que pueda hacer en Argentina, porque de hecho la Libertad Avanza —el partido de Javier Milei— presentó un proyecto para derogar el aborto, que no tienen los votos en el Congreso para lograrlo. Él va a denostar los movimientos mundiales por la lucha por el aborto porque son el corazón de una lucha política que es la única que puede desafiar a la extrema derecha racista, misógina, ultraindividualista y que viene a ser completamente extractivista, un nuevo colonialismo muchísimo más feroz de lo que vimos en en los últimos años.

Milei está, por ejemplo, despidiendo a todo el personal de un plan muy exitoso que logró bajar en un 60% los embarazos adolescentes no deseados en los últimos diez años en Argentina. El Misoprostol y la Mifepristona se estaban produciendo en laboratorios públicos en Argentina: ellos vienen a frenarlo y ya no hay provisión de algunos anticonceptivos. Vienen a desfinanciar, vienen a despedir a quienes lograban sostener estos planes y vienen además a humillar. La humillación y la sensación de derrota frente a logros políticos que generaban el desafío de poder ir por otros muchos más logros. Quitar, reducir, cercenar el aborto es también volver a usar a las mujeres como sujeto político desafiante. 

C. F.: Preguntémonos por qué coinciden todos. ¿Por qué Milei coincide exactamente con Trump y exactamente con Abascal y exactamente con Orban en el tema del aborto? ¿Por qué coinciden en el aborto, y no en otros temas del feminismo como los techos de cristal, las cuotas o consentimiento? Van al aborto como forma de opresión económica y como forma de modificación de la vida de las mujeres. 

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L. P.: Y del poder sexual. En el Foro Económico de Davos, Elon Musk puso un tuit que decía “muy caliente ahora mismo”. Lo puso en inglés, con una foto de un hombre teniendo sexo supuestamente con una mujer montada arriba con la computadora viendo el discurso de Milei. Eso para mí es muy significativo, porque decís que te excita un discurso que por supuesto es económicamente absolutamente neoliberal, sin presencia del Estado, ni de cooperación internacional ni de organismos internacionales, pero que dice que las mujeres no pueden abortar. Lo dice usando la palabra excitación y con una escena sexual explícita. ¿Eso qué quiere decir? Además de que es mal amante, eso quiere decir que el poder del sexo lo quieren para ellos y que no les importa ni cómo la pasen las mujeres en la satisfacción sexual, ni cómo la pasen las mujeres con el derrotero de cosas que te pueden pasar después de tener sexo. Que una mujer aún cuando no has abortado sabe que alguna vez se le pasó por la cabeza si le venía, si no le venía después de tener sexo, entonces es volver a tener el poder del sexo, mostrarse como sexuales, pero quedarse ellos con el poder de la satisfacción sexual.

C. F: Y construir un marco de terror, utilizar las relaciones sexuales como posibilidad de crear terror a posteriori

Quienes ejercen la práctica deben sostener una ética de no expulsión, de no exclusión y de derechos humanos que implica no dejar a ninguna mujer afuera (Luciana Peker)

Uno de los asuntos abiertos en España a raíz del cambio de ley quiere garantizar el aborto en la Sanidad pública, en un contexto en el que la realidad es que la mayor parte se hace en clínicas privadas, es en torno al método para practicarlo y si se va a imponer el método farmacológico frente al quirúrgico. ¿Cuál es la experiencia argentina?
L. P.: Me parece importante que las mujeres puedan decidir entre los dos métodos que están hoy recomendados por la Organización Mundial de la Salud, que son el aborto medicamentoso —con todos los medicamentos que hacen que el aborto sea menos doloroso y más rápido para no pasarla mal— y el método por aspiración. Es importante que eso se garantice, pero también es importante, en un escenario en el que además las mujeres migrantes no pueden acceder según algunas condiciones legales en España, que quienes lo hagan, puedan cobrar o no, tengan una actitud ética mínima de generar ese acceso. No puede existir una prestación de aborto que deje a las migrantes afuera. Y toda la experiencia argentina y latinoamericana con, por ejemplo, la red de profesionales de salud sexual que trabajan tanto el sistema público como el sistema privado, o la red de socorristas que son mujeres que ayudan a otras abortar o las acompañan en ese proceso de aborto medicamentoso, tienen la actitud ética de tener un compromiso con que ninguna mujer y persona gestante se pueda quedar fuera de esa atención. 

Ninguna mujer por ser migrante, por temas administrativos o de papeles, puede quedarse afuera del acceso al aborto, que es un derecho humano. El acceso al aborto está en tratados internacionales y además es una lucha global y con un impulso sustancial en América Latina, por lo que quienes ejercen la práctica deben sostener una ética de no expulsión, de no exclusion y de derechos humanos que implica no dejar a ninguna mujer afuera de la atención en derechos sexuales y reproductivos.

La experiencia latinoamericana también indica que no se puede reducir el aborto a una sola opción que sea medicamentosa y que si el sistema público y privado tiene que tener la ética mínima frente un derecho sexual tan importante como el aborto. El acceso debe ser a todas las mujeres sin ninguna restricción, si no es una vergüenza.

Fechas clave de la campaña Mi voz, mi decisión
Estas son algunos momentos clave de la campaña Mi voz, mi decisión en España:
24 de abril: comienza la recogida de firmas.
8 de mayo: encuentro en Madrid para analizar las estrategias de la extrema derecha.
Entre el 22 de abril y el 1 de junio: eventos junto a colectivos de Euskadi, Navarra, Asturias, Valencia, Galicia, Catalunya y Canarias.
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