Crisis climática
El huracán Helene lanza una advertencia

Una central nuclear, afortunadamente cerrada, se inundó, pero puede que no tengamos tanta suerte la próxima vez.
La central nuclear de Crystal River en una foto de 2015 tras su cierre. Fuente: beyondnuclearinternational.org
La central nuclear de Crystal River en una foto de 2015 tras su cierre. Fuente: beyondnuclearinternational.org Beyond Nuclear
Beyond Nuclear International
24 feb 2025 02:50

Artículo publicado originalmente en Beyond Nuclear International.

Como nadie puede haber dejado de notar, Estados Unidos es asolado cada vez con más recuencia por violentos extremos climáticos, más recientemente por el huracán Helene, que dejó zonas del sur sumergidas y destruidas, y provocó un importante número de muertes.

La prensa ha descrito habitualmente las inundaciones extremas, especialmente en lugares como Carolina del Norte, como «bíblicas». Pero, como señala mi socio y colega de Beyond Nuclear Paul Gunter, no es nada de eso. Como debería ser obvio a estas alturas, nuestros desastres climáticos, cada vez más frecuentes, son totalmente causados por el hombre.

Como debería ser obvio a estas alturas, nuestros desastres climáticos, cada vez más frecuentes, son totalmente causados por el hombre.

A muchos políticos no se les escapa el hecho de que la crisis climática empeorará mucho más rápido. Lo saben. Pero de todos modos promueven tanto la energía fósil como la fisible, sometiéndose voluntariamente a las órdenes de sus pagadores corporativos que prefieren celebrar la codicia y el beneficio a corto plazo que dejar un mundo habitable a sus hijos y nietos. Esto significa que estamos dirigidos por criminales climáticos que no sólo quedan impunes, sino que son reelegidos sistemáticamente.

La presión para ampliar las licencias de la vetusta flota de reactores estadounidense es especialmente atroz. La Comisión Reguladora Nuclear de Estados Unidos (NRC, por sus siglas en inglés), el perro faldero del regulador nuclear, ha quedado al descubierto en un informe condenatorio de la Oficina de Rendición de Cuentas del Gobierno por su total falta de interés en la forma en que los estragos de la crisis climática podrían poner en peligro la seguridad de las centrales nucleares.

«La NRC no tiene plenamente en cuenta los posibles aumentos de riesgo derivados del cambio climático», escribió la GAO. «Por ejemplo, la NRC utiliza sobre todo datos históricos para identificar y evaluar los riesgos de seguridad, en lugar de datos de proyecciones climáticas futuras».

«La NRC no tiene plenamente en cuenta los posibles aumentos de riesgo derivados del cambio climático», escribió la GAO. «Por ejemplo, la NRC utiliza sobre todo datos históricos para identificar y evaluar los riesgos de seguridad, en lugar de datos de proyecciones climáticas futuras».

En lugar de eso, la NRC está empeñada en confabularse con la industria nuclear para vendernos la energía nuclear como una especie de respuesta a la crisis climática.

Aparte del hecho de que la energía nuclear es demasiado cara y demasiado lenta, como hemos argumentado aquí en innumerables ocasiones, en realidad es un peligro en condiciones de caos climático. Y tenemos la demostración perfecta de ello con el huracán Helene.

En primer lugar, debido a los riesgos radiológicos extremos, algunas centrales nucleares en la trayectoria del huracán se cerraron como precaución preventiva, incluida Hatch en Georgia. Esto las hace completamente inútiles tras el embate de la tormenta, cuando la gente está desesperada por obtener electricidad.

Algunas centrales nucleares en la trayectoria del huracán se cerraron como precaución preventiva, incluida Hatch en Georgia. Esto las hace completamente inútiles tras el embate de la tormenta, cuando la gente está desesperada por obtener electricidad.

Tomemos el caso de la central nuclear de Crystal River, en la costa del Golfo de Florida. Las inundaciones anegaron el lugar. Afortunadamente, la planta lleva cerrada desde 2013, pero todos los residuos de combustible radiactivo irradiado de alto nivel siguen almacenados allí.

«Todo el emplazamiento estaba inundado, incluidos edificios, sumideros y estaciones elevadoras. Se observó que el estanque de aguas residuales industriales n.º 5 se desbordaba hacia el suelo debido a la marejada», rezaba un informe presentado por el propietario de la planta, Duke Energy.

Dado el actual entusiasmo por ampliar las licencias del parque de reactores nucleares de EE.UU. aún en funcionamiento -y se habla de 80 o incluso 100 años para reactores que nunca fueron diseñados ni pensados para funcionar tanto tiempo-, Crystal River podría fácilmente haber seguido funcionando.

Con las prisas actuales por volver a conceder licencias -e incluso reabrir los reactores más peligrosamente degradados del país, incluido el de Palisades en Michigan- probablemente lo estaría.

¿Se escaparon residuos nucleares como consecuencia de la inundación del emplazamiento nuclear de Crystal River?

¿Se escaparon residuos nucleares como consecuencia de la inundación del emplazamiento nuclear de Crystal River?

«Todavía estamos en el proceso de obtener acceso y evaluar los daños, pero debido a la naturaleza de este evento anticipamos dificultades para estimar la cantidad total de descarga de aguas residuales, y los impactos son desconocidos en este momento», escribió Duke en su informe.

En otras palabras, puede que nunca lo sepamos.

Las consecuencias de una central nuclear inundada por una gran marejada no tienen por qué ser imaginarias. Lo vimos en la central nuclear de Fukushima Daiichi, en Japón, el 11 de marzo de 2011, cuando un tsunami de 15 metros arrasó el inadecuado dique y dejó sin suministro eléctrico a la central, después de que el terremoto anterior ya hubiera cortado la conexión eléctrica externa.

Mientras tanto, Duke, propietaria de Crystal River, es la misma empresa que está tratando de obtener una prórroga de licencia para sus tres reactores de Oconee, en Carolina del Sur, que se encuentran aguas abajo no de una, sino de dos presas.

Mientras tanto, Duke, propietaria de Crystal River, es la misma empresa que está tratando de obtener una prórroga de licencia para sus tres reactores de Oconee, en Carolina del Sur, que se encuentran aguas abajo no de una, sino de dos presas.

Los tres reactores están situados a 300 pies por debajo del nivel del agua del lago Jocassee, detrás de la presa de Jocassee, y a cinco pies por debajo del nivel del agua del lago Keowee, inmediatamente adyacente.

¿Qué podría salir mal? Nada, argumenta Duke, para quien la idea de que una presa se desborde o se rompa, enviando un muro de agua directamente a la central -un tsunami tierra adentro- no es una posibilidad creíble.

Fuera de nuestro alcance, declara la NRC, que sostiene que no puede incluir una evaluación de los posibles impactos del cambio climático en las operaciones de Oconee dentro de su revisión ambiental para la renovación de la licencia.

Beyond Nuclear y el capítulo de Carolina del Sur del Sierra Club han estado luchando contra esto a través de canales legales y continuarán haciéndolo.

Después de lo sucedido en los últimos meses, cabría esperar que cambiara esa visión miope de las condiciones climáticas actuales, por no hablar de las futuras. Pero no cambiará.

Reacondicionar una vieja central nuclear para protegerla adecuadamente contra los impactos de una crisis climática para la que nunca se ha estado preparado, cuesta dinero.

Jugar con cientos de miles de vidas sin hacer nada y mantenerla en funcionamiento, no.

Reacondicionar una vieja central nuclear para protegerla adecuadamente contra los impactos de una crisis climática para la que nunca se ha estado preparado, cuesta dinero.Jugar con cientos de miles de vidas sin hacer nada y mantenerla en funcionamiento, no.

Hasta que algo sale mal. Pero entonces, por supuesto, gracias a la Ley Price-Anderson, los cientos de miles de millones de dólares en costes que podrían ser consecuencia de tal riesgo, serán pagados en su mayor parte por nosotros, los contribuyentes.

Traducción de Raúl Sánchez Saura. 

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