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Editorial
Andaluces, levantaos, pedid tierra y… sanidad
Abordamos en este número algunas cuestiones relacionadas con la sanidad andaluza, aquella que la presidenta de la Junta denomina “la joya de la corona”.
Abordamos algunas cuestiones relacionadas con la sanidad andaluza, aquella que la presidenta de la Junta denomina “la joya de la corona”. El informe Los servicios sanitarios de las CC AA (Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública, septiembre de 2017), desluce tanto brillo. Andalucía tiene el gasto sanitario por habitante más bajo de todo el Estado y el menor número de camas hospitalarias por cada mil habitantes. También ocupa los últimos lugares en la dotación de personal médico y de enfermería, tanto en la atención primaria como en la especializada.
Recursos insuficientes que afectan especialmente a aquellas personas que se encuentran en situación de mayor vulnerabilidad social, esa ‘Andalucía invisible’, para la que la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA) exige “planes y medios específicos en salud”.
En el número siete de El Salto Andalucía profundizamos en la “brecha rural”, la discriminación en el acceso en igualdad de condiciones a la atención sanitaria por el hecho de vivir en una determinada localización geográfica. Pero son muchas más las grietas que atraviesan una sanidad pública ya de por sí diezmada, tal y como recoge APDHA en el informe Por el derecho a la salud en Andalucía. Desigualdades y propuestas al sistema sanitario público andaluz (abril de 2017): “Hablamos de salud en nuestras denuncias sobre el acceso a medicamentos o a consultas de personas presas, cuando nos referimos a los derechos de las trabajadoras sexuales, cuando hablamos de población migrante y al tratar temas relacionados con la exclusión (personas sin hogar, desempleadas, desahuciadas)”.
La sanidad pública andaluza la sostienen las personas que en centros de salud y hospitales trabajan cada vez con menos recursos y, en lugar de rendirse, se organizan para denunciarlo
Invisibles, también, las condiciones en las que se produce el regreso al hogar tras sufrir alguna enfermedad cuyo proceso de rehabilitación es fundamental y que en la mayoría de ocasiones viene acompañado de depresiones y otros trastornos mentales que afectan al paciente y en no pocas ocasiones a su entorno, desgastado por la batalla diaria. Tras el alta hospitalaria deberían existir suficientes recursos de apoyo, pero las listas de espera y la escasez de especialistas los convierten en anecdóticos, desembocando en una especie de “arréglatelas como puedas”.
La sanidad pública andaluza la sostienen las personas que en centros de salud y hospitales trabajan cada vez con menos recursos y, en lugar de rendirse, se organizan para denunciarlo; las personas que a través de mareas blancas o luchas comarcales se movilizan y se plantan frente a la administración: porque la sanidad no es la “joya de la corona”, sino un derecho universal.