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Editorial
Farsa fiscal, gobierno del capital
Desde hace décadas, la política fiscal en Euskadi ha sido un juego de sombras, un espectáculo donde los verdaderos protagonistas, el capital y los ricos, permanecen ocultos tras una cortina de promesas incumplidas. Los partidos en el poder han tenido toda una legislatura para actuar y no han hecho ni el más mínimo esfuerzo por reformar el sistema fiscal en beneficio de la mayoría. Las rentas del trabajo continúan soportando el 75% de los impuestos directos, mientras que las rentas del capital han bajado del 39,6% en 2008 al 25% actual. Es lucha de clases, protegiendo a los más ricos a costa de la clase trabajadora.
Las cifras al respecto son claras y alarmantes. El 1% más pudiente de la población acumula alrededor del 20% de la riqueza, comparado con el 14% de hace poco más de una década. Este aumento en la concentración de la riqueza ha otorgado un poder descomunal a la élite que domina el país para influir, además, en las fallidas políticas industriales. En Euskadi, las exenciones fiscales y las reformas dirigidas a “atraer inversiones” no son más que eufemismos para la elusión fiscal de los más ricos. Las medidas fiscales adoptadas son de carácter regresivo y galvanizan el casino financiero.
La redistribución de la riqueza es ya una necesidad casi biológica, imperativa para construir una sociedad solidaria en la que el sector público sea un puntal solvente de transformación social
No olvidemos. Antes de que el PP decidiera eximir a los millonarios de pagar impuestos, Euskadi ya era conocida por tener impuestos de patrimonio y sucesiones más bajos que España. La fiscalidad vasca es una de las más regresivas de Europa. En las últimas décadas, los tipos del impuesto de sociedades se han reducido repetidamente hasta casi colapsar la recaudación, especialmente en Bizkaia, territorio que menos recauda de los beneficios empresariales. Exenciones fiscales para fondos de inversión y grandes fortunas, así como otros dispositivos para “dirigir el ahorro a inversiones innovadoras”, encubren la elusión fiscal de las rentas más altas. El alabado Concierto Económico ha convertido la tasa de presión fiscal de Euskadi en una de las más bajas de Europa, consolidando un régimen que perpetúa las desigualdades en la distribución de la renta y la riqueza.
La única solución real es una reforma fiscal justa. La redistribución de la riqueza es ya una necesidad casi biológica, imperativa para construir una sociedad solidaria en la que el sector público sea un puntal solvente de transformación social.