‘The Boys’, superhéroes fascistas

Superman tiene una cara oculta que Warner Bros no quiere producir. Si algún día te encuentras un superhéroe recién nacido a las afueras de tu granja será mejor que lo mates. 

The Boys, serie distópica sobre superheroes

Ironizaba Ernesto Sevilla en un monólogo sobre qué superpoder elegir si pudiera escoger. Superfueza, sin duda. "¿Superinteligencia? Que te follen". Pues eso es The Boys. Qué importa el diálogo si tus ojos pueden quemar un edificio. 

Es usual encontrar en las producciones americanas una crítica al autoritarismo ajeno mientras su bandera ondea de fondo. Se quieren demasiado. De igual modo, son los únicos en hacer producciones donde su nación parezca la fascista y no la salvadora, porque allí nadie es establishment, aunque la serie la produzca Amazon. Se sienten tan pueblo que ni el errejonismo puede seguir la estela. The Boys es una parodia de la JLA que sirve de altavoz para todas las miserias yanquis: la hipocresía, la industria armamentística y la indefensión de la clase trabajadora frente a los tiburones de Wall Street. 

Watchmen sentó cátedra en cuanto a historias distópicas de superhéroes. Si alguien inmune a las balas y con la capacidad de volar existiera, ¿ayudaría a acabar con las injusticias o sería el promotor? Aquel tebeo preguntaba por quién se atreve a vigilarlos, a lo que The Boys contesta que nadie. 

Adaptada del cómic por Seth Rogen, Evan Goldberg y Eric Kripke, en apenas diez minutos introduce en un mundo en el que toda esa magia comiquera existe y es, además, una industria millonaria. Los héroes con poderes sobrenaturales existen y además protagonizan películas. Están en la cúspide de la pirámide. Pero son criminales, salvajes, avariciosos, violadores y asesinos. Sus bondades no son más que un producto de marketing que esconde una versión mucho más turbia y negativa. Pese a que los protagonistas son imitaciones de Aquaman, Superman, Black Panter o Wonder Woman, el fondo de todos ellos se asemeja mucho más a El Comediante u Ozimandias. En lugar de ser adalides a imitar, son el espejo de nuestras ambiciones más babosas. 

Nadie en su sano juicio pensaría nunca que Seth Rogen, conocido por trabajos como Virgen a los 40, Supersalidos o Malditos Vecinos, acabaría enganchando al espectador con una historia en la que que un grupo de fascistas con la venia habitual del establismenth tiene un poder incalculable e incontrolable. El año en el que Vengadores: Endgame se ha convertido en la película más taquillera de la historia del cine y en el que Disney ha lanzado su propia plataforma audiovisual con decenas de estrenos programados dentro del mundo de Star Wars, The Boys propone una reinterpretacion de ese tipo de historias que están conquistando las salas y los televisores.

Esta serie tiene la singularidad de no tratar al espectador como a un niño. De no ver al ciudadano como un joven ingenuo, sino como un pobre alienado. De deconstruir a los ídolos. El Capitán América fue creado con la intención de convencer a las nuevas generaciones de que se alistaran en el ejército; ese es el origen de los superhéroes, el cual The Boys quiere abordar desde un prisma crítico. 

De los productos de hoy solo pasarán a la posteridad los que arrasen en taquilla y tengan algo de discurso. No ha llegado el día en que una misma pieza conjugue los dos conceptos, pero The Boys es la primera piedra para acabar confluyendo en el Watchmen del s.XXI.


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