Filosofía
“Barbarie”, violencia civilizatoria y condición humana

¿Qué tienen en común la violencia “civilizatoria” de las prácticas coloniales y de los estados al servicio del capital con la violencia machista ejercida contra los cuerpos de las mujeres indígenas?

Ilustración de Theodori de Bry para el libro de las Casas (1598)
Ilustración de Theodori de Bry para el libro de Bartolomé de las Casas (1598) Wikimedia Commons
Investigadora y docente Maya-Kaqchikel de Guatemala
1 abr 2020 10:00

En su novela El sueño del celta, el escritor Mario Vargas Llosa narra la vida de Roger Casement, un irlandés que documentó horrendas atrocidades cometidas por los colonizadores belgas contra los habitantes del Congo y por los ingleses contra los pueblos originarios de la Amazonía de Perú y Colombia. Tales hechos ocurrieron durante la llamada “fiebre del caucho” en la última parte del siglo XIX y los inicios del siglo XX. Los colonizadores usaron indescriptibles formas de crueldad, masacrando, mutilando cuerpos, cortando orejas, narices, piernas y manos. Los registros visuales siempre son poderosísimos. Sin contar los muertos, las fotografías muestran a niñas, niños y adultos vivos, sin brazos o con otras partes de sus cuerpos cercenados y con profundas cicatrices, resultado de las torturas a que sometían a quienes se rebelaban o no cumplían con lo exigido por la voraz industria colonial.

Ahora me remito a otro ejemplo tan brutal como el cometido por los colonizadores belgas e ingleses. Hablo del asesinato de Alejandra IC, por parte de su pareja Mario TI, en el área q’eqchi de Guatemala. En un video que circuló en las redes sociales, que no fui capaz de mirar, una persona gravó y difundió los momentos de agonía de Alejandra luego de que su pareja cercenara su cuerpo de una manera inmensamente cruel. Días después, habitantes de otra comunidad encontraron al supuesto asesino apodado “el carnicero” quien confesó los hechos cuando era rodeado por periodistas locales. De una manera sumamente fría, narró con detalle los motivos grotescos que lo llevaron a destruir el cuerpo de Alejandra hasta privarla de su existencia; dijo que lo hizo por “celos”.

Hay que salir de la trampa de explicar [...] la violencia contra las mujeres indígenas desde el campo de la cultura o de la ontología indígena, para reconocer que somos producto de una historia de violencia colonial-patriarcal que no acaba.

Cuando nos encontramos frente a hechos tan espeluznantes, donde pareciera que la crueldad humana ha llegado a sus límites, nos preguntamos quiénes fueron capaces de cometer tales brutalidades, qué los condujo a ello o por qué lo hicieron. Decapitar, cercenar cuerpos, cortar lengua, cortar narices, cortar manos y pies, violar a las mujeres, estrellar cabezas de niños en piedras, abrir vientres como ya lo había narrado Bartolomé de las Casas en el siglo XVI con la colonización española, lo repite Europa en los lugares que sigue colonizando, pero también lo volvimos a vivir en estas tierras durante el “Conflicto Armado Interno” (1962-1996); fueron métodos usados por el Estado guatemalteco, a través del ejército, contra miles de mujeres y hombres de todas las edades. Estas formas de muerte se vuelven a aplicar ahora contra campesinos e indígenas hombres y mujeres asesinados o apresados por defender su territorio frente a la voracidad de empresas que buscan imponer sus proyectos extractivos a toda costa en esta otra faceta de saqueo colonial.

La violencia de los civilizados y su ontología

Mientras Vargas Llosa hablaba de su libro, una periodista le pidió que explicara por qué consideraba que su novela histórica era también un retrato “de la condición y de la maldad humana”, y si es que acaso la “maldad” es algo intrínseco a los seres humanos. El escritor argumentó que todo esto es una prueba de que “hasta” las sociedades “civilizadas”, “cristianas”, “cultas”, llegan a convertirse en “bárbaras” y “salvajes” en determinadas condiciones. De hecho, Casement, el héroe de su novela, viajó al Congo y a la Amazonía para ver cómo “la generosa” y “la cristiana” Europa civilizaba a esas “tribus caníbales”, “paganas”, que vivían en la “edad de piedra”; esos que sometían a sus mujeres y a sus niños a horribles castigos. Pero lo que vio le horrorizó, y reconoció que “la barbarie” y “el salvajismo” colonial eran infinitamente peores que el supuesto canibalismo y los sacrificios humanos, que se atribuía a indígenas y negros.

Los mitos coloniales son poderosos, estos han usado el racismo para imponer ontologías diferentes a las gentes. Por ejemplo, Vargas Llosa plantea que los europeos “civilizados” “solo” se convirtieron en “bárbaros” en situaciones de impunidad, en momentos y lugares donde no había ley, y por eso, tanto en este caso como en otros, esos “cristianos”, esas gentes “educadas” cometieron atrocidades. Mientras tanto, cuando se observan hechos como el asesinato de Alejandra y otros casos, inmediatamente brota la ontología racista impuesta contra los indígenas ―“así son ellos de salvajes y bárbaros”― en las subjetividades de quienes así piensan al no existir en esos casos las condiciones que Llosa atribuye a los europeos “civilizados”. Estos mitos coloniales funcionan como mecanismos de ocultamiento de las atrocidades cometidas por los “civilizados” para magnificar el horror de las atrocidades cometidas por los “bárbaros” y volverlas “naturales”, “tradicionales” y “culturales” ante los ojos ajenos y propios. Darle la espalda a la historia es eficaz para el poder.

Al mismo tiempo que los belgas y los ingleses saqueaban el Congo y la Amazonía, destruyendo irreparablemente la vida de sus habitantes nativos, los alemanes lo hacían en Las Verapaces también bajo el disfraz de “civilizar” a los indígenas cuyos ancestros habían sobrevivido a la colonización española. Con similares crímenes a los descritos, arrebataron las tierras a los q’eqchi y poqomchi’, los ataron a las fincas cafetaleras como esclavos y siervos, creando mecanismos para hacerlos dependientes, inclusive vendiéndolos como parte de las fincas hasta ahora. Una implacable violencia ha sido la respuesta contra quienes han mantenido la esperanza de ser nuevamente libres, recuperando sus tierras, tal como ocurrió durante la Reforma Agraria en la década de 1950 y en los años del conflicto armado.

En el área q’eqchi’ y poqomchi’ la finca ha sido el Estado donde los patrones españoles, luego alemanes, después ladinos, mestizos y nuevos extranjeros blancos, gobiernan y siguen robándose las tierras y las inapreciables riquezas de ese territorio cuidado milenariamente por los q’eqchi y poqomchi’. En esta nueva fase colonial, grandes plantaciones de monocultivos de palma “africana” invaden los territorios donde antes vivían las familias indígenas, sustituyen bosques de una biodiversidad increíble, y ríos de gran historia milenaria son perseguidos para ser apresados a toda costa por la ambición de la instalación de hidroeléctricas cuyo fin último es el lucro desmedido.

En Alta Verapaz hemos visto en repetidas ocasiones arder y consumirse en las llamas la vida de comunidades completas en los desalojos. Las víctimas son los descendientes de aquellas familias cuyos colonizadores los hicieron dependientes pero los desechan cuando les perecen inservibles. La vida diaria privada y pública muestra de manera impactante las hondas jerarquías que se viven, como consecuencia de la trama colonial, creadas a fuerza de la violencia. Se ha herido gravemente el sentido de equivalencia entre personas y las relaciones humanas se comprenden y establecen a partir de un entrelazamiento de jerarquías raciales, sexuales y de clase. Las jerarquías y la violencia de la finca organizan la vida diaria, en gran coincidencia con la filosofía aristotélica que defendió el teólogo Ginés de Sepúlveda frente a Bartolomé de las Casas, “colonizador pacífico” de esta región.

Algunas especies humanas están hechas para mandar sobre otras. Los “indios” son esclavos por naturaleza. Ellos son de otra especie, de otra categoría y nacieron para ser dominados. Es el orden natural establecido para el bien general, como la forma determina la materia, como el alma domina al cuerpo, como el hombre domina al animal, como el esposo domina a la esposa, como el padre domina al hijo. Es el orden natural establecido para el bien general. Aquel que nació esclavo cuando está sin su amo se encuentra perdido, desaparecería de esta tierra” (Ginés de Sepúlveda).

La violencia de los bárbaros y su ontología

Es en este contexto donde Alejandra es asesinada por su pareja. “El carnicero” expresa con total frialdad cómo ella tuvo la culpa porque “se metió con otro” y no había sido la primera vez, según él. Por eso, esta vez, haciendo uso de su excesivo poder machista de hombre “engañado” le dijo “ahora si te llevó el diablo” y la asesinó de la manera que ya sabemos. Este hombre se sentía dueño y propietario de Alejandra, igual que los colonizadores de los indígenas. La idea de propiedad y de posesión, que no es cosa menor, es un vínculo esclavista; habla sobre la falta de autonomía no solo de las mujeres, sino también de los hombres, quienes de esta manera demuestran que están formados como seres carentes y que su poder depende de extraer el poder de las mujeres. Esto es fácil notarlo cuando “su honor” o “dignidad” no depende de sí mismos, de sus méritos ni de su ética de vida, sino del “comportamiento de “sus” mujeres (esposas, hijas, madres).

[Debemos] cuidarnos y defendernos de los “civilizadores” [...] que en todo el planeta han sembrado un horror indescriptible que nosotros los “bárbaros” y “salvajes” no debemos replicar y menos sobre nosotros mismos.

En sociedades patriarcales, el poder de las mujeres es arrebatado ya sea con violencia o con dominación afectiva que solemos confundir con las ideas del “amor romántico”. Lejos estamos de establecer una relación entre seres equivalentes. En el sentido de propiedad o de posesión se sustenta la recurrente violencia cotidiana contra las mujeres y facilita la comisión de femicidios. Se supone que la responsabilidad del Estado es la defensa del bien común, pero ha sido el mismo Estado, en tanto maquinaria de poder de las “razas dominantes”, el que sistemáticamente ha construido los graves desequilibrios de poder que ahora vivimos o los ha aprovechado para controlar a la población indígena, tal como ocurrió durante el “Conflicto Armado Interno”, donde la violencia sexual se usó como estrategia de represión y de genocidio. Miles de mujeres sufrieron lo que le pasó a Alejandra, pero los perpetradores no fueron sus parejas, sino el ejército y los paramilitares en tanto fuerzas del Estado.

Fue también impactante la manera en que los periodistas hacían las preguntas al victimario. Salvo excepciones lo trataron de “vos”, tal como hace cualquier patrón con su sirviente. Su trato destilaba racismo y sus preguntas contenían una curiosidad morbosa por saber por qué un “indiosalvaje” mata a una ”indiasalvaje”, más que por entender el hecho y comunicarlo como periodistas. Por la manera en que trataron al victimario, se podía percibir que ellos se imaginaban frente a una “bestia” acorralada, una “bestia” que “nació bestia” y debe “morir como bestia”. Por eso, hay que salir de la trampa de explicar el crimen de Alejandra, como muchos otros, y de la violencia contra las mujeres indígenas, desde el campo de la cultura o de la ontología indígena, para reconocer que somos producto de una historia de violencia colonial-patriarcal que no acaba. Lo más terrible de las formas de dominio, decía Fanon es cuando el colonizado vuelca la violencia colonial que lo atormenta día con día, contra sí mismo y contra los suyos. En cada una de las heridas que Mario TI acertó en el cuerpo de Alejandra se sintetiza la furia de un individuo en cuya existencia se inscribe una trágica historia de violencia y de saqueo que al mismo tiempo replica; a pesar de ello tenía también la posibilidad de decidir no hacerlo.

La “naturaleza” y la condición humana de los “blancos”, de los “indios” y de los “negros” es la misma, pero la falacia “civilizatoria” de los colonizadores ha sido tan exitosa para que puedan salir sin responsabilidad de sus horrendos crímenes y de la terrible destrucción que han causado en nuestras vidas de cuyas secuelas no nos recuperamos porque la colonización es una realidad actual. Las súplicas de Alejandra no fueron suficientes para que su cruel victimario la dejara vivir, de la misma manera que las súplicas de los diez millones de habitantes del Congo y los treinta mil indígenas exterminados y mutilados en la Amazonía no fueron escuchadas por los colonizadores belgas e ingleses, por no poner ejemplos más cercanos a nosotros. Los treinta y seis años de represión política y de genocidio en Guatemala han destruido el tejido comunitario, creado desequilibrios de poder y reforzado la enseñanza de la violencia y del terror como mecanismo para relacionarnos y para defender las jerarquías.

Ojalá podamos construir relaciones más equivalentes donde la “dignidad” de las “razas dominantes” no dependa de riquezas robadas, ni la “dignidad” de los ladinos y mestizos dependa de la existencia de los “indios” inferiorizados, ni la “dignidad” de los hombres dependa de las mujeres, porque esto solo nos convierte en depredadores del poder de quienes dependemos. Recuperar la autonomía del ser significa hacernos responsables de nuestra propia dignidad individual y colectiva, para cuidarnos y defendernos de los “civilizadores”, ahora apóstoles del “desarrollo” y del “progreso”, que en todo el planeta han sembrado un horror indescriptible que nosotros los “bárbaros” y “salvajes” no debemos replicar y menos sobre nosotros mismos.

NOTA: Una primera versión de este artículo fue publicada en la revista electrónica tujaal.org.

Sobre o blog
La filosofía se sitúa en un contexto en el que el poder ha buscado imponerse incluso en los elementos más básicos de nuestro pensamiento, de nuestras subjetividades, expulsando así de nuestro campo de visión propuestas teóricas y prácticas diversas que no son peores ni menos interesantes sino ajenas o directamente contrarias a los intereses del sistema dominante.

En este blog trataremos de entender los acontecimientos del presente surcando –en ocasiones a contracorriente– la historia de la filosofía, con el objetivo de poner al descubierto los mecanismos que utiliza el poder para evitar cualquier tipo de cambio o de alternativa en la sociedad. Pero también de producir lo que Deleuze llamó líneas de fuga, movimientos concretos tanto del presente como del pasado que, escapando del espacio de influencia del poder, trazan caminos hacia otros mundos posibles.
Ver todas as entradas
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra na túa conta.

Relacionadas

Estados Unidos
Estados Unidos Cuando los indios de todas las tribus ocuparon Alcatraz y otras batallas del ‘Red Power’
Durante los años 60 y 70 un fuerte movimiento indigenista reclamó derechos y dignidad en los EEUU. Leonard Peltier, uno de aquellos jóvenes activistas, podrá morir en su casa tras medio siglo en la cárcel.
Bolivia
Adriana Guzmán “No nos organizamos para que una compañera feminista sea diputada o presidenta”
Esta referente del feminismo comunitario antipatriarcal boliviano critica al actual Gobierno de su país por sus políticas de extractivismo al tiempo que reclama un proceso de reorganización de las comunidades indígenas y feministas.
Amazonía
Pablo Fajardo “Sacrificaron la Amazonía y la vida de la gente por racismo y por la ganancia económica”
El activista y abogado Pablo Fajardo fue elegido hace casi 20 años por la Unión de Afectados por Texaco para el juicio más importante contra la petrolera Chevron. Dos décadas después sigue luchando por la justicia ambiental y social en Ecuador.
Sobre o blog
La filosofía se sitúa en un contexto en el que el poder ha buscado imponerse incluso en los elementos más básicos de nuestro pensamiento, de nuestras subjetividades, expulsando así de nuestro campo de visión propuestas teóricas y prácticas diversas que no son peores ni menos interesantes sino ajenas o directamente contrarias a los intereses del sistema dominante.

En este blog trataremos de entender los acontecimientos del presente surcando –en ocasiones a contracorriente– la historia de la filosofía, con el objetivo de poner al descubierto los mecanismos que utiliza el poder para evitar cualquier tipo de cambio o de alternativa en la sociedad. Pero también de producir lo que Deleuze llamó líneas de fuga, movimientos concretos tanto del presente como del pasado que, escapando del espacio de influencia del poder, trazan caminos hacia otros mundos posibles.
Ver todas as entradas
Memoria histórica
Memoria histórica Cultura, exilio e loita das bibliotecarias galegas na Segunda República: a vida de María de los Ángeles Tobío
Durante os primeiros anos trinta, as bibliotecas tornaron en espazos de traballo ideais para un modelo de muller que aspiraba ser independente e que manifestara un claro compromiso político. A Guerra Civil remataría con todas as súas aspiracións.
Xunta de Galicia
Sanidade A Xunta de Feijóo, condenada por negar as visitas a unha muller falecida de cancro por ter covid-19
A xuíza di que a situación requiriu medidas de prevención “flexibilizadoras”. Faleceu a principios de 2022 no Hospital Álvaro Cunqueiro durante os últimos meses de administración do xefe do PP con Julio García Comesaña como conselleiro.
Madrid
La burbuja del alquiler Sumar, Podemos y sindicatos de inquilinos presionan para convertir en indefinidos los contratos de alquiler
Sumar lanza una propuesta legislativa para transformar en indefinidos los contratos de alquiler, una de las principales demandas de la manifestación por la vivienda del 5 de abril. Una moción de Podemos, rechazada en el Congreso, pedía lo mismo.
Cine
Kamal Aljafari “Palestina está en la raíz de la situación actual del mundo”
Kamal Aljafari lleva toda su carrera trabajando con materiales de archivo, indagando en las imágenes e interviniendo en ellas para preservar memorias en desaparición y para oponerse al proyecto colonial sionista y su falseamiento del pasado.

Últimas

Historia
Descifrando a historia Así foi a rebelión antifiscal galega de 1790 contra a burocracia española
A monarquía española quixo implantar a Contribución Única, algo que provocou fortes protestas. A máis coñecida foi o motín da Ulloa, chamado así porque se produciu nas zonas desta comarca. Foi a maior revolta antifiscal do Antigo Réxime en Galiza.
Opinión
Opinión ¡Que vivan los aranceles!
Que Trump propugne aranceles no debe hacernos caer en la trampa de defender los intereses de los grandes oligopolios.
Paterna
Paterna Vandalizan el muro de Paterna donde el franquismo fusiló a 2.238 personas
El paredón amaneció este viernes con grandes letras pintadas con spray negro donde se podía leer “Sagredo eres maricón y tarado”, en referencia al alcalde del municipio.
Más noticias
Opinión
Derecho a la vivienda Flex Living: el caballo de Troya de la precarización del alquiler
No es una respuesta moderna a las nuevas formas de habitar la ciudad. El ‘flex living’ no es más que la última jugada del sector inmobiliario y los grandes fondos de inversión para maximizar beneficios a costa del derecho a la vivienda.
Opinión
Opinión La unidad del anarcosindicalismo es la acción conjunta
Al hilo de supuestos movimientos desde la CGT hacia la unificación con CNT es necesario diferenciar entre lo que es una relación en clara mejora y lo que sería un proyecto real en marcha.
Galicia
Memoria histórica Cultura, exilio y lucha de las bibliotecarias gallegas durante la Segunda República
Durante los primeros años treinta, las bibliotecas se convirtieron en espacios de trabajo ideales para un modelo de mujer que aspiraba ser independiente y que había manifestado un claro compromiso político. La Guerra acabó con todas sus aspiraciones.

Recomendadas

Líbano
Ocupación israelí Israel incumple el acuerdo de paz y mantiene tropas en el sur de Líbano para “vigilar” a Hezbollah
El Ejército sostiene la ocupación de cinco colinas a lo largo de la frontera tras evacuar sus soldados de decenas de municipios. Miles de civiles regresan a sus casas para descubrir que lo han perdido todo.
Feminismos
Ana Bueriberi “El activismo tiene que ser colectivo: para contribuir al cambio es imprescindible despersonalizar la causa”
La periodista madrileña Ana Bueriberi reconoce que no sintió la discriminación hasta que llegó a la Universidad. Hoy, desde el proyecto Afrocolectiva reivindica una comunicación antirracista, afrofeminista y panafricanista.
Inteligencia artificial
Militarismo La máquina de los asesinatos en masa: Silicon Valley abraza la guerra
Las fantasías distópicas sobre los futuros usos de las máquinas en la guerra están más extendidas que el relato de lo que ya está pasando en los campos de batalla.