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Recibí perpleja el libro de Paul Preciado porque llegó a mis manos en pocas semanas y antes de su lanzamiento, pero sobre todo porque las cosas a La Paz no suelen llegar; se quedan perdidas en el camino, incautadas por la aduana o imposibilitadas de ser repartidas debido a la quiebra del correo estatal donde sólo han quedado deudas y personas sin poderse jubilar.
Sin embargo este libro/cuerpo cruzó el mar y llegó a mis manos con el impulso del vuelo de un pájaro, volando por encima de las dificultades.
Lo abracé como se abraza a un amigo y besé la foto de Paul, como quien lo estuviera recibiendo a él mismo en persona. Pero no sospechaba lo que el libro realmente contenía, su potencia, su contundencia.
Es un libro escrito con un sentido de oportunidad histórica, con un sentido de búsqueda profunda de la siguiente esfera de debate, con una agudeza de cirujano para ofrecernos con la mayor clarividencia posible y con la mayor precisión aquello que hoy, después de todo lo vivido y ante el limbo en el que nos encontramos, necesitamos para tomar impulso.
Mientras leo y sujeto el libro entre mis manos siento que sujeto una carta personal manuscrita, donde se te detalla aquello que tú y sólo tú necesitas con urgencia saber. Una carta personal que te va haciendo y respondiendo preguntas, una carta personal que te conduce de la contemplación de una cascada de ideas y palabras refrescantes a la tumba más desolada donde nos arrodillamos con el autor a pedir piedad. Una carta personal para el mundo y sobre el mundo, para todo el mundo y sin exclusiones. Una carta personal para todes, todos y todas, una carta que es una sobredosis de ideas y palabras nuevas o palabras viejas con nuevos sentidos.
Preciado parece haber recorrido el bosque encantado seleccionando una a una las plantas, raíces y semillas que un brebaje innovador e inédito requiere para curar la desesperanza, el extravío y la resignación.
El autor parece haber recorrido el bosque encantado seleccionando una a una las plantas, raíces y semillas que un brebaje innovador e inédito requiere para curar la desesperanza, el extravío y la resignación.
Es un libro sencillo de leer y muy exigente al mismo tiempo. Su ritmo febril hace que no parece que leyeras, sino que galoparas. No parece que leyeras, sino que bailaras. No parece que leyeras, sino que cantaras; no parece que leyeras, sino que tejieras, cosieras, sembraras o cosecharas.
Está organizado con una capacidad seductora que no te empalaga y que te invita a leer la siguiente y la siguiente reflexión. No terminas de asimilar una y ya estás con la siguiente, pero sin poder detenerte. El autor no te obliga, pero casi lo hace, a pensar en todo. A atreverte a pensar en todo, a abrir todos los problemas, a abrir todas las cajas de Pandora, a relacionar todo con todo y abandonar los guetos conceptuales. El libro no resuelve nada, plantea todos los problemas.
Arma artesanalmente palabras como sexopetroracial, uniendo conceptos y capas de dominación que estamos acostumbrades a separar esquizofrénicamente. Él no nos deja hacerlo.
Con paciencia y habilidad artesanal, con un lenguaje sencillo como para que te lo leas si eres estudiante, desempleade o panadera de la esquina, Paul Preciado arma un rompecabezas que te rompe la cabeza. Necesitarías no una gran mesa para juntar las piezas una con otra, sino quizás la cancha de un gran estadio, donde con el libro de Paul aprendamos a reencontrar la perspectiva de la relación entre cielo y tierra, entre norte y sur, entre viejo y niñe, entre útero e historia.
Es un libro sencillo de leer y muy exigente al mismo tiempo. Su ritmo febril hace que no parece que leyeras, sino que galoparas.
¿Qué quiere realmente este autor? ¿Qué pretende? No sé, pero se atreve con todo y te invita a hacerlo a ti también.
No sé qué me gusta más del libro porque me gusta entero, porque es esférico y no puede ser retaceado.
Pero el título tiene ya ese aliento de alegato contundente. Aplica la dysphoria sin revancha, como sentido que nos atrapa a todos, todas y todes en relación con el mundo que vivimos. Dysphoria sí, pero de todos sin excepción; dysphoria sí, pero en relación al mundo que vivimos. En esa operación convierte su condición trans en un diccionario de sentidos universal. En un lugar desde donde hablar del mundo, en un lugar desde donde comprender todo desde otra perspectiva absolutamente imprescindible si de comprender se trata.
Yo no soy nadie con la autoridad para decir que es un libro hermoso, pero lo digo igual.
Yo no soy nadie para decir que es un libro imprescindible, pero lo digo igual.
Yo no soy nadie para decir que es un libro que sabe dislocarse del norte para colocarse en las profundidades del sur, pero lo digo igual. Demostrando además que es posible hacerlo sin arrogancia.
Yo no soy nadie para decir que lean este libro sí o sí, pero lo digo igual.
He terminado el libro y lo vuelvo a abrazar, lo beso pero esta vez el sentimiento es otro. Lo beso con agradecimiento, con afecto, suspiro y me siento reconfortada, entusiasta lista para la próxima locura, llena de una energía que no es droga, que no es una receta, que no es una consigna. Y esta frase derramada en el libro, “el optimismo es una metodología”, ahora circula por mis venas despertando mi piel y mis sentidos como transfusión intravenosa hidratante y energizante. Paul me acaba de donar su sangre.
Filosofía
Paul B. Preciado: una entrevista desde Urano. Parte I
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