Opinión
La equidistancia no gana elecciones, la dignidad de un pueblo sí
El fracaso electoral de En Comú Podem es el fracaso de una estrategia cuya apuesta central es lograr que el PSOE cambie de política.

El primer comentario de las elecciones del 21 D no puede estar dedicado al triunfo de Ciudadanos. No quiere decir que este hecho no sea importante, pero lo verdaderamente reseñable son los resultados de los partidos independentistas. En un contexto de miedo e incertidumbre ante las amenazas veladas y no tan veladas de declive económico, (con la inestimable colaboración de los grandes empresarios), de represión directa, respaldada en los hechos tan claros como los dirigentes catalanistas presos y exiliados, y de intranquilidad social, casi la mitad del electorado catalán ,a pesar del discurso del miedo y la mentira que ha llevado a las urnas a la población alejada de la política diaria, los partidos del procés han logrado una mayoría en el Parlament. Es verdad que Junts per Catalunya, la derecha catalana, ha sido la fuerza más votada ente el sector independentista, pero principalmente como expresión electoral de la lealtad a las instituciones catalanas que Puigdemont representaba. Los independentistas se han enfrentado a todos los recursos del Estado y de los sectores “constitucionalistas” que controlan la mayoría de los medios de comunicación y a un contexto de intimidación, pero también a la tibieza decepcionante del juego a la equidistancia del único partido que podía desequilibrar: En Comú Podem.
La mayoría de En Comú con el respaldo de Pablo Iglesias ha apostado a presentarse como un fuerza de interposición (cascos azules) adoptando una incomprensible equidistancia entre un pueblo que reclama democracia y derechos y unos partidos que los niegan y reprimen masivamente, con una contundencia autoritaria que recuerda los tiempos de la Dictadura. El procés ha cometido errores, los partidos del 155 crímenes.
El fracaso electoral de esta formación es el fracaso de una estrategia cuya apuesta central es lograr que el PSOE cambie de política. No cabe mayor subalternización para un partido que pretendía convertirse en el eje de un cambio profundo, que la sociedad sigue demandando aunque voten a Ciudadanos. Es el fracaso de un líder fallido, timorato y débil, Domenech, que aparecía como el emisario de Pablo Iglesias en Catalunya, un líder también cada vez más desgastado que amenaza con llevar a Podemos de derrota en derrota hasta la derrota final, aunque siga contando con el respaldo de algunas decenas de miles de “seguidores incondicionales”. No hay modo de cuantificarlo, pero creemos que con Albano Dante las cosas podían haber sido distintas, sobre todo si el discurso de En Comú hubiera sido como en el que el entonces secretario general de Podem el día 27 O, el día de la pseudodeclaración de independencia, cuando se desmarco de la proclamación pero dirigió sus ataques a quien había que hacerlo: los partidos de la monarquía del 155. Pero Albano Dante, un líder mucho más combativo, no es domesticable, y fue victima del 155 contra Podem Catalunya por parte de la dirección estatal de Podemos.
Al principio hemos dicho que la victoria de Ciudadanos no es lo más destacado del 21 D pero desde luego no carece de importancia, ya que Ciudadanos ha obtenido miles de votos entre las clases populares del cinturón de Barcelona y otros lugares. Que esto haya sido así no solo es responsabilidad de la tibieza y falta de garra de En Comú, también es decisivo que la CUP no haya tenido una estrategia hacia ese sector y haya apostado por un papel subalterno en su “bloque”, un papel de garante e impulsor del ritmo de un procés que comandaban otros. Esta es una de las tareas centrales, recuperar a esos sectores populares para la izquierda, para la democracia política pero también para la democracia económica.
Los resultados del 21D llaman a todo menos a la desesperanza y la resignación, pero también requieren una reflexión crítica de las fuerzas que se reclaman de izquierda transformadora: la CUP y En Comú Podem, especialmente sus sectores críticos, que deben reconsiderar su estrategia y buscar alianzas sin temer a las consecuencias coyunturales para la intención de voto de Podemos a nivel de Estado. La indecisión y el pragmatismo no sirven para posibilitar cambios reales. Deben salir de la dialéctica unilateralidad —referéndum pactado— y apostar por un proceso constituyente, participativo y abierto. La CUP debe aprender que la honradez y la coherencia son un ingredientes esenciales pero no sustituyen a la estrategia política y comunicativa, En Comú Podem que hay que volver a ser una fuerza irreverente y desafiante, que la estrategia no son estrechos cálculos políticos a corto plazo. Si la reflexión va en ese sentido, sonreid porque el futuro es nuestro.
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