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Elecciones
El triunfo de Sánchez e Illa en el embrollo catalán
La campaña de las elecciones catalanas del domingo empezó mirando a Madrid y terminó con dos principales ganadores que viven y duermen en la capital española: Pedro Sánchez y, en menor medida, Alberto Núñez Feijóo. La contundente derrota del independentismo catalán —pasó del 52% de los votos en 2021 a poco más del 43% ahora— representa un éxito para el líder del PSOE. Desde 2018, Sánchez ha sobresalido en su rol como pieza central en el restablecimiento del bipartidismo en España (y también en Catalunya) y ha devorado políticamente a aquellos actores que desafiaron el régimen del 78: el espacio del cambio (Podemos y sucedáneos) y ahora el independentismo catalán.
La victoria del socialista Salvador Illa representa la puntilla final del fallido proceso independentista, que agonizaba desde hacía años. Premia la política del “reencuentro” de Sánchez, quien ve como los indultos y la amnistía —medidas impulsadas más por necesidad de las mayorías en el Congreso que por convicción— contribuyeron a desactivar los anhelos independentistas de una parte significativa de la ciudadanía catalana. Al contrario de las acusaciones de la derecha española, Sánchez no se ha vendido a los independentistas, sino que los ha derrotado en las urnas.
Los malos resultados de ERC se cobraron el lunes la primera víctima con la decisión de Aragonés de no recoger su acta como diputado
No obstante, este triunfo del PSC y PSOE tiene una cara B: la derechización de la política catalana. Esta se vio reflejada en los buenos resultados de Junts, PP, Vox y de Aliança Catalana, la nueva formación islamófoba e independentistas que irrumpe con dos diputados. Todas estas formaciones de centroderecha, derecha y ultraderecha representaron el 45% de los votos, mientras que hace tres años obtuvieron el 36%. Eso podría acentuarse en caso de una repetición electoral, una hipótesis que está sobre la mesa tras la difícil gobernabilidad en el nuevo Parlament. Pese a quedar segundo, el expresidente Carles Puigdemont (de Junts) ha anunciado el lunes postelectoral que intentará la investidura.
El endiablado puzle de Illa para presidir la Generalitat
Catalunya “abre una nueva etapa”, tras unos resultados que se explican “por muchos factores”, entre ellos “las políticas seguidas por el Gobierno de España y su presidente”, aseguró Illa, contento, pero no eufórico, durante la noche electoral. El líder de los socialistas catalanes es consciente del complejo puzle que deberá completar para que lo invistan presidente de la Generalitat. Al PSC, cuyo secretario general tiene un perfil más de derechas que Sánchez, le gustaría gobernar en solitario y hacer pactos puntuales. Pero difícilmente los otros partidos le darán un apoyo gratis.
Aunque un tripartito de izquierdas (PSC, ERC y Comuns Sumar) alcanza por la mínima el umbral de la mayoría absoluta, esa opción no entusiasma a los republicanos del presidente en funciones Pere Aragonès, los grandes perdedores del 12-M. ERC sufrió una hemorragia electoral: un 7% menos de votos que hace tres años y consiguió solo 20 diputados. Es decir, obtuvo un peor resultado que en 2012 y volvió a unos niveles de apoyo parecidos a los tiempos del “Tripartit” antes de la crisis del 2008.
Eso hundió al heterogéneo nacionalismo catalán a su peor resultado desde 1980. Los malos resultados de ERC se cobraron el lunes la primera víctima con la decisión de Aragonés de no recoger su acta como diputado y centrarse en la reorientación de su partido. Los republicanos no solo sufren por la falta de un líder carismático y la incomprensión que generó en una parte significativa de los votantes independentistas la apuesta por el diálogo y desjudicialización del Procés —finalmente respaldada por Junts—, sino por la debilidad de los partidos de Gobierno en numerosos puntos de Europa (Francia, Alemania, Reino Unido…) en la actual coyuntura de malestar ciudadano por el empobrecimiento a causa de la inflación y el deterioro de los servicios públicos.
Generalitat de Catalunya
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“Les corresponde a PSC y Junts”
“Vamos a trabajar desde la oposición, donde la ciudadanía ha decidido que estemos”, declaró Aragonès durante la noche electoral, descartando sumarse a un hipotético tripartito con socialistas y los comunes. El derrotado presidente catalán intentó sacar balones fuera y la presión a la que los medios —especialmente la progresía mediática— someterán a los republicanos para que invistan a Illa: “Les corresponde a PSC y Junts abrir una nueva etapa”.
“Podemos agrupar una mayoría coherente, no absoluta, pero sí más amplia que la de Illa”, dijo el expresidente catalán
Como sucedió en el resto de España, estos comicios certificaron el retorno del viejo bipartidismo catalán, conocido como la sociovergencia. Probablemente, la opción preferida por las patronales catalanas (Foment y Pimec) resultaría una “gran coalición” entre el PSC y Junts, siguiendo el ejemplo de la vía vasca entre PNV y PSOE. No obstante, la posible investidura de Illa provoca alergia en el espacio posconvergente, especialmente en su líder Puigdemont. “Podemos agrupar una mayoría coherente, no absoluta, pero sí más amplia que la de Illa”, dijo el expresidente catalán, quien pretende lograr una investidura con los votos a favor de ERC y una abstención del PSC.
Es una maniobra inverosímil, pero que inicia una partida de póquer por el control del relato y las culpas en caso de una repetición electoral en el otoño. Una partida aún más compleja teniendo en cuenta que en ella no solo están en juego los frágiles equilibrios en el ParLament, sino también en el Congreso de los Diputados. Puigdemont tiene entre ceja y ceja la adopción de la ley de amnistía y su entrada en vigor en junio. Una vez concluya ese proceso legislativo, perderá el principal incentivo para apoyar a Sánchez en Madrid, aún más si el líder de Junts no lleva las riendas de la Generalitat.
La derechización y la desafección
No todo fueron buenas noticias para los socialistas el 12-M. Los comicios certificaron una derechización de la política catalana, con un PP que multiplicó por cinco sus votos respecto a las autonómicas de 2021. Fue, sin duda, una buena noticia para los de Feijóo que intentarán sacarle rédito en las europeas del 9 de junio a la derechización de Catalunya, así como del resto de España.
Vox y Aliança Catalana se beneficiaron de una competición virtuosa, logrando que su racismo penetrara en las zonas metropolitanas en el caso del partido de Abascal y en las rurales en el caso de los de Sílvia Orriols, que consiguieron dos diputados. Tras haberse quedado a un 0,13% de votos de sacar tres diputados en la provincia de Barcelona, donde no obtuvo representación, esta formación independentista e islamófoba sería probablemente una de las grandes beneficiadas en caso de repetición electoral.
Los preocupantes resultados de la ultraderecha en Catalunya coincidieron con el retroceso de aquellas formaciones más de izquierdas. Además del batacazo de ERC, Comuns Sumar bajó de 8 a 6 diputados. Es decir, obtuvo el peor resultado para la izquierda poscomunista en unas autonómicas catalanas desde 1999. La CUP también bajó de 9 a 4 escaños. De sus 50 diputados y representar en 2021 el principal espacio ideológico en el Parlament —si se tiene en cuenta el eje izquierda-derecha—, las izquierdas alternativas catalanas ahora deberán conformarse con 30. Una caída que refleja una dinámica presente en el resto de España, con la excepción de Galicia (con el BNG) y País Vasco (Bildu).
Catalunya
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Desde 2018, Sánchez ha logrado marginalizar a todas aquellas formaciones que amenazaron con adelantar al PSOE por su izquierda. Pero esto puede resultar un arma de doble filo para los socialistas. A base de relegar a todos estos actores, el presidente del Gobierno ve cómo se debilitan aquellos partidos que le han permitido polarizar con la España del PP. Y dotarse de vitaminas ideológicas y esbozar una hegemonía alternativa. Detrás del triunfo del moderado Illa, está la amenaza de la derechización y la desafección, que se vio reflejada el domingo con una baja participación (del 57%). Las europeas dirimirán dentro de un mes quién ha sido el gran beneficiado de estas catalanas: Sánchez o Feijóo.
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Y como van a gestionar esa creciente desafección de la mayoría SOCIAL del país con un 43% de abstención que tendría que hacer pensar a los partidos que dicen, defender a los más desfavorecidos. Cuando se supere el 50% de abstención, con que cara van a ocupar los escaños que No les pertenece?
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