En el margen
Jeanne Rolande Dacougna: “El activismo lo traigo de casa”

La senegalesa Jeanne Rolande Dacougna llegó a Cádiz hace más de dos décadas para doctorarse. Feminista y activista antirracista, reflexiona sobre movimientos sociales, racismo o comunidad con la mirada puesta en su país de origen y en Euskadi, donde reside actualmente.
JEANNE ROLANDE DACOUGNA
Jeanne Rolande Dacougna, activista antirracista.
8 feb 2024 07:02

Nacida en Ziguinchor (Senegal), llegó a España para realizar los cursos de doctorado en Cádiz y, posteriormente, se trasladó a Euskadi. Doctora en Estudios feministas en el ámbito de las migraciones y hablante de siete idiomas, Jeanne, que lleva en el activismo por tradición familiar desde niña, forma parte de numerosas organizaciones tanto feministas como relacionadas con la diáspora senegalesa en Europa y con la afrodescendencia en el Estado español.

Hablamos con ella sobre la historia única que se ha contado de África y que, muchas veces por comodidad, se sigue manteniendo hoy en día, de la situación de inestabilidad política y social que está pasando su país de origen y sobre los aprendizajes que la afrodescendencia debería adquirir a través de su contacto con las personas africanas migradas a Europa.

¿Dónde naciste?
Nací en Ziguinchor, en Senegal. Es una de las regiones más bonitas. La vida era bastante fácil porque allí la naturaleza es muy generosa. Es la región más verde y la llamaban el granero de Senegal. Luego se nos complicaron las cosas, porque a partir de 1982 empezó un movimiento independentista armado y esta cuestión política sigue sin resolverse hasta ahora.

¿En qué año llegaste a España?
En 2001, vine mayor, para hacer el doctorado. Hice todos los estudios hasta terminar la carrera en Senegal. Allí estudié Filología hispánica, lo que me dio la posibilidad de venir aquí. Hice los cursos de doctorado y saqué la suficiencia investigadora, pero al final terminé doctorándome en Estudios e Investigación sobre las Mujeres, Feministas y de Género por las universidades Miguel Hernández y Jaume I, en un programa conjunto.

¿Fue difícil trasladarte a España?
La primera etapa fue en Cádiz y fue bastante bonita porque nunca había viajado a Europa y tenía un permiso de estancia por estudios. Ya sabemos que la etapa de estudiante, y sobre todo si es fuera, es muy emocionante. Cádiz es “la tacita de plata”, tengo buenas amigas ahí.

Luego me trasladé a Donostia y pasé a descubrir lo que era ser migrante, es aquí donde empecé a afrontar una identidad migrante en la que no me reconocía. Cuando vivía en Cádiz no estaba en contacto con el movimiento migrante, tenía compatriotas senegaleses que trabajaban en la venta ambulante en el paseo marítimo e iba a pasar tiempo con ellos, pero tenía permiso de estudiante y no tenía ningún problema para renovarlo, no era consciente de lo que implicaba ser migrante en el Estado español, esto lo he ido descubriendo cuando he llegado a Euskadi.

Y, ¿qué dificultades tiene ser migrante?
Primero la dificultad de la documentación, es una carrera de obstáculos interminable. Si has conseguido los papeles o cómo consigues mantenerlos para no caer en una situación de irregularidad sobrevenida. Por mi parte no tenía problemas, pero empecé a relacionarme con personas de distintas asociaciones y caí en la cuenta de todo esto.

¿Cómo acoge Euskadi a las personas migrantes?
Bueno, la ley de extranjería es de ámbito estatal y es el primer escollo con el que se encuentra la gente. No tener permiso de residencia y trabajo sitúa a las personas en una ciudadanía de segundo nivel, esto es un problema fundamental de reconocimiento de derechos que afecta drásticamente a su capacidad de ejercicio de los mismos y que hay que resolver ya.

Muchas veces hablamos de las personas migrantes como personas vulnerables, pero esa vulnerabilidad se construye con estructuras que las colocan allí

Has estado implicada en la campaña de Regularización Ya, ¿verdad?
Si, a nivel de Guipúzcoa he estado recogiendo firmas en el trabajo, en el gimnasio, en la casa de las mujeres de Donostia, en la calle... Es fundamental esta iniciativa porque es una cuestión de justicia, de derechos humanos. No podemos mantener a todas esas personas aquí en una situación de vulnerabilidad construida. Muchas veces hablamos de las personas migrantes como personas vulnerables, pero esa vulnerabilidad se construye con estructuras que las colocan allí. Todas esas personas están contribuyendo al desarrollo de este país, ¿por qué no pueden disfrutar de los mismos derechos? Apelo directamente a este gobierno llamado progresista, que no puede permitirse no llevar a cabo este proceso de regularización.

¿Qué aporta la migración al Estado y a la sociedad?
Hay varios aportes. Uno es el aspecto económico, de todo lo que tiene que ver con el empleo. Se necesitan personas que trabajen en diferentes ámbitos, en empleos cualificados y no cualificados. Por ejemplo, el sector de la agricultura, de los cuidados, la hostelería… Estas personas están aportando y contribuyendo al desarrollo económico, al mantenimiento de la infraestructura de este país. También hay una migración cualificada, menos visibilizada, por ejemplo, en el ámbito sanitario, industria e I+D+I. Esta inmigración cualificada no sale en los titulares de los medios.

Dos, hay una aportación demográfica. Como sabemos, hay un problema de envejecimiento de la población española y vasca muy serio y la migración permite, de cierta forma, equilibrar y rejuvenecer la población.

También hay un aporte de otras formas de ver el mundo, de entenderlo, de enfrentarse a los problemas. Las personas migradas traen una creatividad, un sentido de la vida, del mundo, de cuidar el planeta, de cuidar las relaciones, que también está enriqueciendo a este país. No es una cuestión baladí porque, si hablamos de sostenibilidad, muchas de las personas que provienen del sur global tienen herramientas comunitarias para el cuidado de la vida, para el cuidado del planeta y para el cuidado de las relaciones sociales.

Y luego el dinamismo de la sociedad civil, el crear movimientos que también están ahí. El aporte a nivel cultural, de artes, todo ese talento aporta una gran diversidad a nivel de artes escénicas, música, gastronomía, etc.

¿Cuándo llegaste a España encontraste muchas diferencias con respecto a lo que te habían explicado en la Universidad?
Siempre tenemos una visión de Europa que nos venden desde muchos ámbitos, esa parte paradisíaca. Pero luego, cuando vienes aquí, ves gente sin hogar, en la calle y dices: “El paraíso igual no está aquí”. También el trato hacia las personas mayores, en África ponemos a las personas mayores en un lugar predilecto, como personas mediadoras, que aportan su experiencia y su sabiduría al desarrollo de la sociedad y aquí el trato a las personas mayores sí que nos llama la atención.

¿Cuál dirías que es, desde el punto de vista de las mujeres, la especificidad de la migración? ¿El fenómeno migratorio para las mujeres es distinto? ¿Y en qué sentido lo es?
Durante mucho tiempo las mujeres se han quedado invisibilizadas desde el punto de vista de la migración. Con la incorporación de la perspectiva de género en las migraciones sí que se ha podido visibilizar no sólo que las mujeres están, porque estamos ya en paridad en las estadísticas, sino que tienen proyectos propios. Las mujeres se mueven porque tienen ganas de ampliar sus horizontes o porque quieren mejorar su bienestar o el de su familia. O también porque están en entornos asfixiantes para ellas y buscan otros aires con más libertad. Hay muchos motivos que impulsan la migración de las mujeres. Es verdad que dentro de las mujeres africanas hay un importante número que ha venido a través de la reagrupación familiar, pero hay muchísimas, y cada vez más, que vienen con un proyecto autónomo y se hacen cargo de sus familias.

Siempre tenemos una visión de Europa que nos venden desde muchos ámbitos, esa parte paradisíaca. Pero luego, cuando vienes aquí, ves gente sin hogar, en la calle y dices: “El paraíso igual no está aquí”

¿Cómo son los feminismos en Euskadi? Tengo la impresión de que el Gobierno vasco propicia mucho más el asociacionismo entre mujeres.
En Euskal Herria, en general, sí que hay un movimiento feminista muy potente, que está muy bien articulado, en el que participan muchas organizaciones con sus diversidades. Sí que es verdad que en Euskadi hay líneas de financiación, pero no todas las asociaciones participan o la reciben porque los requisitos que se exigen a veces son complicadísimos. En la asociación feminista en la que yo estoy hace años que no solicitamos esas subvenciones porque los procesos son tan complicados, requiere tanto trabajo, que al final a veces no merece la pena. Las instituciones vascas promueven diferentes espacios de interlocución, como es el caso del Instituto vasco de la mujer, Emakunde, y luego también han fomentado mucho las casas de las mujeres. En muchos municipios sí que hay casas de las mujeres y escuelas de empoderamiento, que son espacios nucleares para promover la conciencia feminista, activar a las mujeres y articular el movimiento feminista.

¿Cómo es la sociedad vasca una vez que estás viviendo dentro de ella?
Es verdad que la gente es bastante más cerrada si lo comparo con Cádiz, cuesta mucho hacer amistades; pero, en mi experiencia, he visto dos espacios donde es más fácil entrar: las organizaciones feministas y las nuevas cuadrillas (grupo de amistad) que se forman en las escuelas, a través de las/los hijas/os. Pero en las cuadrillas ya establecidas es muy difícil entrar.

¿Te has enfrentado a muchos prejuicios en el Estado como mujer negra y doctora?
Sí, los vascos y las vascas no son una excepción en términos de prejuicios o estereotipos, hay una imagen sobre las mujeres negras y esa imagen nos persigue aquí y en el resto del Estado.

¿Y cuál sería esa imagen?
Bueno, la imagen relacionada con la prostitución, con personas incultas, que no tenemos estudios, imágenes relacionadas con la pobreza económica y también la pobreza de espíritu, que no tenemos formación ni cultura. Hay mucho trabajo que hacer.

¿A qué dirías que corresponde ese esquema?
A varias cosas a la vez. Está el desconocimiento, pero un desconocimiento activo, es decir, no hacer ningún esfuerzo por intentar saber. Es un desconocimiento cómodo. Luego están los estereotipos: ya me han contado una historia única sobre África, me quedo con esa historia única. También hay un aspecto relacionado con la supremacía blanca, con el colonialismo. Esa idea según la cual, desde África no puede venir nada que les aporte, ya que Occidente es la que “civiliza” a los demás pueblos. Todos esos imaginarios negativos se reproducen en los medios de comunicación y en el currículum educativo. Lo cual forma un cóctel que no facilita el cambio de imagen sobre África y sobre sus gentes.

¿En qué asociaciones o colectivos participas o has participado?
Hay que decir que yo la participación social no la he empezado en Euskadi o al llegar a España, yo desde los 12 años estoy en organizaciones comunitarias en Senegal. Mis padres siempre han estado organizando las redes comunitarias, mi casa era la sede de las organizaciones juveniles y de mujeres en el barrio. Digamos que desde la cuna estoy metida en la organización social.

Además, soy scout, desde los 15 años. Paralelamente a la organización social en mi barrio, he participado en los scouts de Senegal, concretamente en la asociación scout laica “Éclaireuses et Éclaireurs du Senegal”, participando en campañas de sensibilización sobre salud, derechos sexuales y reproductivos de la juventud, conservación de medioambiente, he estado en campamentos con scouts de varios países de Europa. O sea, el activismo lo traigo de casa.

Aquí estoy en la asociación feminista Garaipen, que es, digamos, el núcleo de mi activismo. Ahí estamos mujeres migradas y mujeres autóctonas vascas y es donde he construido e interiorizado la teoría y la practica feminista. Estoy también en otros espacios feministas como “Doce miradas”, estoy en la CNAAE Euskadi (Comunidad Negra Africana y Afrodescendiente en España) y participo también en las redes de la diáspora senegalesa.

¿Hay mucha población senegalesa en Euskadi? Yo tengo la impresión de que sí.
Depende de con qué comunidad autónoma lo compares o con qué nacionalidad. Hay en torno a 5.600 personas. Senegal es el primer país de África Negra en Euskadi, pero ocupa el puesto 18 en el ranking de nacionalidades en Euskadi. Hay asociaciones específicas de senegalesas y senegaleses y hay senegaleses y senegalesas en otras asociaciones. Es importante, cuando hablamos de asociaciones senegalesas, aunque algunas tengan el rótulo religioso, destacar que todas hacen esa labor social. Es muy fluido todo esto.

Creo que a veces aquí tienen el libro ya cerrado y a ese libro no se le puede cambiar ni una coma sobre cómo hacer incidencia política. Estaría bien contemplar otras formas no tan verticales y academicistas

¿Qué crees que tendría que aprender y se podría aplicar en el asociacionismo en el Estado español del asociacionismo en Senegal?
Yo creo que a veces aquí tienen el libro ya cerrado y a ese libro no se le puede cambiar ni una coma sobre cómo hacer incidencia política. Estaría bien contemplar otras formas no tan verticales y academicistas, ver aspectos que vienen de la sociedad y de las artes e incorporarlas. Luego también no ver el mundo tan estanco, ampliar la vista y ver que hay vasos comunicantes porque las opresiones y las discriminaciones al final son interseccionales, entonces tenemos que cruzar las miradas y hacer alianzas. Eso es fundamental.

¿Crees que es importante dentro del Estado español la unión de las mujeres negras? ¿Qué cosas crees que aporta?
Creo que es fundamental trabajar juntas. La unión es importante, pero siempre con lugar para los debates y la crítica constructiva. Me parece necesario crear espacios de encuentro para generar una agenda compartida, porque vivimos en comunidades autónomas diferentes y las realidades pueden variar un poco. Pero creo que podemos tejer una agenda compartida que luego cada una desarrolle o aterrice según su realidad concreta. Es evidente que enfrentamos una realidad común, el racismo en intersección con el machismo y otros sistemas de opresión, que impiden que tengamos una ciudadanía plena. Hay unos elementos que compartimos y otros que varían; por ejemplo, trabajando en la agricultura, estos sistemas de opresión se presentan de una forma diferente que las manifestaciones en otros ámbitos laborales. Pero la sororidad entre nosotras es primordial.

¿Qué piensas de la idea de que las sociedades africanas son más patriarcales que las europeas?
Yo creo que eso es otra más de esas construcciones de inferiorización de África en general, de todo ese constructo para seguir estigmatizando el continente. Hay estudios, como por ejemplo el de Oyeronke Oyewumi, “La invención de las mujeres”, en los que se demuestra que antes de la intromisión colonial las sociedades africanas estaban mucho más equilibradas en términos de género. Es evidente el impacto de la colonización en la pérdida del lugar de poder de las mujeres africanas, la intromisión colonial ha contribuido a generar un mayor nivel de desigualdad de las mujeres africanas porque se han replicado las estructuras occidentales del momento de la colonización, que era la época victoriana. Era la época de la mujer en casa, pero las mujeres africanas siempre han sido mujeres autónomas conscientes de generar recursos para el sostenimiento de su vida y la de su familia. Y esto sigue siendo así. Evidentemente, el machismo está en África como en el resto de sociedades, pero lo de más machista es un mito.

¿Has vuelto a Senegal?
Sí, muchas veces.

¿Y cómo te trata la gente, te tratan como “toubab” (extranjera)?
Sí, eso es un temazo. Aquí te dicen que eres de África y, con los años, la gente en África te dice que eres de Europa. Eso te genera cierta inestabilidad emocional sobre de dónde eres, pero, bueno, como yo vine mayor, no tengo ese problema. Vine al terminar la carrera y claramente sé de dónde soy. Aunque con los años que llevo aquí hay también algunas cosas que he incorporado.

¿Cómo te ha impregnado la sociedad vasca, qué cosas has incorporado?
El tema del reloj, el entorno te exige que lleves un reloj. Cuando estaba en Senegal el tema del tiempo era más fluido y más relajado en ese aspecto. También el aspecto estético cambia, cosas que antes te parecían bonitas ahora ya no tanto. Sin embargo, creo que esto se debe también a la edad: no es lo mismo con 20 años que con 40, los gustos cambian.

¿Hablas euskera?
Bastante, he estado tres años en una Euskaltegi, y además vivo en un entorno euskaldun.

¿Te ha resultado difícil?
No, creo que el euskera tiene la misma complejidad que todos los otros idiomas. Yo hablo muchos idiomas, vengo de un entorno donde lo natural es ser políglota. Aquí la gente lo vincula con los idiomas latinos que ya habla y por eso le resulta más difícil, pero yo creo que todos los idiomas tienen la misma dificultad.

En general, a las personas migradas adultas se nos dificulta por la edad y por los condicionantes materiales; necesitas tiempo y dinero y muchas veces las personas migradas no disponen de esas dos cosas. Eso tiene un impacto negativo en su movilidad social ascendente porque en la abrumadora mayoría de los casos, por no decir todos, de puestos con excelentes condiciones laborales se exige tener un nivel alto de euskera.

¿Cuál crees que es la importancia de la diversidad lingüística en Senegal?
Creo que es un aspecto fundamental que ayuda también a la apertura y a la tolerancia, la valoración de otros idiomas y de otras personas con otro bagaje cultural. Alrededor de mi casa conviven familias de diferentes etnias del país. Yo pertenezco a muchas minorías y a una mayoría minorizada y aprendes a manejarte en este entorno, te dota de herramientas para la convivencia. Somos personas que manejamos muy bien la incertidumbre y nos hace consciente de la importancia de aprender el idioma de la persona que tienes delante, aunque sea el saludo. Para que la otra persona se abra hacia ti, salúdale en su idioma materno. Eso es una riqueza y una forma de capacitación orgánica.

¿Qué otros idiomas hablas?
Primero el de mi casa, que es makañ. Después el mayoritario de mi ciudad, que es el diola. Luego el wolof, que es mayoritario en Senegal. Entiendo mandinga, porque la Casamance es también zona mandinga. Hablo creol (portugués popular) de Guinea Bissau porque Ziguinchor es ciudad fronteriza y tenemos parientes en Guinea Bissau que van y vienen. Después el francés, idioma oficial de Senegal, castellano e inglés.

¿Cómo percibes la situación política en estos momentos en Senegal?
Sigo vinculada a todo lo que pasa allí. La situación es tensa, la verdad. La juventud ve muy limitadas sus posibilidades de autonomía y pide cambios, otro tipo de organización social y gestión del país. Eso que Senegal siempre ha sido un ejemplo de democracia y de país pacífico dentro de la región, pero las políticas públicas no responden a sus necesidades y expectativas. Además, a nivel político el país está tensionado con anulación de las elecciones presidenciales previstas para este mismo mes y la exclusión del líder de la oposición en ellas.

La gente se moviliza para reivindicar el establecimiento de unas condiciones dignas para vivir y esto ha llevado a cabo cambios políticos en el país, que han permitido la alternancia en el poder

Senegal es un país con una tradición de lucha muy fuerte política y social.
Sí, la población en general siempre ha demostrado esa capacidad de resistencia, de enfrentarse. Esto lo he visto desde que era niña y también cuando luego estudias la historia. Siempre ha sido un pueblo muy resistente, pero también con mucha capacidad de resiliencia. La gente se moviliza para reivindicar el establecimiento de unas condiciones dignas para vivir y esto ha llevado a cabo cambios políticos en el país, que han permitido la alternancia en el poder.

No solo en el interior del país, la gente está muy movilizada para el cambio de las relaciones de expolio neocoloniales que todavía se siguen queriendo imponer en Senegal y en África. Yo creo que el cambio está aquí y solo falta que sea hegemónico.

¿Qué cosas crees que a la afrodescendencia en España le falta por aprender de las personas migradas?
Creo que, primero, esa vinculación afectiva positiva con África, porque a muchas de las personas afrodescendientes les han tenido inmersas en esos imaginarios tan negativos de África que al final han generado mucha dificultad para construir un vínculo positivo con el continente. Estar en contacto con personas africanas puede ayudar a sanar esa herida, a ver a África con otros ojos. Luego, evidentemente, si hay posibilidad de poder viajar, conocerla directamente. Conocer también sus valores, hablamos mucho del Ubuntu, pero, ¿esto qué significa exactamente? Nosotras, que hemos venido de África y hemos crecido allí, tenemos también ese deber, yo lo veo como una responsabilidad, de acompañar a la juventud afrodescendiente en las ideas sobre cómo tenemos que construir la comunidad, porque nadie puede llegar a ser una persona plena sin una comunidad amorosa que la sostenga. A través de nuestro activismo y nuestras prácticas debemos acompañar a los y las afrodescendientes en esta enculturación en el Ubuntu.

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