Estados Unidos
Respuesta tibia de los líderes europeos ante las injerencias de la estrategia de seguridad estadounidense

La publicación el pasado jueves 4 de la Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos ha dejado con el pie cambiado a la mayoría de líderes europeos, afines a Donald Trump en público y retratados por un documento que ha sido celebrado sin ambages por el Kremlin, el principal adversario de la gobernanza de la UE. 

El documento, de 33 páginas, desarrolla la agenda nativista enarbolada por Donald Trump y coloca en la UE alguna de las obsesiones y políticas de oferta electoral desarrolladas durante su mandato. La Estrategia critica las políticas europeas “que socavan la libertad política y la soberanía“, en una mezcla que aúna el carácter ideológico supremacista con la defensa de las multinacionales estadounidenses ante medidas de control como la multa impuesta a X (Twitter) este mes de diciembre.

Ataque a “políticas migratorias” falsamente blandas

De este modo, el documento ataca “[las] políticas migratorias que están transformando el continente y creando conflictos, censura de la libertad de expresión y supresión de la oposición política, caída de las tasas de natalidad y pérdida de identidades nacionales y de confianza en sí mismos”. Tras un análisis de la realidad y no de la propaganda, sorprende la crítica a políticas migratorias aperturistas de un continente que, ya antes de la segunda llegada de Trump, ha desarrollado medidas draconianas de persecución a solicitantes de asilo y de refugio a través del nuevo Pacto de Migración y Asilo.

De hecho, este mismo lunes, 8 de diciembre, los 27 llegaron a un acuerdo por el que se suavizan las condiciones para considerar países terceros seguros y se aligeran también las condiciones de retorno de personas migrantes a dichos países. Con esto se pretende abrir la puerta a creación de centros de acogida para el traslado de personas a las que se les haya denegado el asilo.

La retórica del documento es un calco de las teorías del gran reemplazo que están dibujando el segundo mandato de Trump y que se basan en la existencia de una conspiración mundial para que las poblaciones autóctonas (en este caso europeas) se vean relegadas por personas de distintos orígenes en un plazo y sean “irreconocibles en 20 años o menos”.

Eso plantea un supuesto problema de seguridad para EEUU, dado que es “más que plausible que a más tardar en unas pocas décadas, ciertos miembros de la OTAN se conviertan en países de mayoría no europea”. 

Apuesta por los partidos “patriotas”

Sin duda, las afirmaciones que más han llamado la atención del documento son aquellas referidas a la necesidad de “cultivar, en el seno de las naciones europeas, la resistencia a la trayectoria actual de Europa”. Pese a que no se menciona a los partidos y organizaciones que enarbolan mejor la bandera del supremacismo que defiende la Casa Blanca, la referencia viene acompañada en los análisis de los nombres de Alternativa por Alemania, Reform UK o el gobernante Fidesz (Hungría).

Trump los ha llamado partidos “patrióticos” y el empeño del documento es que estos refuercen las estructuras internas de cada estado miembro en contraposición al apuntalamiento del proyecto común. La Estrategia se ha convertido en tema de conversación al mismo tiempo que Elon Musk exaliado de Trump —y figura clave de la extrema derecha mundial— protestaba contra la multa impuesta a su plataforma de propaganda con un argumento en la misma línea: “La UE debería ser abolida y la soberanía devuelta a los países individuales, para que los gobiernos puedan representar mejor a sus pueblos”

El documento sigue otra de las obsesiones de Trump y del lobby fósil que le ha sostenido desde el comienzo de su carrera. La Estrategia critica a los países de la UE por su obsesión con el “cambio climático” y el “Net Zero” (la política de cero emisiones netas) que han restado competitividad al continente, siempre según la estrategia, por medio de sus regulaciones percibidas como “sofocantes”.

Las reacciones al documento de la Casa Blanca han llegado con cuentagotas y han podido mostrar las distintas sensibilidades que abundan en la fragilidad institucional del edificio europeo. Porque el discurso del presidente del Consejo Europeo, Antònio Costa ha tenido un matiz distinto a todas luces que la respuesta de Kaja Kallas, responsable de política Exterior de la Comisión Europea. 

El lunes 8, Costa declaraba que “los aliados no amenazan con interferir en la vida política interna de sus aliados, la respetan”, en referencia a la hoja de ruta estadounidense.

Kallas, antes, había dado muestras de su habitual sintonía con las propuestas maximalistas de la Casa Blanca: ”Por supuesto que hay muchas críticas, pero creo que algunas de ellas también son ciertas“, insistió la responsable de Exteriores. En su caso, orientando esas críticas a la supuesta falta de acción contra Rusia con el horizonte de una posible conflagración a partir del año 2030.

Precisamente en Rusia se ha acogido con entusiasmo el documento lanzado por la Casa Blanca. Al margen de una sintonía ideológica con temas como el del supremacismo, que ha sido piedra fundamental del discurso de Putin, la estrategia abre la puerta a una reducción de la OTAN, o de su papel, una Alianza sobre la que Trump ha mostrado su escepticismo. 

El viernes 6, Washington advertía a sus socios que 2027 es la fecha límite para que los países europeos asuman la mayoría de las capacidades de defensa convencionales de la OTAN, lo que se traduce en un aumento inmediato de las compras de armamento y los presupuestos militares.