Opinión
Predicadores y culpas

De una u otra forma, sea siguiendo las reglas de un juego democrático trucado o ignorando el sistema, al fascismo se le combate desde todos los frentes. Votando, haciéndole la vida imposible en el terreno de las ideas, en la calle, en las prácticas, en la organización y en las realidades materiales.

Granada Antifascista 3
Carlos Gil Protesta antifascista en Granada el 3 de diciembre.

Lo último que una esperaría ante la llegada del fascismo a las instituciones es asistir al tremendo baile de figuras entre columnistas y opinadores, para arrojar la culpa al inventado imperio de la identidad de un modo tan coordinado que, de no ser tan peligroso, resultaría divertido, por torpe, previsible, perezoso y flatulento.

En el siglo XXI los espadones no se alzan a modo de pronunciamiento, tampoco se susurran asaltos al poder en los cuarteles. Ya ni la estética romántica nos queda en este parque temático de predicadores horteras en que se ha convertido la escena política ultraderechista y el columnismo de extremo centro. El fascismo llega a las instituciones abriéndose paso educadamente en el baile burgués de los poderes fácticos: apoyo de los poderes económicos, visibilidad en los medios, manipulación a través de toda herramienta de comunicación a su alcance, mentiras y conveniencia sistémica.

No solo lo hemos visto venir, lo hemos hecho en prime time

No es un auge, es una actualización del sistema con los mismos niveles de crueldad que arrasaron una vez el mundo pero con modos de primer cuatrimestre de teoría de la comunicación. No solo lo hemos visto venir, lo hemos hecho en prime time.

La noche de las elecciones andaluzas apenas estaban dándose los primeros datos de participación y había quien estaba babeando el canesú de la camisa ante la posibilidad de plantar el pino de sus hipótesis en nuestra mesa del comedor. El pudor se pierde justo antes que el rigor y la euforia por llevar el desastre a la parcelita de razón que cada uno se ha construido suele dejarnos movimientos dialécticos dantescos, declaraciones de mal gusto y exhibiciones de imbecilidad rampantes como dragones heráldicos. Lo que toda la vida ha sido tener poca vergüenza y ser un bocazas. El análisis de una situación semejante requeriría un mínimo de sosiego, nos jugamos demasiado como para subirse con el megáfono a una caja de botellines a la primera de cambio.

Entiendo que el enésimo texto contraponiendo luchas parciales y luchas comunes es un ejercicio de cansinismo importante. Pido perdón por ello. Se que contribuye a agigantar los contornos de un espantajo que no ha existido nunca pero que ya transita los terrenos de la hiperstición, es decir, que la dicotomía “diversidad versus lucha obrera” es una milonga que se ha amplificado con tanto encono que ha acabado por hacerse real ante quien estaba deseando tener una excusa para odiar, vengarse y mantener el estatus. Aparte de un regalo dialéctico a los enemigos para inflamar su natural odio a lo diferente. Colaboracionismo puro.

Quien esté leyendo este texto entenderá que, como mujer, trans, marica, pobre, comunista y obrera, quien me acuse de hacer el caldo gordo al fascismo está tocándome las palmas demasiado fuerte como para no levantarme y patalear un poquito.

De mi padre aprendí que jamás se atraviesa un piquete, de mi madre que calificar de lastre a quienes están en una posición de desventaja constituye el más abyecto de los esquirolajes

Para empezar, olvidándome de mi irrelevancia y poniéndome en los zapatos de quien se tenga por adalid de la clase obrera, me cuidaría mucho de calcar la estrategia al enemigo. Dos días después de las elecciones está más o menos claro que las minorías atomizadoras de mujeres, personas LGTB y gente racializada no ha votado a la derecha. Entiendo que el subidón de la razón es tentador, pero más allá del sesgo de confirmación de cada ego, no existe dato alguno que apoye la conjetura de un trasvase de votos de obreros a la derecha, confundidos por las supuestas veleidades posmodernas que suelen achacar estos escuálidos análisis de clase.

Seguir con esta matraca es decir lo mismo que dice VOX, que la diversidad es sinónimo de decadencia moral, lo cual suena a discurso de fraile aterrado ante la debilidad del sacro imperio o a legionario que mea cazalla. También supone un ejercicio de clasismo insoportable, teniendo a obreros y obreras por cazurros detenidos en el tiempo incapaces de entender algo tan sencillo y tan puramente materialista como los ejes de opresión. Mostrencos que han de ser pastoreados para que no se desvíen de la ortodoxia.

Que cada quien escoja a sus referentes.

De mi padre aprendí que jamás se atraviesa un piquete, de mi madre que calificar de lastre a quienes están en una posición de desventaja constituye el más abyecto de los esquirolajes. Y de los dos que sin solidaridad no merece la pena vivir.

Si la simple enunciación de problemas concretos que padecen compañeros o compañeras y la exigencia de que toda la clase obrera tome conciencia de los mismos, es motivo para quedarse en casa y no votar junto a quienes más nos necesitan, deberíamos replantearnos nuestra escala de valores, nuestra decencia y nuestro compromiso obrero. Para sujetos hechos a imagen y semejanza del creador ya está la mitología del Sinaí.

Solo prestando un mínimo de atención a la realidad de la pasada campaña andaluza en lugar de leer titulares envenenados se puede echar abajo este mito de la claridad discursiva de la derecha

Si como trabajadora no soy capaz de apreciar en toda su importancia y su especificidad las necesidades de una compañera con dificultades mayores que las mías, estoy copiando actitudes burguesas y la idea de revolución me queda grande. Toda esta maraña plomiza de la atomización tiene fácil arreglo, entenderla en términos materiales y dejar de inventar teorías, conspiraciones y piruetas discursivas para justificar la insolidaridad.

Una de las mentiras más repetidas de todo este tinglado es que la ultraderecha, en este caso VOX, está hablando en términos fáciles de entender y sus propuestas parecen dar soluciones inmediatas a lo que de verdad le preocupa al trabajador medio. En contraposición a la jerga ciudadanista y teórica de la izquierda blandengue. Por no hablar del feminismo y sus histerismos que parecen importunar al buen y decente madrugador.

Solo prestando un mínimo de atención a la realidad de la pasada campaña andaluza en lugar de leer titulares envenenados se puede echar abajo este mito de la claridad discursiva de la derecha. VOX se ha limitado a hablar de familia tradicional, ideología de género y amenaza inmigrante. Odio puro. Otra cosa es que eso haya movilizado a quien estaba deseando encontrar una representación a la altura de su miseria.

Este país se cimenta sobre consensos bendecidos por el franquismo y sus instituciones, montar el número del marqués indignado porque vienen los fachas y echar la culpa al mozo de cuadra es un ejercicio de cinismo ridículo. Sencillamente ahora se dan condiciones materiales para abandonar posiciones conservadoras que proporcionaban cierta paz de conciencia a quien llevaba esperando décadas para hacer el saludo romano a placer y ante las cámaras.

Soy muy consciente de que todo el texto, toda la argumentación, se dispone en términos de democracia burguesa y electoralismo. De una u otra forma, sea siguiendo las reglas de un juego democrático trucado o ignorando el sistema, al fascismo se le combate desde todos los frentes. Votando, haciéndole la vida imposible en el terreno de las ideas, en la calle, en las prácticas, en la organización y en las realidades materiales.

El miedo es útil si a partir de él reforzamos el tejido conectivo de nuestra humanidad, nuestra clase y nuestra resistencia

El día 8 de marzo las feministas organizamos las movilizaciones más grandes que ha visto este país en más de una década, además de plantear una huelga general seguida por más de cinco millones de trabajadoras. Previamente habíamos derrocado a un ministro. Burlarse del feminismo en toda su diversidad y sus contradicciones, tachar de lucha parcial los intereses de la mitad de la población mundial, catalogarlo como distracción es, no solo ignorar el movimiento popular con más capacidad de transformación que tenemos entre manos, supone un error estratégico demencial y una prueba irrefutable de quién se preocupa más por el estatus que por el bien común.

También es insultar a Qiu Jin, a las trabajadoras de la Triangle Shirtwaist, a Nina Agadzhanova y Maria Vydrina, a Louisa Gonzalez y Emma Tenayouca, a Assata Shakur y Angela Davis, a Sylvia Rivera y Marsha Johnson, a obreras que dieron su vida y su libertad en tanto que proletarias, mujeres y racializadas, sin que quepa contradicción alguna en su legado.

Si el posicionamiento de la ultraderecha en el parlamento andaluz sirve para entender que nada de lo humano nos es ajeno, que Viktor Orban, Salvini o Trump no nos quedan tan lejos como pensamos; que la solidaridad y la creación de redes de apoyo tienen que convertirse en nuestro día a día, que hay muchas personas haciendo un trabajo descomunal en organizaciones políticas, sindicatos, grupos de trabajo y asambleas que necesitan nuestra ayuda, que somos fuertes en nuestra vulnerabilidad si permanecemos juntas, que nunca está de más hacer autocrítica y adquirir tanto conciencia de clase como amplitud de miras, que no podemos dejar que ganen nunca más. Habrá merecido la pena el mazazo.

El miedo es útil si a partir de él reforzamos el tejido conectivo de nuestra humanidad, nuestra clase y nuestra resistencia. Ya lo hemos visto en las calles de Andalucía un día después del desastre. Que los heraldos del negocio de las ideas no os convenzan de lo contrario. Podemos hacer frente a esto y lo haremos juntas. Buscad el lugar en el que hacéis falta, sea una asamblea vecinal, una okupa, o un hashtag, confiad en quienes tenéis al lado, resistid, la historia acabará dándonos la razón.

Elecciones autonómicas
2-D: La llamada de atención a la izquierda andaluza y española

Vox dio la sorpresa en la jornada del 2D que se explica en las caras de Teresa Rodríguez y Susana Díaz en la noche electoral. Las izquierdas personifican la abstención y ninguno de los dos partidos consiguió recoger el descontento que generó el otro.

Cargando valoraciones...
Ver comentarios 9
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra na túa conta.

Relacionadas

Cargando relacionadas...

CRTVG - Corporación Radio y Televisión de Galicia
A Xunta do PP remata o seu plan de control sobre a CRTVG tras escoller á súa nova directora en solitario
A xornalista Concepción Pombo substituirá, co único aval do Partido Popular, a Alfonso Sánchez Izquierdo. O Goberno de Alfonso Rueda modificou a lei de medios para que os votos do seu partido fosen suficientes para elixila.
Altri
A Plataforma Ulloa Viva cambia a súa directiva para os vindeiros anos de loita contra Altri
A veciñanza da comarca máis afectada escolleu entre dúas listas logo de non chegar a un consenso. A gañadora tratará de ampliar a súa base de socias e socios por toda Galiza e abrirá máis as portas ás grandes organizacións do país, como a CIG.
El Salto n.79
A celulosa ou a vida: xornalismo situado e loita social para frear un ecocidio
O xoves 17 de xullo esperámosvos no CS 'A Nubeira' de Vigo para presentar o último número da revista El Salto xunto a algunhas das súas principais protagonistas: as que loitan contra o macroproxecto de celulosa liderado por Altri e avalado pola Xunta.
AGANTRO
O desprazamento forzoso en Chiapas: metáfora da vida núa
Conversamos coa investigadora América Navarro sobre o desprazamento forzoso en Chiapas.
Altri
Galiza elixe o rumbo da loita contra Altri nas eleccións á directiva da plataforma Ulloa Viva
A veciñanza da comarca máis afectada presenta dúas listas separadas logo de non chegar a unha proposta de consenso. Por unha banda, concorre unha candidatura continuísta e, pola outra, unha alternativa que se achega máis o nacionalismo institucional.

Últimas

O Salto medra contigo
O Salto Galiza abre un crowdfunding para empapelar Altri
Queremos investigar os responsables políticos e empresarias do que podería ser o maior atentado ambiental da historia recente de Galiza.
Orgullo
O Orgullo Crítico enche de diversidade e de humanismo Galiza: “Transfeministas con Palestina”
Crónica visual de como unha enorme multitude encheu de diversidade o centro da cidade de Vigo.
O Teleclube
'O Teleclube' alucina no deserto con Óliver Laxe e 'Sirat'
Laxe leva o seu cuarto premio de Cannes, esta vez en competitición, polo seu novo filme que explosiona na gran pantalla.
A Catapulta
O tempo, o espazo e a poesía de Estíbaliz Espinosa
A poeta visita A Catapulta para conversar sobre o seu traballo e a súa traxectoria literaria
O Teleclube
'O Teleclube' pecha a temporada cos supervivintes de '28 anos despois'
Danny Boyle e Alex Garland volven ao mundo dos infectados que inspirou o renacemento dos 'zombis'.

Recomendadas

Medio rural
A esperanza da xestión colectiva fronte ao espolio: os comuneiros de Tameiga contra o Celta
Mentres varios proxectos industriais tentan privatizar e destruír os ecosistemas galegos, algúns grupos de veciños e veciñas organizadas fan oposición social construíndo alternativas comunitarias. Ás veces, tamén gañan ao xigante.
Feminismos
Dous anos sen reparación tras sufrir lesbofobia nun Rexistro Civil de Pontevedra cando ían inscribir a seu fillo
Un funcionario negouse a inscribir ao fillo de Antía e a súa parella. Un erro de redacción na lei trans está detrás dos argumentos que o funcionario esgrime para defender a súa actuación.
Migración
A veciñanza mobilízase para acoller migrantes tras o peche de centros de Rescate Internacional en Galiza
Tras o progresivo desmantelamento de varios dispositivos de acollida, moitos refuxiados foron trasladados a outros puntos do Estado sen aviso previo. Outros son simplemente desaloxados trala denegación da súa solicitude de asilo.
Ourense
Ourense organízase para loitar contra patrullas de extrema dereita nos barrios máis empobrecidos da cidade
A veciñanza e os movementos sociais responden ao discurso do medo promovido por Frente Obrero e sinalan a súa estratexia de criminalizar a pobreza e sementar odio en contextos de exclusión e abandono institucional.
Comentarios 9

Para comentar en este artículo tienes que estar registrado. Si ya tienes una cuenta, inicia sesión. Si todavía no la tienes, puedes crear una aquí en dos minutos sin coste ni números de cuenta.

Si eres socio/a puedes comentar sin moderación previa y valorar comentarios. El resto de comentarios son moderados y aprobados por la Redacción de El Salto. Para comentar sin moderación, ¡suscríbete!

Cargando comentarios...