Alana Portero

¿Qué devoluciones en caliente? lo que pasa en las fronteras son expulsiones inmediatas, no ajustadas a derecho, coercitivas e inhumanas. ¿Qué límite a los derechos fundamentales, señor Grande-Marlaska? excusas para lavarse las manos.

Las ocurrencias de Vox han de ser tratadas como tales, pero la preocupación de padres y madres a los que estos mensajes han calado debería ser confrontada desde la pedagogía. La burla no es un vehículo eficiente contra mensajes fáciles de digerir.

La batalla está en la calle, en la asfixia al fascismo a través de la movilización, la persecución en los tribunales cada vez que su desprecio a las leyes les juegue una mala pasada, en afear comportamientos de odio en los círculos próximos y en la intervención como sociedad cuando estos comportamientos se den en la vía pública.

Quiero a Franco fuera del Valle, por supuesto, pero se me hace insoportable el grito espectral de más de 170.000 asesinados desde sus fosas perfectamente selladas, un lamento que es la cuerda emocional pulsada y tensa de este país, hasta que no sea atendida y aflojada aquí no va a descansar nadie.

Pararse siquiera a discutir qué hacer con el Open Arms y sus pasajeros dejó al descubierto las vergüenzas y las miserias de quien lo hizo

Los debates hacen crecer, pero los nuevos. Los que suponen colocar en tela de juicio  la validez de otras no son tales: eso siempre será supremacismo.

Del final de Sylvia Plath ya conocemos cada detalle. De la gestión que de su obra hizo Ted Hughes, también. De lo injusto y doloroso de todo esto no terminaremos de quejarnos jamás. No hay restitución posible.

El día 28, votaré pensando en las manos destrozadas de mi madre, harta de fregar suelos, votaré pensando en los pobres diablos que entran y salen de las casas de apuestas de Tetuán, votaré pensando en las mujeres que no tienen dónde ir cuando huyen de sus maltratadores.

Es fácil hacerse una fotografía con una bandera que detestas o que no te importa lo más mínimo, solo necesitas que te allane el camino, usarla en tu beneficio y tirarla al cubo de la basura cuando hayas conseguido tus metas.

Tenemos derecho al miedo, tenemos derecho a la queja, tenemos derecho al grito, tenemos derecho a perder los papeles porque no nos podemos permitir ignorarlo.

De una u otra forma, sea siguiendo las reglas de un juego democrático trucado o ignorando el sistema, al fascismo se le combate desde todos los frentes. Votando, haciéndole la vida imposible en el terreno de las ideas, en la calle, en las prácticas, en la organización y en las realidades materiales.

Vuelve a los medios, como lo hace periódicamente, la supuesta batalla entre feminismo oficial y mujeres trans, se escriben textos escogiendo tal o cual desbarre en redes y se infla una situación que, aunque debe ser combatida, no tiene ya demasiado recorrido y a la que le queda poco tiempo de vida.

El paso obligatorio por un tratamiento para obtener algo tan sencillo como tener un nombre propio y un género legal acorde a tu vida diaria supone una práctica añeja y cruel que provoca, a través de actos pequeños cotidianos, muchísimo sufrimiento.

Leo que el auge global de los fascismos se lo debemos a las políticas de identidad, que distraen a la internacional socialista de su plan maestro

La conciencia de clase es quizá uno de los pocos preceptos que pueden considerarse fundacionales del feminismo.

Haremos lo necesario para no perder lo poco que tenemos.

Ellos tienen el dinero, la falta de escrúpulos y los medios; nosotras somos muchas, diversas y tenemos todo lo demás.

El silencio que rodea la muerte de Thalía me enfurece, apela a lugares de mi propia existencia que no quiero revisitar, apela a la vergüenza, apela al olvido, apela a la futilidad de una vida convertida en sombra.

Nuestra representación de género responde exactamente a las mismas coordenadas que la de cualquier mujer cis, las mismas exigencias, los mismos o parecidos castigos, las mismas o parecidas recompensas.

Lo visteis el 8 de marzo y lo visteis ayer: miles de mujeres demostrando nuestro amor y nuestro compromiso inquebrantable con una de nosotras.

Cuando cada acto de tu vida diaria, por prosaico que sea, está marcado irremediablemente por el juicio sobre si eres o no eres, sobre si te ven o no te ven, la validación se convierte en una necesidad adictiva.

Las cosas están cambiando y lo he vivido en mis propias carnes; vamos bien, pero queda un largo recorrido y mucha voluntad para que podamos considerarnos un movimiento inclusivo, transversal, horizontal y autodeterminado.