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Galicia
Faro de Vigo despide a su trabajador número 20 en una década mientras firma beneficios de 2,5 millones

La empresa que edita el diario Faro de Vigo ha despedido a su trabajador número veinte en poco más de una década. Así lo ha hecho público el comité de empresa amparado, además, por el Colexio de Xornalistas. Aunque despidos ha habido bastantes, la profundidad de la cifra es, en realidad, más grave: han sido veinte los puestos de trabajo eliminados de una plantilla que ya vio mermada su fuerza de trabajo tras un ERTE durante la pandemia de Covid-19 y que, ahora, según el Registro Mercantil, ya solo cuenta con 142 personas trabajadoras para toda Galicia y la elaboración diaria de seis ediciones. El dato es del año 2023, el de las últimas cuentas presentadas, de donde también se desprende que obtuvo un beneficio de 2.552.023,95 euros.
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La solvencia económica de la empresa dirigida por Juan Carlos da Silva, pero controlada desde Catalunya por el grupo Prensa Ibérica de la familia Moll-Sarasola, ha hecho que el comité de empresa del diario se haya revuelto más que nunca: “A nosotros y nosotras no nos parece una buena estrategia de futuro ni de presente reducir gastos de personal despidiendo trabajadores y trabajadoras para aumentar la cuenta de resultados”, denuncian desde el comité en conversación con El Salto.
La respuesta de la dirección de la empresa hasta ahora, explican, “es el silencio”. Pero no es ninguna novedad. “Así viene siendo en todos los temas que le plantean los representantes de las personas trabajadoras, a las que ningunean constantemente en sus demandas, entre ellas la solicitud de medidas de conciliación de vida laboral y personal o el teletrabajo”, explican desde la redacción.
Además, aunque aseguran que la calidad informativa sigue estando garantizada por la profesionalidad de la plantilla, “cada vez asumen más tareas y tienen mayor sobrecarga de trabajo”, algo que no solo afecta a sus vidas y a su salud, sino que si persiste la estrategia de la empresa, puede acabar teniendo un efecto directo en la cobertura de la información local y gallega y en la opinión pública: Faro de Vigo es el segundo diario más leído de Galicia. De hecho, el propio comité amplía sus quejas a respecto de la negociación de la vida en sus centros de trabajo: “Actualmente estamos en una AGA para intentar sacar adelante el Plan de Igualdad, tras cuatro años de negociación infructuosa”.
Por ahora, ni la empresa ni el área de recursos humanos han tenido a bien responder a las preguntas de El Salto a este respecto.
Una empresa engordada con millones de dinero público
La empresa Faro de Vigo y el grupo Prensa Ibérica —editan también La Opinión de A Coruña y El Correo Gallego— han gozado, desde la instauración del régimen del 78, de la sintonía política necesaria con las dos grandes organizaciones políticas del bipartidismo. Eso se traduce, en esencia, en haber recibido millones de euros en ayudas directas a la prensa y en cientos de contratos publicitarios a dedo de los gobiernos del Partido Popular y del PSOE. No solo de la administración local de Vigo de Abel Caballero, donde resulta complejo encontrar informaciones críticas con su gestión, sino también con cualquiera de las diputaciones gallegas, las entidades dependientes de la Xunta de Galicia y también del Gobierno del Estado.
A eso habría que sumarle, además, las ingentes cantidades de dinero público recibido por la publicidad de subcontratas como Aqualia o FCC y de empresas públicas como Adif o Aena, entre otras decenas. Mucho más complejos de fiscalizar por la falta de transparencia de las entidades.
El Colexio de Xornalistas reprueba a la dirección
El Colexio Profesional de Xornalistas de Galicia, la única entidad que, además de los sindicatos, representa al colectivo, ha reprobado duramente la decisión de la empresa: “Si la pérdida y precariedad de los periodistas ya es preocupante por la reducción de la calidad de la información, es aún más grave en un periódico que ha presentado buenos resultados económicos todo este tiempo, con un beneficio en el último ejercicio presentado a los trabajadores, el de 2023, de 2,5 millones de euros”, explican en el comunicado emitido este miércoles.
El Colexio, que ha hablado con las personas trabajadoras y les ha ofrecido su mano, ya ha expresado en numerosas ocasiones “que los recortes de plantilla son un síntoma más de la precariedad del trabajo de los periodistas, que se ven obligados a producir un mayor volumen de información en menos tiempo”. El resultado de esta situación, dicen, “es el menoscabo del derecho a la información de los ciudadanos, así como un aumento del descrédito de la profesión. Es inaceptable que, con el simple deseo de aumentar los ya considerables rendimientos económicos, las empresas de medios de comunicación condenen a los profesionales al desempleo, olvidando que sin periodistas el periodismo y la información no son posibles”.
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Con motivo de esta maniobra de la empresa, trabajadores y trabajadoras han acordado vestir cada miércoles de negro en sus puestos de trabajo. Emulando la inspiradora y conocida protesta de la plantilla de la Corporación Radio e Televisión de Galicia (CRTVG), las empleadas de Faro de Vigo han creado su propia denuncia, los 'mércores negros'.
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A empresa que edita o diario Faro de Vigo despediu ao seu traballador número vinte en pouco máis dunha década. Así o fixo público o comité de empresa amparado, ademais, polo Colexio de Xornalistas. Aínda que despedimentos houbo bastantes, a profundidade da cifra é, en realidade, máis grave: foron vinte os postos de traballo eliminados dunha plantilla que xa viu mermada a súa forza de traballo tras un ERTE durante a pandemia de Covid-19 e que, agora, segundo o Rexistro Mercantil, xa só conta con 142 persoas traballadoras para toda Galiza e a elaboración diaria de seis edicións. O dato é do ano 2023, o das últimas contas presentadas, de onde tamén se desprende que obtivo un beneficio de 2.552.023,95 euros.
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A solvencia económica da empresa dirixida por Juan Carlos da Silva, pero controlada desde Catalunya polo grupo Prensa Ibérica da familia Moll-Sarasola, fixo que o comité de empresa do xornal se revolvese máis que nunca: “A nós non nos parece unha boa estratexia de futuro nin de presente reducir gastos de persoal despedindo traballadores e traballadoras para aumentar a conta de resultados”, denuncian desde o comité en conversa con O Salto.
A resposta da dirección da empresa ata agora, explican, “é o silencio”. Pero non é ningunha novidade. “Así vén sendo en todos os temas que lle presentan os representantes das persoas traballadoras, ás que ignoran constantemente nas súas demandas, entre elas a solicitude de medidas de conciliación de vida laboral e persoal ou o teletraballo”, explican desde a redacción.
Ademais, aínda que aseguran que a calidade informativa segue estando garantida pola profesionalidade do persoal, “cada vez asumen máis tarefas e teñen maior sobrecarga de traballo”, algo que non só afecta ás súas vidas e á súa saúde, senón que se persiste a estratexia da empresa, pode acabar tendo un efecto directo na cobertura da información local e galega e na opinión pública: Faro de Vigo é o segundo xornal máis lido de Galiza. De feito, o propio comité amplía as súas queixas respecto da negociación da vida nos seus centros de traballo: “Actualmente estamos nunha AGA para tentar sacar adiante o Plan de Igualdade, tras catro anos de negociación infrutuosa”.
Unha empresa engordada con millóns de diñeiro público
A empresa Faro de Vigo e o grupo Prensa Ibérica —editan tamén La Opinión de A Coruña e El Correo Gallego— gozaron, desde a instauración do réxime do 78, da sintonía política necesaria coas dúas grandes organizacións políticas do bipartidismo. Iso tradúcese, en esencia, en ter recibido millóns de euros en axudas directas á prensa e en centos de contratos publicitarios a dedo dos gobernos do Partido Popular e do PSOE. Non só da administración local de Vigo de Abel Caballero, onde resulta complexo atopar informacións críticas coa súa xestión, senón tamén con calquera das deputacións galegas, as entidades dependentes da Xunta de Galiza e tamén do Goberno do Estado.
A iso habería que sumarlle, ademais, as inxentes cantidades de diñeiro público recibido pola publicidade de subcontratas como Aqualia ou FCC e de empresas públicas como Adif ou Aena, entre outras decenas. Moito máis complexos de fiscalizar pola falta de transparencia das entidades.
O Colexio de Xornalistas reprende á dirección
O Colexio Profesional de Xornalistas de Galicia, a única entidade que, ademais dos sindicatos, representa ao colectivo, reprendeu duramente a decisión da empresa: “Se a perda e precariedade dos xornalistas xa é preocupante pola redución da calidade da información, é aínda máis grave nun xornal que presentou bos resultados económicos todo este tempo, cun beneficio no último exercicio presentado aos traballadores, o de 2023, de 2,5 millóns de euros”, explican no comunicado emitido este mércores.
O Colexio, que falou coas persoas traballadoras e ofreceulles a súa man, xa expresou en numerosas ocasións “que os recortes de persoal son un síntoma máis da precariedade do traballo dos xornalistas, que se ven obrigados a producir un maior volume de información en menos tempo”. O resultado desta situación, din, “é o menoscabo do dereito á información dos cidadáns, así como un aumento do descrédito da profesión. É inaceptable que, co simple desexo de aumentar os xa considerables rendementos económicos, as empresas de medios de comunicación condenen aos profesionais ao desemprego, esquecendo que sen xornalistas o xornalismo e a información non son posibles”.
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Unha protesta inspirada na loita sindical e social da CRTVG
Con motivo desta manobra da empresa, traballadores e traballadoras acordaron vestir cada mércores de negro nos seus postos de traballo. Emulando a inspiradora e coñecida protesta do persoal da Corporación Radio e Televisión de Galicia (CRTVG), as empregadas de Faro de Vigo crearon a súa propia denuncia, os 'mércores negros'.