Opinión
El PSOE gallego y la dieta del eucalipto

El partido que hoy se pone de lado ante la construcción de una celulosa diez veces más grande que Ence en el corazón de Galicia en 2017 votó en contra de catalogar esta especie como invasora para detener su avance.
1 oct 2024 13:49

El PSOE gallego ha disfrutado del verano luciendo los efectos de su operación bikini ideológica. Consiguió lo que parecía imposible en las elecciones a la Xunta de febrero. Cayó más profundo todavía del suelo electoral en el que ya se encontraba: nueve diputados y diputadas de los 75 que se reparten, apenas dos coches a medio llenar. Sin embargo, tras esa debacle, la posición oficial de las y los socialistas gallegos sobre la planta de celulosa que la Xunta quiere construir en el corazón de Galicia nos ha enseñado que todavía no han tocado fondo, que todavía les puede ir peor y que, con su irresponsabilidad, seguirán alejando más un potencial cambio de gobierno en Galicia. Llegue cuando llegue.

Alguien les ha recomendado alimentar sus argumentarios con uno de esos batidos detox cuyas recetas y promesas adulteran el tráfico web de los periódicos y la salud mental de las personas que las leen. El PSdeG ha perdido cualquier capacidad de escucha social, cegados y cegadas por un desarrollismo, en esencia, indistinguible del que aplica el Partido Popular de Galicia. La equidistancia hablando de medio ambiente se les ha vuelto indigesta.

Las personas que dirigen el PSdeG han estado haciendo las piruetas más inverosímiles para tratar de no posicionarse firmemente ante los planes que la Xunta y la multinacional portuguesa Altri tienen para abrir esa fábrica. Un planta que absorberá 46 millones de litros de agua al día y ocupará el espacio de 500 campos de fútbol de terrenos forestales y agrícolas. “No se trata de decir si nos gusta o no, es necesario ir más allá”, llegó a decir su líder José Ramón Gómez Besteiro horas antes de que la presión social y mediática le obligase a contradecirse con un aséptico “no me gusta”.

En las últimas semanas, la prensa gallega más afín al PSOE ha patinado bastante sobre la postura oficial de los de Besteiro a propósito de Altri. En una entrevista cómoda en la Cadena Ser, el portavoz del PSdeG dijo exactamente: “Al margen de que el proyecto no nos guste, a mí me parece que la solución de la financiación pública va a ser imposible por los parámetros de descarbonización, innovación y de las ayudas europeas”. Esas declaraciones, en la misma línea tibia que las realizadas en los meses anteriores, le han servido a la prensa gallega para llenar titulares con la idea de que Besteiro rechaza el proyecto de Altri.

No sabemos si por incomprensión lectora o porque el rechazo social al proyecto también ha distorsionado el buen hacer de los y las periodistas. El caso es que, a los dos días, el PSOE salió a desmentir esos titulares y su líder en el Parlamento gallego fue al diario de más tirada y más posicionado a favor de la celulosa —de esta y de la de Pontevedra— a volver con sus frases de argumentario equidistante y a negarse a responder si estaba a favor o en contra.

Más allá de esas escuetas palabras, nada. Ni el PSOE ni sus cabezas visibles acudieron a la histórica manifestación que desbordó el pequeño ayuntamiento de Palas de Rei. Tampoco asistieron a la llegada de más de 300 barcos a la ría de Arousa capitaneados por Greenpeace para protestar por el mismo motivo. Y mucho menos fueron el último domingo de junio a rodear la sede del Gobierno gallego por el mismo motivo.

En 2017, este mismo PSOE que se pone de perfil ante la llegada de una celulosa que consumirá 1,2 millones de toneladas de eucalipto al año se alió con PP y Ciudadanos para no catalogarla como especie invasora

Entre sus bases y hasta entre las secciones locales del partido, la gente se frustra, pero tampoco se sorprende. En el verano de 2017, este mismo PSOE que ahora se pone de perfil ante la llegada de una celulosa que consumirá 1,2 millones de toneladas de eucalipto al año se alió con PP y Ciudadanos para no incluir a esta especie en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras y tratar de frenar así su avance descontrolado por la geografía gallega, algo que había propuesto en su momento En Marea.

Ahora, siete años más tarde, asistimos a un espectáculo de mediocridad política sonrojante. Altos cargos reuniéndose de tapadillo con la plataforma vecinal Ulloa Viva —que lidera la contestación social—  por miedo a represalias en la interna; todos los concejales y concejalas de la comarca manifestándose sin poder llevar pancartas con la identidad de su organización; las Xuventudes Socialistas tratando de presionar públicamente al partido sin mucho éxito; asesores furibundos soltando soflamas capitalistas en la barra de bar de X (Twitter); y en el despacho de la consultora que está detrás del desatino, Acento Public Affairs, el exministro de Fomento con Zapatero y natural de la comarca de A Ulloa, José Blanco, haciendo caja. Menudo sapo se ha librado de tragar Garzón.

Míster Blanco lleva meses con un perfil bajo por miedo al clamor social, pero poco antes de que explotase la lucha ecologista y vecinal, el alarde de negacionismo climático era preocupante. Esto dijo en una de las presentaciones no oficiales del proyecto ante las quejas sobre el consumo desproporcionado de recursos hídricos —consumirá al día tanta agua como los habitantes de la provincia de Lugo—: “Que yo sepa, por el momento Galicia no tiene escasez de agua. Hay que recordar que el agua no saldrá del río Ulla, como he oído decir en alguna ocasión, sino del embalse de Portodemouros. No se puede beber el agua que cogerá la planta de ese embalse, pero la que devuelva al embalse, sin embargo, estará más limpia y sí se podrá beber”. Además de forrarse ayudando a una multinacional a arrasar el ecosistema de la comarca donde nació, Blanco, con sus investigaciones, ha revolucionado la ciencia. No solo ha descubierto el único embalse del mundo que se llena sin agua de ríos, también el extraño caso de la celulosa que depurará agua para consumo humano.

Los próximos meses serán decisivos en esta lucha ecologista liderada por una generación que vivió de lleno en su infancia el desastre del Prestige. Al otro lado, en realidad, el escenario no ha cambiado tanto: las multinacionales ponen el dinero y el bipartidismo su brazo político. Igual que ocurrió con Ence o con lo que pasó con el accidente del Alvia –recuerden el papel de Blanco en aquella tragedia–. El Partido Popular en el Gobierno de la Xunta, el Partido Socialista en el del Estado, Teresa Ribera desde la Comisión Europea y Altri desde sus despachos harán lo imposible para que el proyecto salga adelante y encaje en las exigencias ambientales europeas –¿quién prevaricaría si no para aprobar un proyecto que las incumpla?–. Mientras tanto, en la calles de las ciudades y en los caminos de los pueblos, el activismo medioambiental seguirá marcando el camino. No queda otra, nos va la vida en ello.

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