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Galicia
Xulio Ferreiro: “Mi retirada no fue un repliegue táctico, pero el futuro es muy largo”
Xulio Ferreiro analiza el estado actual del espectro más a la izquierda del arco parlamentario gallego y estatal un mes después de perder la alcaldía de A Coruña en las últimas elecciones municipales.
Cuando podía coger vacaciones —las ha tenido que interrumpir tres veces, hace dos años fue para desplazarse a Barcelona por el atentado de las Ramblas— dejaba el móvil en el hotel y solo lo usaba una vez al día para ver si tenía recados urgentes. Ahora que no es alcalde de A Coruña, Xulio Ferreiro asegura no experimentar el síndrome del teléfono mudo: el de que cuando estás en el cargo nunca para de sonar, y cuando ya no, no da señales de vida.
“Bueno, aún llaman”, suelta con su característica risa en staccato. “Tengo un almuerzo diario, algunas llamadas telefónicas y nadie me deja de coger el teléfono”, dice y, de hecho, al término de la entrevista, sale a toda castaña debido a que ha quedado con un alcalde del entorno, del espectro político opuesto al suyo.
No sé si en esas reuniones, con amigos o no, también le intentan extraer las razones de su retirada, además de la oficial de que “cuando no se cumplen los objetivos que cada uno se pone, debe actuar en consecuencia y asumir responsabilidades”, y si hay algo más allá.
Supongo que quien más beneficio sacó de la pérdida de la alcaldía fue la familia.
En estas dos o tres semanas que llevo fuera del Ayuntamiento vi a mis hijos más que en los cuatro años anteriores. Y he notado un cambio a mejor, en toda la familia. Es cierto que el clan familiar estaba empeñado en repetir, en que yo siguiese cuatro años más de alcalde, y la noticia no fue buena para nadie, pero siempre hay un mal que por bien no venga.
“Había tales expectativas puestas en los gobiernos de cambio, en la Marea Atlántica; y no porque las hayamos sembrado nosotros, sino por el propio deseo de cada uno; que era muy difícil cumplirlas”
A estas alturas tendréis más que analizadas las causas de la derrota. Por ejemplo, Marea Atlántica pagó el pato de entrar a gobernar sin una experiencia previa de estar en una institución.
En la bajada de apoyos hubo factores exógenos y endógenos, y dentro de estos últimos uno puede ser ese. Tardas más en asentarte, tomas decisiones que dos años después no habrías tomado... Ahora bien, si hubiese que adjudicar un porcentaje a ese factor, sería escaso.
¿Qué porcentaje ha tenido la pérdida de votos por la izquierda?
Posiblemente hubo una parte del electorado más ideologizado que demandaba cambios más rápidos, o políticas más valientes, más agresivas. Pudo haberlo, pero tampoco lo veo determinante. Recuerdo una vez que Vicenç Navarro, ya antes de tomar posesión, me dijo: “Intenta defraudar pronto, porque el nivel de las expectativas que están puestas en vosotros es brutal, y tiene que dar tiempo a reconducir la situación”. Creo que había tales expectativas puestas en los gobiernos de cambio, en la Marea Atlántica; y no porque las hayamos sembrado nosotros, sino por el propio deseo de cada uno; que era muy difícil cumplirlas.
Algo así como lo que le pasó al gobierno bipartito PSdG-BNG en la Xunta.
Creo que nosotros fuimos bastante más fieles a nuestros principios y a nuestro programa, y no niego que no haya habido momentos puntuales o actuaciones que desencantaran a una parte del electorado de izquierda, pero no cosas como el Consello Galego do Benestar, el concurso eólico u otras polémicas. Lo que sí fue semejante fue una crítica despiadada muchas veces y una hostilidad que el bipartito sufrió en los últimos meses y nosotros cuatro años.
“Hubo la hostilidad abierta de un sector de la ciudad, y de un grupo mediático concreto, con mucha influencia en todo el país y en la ciudad, que fue hostil desde el primer momento”
Normalmente, las izquierdas también le echan la culpa de los fracasos a las presiones mediáticas.
Dentro de los factores exógenos de los que hablaba antes, hubo la hostilidad abierta de un sector de la ciudad, y de un grupo mediático concreto, con mucha influencia en todo el país y en la ciudad, que fue hostil desde el primer momento. Solo hay que ver los titulares el día antes de las elecciones y el día después, con el nuevo gobierno. Ahora que ya no estamos, parece que hasta se respira mejor en una Coruña que hasta entonces era irrespirable. Desde el primer día comenzaron a dejar caer una lluvia fina, o no tan fina, que fue haciendo mella en parte del electorado. También es cierto que si el proyecto político fuese más sólido y tuviésemos menos hándicaps en la gestión, eso influiría menos y habríamos conseguido saltar ese obstáculo.
Hablabas antes de decisiones erradas. ¿Qué hizo mal el gobierno de la Marea?
Deberíamos haber tenido en cuenta los tiempos electorales, saber que en cuatro años había que presentarse a una reválida y presentar resultados tangibles y no simplemente proyectos o cosas bien encaminadas. No hemos tomado ninguna decisión errónea en el sentido de desviarnos del camino. Hemos mejorado la movilidad urbana, el contrato de recogida de residuos... Ahora los contenedores de la ciudad van a ser renovados en su totalidad. Si estuviese ya adjudicado el contrato de la limpieza viaria, y terminadas las obras del mercado de Monte Alto o de Santa Lucía, la situación habría sido otra.
¿Qué va a quedar de vuestra gestión de gobierno?
Un nuevo modelo de movilidad de la ciudad: no van a quitar los carriles bici, y veo difícil que alguien proponga una subida del precio del transporte público. También una cultura de vanguardia, en lo musical, en la ilustración; una política medioambiental que no debería volver atrás; el nivel de cobertura social es muy superior al que tenía hace cuatro años. Hay otras cosas que ya vemos que desaparecerán: la laicidad de las instituciones, o apoyarse en entidades minoritarias que llevaban años usurpando fiestas populares, como San Juan, al tiempo que gestionan la Fundación Francisco Franco en la ciudad. En esa tensión entre ir hacia delante y la vuelta atrás, veremos cómo reacciona la sociedad.
“Uno de los errores fue abrir demasiadas cosas porque hay que planificarse para cerrarlas dentro de cuatro años”
¿Cómo ves el acuerdo entre Marea y PSdeG? ¿Por qué no se produjo un acuerdo programático similar hace cuatro años?
Yo el acuerdo lo veo positivo, por cuánto la Marea Atlántica condiciona en lo concreto las políticas del nuevo gobierno municipal y lo obliga a tomar posición en asuntos fundamentales para el futuro de la ciudad y que, tengo la sensación, no estaban en la agenda del PSdeG. Claro que habría sido positivo hace cuatro años, pero lo cierto es que no fue posible y que, bajo mi punto de vista, el Grupo Municipal Socialista no tuvo la mínima intención de llegar a un escenario como este. De hecho, yo prácticamente no recuerdo ninguna discusión municipal en estos cuatro años con el PSdeG que fuese de contenido, sino simplemente posiciones de poder e intentos de debilitar al Gobierno Municipal.
¿Qué más te dio pena no haber hecho?
Pues no cerrar todas las cosas que abrimos. Creo que uno de los errores fue abrir demasiadas cosas porque, repito, hay que planificarse para cerrarlas dentro de cuatro años. Vi muchas cosas que pensé que nunca vería, como el callejero de la ciudad limpio de personas que no merecían dar nombres a calles de A Coruña, un festival Noroeste que se convirtió en referencia en el Estado, bicis circulando por donde antes era imposible...
“Todo aquello que uno, cuando está fuera de la política, se imagina que es negativo, cuando entra ve que aún es peor”
¿Qué es lo que más te ha extrañado de la política?
Todo aquello que uno, cuando está fuera de la política, se imagina que es negativo, cuando entra ve que aún es peor. No sé si es que yo soy ingenuo, pero la falta de perspectiva del interés público y del bien común es abrumadora.
¿Damos nombres?
No, porque no se circunscribe a una o dos personas concretas. Es un mal muy extendido, del que es muy difícil escapar, y que cuando lo denuncias, te llaman eso, ingenuo, o que caigas del guindo, cuando creo que eso es lo que pide la ciudadanía: dejad de discutir, poneos de acuerdo en interés de la ciudad...
En un análisis sobre la pérdida de apoyos de los ayuntamientos del cambio en eldiario.es, Rafa Mayoral lo tenía claro: “Los que han sido capaces de entender que debe haber sinergias entre los municipalismos y la fuerza constituyente, que es Podemos y el grupo confederal, han tenido buenos resultados”.
Bueno [bufa], ahora todo el mundo tiene la receta sobre lo que pasó. Lo que pasó es que hace cuatro o cinco años nuestro espacio político era un mundo diverso, pero que electoralmente se presentaba unido; un espacio político que daba buenas noticias, donde se establecían alianzas y se cerraban pactos, y ahora ese espacio está absolutamente dividido. Podemos está dividido, En Marea está liquidada prácticamente. Ese contexto no es beneficioso.
Desde A Coruña hemos entendido siempre que el municipalismo debía jugar desde abajo, que había que tener un reconocimiento mutuo entre nosotros y las fuerzas estatales, con Podemos, con Catalunya en Comú, con En Marea. No sé si eso provocó mayores o menores éxitos electorales, pero no acabo de ver en qué parte de los hechos se verifica la hipótesis de Mayoral. Ada Colau, que conservó la alcaldía con un cierto sabor agridulce por no ser la fuerza más votada, tiene una personalidad y un carisma propios tan acentuados que su buena o mala relación con Podemos es irrelevante electoralmente. Y 'Kichi' marcó todas las distancias que pudo con su partido. Yo creo que nunca fui especialmente crítico con las cosas de Podemos y no me metí en esos sarillos y reconocí su liderazgo estatal [recalca estatal]. No sé si lo hice más o menos que Martiño [Noriega] o Jorge Suárez y eso tuvo consecuencias en los resultados.
En determinados ámbitos de UP consideran que no has apoyado demasiado sus candidaturas en las generales.
Fue una estrategia de campaña. Con dos elecciones tan seguidas, una en clave estatal y otra en clave local, optamos por mantenernos en clave local. Todo lo que participásemos en la campaña estatal significaría que se iba a hablar menos de A Coruña. Creo que fue muy difícil separarlas, y que en las municipales pesó mucho lo que pasó un mes antes. Intentamos evitarlo y no lo conseguimos. ¿Que habiendo hecho otra estrategia en las generales los resultados en las municipales serían otros? ¿Que se pedía una lealtad por mi parte a la candidatura de Galicia en Común? Yo creo que nunca engañé a nadie sobre en qué parte del espacio político estoy, y he participado en muchas campañas en las que tampoco se me dio mucha voz a la hora de confeccionar la marca electoral o las candidaturas. Yo hice una propuesta para las elecciones generales, y no salió. Y en todo lo que fuese un espacio político dividido, teniendo en cuenta que la Marea Atlántica quería mantener la unidad, consideré que no debería meterme a fondo ahí.
“Cuando no renovamos la alcaldía tomé una decisión que ya había tomado de antes, que era dejar la primera línea de la política y no coger el acta de concejal, lo que no significa que me desvincule de la Marea Atlántica”
Tú ves el resultado de Unidas Podemos en las europeas, y ese mismo día los de la Marea Atlántica en las locales, y hubo mucha gente que cogió nuestra papeleta y otra gente que cogió otra [25.290 votos ha tenido la Marea, y 12.766 UP, poco más que el BNG o C's].
¿Estáis determinados o resignados a ser un partido político local?
La Marea Atlántica es un proyecto municipalista, y coruñés, pero que participa de un espacio político más amplio y que siempre ha hecho esfuerzos porque la concepción de ese espacio político en Galicia fuese lo más sólida posible. Lo hicimos con Mareas en Común, en la asamblea fundacional de En Marea en Vigo, y lo haremos en el nuevo ciclo que comienza ahora hacia las autonómicas. Un militante nuestro será senador, y quizás otro parlamentario autonómico, y sabemos que no somos una isla, que tenemos relaciones de interdependencia con mareas municipalistas, partidos, un mundo diverso pero que tiene que trabajar junto para tener la mayor representación posible.
¿Cómo ves el panorama hacia las autonómicas?
Va a depender de la generosidad de los diferentes actores, no solo en términos de cesión, sino de poner trabajo y recursos encima de la mesa, y de que vayamos a esa construcción con cierto espíritu de fraternidad y de compañerismo, no con el de imposición o de medir fuerzas.
¿Con todos?
Hay quien ya se ha situado fuera, tampoco hay que ser ilusos, pero están las mareas municipalistas que siguen creando un proyecto común, y las fuerzas que apuestan por la ruptura.
Marea Atlántica, Compostela Aberta, Unidas Podemos...
Anova es importante, y también mareas municipalistas que hay por ahí: Ourense en Común... Hay todavía muchos actores importantes, independientemente de los resultados electorales de cada uno que, excepto Sada, Teo y A Pobra, no fueron buenos.
¿Y tú?
Yo en la reserva.
¿Confinado en la reserva como los indios o en el banquillo calentando?
Cuando no renovamos la alcaldía tomé una decisión que ya había tomado de antes, que era dejar la primera línea de la política y no coger el acta de concejal, lo que no significa que me desvincule de la Marea Atlántica. Al revés, estoy participando en sus organismos y asumiendo responsabilidades ahí. A partir de ahí, tengo 44 años, sería un poco osado por mi parte decir que va a ser el resto de mi vida. No fue un repliegue táctico ni tengo nada en la cabeza, pero el futuro es muy largo.
“No estaría bien que trajésemos a Galicia tendencias exógenas que nos llevasen a una división que aquí no hay”
El futuro es el año que viene.
El año que viene es el primer año del futuro [ríe]. De ahí a que tenga una edad para dejarlo todo, espero que pasen muchos años.
Dentro del rebumbio que hay en el espacio rupturista, en Galicia las elecciones despejaron las incógnitas, mientras que en Madrid no.
Hay quien presentó un espacio diferente y propio, y no tuvo apoyo electoral ni en las generales ni en las europeas. Creo que eso confirma dos cosas, que la unión tiene buena acogida en el electorado y es recompensada, y que hace falta un proyecto político propio en Galicia que no puede desechar alianzas con otros proyectos en todo el Estado.
Eso fue lo contrario de lo que pasó en Madrid.
En Madrid quizás se vio que fue una división más ideológica o más política, aquí creo que ningún elector común alcanza a ver las diferencias entre una y otra. Yo también puedo ser crítico con ciertas cosas que pasaron con Podemos, pero echarle toda la culpa a los diputados autonómicos de Podemos de lo que paso en En Marea no se ajusta a la realidad.
Parece inevitable que esa fractura en Podemos no acabe afectado a Galicia.
No estaría bien que trajésemos a Galicia tendencias exógenas que nos llevasen a una división que aquí no hay. Si queremos construir una alternativa aquí tenemos que partir de Galicia y luego hacer alianzas, reconocimientos mutuos. Si lo que intentamos es implantar modelos de fuera, eso puede tener cierto resultado pero va a dejar siempre fuera a colectivos, y el proyecto no va a ser tan amplio como podría ser.
La construcción del espacio de Unidas Podemos en Galicia no fue muy autónoma, de hecho en las generales ni siquiera participó Anova.
Es diferente la construcción de una lista electoral para unas elecciones concretas en un momento determinado y con ciertas urgencias, con la construcción de una institucionalidad para el espacio político, si nos seguimos reconociendo como tal, por lo que algunos seguimos apostando. Esa urgencia no es la forma en la que debemos trabajar de aquí en adelante.