Gobierno de coalición
ERC endurece su posición con el Gobierno, que cuida los lazos con Junts

“Puede ser que nos den por seguros, porque somos de izquierdas y hay cosas que no podemos votar en contra”, reflexionaba esta semana una de las cabezas de Esquerra Republicana de Catalunya, un partido que ha sido leal aliado parlamentario del PSOE y sin cuya colaboración no hubiera habido más de siete años de gobierno de Pedro Sánchez.
De 13 escaños a siete en esta nueva legislatura, Esquerra sigue siendo esencial para la aprobación de leyes progresistas aunque desde las generales de 2023 está empatada en diputados con su rival histórico, la derecha soberanista que sigue liderando desde el exilio Carles Puigdemont. En la disputa semiótica por quién hace más ruido para obtener cosas para los catalanes, es indudable que viene ganando Junts (Rufián suele achacar ese elemento al “blindaje mediático” del que disponen sus rivales).
También es inocultable que el electorado de ERC compite con el PSC más cuerpo a cuerpo, y ambas formaciones tienen más intereses en común (socios de investidura en la Generalitat, aliados cotidianos en el Parlament y coaligados en decenas de municipios). Esta cercanía no impulsa, sino todo lo contrario, a Esquerra en las encuestas, que no pasa por su mejor momento.
En este marco es que entran en escena los Presupuestos Generales del Estado, que Sánchez ha ratificado en el inicio del nuevo curso que presentará e intentará aprobar. Y es aquí la batalla que ERC ha elegido para dar afilando los colmillos y exigiendo que se cumplan los acuerdos previos. No solamente Junts y Podemos tendrán que ser considerados como los mayores obstáculos para la negociación. Los siete de Esquerra ya no están asegurados.
Justa y singular
El estrés de la cuerda que plantea el grupo Republicano en el Congreso también debe ser entendido como una señal a sus fuertes diferencias internas entre las varias familias que componen el partido (el más longevo del Estado junto al PNV y el PSOE). Un importante dirigente de Girona comenta a El Salto: “El problema que tenemos es que el partido no tiene una hoja de ruta porque siguen en la conducción los mismos que en 2017. El problema va mas allá que la relación blanda o dura con los socialistas”.
A pesar de la derrota en las enmiendas a la totalidad por la reducción de jornada, una de las voces más influyentes de Esquerra ratifica el rumbo en conversación con El Salto: “No se avanzará en Presupuestos hasta que no cumplan lo que acordamos antes del verano”. Los ojos están puestos en la llamada ‘financiación singular’ pero hay más.
Desde la cúpula de ERC explican que no solamente es la nueva financiación sino también avanzar en la arquitectura jurídica para que gestione la Generalitat el IRPF (una entidad tributaria propia que no será una Hacienda vasca sino una agencia con competencias delegadas), acelerar el traspaso de Rodalies (“no termina de arrancar”, se quejan) y también algunas “cuestiones provinciales”, en referencia a asuntos del territorio.
El lunes pasado, Junqueras y Rufián delinearon esta línea roja con un hecho político: presentaron juntos el borrador de la proposición de ley con la que buscan blindar el traspaso de la gestión del IRPF. La reforma, que se registrará próximamente en el Congreso, crearía la arquitectura legal para que cualquier gobierno autonómico pueda asumir la gestión del impuesto a la renta e implica cambios en tres leyes.
Una de ellas es la LOFCA (ley de Financiación de las Comunidades Autónomas), que por ser orgánica exige una mayoría absoluta (la mitad más uno del total de diputados) y no una simple. “Sabemos que es algo gordo y que se apruebe es difícil, por eso (al PSOE) no les gusta. Pero bueno, es nuestra exigencia”, recalcan desde ERC.
La LOFCA y la ley del modelo actual de financiación (22/2009) excluyen explícitamente la delegación del IRPF a las comunidades autónomas del régimen común. Sin embargo, el acuerdo de investidura entre Salvador Illia y Esquerra Republicana estableció la búsqueda de este objetivo, junto a la “financiación singular”, que tanta repercusión tuvo.
Con respecto a esto, vuelven sobre la mesa las diferencias entre las familias republicanas. El sector alineado con Rufián ve como un sendero de éxito más factible alejarse de posiciones identitarias y vender ante la opinión pública que ellos impulsan una “financiación justa, sea para Catalunya como para Murcia, que se entienda que es para todos”. Sin embargo, admiten que en el independentismo, incluso dentro de su partido, lo de “singular” es un fetiche que gusta más. Especialmente en momentos de peligroso ascenso de la Aliança de Silvia Orriols en las encuestas.
En aquella presentación en Barcelona, Rufián dijo ante los medios que confiaba en que si la proposición no tenía trabas, podía ser aprobada en el primer semestre de 2026. Sobre la mayoría absoluta, enfatizó: “Existe esa mayoría si Junts deja de votar con el PP y Vox”. Tensar la cuerda con el grupo de Miriam Nogueras también es parte de la apuesta.
Puentes bajo custodia
Precisamente fue Nogueras quien tuvo que soportar la furia de la vicepresidenta Díaz el miércoles pasado. Como nunca desde el inicio de la legislatura un miembro del Gobierno embistió contra Junts. Desde junio, la ministra de Trabajo venía alertando de que si no quitaban la enmienda, haría todo para retratarles junto a la derecha y ultraderecha española. Así fue la monumental paliza verbal que les dio.
“No se puede negociar con gente que no piensa en los datos reales sino en el titular”, se quejaba Nogueras en privado, y no disimulaba un cabreo en el que no faltaron los epítetos. La empresaria no hacía diferencias entre Sumar y PSOE, aunque se sabe que las negociaciones las han liderado los de Trabajo.
Sin embargo, en Moncloa y Ferraz han querido cuidar los puentes con Junts y desmarcarse de la asonada de Díaz. Fuentes socialistas se encargaron de filtrar esta estrategia y de dejar en claro que las negociaciones por la senda de déficit (que ya han comenzado) y los Presupuestos van por otro carril.
Un párrafo merece el gesto de Pedro Sánchez el miércoles por la tarde: mientras la vicepresidenta debatía con los grupos la reducción de jornada, él iba al preestreno de la película de Amenábar en los cines de Callao. No estuvo en la votación y mucho menos antes para aplaudir la defensa de una de las iniciativas estrella de la legislatura (que el PSOE asumió como propia cuando vio las encuestas abrumadoramente a favor). Ningún diputado, propio o ajeno, entendió el gesto del presidente del Gobierno.
Mientras, desde el entorno de la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, han tachado de “inasumibles” algunas de las demandas de ERC. Algo curioso porque el comité federal del PSOE dio su respaldo al acuerdo de investidura de Illa que incluye todo lo que Esquerra ahora pide cumplir. Van dos semanas de sesiones ordinarias y los presupuestos parecen cada vez más una quimera.
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