Hemeroteca Diagonal
Cómo algo llamado CETA puede cambiarte la vida

Grandes empresas de EE UU, mineras, incluso Monsanto, se podrían favorecer de la firma del tratado con Canadá.

Arenas bituminosas en Alberta, Canadá
Arenas bituminosas en Alberta, Canadá. Imagen de Amigos de la Tierra.

27 ene 2016 18:46

“¿Pero qué leches es el CETA y por qué me debería importar?”, se estarán ustedes preguntando. El CETA es casi, casi lo mismo que el TTIP. Si el TTIP es el acuerdo de inversiones y comercio que se está negociando entre la UE y Estados Unidos, el CETA se firmaría entre la UE y Canadá. Ambos acuerdos buscan una armonización a la baja, por ejemplo, en cuanto a estándares laborales o de salud. Y ambos incluyen una simpática cláusula llamada ISDS, un mecanismo de resolución de disputas entre inversores y Estados que permite a los inversores extranjeros demandar a los Go­biernos ante tribunales privados por cualquier política que les afecte negativamente.

En realidad, la cláusula sólo resulta simpática para las empresas, porque sólo las empresas pueden demandar a los Estados, y no al revés. Y según la ONU, el 60% de las demandas las ganan los inversores. En el mejor de los casos –para los países– los Estados pierden lo que cuesta su defensa. ¿Adivinan cuánto cobra un abogado en un caso de ISDS? Unos mil dólares la hora. Y no es que esté muy repartido: son unos 15 abogados, que suelen trabajar para las grandes corporaciones y que, además, ejercen de jueces. Son entrenadores y árbitros a la vez.

“No sirve de nada frenar el TTIP o quitar la cláusula ISDS, si no se tumba también el CETA”, dice Maude Barlow
Para calmar las críticas, la UE tiene sobre la mesa una propuesta de reforma del ISDS, que le daría cierta transparencia. Pero para la experta canadiense Maude Bar­low, eso no es suficiente. “Sigues teniendo tribunales especiales para inversores extranjeros, que son permanentes y a los que tus empresas nacionales no pueden acceder, y ni hablar las organizaciones sociales. Yo creo que es posible parar el TTIP, o al menos quitar el ISDS”, dice a Diagonal Barlow, experta en agua y acuerdos comerciales y presidenta de la organización Council of Canadians.

La puerta de atrás

Y aquí es donde entra, peligrosamente, este tratado del que casi nadie ha oído hablar. No sirve de nada frenar el TTIP o quitar la cláusula ISDS, si no se tumba también el CETA. “Como en Canadá y EE UU tenemos una economía integrada, todas las grandes empresas petroleras, farmacéuticas o del agronegocio, tipo Montsanto, podrán recurrir al CETA para demandar a los Estados de la UE”, explica Barlow. Es como si vienen a robarte a tu casa y sólo proteges una de las dos puertas de la vivienda.
El 75% de las mineras del mundo cotizan en la bolsa de Toronto. El CETA les abriría la puerta de Europa
Y, en cuestión de vivienda, programas sociales y gestión municipal en general, el CETA se mete hasta la cocina porque, según explica Barlow “es el primer tratado que engloba a los gobiernos subnacionales, todos sus gastos y políticas”. Es un acuerdo pionero en este nivel: “En Canadá, hemos privatizado la gestión del agua. Si el CETA se firma y los ayuntamientos intentan volver a un sistema público de agua, las empresas pueden exigir una compensación económica”. Y a menudo ni siquiera hace falta que lo hagan. Su sola amenaza inhibe cualquier reforma.

Igual ocurriría en España. Da lo mismo lo que quisieran hacer los nuevos ayuntamientos de Cádiz, Barcelona, Madrid o A Coruña. Si se aprueba el CETA y hay intereses de Canadá o EE UU en juego, no podrán volver a hacer público nada, aunque sea legal según la justicia española. Y, si es tan terrible, ¿por qué no nos importa un pepino? “¡Porque Canadá es guay!”, Barlow carga la frase de ironía.

¿Canadá es tan guay?

Aparte de Curro y las fuentecitas para aliviar a guiris calcinados, quizás ustedes recuerden algo más de la Expo del 92 celebrada en Sevilla. El pabellón de Canadá arrasó con un cine ¡en 3D! en el que sobrevolabas un tupido bosque canadiense. Entre ese recuerdo y los que nos enseñó Michael Moore en Bowling por Co­lombine, nuestro mapa mental nos dice que, con Canadá, ‘todo bien’.

Ése es uno de los principales problemas. “Tanto los europeos como los canadienses ignoran hasta qué punto la ‘austeridad’ ha invadido ambas regiones. No se trata de quién tiene estándares más altos, sino de que las corporaciones quieren llegar a un acuerdo para bajarlos todos”.

Lo de que Canadá es “súper verde” es un “viejo mito”, nos trata de explicar Barlow: “Tenemos las peores empresas mineras del mundo”. El 75% de las mineras del mundo cotizan en la bolsa de Toronto, donde gozan de extraordinarias ventajas. Algunas ya las tenemos en Europa, en Rumanía y en Grecia. ¿Se acuerdan de la mina de Corcoesto en Galicia que fue frenada gracias a la oposición popular? Pues también era canadiense. “Todas están deseando que se apruebe el CETA para defender sus intereses”.

Justin Trudeau
Justin Trudeau, nuevo presidente de Canadá, luce músculo para una obra benéfica.

El presidente ‘guapo’

En la misma época que surgía el movimiento Occupy en otras partes del planeta, en Canadá se estaban derogando leyes de protección medioambiental. “Lo único que quedó eran las leyes específicas para comunidades indígenas. Así que las llamadas first nations, pueblos originarios, desempeñaron un papel muy importante en la protección del agua y los derechos humanos”, cuenta la activista. Era el movimiento Idle No more (“Se acabó la pasividad”), que generó unos lazos sin precedentes entre pueblos indígenas y el resto de movimientos sociales y ha logrado la prohibición del fracking en varias provincias. “Los indígenas sufrieron una represión brutal, la Policía los llevaba al bosque, allí les pegaba palizas. Han sido diez años muy duros, bajo los Gobiernos de Stephen Harper. Con el nuevo Gobierno, los movimientos se están recuperando”.

En 2015 los canadienses eligieron presidente a un candidato liberal, joven (del 71), con cierto parecido a Brandon de Sensación de vivir, que fue a la investidura con sus tres hijos. Un presidente que tiene un tatuaje con motivos indígenas en el hombro y que se declara “orgulloso de ser feminista”: Justin Trudeau. Un presidente, sin embargo, que no ha expresado oposición alguna al CETA.

“Este Gobierno es infinitamente mejor que el anterior. El problema es que son neoliberales. Por ejemplo, creen que se puede gestionar mejor desde un punto de vista medioambiental la explotación de arenas bituminosas en Alberta. Yo no lo creo. Parece una película post apocalíptica”, describe Barlow. La explotación a la que se refiere esta experta en agua está en el podio de los lugares más contaminados del planeta, según Greenpeace. Varias comunidades indígenas rodean este paisaje desolado de petróleo arenoso despa­rramado en un conjunto de lagos artificiales. Para Barlow, que Trudeau haya presentado un Gobierno con diversidad étnica y paridad de género no garantiza nada.

'Idle no more'
El movimiento 'Idle no more', iniciado por grupos indígenas, llegó a implicar a amplios sectores sociales en Canadá.
“Angela Merkel es una mujer. Tuve un debate con ella hace un par de meses en Alemania, antes de la cumbre del G8. Ella dijo que en el G8 iba a llevar el tema del cambio climático, empoderamiento de las mujeres y los objetivos de de­sarrollo del milenio”. ¿Se rió nuestra amiga canadiense ante tal afirmación? “No, no me reí, fui educada. Pero dije que no puedes preocuparte por el medio ambiente, por las mujeres y por la desigualdad, y a la vez estar impulsando todas estas terribles políticas. Y ahí es cuando saltó. Se enfadó conmigo”.

Barlow lo cuenta como con pena. “Pensé que dentro de ella hay una persona justa, que si pudiera hablar con ella dos horas sin sus sherpas, sin toda la corte, sin los medios de comunicación ahí plantados... Es que simplemente no lo entiende. Si yo le pudiera explicar lo que hemos vivido en Canadá. Seguimos siendo un país rico, por supuesto, pero ahora nuestra sociedad está estratificada. Nunca ha habido tanta gente en la calle, nunca”. Al año, 235.000 canadienses se encuentran sin hogar. Y una de cada cinco familias tiene graves problemas para pagar su vivienda. “¡Pero no era así antes!”, dice con angustia Maude Barlow. ¿Qué les pasó?

Los zapatistas lo sabían

Previously... En enero de 1994, México, EE UU y Canadá ponían en marcha el Nafta, el acuerdo de libre comercio de América del Norte, un tratado “que profundizó la brecha entre ricos y pobres dentro de cada uno de nuestros países”, describe Barlow. En México, sólo en el sector lácteo se perdió un millón de empleos, el campo se abrió al monocultivo a gran escala, con pesticidas y transgénicos, y quedó destruido. Ya lo imaginaban los zapatistas, que se alzaron justo el día que entraba en vigor el acuerdo. En EE UU se destruyó toda la industria del automóvil de Detroit y su área.
"Con estos acuerdos pierdes tu derecho a usar tus recursos naturales de forma sostenible"
En Canadá se desmontó la agricultura y se crearon compensaciones. “Y perdimos muchos puestos de trabajo en la industria, ahora hemos vuelto a exportar materias primas sin procesar”, explica. Y con el Nafta, Canadá también le dijo adiós a su soberanía energética. “Somos un país frío. Nos hemos quedado sin petróleo y gas convencionales y nos hemos metido en las arenas bituminosas. Con estos acuerdos pierdes tu derecho a usar tus recursos naturales de forma sostenible, o tu derecho a no usarlos y hacer una transición hacia las renovables”. La energía de Canadá es ahora estadounidense. Y Canadá poco puede decir.

“¿Pero por qué?”, se estarán preguntando si han llegado hasta aquí en el artículo. ¿Se acuerdan de esa cláusula tan simpática —para las empresas— llamada ISDS? Pues el Nafta fue el primer tratado entre países ‘de­sa­rrollados’ que la incluyó. Canadá es hoy el país más demandado en los tribunales bajo este mecanismo. Las empresas estadounidenses le han llevado 35 veces a juicio.

¿Chococrispis con plutonio?

“No importa si se han estado vendiendo cereales para niños con plutonio líquido. Si el Gobierno prohíbe un producto y una empresa de EE UU pierde beneficios, con el Nafta la empresa tiene derecho a reclamar una compensación”, dijo en televisión el abogado Barry Appleton, para explicar cómo funciona el ISDS. Appleton trabajaba para una empresa de EE UU que distribuía en Ca­nadá un aditivo para gasolina que Canadá había decidido prohibir por riesgo para la salud. Canadá perdió el litigio. Y a Appleton lo despidieron porque estas cosas, aunque sean verdad, no se dicen en la tele, hombre-por-dios-a-quién-se-le-ocurre.

Canadá tiene pendientes 4.000 millones de euros en demandas. Y ha perdido ya 135 millones. Incluso una empresa canadiense ha utilizado a su filial en EE UU para demandar a su propio Gobierno. “Muchísimos políticos no tienen ni idea de lo que es el ISDS: creen que les das los mismos derechos a las empresas extranjeras que a las empresas nacionales, pero les estás dando más”, alerta Barlow. “Por culpa del Nafta, en Canadá hemos aprendido cómo funciona. Y el TTIP y el CETA, que son un dos en uno, beben mucho del Nafta”.

Para Barlow, el renovado impulso por generar este tipo de acuerdos se debe en parte a que la lucha contra la Organización Mundial del Comercio tuvo éxito. “Ahora existen 32 acuerdos bilaterales que contienen la cláusula ISDS y es muy difícil pelear contra ellos. Pero se puede frenar el TTIP. Yo verdaderamente lo creo posible. Pero también hay que parar el CETA”, resume Barlow.

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra na túa conta.
Educación pública
Iglesia Semana Santa: negocios, procesiones en colegios, inmatriculaciones y fervor
Más allá de la expresión cultural, la Semana Santa tiene una esfera económica que genera millones de euros y otra social que le sirve a la Iglesia Católica para legitimar sus privilegios dentro del Estado español.
Memoria histórica
Marc Solanes “Mi bisabuela luchó en el frente y fue considerada una mala madre, pero lo hizo por sus hijas”
En ‘Las niñas de Elna’ (Pollen, 2024) el periodista reconstruye la historia de las mujeres de su familia resolviendo enigmas para resignificar la imagen de la mujer en la historia.
Palestina
Palestina Viaje al fondo del horror
El fotoperiodista Javier Bauluz cubrió la primera Intifada, la primera gran rebelión del pueblo palestino desde la creación del estado israelí.
Poesía
Poesía La generación beat sigue latiendo
La generación beat es la del ritmo, del golpe, la de superar, la del latido en el papel y fuera de él. La del sentimiento desgarrador que sale del individuo, pero llega a la sociedad.
Literatura
Literatura ‘La santita’ de Mafe Moscoso: para escribir sobre el fin del mundo
‘La santita’, libro de relatos de Mafe Moscoso, es el método pero también es el fin: pone a convivir lo precolonial con las formas de nuestro presente ultracapitalista, ultramuerte, sin exclusiones ni jerarquías.
Maternidad
Maternidades Reaprender la espera
El tiempo de gestación es largo y va a un ritmo distinto al que acostumbras: el ritmo natural al que desarrolla una playa, un monte, un océano. Y no estamos ya habituados a darle la mano a la pausa.
Momus Operandi
Momus operandi Todo es una narración
Nos dicen que las mentiras son la única realidad. Que aprendamos a mentirnos, que nos engañemos, que no nos importa la salud, ni los derechos laborales, ni las violencias estructurales.

Últimas

Industria
Transición industrial Mecaner, un cierre injusto o cuatro alternativas con mirada ecosocial para mantener la fábrica de Urduliz
ESK y LAB han presentado el ‘Plan de Transición Ecosocial’ que ha elaborado la cooperativa Garúa como una herramienta para la búsqueda de soluciones al ERE propuesto por la multinacional Stellantis.
Sidecar
Sidecar Crisis intratable en la República Democrática del Congo
Una y otra vez los actores externos han fracasado a la hora de contener la escalada de violencia en la República Democrática del Congo.
Más noticias
América Latina
Caribe Haití: el fracaso neocolonial y el “eterno castigo de su dignidad”
La crisis de gobernabilidad que vive Haití después del alzamiento paramilitar que liberó a más de 3.600 presos y expulsó al primer ministro es un capítulo más de una historia colonialismo y dependencia.
El Salto Twitch
El Salto TV Economía y titulares de guerra
En el programa en directo de Economía Cabreada del 26 de marzo se hizo un análisis de la deriva bélica de la Unión Europea, sus gobiernos y de los grandes medios con Tica Font y Miquel Ramos.
Sidecar
Sidecar Soluciones bonapartistas
Las turbulencias en el seno de los dos partidos estadounidenses dominantes refleja el problema más amplio de un sistema capitalista cada vez menos capaz de proporcionar ganancias materiales a la clase trabajadora.
Memoria histórica
Memoria histórica Las nuevas leyes de memoria histórica recuperan la “concordia” franquista
La ofensiva legislativa de gobiernos autonómicos como el de Castilla y León y el País Valencià, adoptan un enfoque revisionista que amenaza los avances en el reconocimiento memorialista.
Derecho a la vivienda
Derecho a la vivienda La PAH València clama por el derecho a una vivienda digna: “¿Duermen tranquilos?”
Centenares de personas protestan frente al palacio de la Generalitat para exigir que se haga efectivo el derecho a la vivienda ante la insoportable alza de los precios.

Recomendadas

Investigación
Investigación O Goberno galego repartiu 4.000 millóns de euros en contratos a dedo en só seis anos
Desde 2018, a Xunta asinou 1.034.964 contratos sen sacalos a concurso: algo máis do 30% do diñeiro do que dispón para o exercicio de 2024. Ademais, 35.362 deses contratos teñen un importe entre 14.000 e 14.999 euros, o límite legal.
Ríos
Radiografía fluvial de España La tierra que no amaba sus ríos
Los ríos ibéricos agonizan. Casi la mitad de las masas de agua está en mal estado. Presas, sobreexplotación, contaminación y crisis climática son sus principales amenazas, con la agroindustria como mayor agresora.
Cine
María Alché y Benjamín Naishtat “El cine puede proponer imágenes y reflexionar, y por eso Milei necesita destruirlo”
María Alché y Benjamín Naishtat dirigen ‘Puan’, una película optimista y amarga, entre la comedia y el cine social, que ofrece nuevas lecturas tras los primeros cien días de gobierno de Milei en Argentina.