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Hemeroteca Diagonal
Radicalización exprés: un término mediático con poca base analítica
En pocos meses, un par de semanas, o incluso un día, te podrías convertir en un potencial terrorista yihadista. “De roquera a yihadista”, como titulaba una noticia de El País. El término ‘radicalización exprés’ comenzó a inundar los medios de comunicación en octubre, cuando el Ministerio de Defensa alertó de la propagación de este fenómeno en España, citando un informe del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE). También es la justificación dada desde Interior de que buena parte de las personas detenidas en el marco de las operaciones contra el yihadismo sean puestas en libertad por la Audiencia Nacional tras comprobar que no hay pruebas que acrediten su peligrosidad.
“No sé cómo pueden establecer plazos [de radicalización] en un proceso que aún no se acaba de entender”, apunta Jordi Moreras, investigador de Antropología de la Universitat Rovira i Virgili. Moreras explica que, cuando se ve la bibliografía en Occidente sobre los estudios sobre radicalización, “en todos se acaba encontrando una frase muy mediática para poder decir que estamos ante algo nuevo, pero en el fondo son titulares que no tienen mucho fundamento analítico”.
Y, ¿en qué consiste la radicalización exprés? Según el informe del IEEE, “es un fenómeno [relacionado] estrechamente con las redes sociales y la circulación de las impactantes imágenes de violencia que difunde el yihadismo a través de los espacios virtuales más concurridos”. “Es como en la serie americana Más allá del límite, como si por ver un vídeo te fueras a quedar pillado. Pero no se ha estudiado qué tipo de efectos provoca el consumo de vídeos yihadistas en una persona predispuesta. Decir que por ver vídeos del Daesh te vas a quedar pillado con el tema… es muy complicado”.
El segundo factor que Moreras ve detrás del concepto de radicalización es el perfil, en el que una serie de factores, como origen, religión o tradición musulmana o frustración con respecto a Occidente, llevan a la radicalización. “Esta idea es la que más me preocupa, es como si dieran por sentado que hay una predisposición natural en determinada gente que cumple este perfil para radicalizarse”. Moreras destaca cómo, frente a esta suposición, una de las personas que murió en los atentados del Charlie Hebdo, que era policía, también cumplía ese perfil: “Vivía en una banlieue de la periferia norte de París y había pasado por lo que había pasado, como el resto de jóvenes de su zona. Y era policía. Todas las teorías que se puedan hacer sobre gente que venga de esos barrios, que sean musulmanas, migrantes… no funcionan”.
El investigador explica que las 17 definiciones de radicalización que ha podido encontrar en la literatura académica —sobre todo anglosajona—, informes policiales y de seguridad en los últimos dos años han dado lugar a “una especie de batiburrillo”. “Aunque ahora ya parece que queda claro que no hay esa ‘cosa psicológica profunda’, sino que es más bien una cuestión social, aún no somos capaces de entender en qué medida y cómo afecta la situación social. Pero, si nos ponemos a poner matices, qué grandes titulares vamos a perder”, concluye.